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Décimo quinto Capítulo


Después de un rato en el que Jorge Luis y María Sagrario iban charlando animosamente mientras se va poniendo el sol tornando el cielo con los tonos naranjas más vivos, los rosas más claros y delicados con un tenue color índigo que va componiendo y aumentando la vistosidad de aquella delicada tarde. La verdad, ese cielo no congeniaba con los oscuros pensamientos de María Sagrario, llenos de repugnancia y admiración por todo el cinismo que habita en una persona.

A medida en que acaban las galletas, llegan Doña Coromoto y Don José junto con Eugenia a la mesita que habita en el medio del patio central de la casa.

Los temas de conversación van acabando, ya los caballos, los viajes, la agricultura, y la educación no eran temas de interés central.

~Cuéntame hijo ¿Qué te hizo venir a estas tierras lejanas? -Pregunta Don José ya un tanto animado con el respetuoso y amigable huésped.

El miedo de María Sagrario de todo su malévolo plan era tan sencillo y hasta complicado de tapar, su miedo era que supieran que Jorge Luis era un realista, es complicado para ella que su familia se enterase, después del robo no había algo dentro de ellos que no sea terror, casi no socializaban con la personas, trataban de ir lo menos posible a la ciudad y una infinidad de cosas que evitaban hacer, pero, existía algo que acrecentaba a medida en que iba pasando el tiempo y eso, era el deseo de libertad, el prácticamente odio que habitaba en ellos hacia los realistas, el enterarse que su hija a llevado a su casa uno de ellos sería una falta inconcebible. Eso, a María Sagrario, le llenaba de terror.

~Vine a cumplir con mi deber, dar por terminada algunas cosas y abrirme nuevas puertas. -Dice con aires de grandeza Jorge Luis-

~Me alegro mucho de eso hijo ¿Qué puertas quieres dar por cerrado y cuales otras deseas abrir? Si no le incomoda mi imprudencia. -Dice Doña Coromoto, más que interesada por este misterioso recién llegado-

~El ayuntamiento principalmente, tengo pensado ocupar el puesto de Vicente Emparan.

~ ¿Ah sí? Qué encantador, pero, ¿Eres realista o independentista? -Pregunta Eugenia, ya extrañada-

~Fiel...

~ ¡Oh! Pero qué atardecer tan hermoso, tristemente ya deberíamos de ir pasando al salón ¿No crees Ellup? -Dice María Sagrario sudando frio-

~Ciertamente señorita, ya iba a pedirles que entrasen, sobre todo usted señorita Eugenia, ya está por caer la noche y estaría mal que los dejase aquí afuera. -Contesta Ellup.-

~Me parece bien, vamos entrando. ¿Faltará mucho para cena Ellup? -Pregunta Eugenia-

~No me han notificado al respecto señorita, pero en poco tiempo estaré informándole. ¿Alguna otra cosa?

~Querido, ¿Te quedarás a dormir? -Pregunta dulcemente Doña Coromoto a Jorge Luis.-

~La verdad, preferiría esperar hasta la cena e irme, pero todo depende de lo que diga la anfitriona.

~Si es por mí, te quedas todo el tiempo que desees.

~Amor, no lo dice por ti, lo dice por Mary. Creo que hasta él se ha dado cuenta que, con tal tú tengas con quien charlar, no te importa cuánto tiempo se queden.

~Mary ¿Qué dices?

~Como usted desee Jorge Luis.

~ ¡A llegado la correspondencia! -Grita alegre Rosaura.-

~ ¡Rosaura! ¿Hasta cuándo debo reprenderte esos griteríos en la casa? ¿No te apena con la visita?

~ ¡Oh! Discúlpeme Señor. -Dice Rosaura con la cabeza agacha.-

~No te preocupes chiquilla, tu lindura lo tapa todo. Nunca cambies ¿Eh?

~Gracias Señor, si me disculpa, terminaré de entregar la correspondencia. -Dice Rosaura haciendo una reverencia.- María, hay dos cartas para ti, una es de la tía Pilar y otra es de Puerto Rico ¿A quién conoces de Puerto Rico? ¡Ah! Eugenia, para ti hay una también, las otras las dejaré en el despacho de papá.

~Gracias princesa. Con su permiso, en un rato me reúno con ustedes de nuevo. -Dice Eugenia con una sonrisa pero con una mirada triste y un tanto nostálgica.-

María Sagrario al ver la expresión de su hermana, pide un permiso y se retira con ella, sólo una persona puede colocarla de ese modo, sólo Francisco es capaz de hacerla cambiar de ánimos tan rápidamente, es increíble como una persona que puede llegar a ser tan ajena a ti puede darle un vuelco a tu vida de 360° cuando menos lo esperas.

~ ¿Qué te dice?

~Volverá –Dice Eugenia expectante, con los ojos como platos y con una mirada en la que verdaderamente no se distinguía que observaba, era una mirada rígida, fría y en la que no se observaba realmente sino que se pensaba en miles de cosas.-

~ ¿Cómo que volverá? –Pregunta sorprendida María Sagrario.-

~Si, eso dice en la carta, dice que se arrepiente de todo lo que me hizo y que volverá.

~Sigues embarazada ¿Cierto?

~Si... Sorprendentemente sí. –Responde dubitativa Eugenia.-

~ ¡Hermana! ¡Volverá!

~Algo tuvo que haber pasado, algo grave. Francisco no suele cambiar así de opinión... ¿Y si está enfermo? ¿Y si esa mujerzuela le hizo algo? ¡¿Qué hago?!

~Ya va hermana, no te desesperes. Espera a que vuelva ¿Si? Envíale una carta, pregúntale como está y dile que lo esperas con más ganas que nunca.

~ ¿Y si viene para terminar de dejarme?

~Basta ¿Si? Sólo espera.

~ ¡María no entiendes! ¿Cuánto tiempo no tengo esperándolo? No son dos, ni tres, ni mucho menos diez días, son meses, meses en los que ya no sé qué hacer, meses en el que el insomnio me va consumiendo poco a poco, ya no puedo dormir sin él, ya le pertenezco, si le pasara algo yo moriría ¿Con quién estaría después? Yo ya no valdría la pena, no puedo dejar de negarme a una vida sin él, porque, ¿Cómo haría con mi hijo? Me odiaría por ser incapaz de mantenerlo en mis brazos, me odiaría por no ser como las madres de sus amigos, toda una señora con una familia feliz. ¡Algo debe estar pasando! Y esa idea me carcome.

~También te amará por cuidarlo tan bien sin un padre, te amará por ser un señor y una señora a la vez, serás el doble de fuerte que las madres superficiales de sus amigos. ¡No te acomplejes! Aún no conoces el amor que puede llegar a profesarte ese bebé.

~Necesito que me disculpes con Jorge Luis y con mamá, no pienso ir a comer con ustedes. Lo siento hermana.

~Eugenia, por lo que más quieras. ¡No me dejes sola!

~Termina de irte, déjame sola tú a mí. Si lo deseas, ven a verme más tarde, no dejes a tu invitado sólo con nuestros padres.

En ese momento a María Sagrario se le cruza por la mente la idea de todos los temas de conversación que pudieron haber tratado en todo este tiempo sus padres y Jorge Luis, su temor puede estar siendo revolcado en estos momentos, mientras, ella ausente, trata de salvar un matrimonio que ni es de ella y que probablemente esté más que perdido.

En ese instante, sale corriendo María Sagrario al comedor para encontrarse con su familia y su molesto invitado.

Al llegar al salón escuchan unas risas muy poco sutiles para ser las de su madre, aunque efectivamente eran esas, añadiendo las de Claudia la novia de su hermano, José Isidro, Jorge Luis y su padre.

~ ¿Qué ha pasado?

~ Tu hermano ha tenido un día genial hoy, en el cumpleaños de su suegra ¿Cierto hijo?

~Efectivamente. –Responde con grandeza José Isidro.-

~Ja, con dieciséis años de edad y con una vida amorosa más próspera que la mía. –Dice con ironía María Sagrario.-

~Sólo porque tú no quieres. –Responde con picardía Jorge Luis.-

~La cena ya está servida. –Anuncia Ellup.-

Mientras Jorge Luis alababa la cena, diciendo que era digna de un rey y haciendo sudar frio a María Sagrario cada vez que lo decía fue transcurriendo la cena, Claudia se retiró al terminarla y al cabo de un rato, todos se dispusieron para ir a dormir, despidiéndose todos los presentes quedaron María Sagrario y Jorge Luis solos en el saloncito.

~Hoy extrañé algo de usted. –Alega María Sagrario con picardía en su mirada, que no lo veía a él, pero su alma estaba gozosa de ese momento, al fin podría sacarle la información que deseaba.

~ ¿Sí? ¿Qué será?

~Su vistoso reloj con el que me aruñó el brazo el día en que nos conocimos. –Dice levantando la mirada María Sagrario.-

~Querrá decir ayer... Pues, la verdad no sé por qué razón no me lo he traído. ¿Por qué la curiosidad?

~No, sólo pregunto, ese reloj me trae algunos recuerdos... ¿Dónde lo consiguió?

~Aquí hace frío ¿Cierto? ¿No desea ir a dormir ya?

~No responde a mi pregunta Señor Jorge Luis.

~Lo compré en España. Aquí no se explota ese tipo de material.

María Sagrario con una sonrisa irónica se levanta de su asiento y serenamente le responde:

~Miente.

~ ¿Cómo?

~Fácil, usted me miente. Y no sólo a mí, sino a mi padre, mi madre, mis hermanos; a todos en esta casa usted ha mentido descaradamente, sabiendo de donde proviene ese reloj ha tenido la sutileza de presentarse como si nada pasara. ¿Usted cree que no conozco ese reloj? ¿Usted cree que me engaña así como engaña a todos los demás? Por lo que más quiera, mañana después del desayuno partirá y me regresará ese reloj que notoriamente no le pertenece.

Jorge Luis, perplejo por todo lo que le ha dicho María Sagrario se queda sin palabras y buscando la manera de excusarse, logra decir:

~ ¿Cómo lo sabe? ¿Qué le hace pensar esas cosas de mí?

~Es fácil Señor Jorge, cuando usted se acostumbra a algo, el día que no lo tenga le hará falta y si lo vuelve a ver lo reconocería en cuestión de milésimas de segundos. Ese reloj es de mi padre, lo conozco porque el nombre de él está allí escrito y dentro es de color verde esmeralda, su color favorito junto con el de mi abuela Rosalind cuando fue a Suiza. Usted no debe mentirme más Señor Jorge, no le niego que le tomé aprecio pero la repugnancia que le tengo lo tapa todo.

~Señorita, lo siento, la historia de ese reloj la verdad no lo sabía, cuando llegue aquí unos sirvientes me lo obsequiaron, me pareció exorbitante todo con referente a él pero me juraron que lo tienen porque el antiguo dueño de esa casa, el Conde Jonas D' Arnaldi se los obsequio.

~Ese conde, ni siquiera murió aquí, el murió en Volterra por el tifus mientras visitaba a su hermano menor, era muy amigo de mi abuelo paterno Don Crisóstomo Alcatraz y por ende, amigo de mi padre, su casa pasó a ser del ayuntamiento luego de que sus hijas vinieran a reclamar todo. Yo tenía ocho años cuando todo eso sucedió.

~ Le ruego que me perdone señorita, no tenía ni idea. Si desea hacer declaraciones la estaré apoyando, cuente con eso.

~No, no se preocupe. Sólo envíeme a esa gentuza para acá, yo me encargaré de ellos.

~Con que vengativa ¿No? Me gustan las mujeres así, sangre fría, decididas...

~Sólo haga lo que le pido... Otra cosa; deje la coquetería para otra chica o para otro momento. Que pase buenas noches señor. –Hace una reverencia y se retira.-

Luego de salir del saloncito le dice a Kostia.

~Cariño, cuando el señor se disponga a salir le conduces hasta su habitación. ¡Qué tengas una buena noche!

~Igual usted señorita, recuerde que la niña de Coco está en su habitación. -Dice Kostia con una sonrisa en la que sólo resaltaban sus brillantes ojos y su blanca sonrisa en medio de la noche.-

~ ¡Cierto! Ya lo olvidaba... Hoy será una larga noche. ¡Gracias por todo Kostia!

~Siempre a la orden señorita.

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