Décimo séptimo capítulo.
Luego de María Sagrario salir del despacho de su padre camina hacia el salón donde se encontraba su adorada hermana y su infiel cuñado, pero se consigue con la gran sorpresa de que no hay nadie allí, ni su madre, ni su hermano, ni siquiera Ellup está por allí. En ese momento piensa ir a la habitación de su hermana y cuando se encamina en esa dirección decide no ir por los momentos y cruza hacia su habitación. Allí se encuentra a Eugenia recostada en su cama con las mejillas enrojecidas de la rabia mientras con un abanico trata de enfriar su sangre.
-¿Qué sucede?
-¡Qué no sucede querrás decir! Resulta y acontece que el maldito de Francisco vino prácticamente a despedirse.
-¿Y por qué vino entonces?
-A buscar dinero y a pedirme el divorcio.
-¿Y estás tan tranquila? Me sorprende de ti, yo hablaré con el ¿Te parece?
-¡No! Deja que ese infeliz se vaya con la mujer esa, Dios se apiade de ellos.
-Quédate quieta ¿Vale? Recuerda a mi sobrino.
-Vete si te vas a ir, no quiero ver a nadie.
-Disculpa hermana. -Dice María Sagrario sorprendida por la actitud de su hermana, siempre la había visto triste, débil, indefensa mas nunca molesta y a la defensiva- En ese momento pasa José Isidro por el frente de María Sagrario y esta decide preguntarle por Francisco.
-Acaba de tomar un carruaje y se ha ido a su casa ¿Por qué?
-Gracias hermanito. -Responde María Sagrario y sale corriendo en busca de un carruaje para buscarlo, José sin entender nada sigue su camino para retomar sus clases de espada-
Al cabo de unos minutos María Sagrario logra alcanzar a Francisco para hablar con el, aunque con miedo y pena decide hacerlo.
-¡Francisco! Necesito hablar contigo.
-Yo no quiero hablar contigo María, te puedes retirar. -Alega Francisco severamente-
-¿Por qué no puedes dedicarme cinco minutos? Te prometo que si me sobrepaso ese tiempo me retiraré instantáneamente cuando me lo pidas ¿Si? ¡Por favor!
-Pasa y espérame en mi despacho, ya te envío el té y unas galletas, tal vez me tarde un poco.
-No importa, ve, yo te espero.
Y así se pasaron 10 y 30 minutos, casi después de una hora llega Francisco recién aseado con ropa nueva y disimulando su cojera.
-¿Qué te sucedió en la rodilla? -Pregunta María Sagrario-
-Me caí de un caballo Mary, ¿Qué querías hablar?
-¿Por qué te vas?
-Porque tu hermana nunca podrá darme lo que yo quiero, lo que necesito.
-¿Y qué necesitas?
-Descendencia ¿es muy complicado?
-Pues sabes que está embarazada.
-Como siempre, dale unas semanas y todo acabará.
-Yo tengo fe de que esta vez no será así. ¿Sabes? Mi madre suele relatarnos de que a ella también le costó mucho quedar embarazada la primera vez ¿por qué no le das la oportunidad?
-Ya le he dado mucha ¿no crees?
-Francisco, ¿donde quedó tu sentido religioso? ¿ella ha sido una mala mujer? ¿acaso no te ha amado tanto como para dar la vida por ti? ¿no crees que merece un poco de tu respeto, de tu cariño?
-Yo la amo María, la amo tanto que no quiero verla sufrir mas ¿sabes lo doloroso que es verla querer traer el mundo un hijo y que nunca lo pueda hacer? ella se está dañando por mi culpa y eso es lo que no quiero, está perdiendo su brillo, está perdiendo su dignidad, su amor por la vida, su amor por mí por mi culpa.
-La dignidad no la pierde tanto por no poder tener hijos, la pierde por perderte a ti. Ahora pregunto ¿por qué le dijiste que vendrías para quedarte?
-Porque eso es lo que quería hasta que lo pensé mejor en el camino a tu casa.
-Piénsalo mejor ¿si? No sabes lo que ella sufre por no tenerte a su lado, ella nos tiene a nosotros pero ¿y el bebé? No tendrá a nadie, ese niño necesita el cariño de un padre ¿no crees?
-Está bien, lo pensaré mejor ¿Te quedarás aquí en casa? Ya es tarde Mary.
-Es mejor que me quede, mandaré a que avisen en casa. Espero que reflexiones cuñado, recuerda que lo que une Dios no lo debe separar el hombre.
-Gracias, y sí, lo pensaré mejor.
María Sagrario le guiña el ojo a su cuñado y se retira mientras en su mente abundan ideas sobre su próximo viaje, su tía Pilar le espera y no puede llegar con las manos vacías ni con malas noticias, también pensaba en Raymond ¿dónde estará? ¿Qué hará? ¿La extrañará? ¿Estará disfrutando el viaje? ¿Cómo estará su tía Lucía? en ese momento ve un piano en la habitación de huéspedes.
-¡Francisco! ¿Puedo tocar el piano? -Le grita a su cuñado-
-¡Por supuesto que sí! -Le responde Francisco quien se encuentra en la cocina-
Dicho eso María Sagrario comienza a maquinar algunas melodías en su mente y se decide por una que había escuchado vagamente en alguna parte.
https://youtu.be/kUfRtS1Swf4
-Esa melodía es hermosa Mary. -Dice Francisco acercándose a María Sagrario sigilosamente.-
-Gracias -responde asintiendo con la cabeza- espero no incomodarte.
-Para nada pequeña, ya envié a un criado a avisar a tu casa.
-Gracias...
-¿Te pasa algo?
-Sólo estoy pensativa, tengo un viaje pronto y no tengo ni idea por qué quiero ir...
-Debes tener alguna razón, ¿algún pretendiente? ¿algún negocio? ¿quieres olvidar algo? ¿vas a visitar a alguien?
-Voy a visitar y a olvidar... Pero no quiero hablar de eso, me iré a dormir si no te importa.
-Tu hermana me dijo lo de Raymond, tranquila. Además, me di cuenta de muchas cosas antes de irme así que si quieres hablar, aquí estoy.
-Gracias de todas maneras, además no tiene nada que ver con eso, sólo quiero olvidar algunos problemas. Que pases buenas noches cuñado.
-Igualmente Mary, gracias por haber venido ¿sabes? me hiciste pensar mejor las cosas, sería una vergüenza para las familias si huía como un niño...
-Tranquilo, aquí estoy para hacerte entrar en razón. -Dice María Sagrario sonriendo-
-Nos vemos mañana. -Dice Francisco cerrando la puerta de la habitación y suspirando con el alma rota, era un idiota al creer que hacía lo mejor, no sabía ya ni como mirar a los ojos a Eugenia ni como entrar a la iglesia, se sentía decepcionado de sí mismo, se sentía cobarde y sucio, mientras el frío reinaba en el ambiente una lágrima corre por su mejilla mientras siente el liso y helado mango de su pistola en su abrigo de dormir y no dudaba utilizarla esta noche. Ya había cometido muchos errores en tan poco tiempo, había fallado demasiadas veces y había herido a quien siempre le apoyó como nunca nadie había hecho y eso no lo supo valorar, no podía llamarse hombre a sí mismo, María Sagrario nunca supo que el último té que se le sirvió tenía un somnífero cosa que haría que no escuchase nada de lo que esa noche sucedería.
Pero Francisco no pudo apretar el gatillo, no pudo privarse de ver a su futuro hijo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro