Enfrentamiento
Me levanto casi a medio día, me aseo y me pongo algo cómodo. Elvis y la niña no están, me voy a un centro comercial por un teléfono nuevo creo que perdí el mío anoche, ya que no lo encontré por toda la habitación. Con el nuevo equipo en mis manos me regreso al hotel.
Mi beba hermosa me recibe con un efusivo abrazo el cual correspondo enseguida, me dirijo a la cocina y busco el número de teléfono de la niñera, le pido que venga por Alana y la lleve a un parque que está a un lado de la playa, no quiero que la niña presencie la discusión que está por comenzar.
―¿Ya podemos conversar? ―pregunta entrando a la cocina.
―Después que la niñera venga por Alana, no quiero que esté presente.
Me voy a la sala, donde mi princesa está viendo sus dibujos animados, me siento a su lado, ella recuesta su cabeza en mis piernas y yo paso mis dedos por su larga cabellera. Veinte minutos más tarde llega la niñera por la beba.
―Bien, ya se fueron. ¿Me vas a decir que tienes amor?
―¿A mí y a cuantas más llamas así?
―¿No comprendo? ¿otra vez con lo mismo Madelen? Creo que ya te he dejado bastante claro que te amo y que no ando con otras chicas.
―Te vi Elvis, en el área de la piscina, en la madrugada, con esa mujer, vi como la besabas, como le quitabas el vestido, como la tocabas, lo vi todo, no me lo puedes negar. Ya me cansé, al regresar lo primero que haré será hablar con Rosmery para que inicie el proceso de divorcio, esto se acabó.
Palidece, no dice nada. Se aleja un poco dándome la espalda.
―Confié en ti, una y otra vez como la propia estúpida y tu revolcándote con otras mujeres.
―Iré a terapia, a psicólogos, a donde quieras, pero el divorcio no por favor, piensa en Alana, ella no merece crecer de ese modo, ella nos necesita juntos. Por nuestro amor. Dame una última oportunidad, te lo suplico, por favor ―me pide de rodillas ante mí, lagrimas empiezan a rodar por sus mejillas.
―No Elvis, ya no más oportunidades. Así vayas a terapia esto no tiene salvación, ya no importa lo que hagas, nada va a funcionar, llevemos la fiesta en paz por Alana. Por lo menos has eso por tu hija.
Lo dejo allí y me voy a la habitación que compartíamos, saco mis cosas y las paso a la habitación que ocupa la niña, busco mi portátil y compro dos pasajes de regreso a casa. El vuelo sale a las seis de la mañana así que preparo todo.
Llamo a la niñera para que me traiga de vuelta a mi princesa y en quince minutos ya están aquí, le pago su servicio. Me llevo a la niña a la cocina y le preparo su cena favorita. Elvis salió, al parecer, no me he topado con él desde que salí de la habitación de la niña.
A las cinco de la mañana salgo con la niña en brazo al aeropuerto en un taxi del hotel, no hubo despedidas, mejor así.
Al llegar a casa lo primero que hago es llamar a Rosmery y quedar con ella en su casa. Paso por casa de mi mamá y le pido que me cuide a la beba, el cual acepta encantada. "Ahora sí, a empezar a enderezar los asuntos".
Toco la puerta un poco nerviosa, ansiosa y con las lágrimas a punto de derramarse, apenas abre me lanzo a sus brazos y dejo fluir el llanto, ella asustada me deja pasar y me lleva hasta la cocina, allí prepara un poco de té y espera paciente a que logre calmarme.
―Me parte el alma verte así amiga, nunca, en todos estos años de amistad, te había visto en este estado.
―Es que nunca en mi vida había pasado por una situación así, no te imaginas lo difícil y doloroso que es, espero que tú nunca pases por algo así.
―Pero cuéntame ¿Qué te paso?
―Es Elvis, amiga, lo descubrí con otra mujer.
Su expresión de asombro es todo un poema, empieza a negar una y otra vez.
―No puede ser amiga, debe haber un error. Si ese hombre se derrite por ti.
―No amiga, no hay errores, ojalá así fuera. Lo vi, yo lo vi. No fue que me contaron o que me mostraron una foto, lo vi en vivo y directo como besaba y manoseaba a esa mujer.
Se sienta a mi lado y me da un fuerte abrazo. Termino mi te, mientras le doy tiempo a procesar la noticia.
―¿Qué piensas hacer?
―Quiero el divorcio y para eso necesito tu ayuda.
―Por supuesto amiga, cuenta conmigo.
―Solo hay algo que me preocupa, Alana, ella es muy apegada a su papá, no sé qué tanto le pueda afectar y a pesar de todo ella es mi prioridad.
―Lo entiendo. Deja que te averigüe a un buen psicólogo infantil, será una excelente ayuda en todo este proceso. ¿Cuándo llega?
―En unos días o una semana, tiene que concretar unos negocios.
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