Conociéndonos
Regreso al pasado
Me veo por última vez en el espejo y salgo de la habitación, corroboro que llevo lo necesario en mi cartera de mano y verifico la hora en mi teléfono, ya son pasada las nueve de la noche, voy más que retrasada espero que Rosmery no quiera arrancarme la cabeza por mi demora, aunque es raro que no tengo ni una llamada perdida.
Al salir de la casa, Ernesto me abre la puerta del carro, el cual ya está listo para arrancar. Y sin más me dirijo al club donde mi amiga está celebrando su graduación. Al llegar el encargado me indica el último lugar libre para estacionar. Realmente Mery se encargó de invitar a la ciudad completa a esta "pequeña reunión" como ella lo llama.
Me dirijo con prisa a la entrada del club, me sorprendo al cruzar la puerta, esto está repleto de personas, como puedo me voy haciendo espacio hasta llegar donde se encuentra la mesa principal, desde allí quizás se me haga más fácil encontrarla, y así es, está junto a la mesa hablando con un chico, al cual ni me molesto en identificar.
―¡Amiga! Pensé que ya no vendrías ―suelta el trago y me da un efusivo abrazo, ya esta pasada de copas.
―¿Cómo crees que me lo perdería? No todos los días mi amiga se gradúa con honores ―la abrazo nuevamente y al separarnos una lagrima resbala por su mejilla, la cual limpio.
―Disculpa tengo las emociones a flor de piel ―respira profundo y cierra los ojos por unos segundos, al abrirlos me regala una gran sonrisa.
―¿No me presentas a tu amiga? ―interviene el hombre con el que Mery hablaba hace unos minutos.
―Cierto, disculpa, ella es mi amiga Madelen, él es Elvis, graduado con honores en arquitectura.
―Gracias por el alago. Un placer preciosa ―se dirige a mí con una sonrisa de infarto.
"La verdad es que no está nada mal" es más alto que yo, moreno, ojos cafés, mirada seductora y ese no sé qué me ha dejado hipnotizada.
―Pues que bueno, felicidades, estoy entre mentes brillantes ―intento sonar casual y evitar que se me note el efecto que este hombre ha tenido en mí.
―Bueno, no es para tanto, cuando uno le gusta lo que hace le pone su máximo empeño. Y ¿tu? ¿también eres abogada? ―me pregunta.
―Pues no, esas cosas se las dejo a mi amiga. Soy pastelera, dentro de poco estaré abriendo una de mis tiendas en el centro de la ciudad.
―Genial, entonces ya tengo a donde ir por un buen pastel. Ahora, si me disculpan voy a saludar a unos amigos ―nos da un beso a cada una en la mejilla y se marcha.
―A que esta ¡divino! ―comenta Mery con pillería.
―No empieces, no te queda lo de andar de cupido.
―¿Qué no empiece qué? Si tu solita te delataste, por hoy dejamos las cosas así y vamos a bailar.
Sin añadir nada más me dirijo a la pista de baile dispuesta a disfrutar hasta amanecer, solo quiero disfrutar y mañana quejarme de lo hinchado de mis pies y que cada musculo duela.
Ya son las cinco de la mañana y poco a poco los invitados empiezan a marcharse. Ya que no estuve con ella para recibir sus invitados me toca quedarme a despedirlos. Dos horas después estamos saliendo, ella se dirige a su carro y yo al mío, justo cuando voy a poner en marcha mi auto Elvis aparece a mi lado haciendo que pegue un brinco del susto.
―Hola, disculpa por asustarte ―se disculpa un poco apenado.
―Tranquilo, es solo que no pensé que quedara alguien más.
―Es que, ya me encontraba de camino a mi casa cuando olvide algo importante ―se explica serio.
―Creo que aún podemos pedir que abran un momento el club para que busques lo que dejaste― salgo del carro.
―No es necesario. Lo que olvide fue pedirte tu número, si quiero invitarte por un café una tarde de estas no tendría como comunicarme contigo y ya que conozco lo pesada que puede ser Rosmery no me pareció una opción adecuada para conseguir tu número.
―Así que decidiste devolverte, aunque posiblemente no me encontraras ―continúo, descubriendo por donde va la cosa.
―Te juro que no soy un violador ni acosador. Tan solo quiero conocerte y que seamos buenos amigos.
―Es solo que no tengo como costumbre darle mi número a cualquiera que me lo pide ―me explico― pero solo por esta vez, te daré un voto de confianza, espero no arrepentirme luego.
―No te arrepentirás, te lo prometo.
Entro nuevamente al carro y saco de la guantera un bolígrafo y mi libretica, anoto mi número, arranco la hoja y se la paso.
―Nada de invitaciones por hoy, no he dormido y no te imaginas las ganas que tengo de dormir una buena siesta ― el da un par de pasos hacia atrás y vuelvo a poner en marcha el carro.
Cuando volteo el rostro hacia él para despedirme, mete su cabeza, sostiene la mía y me roba un beso, se separa de mí y se marcha como si nada ha pasado, salgo de mi estado de shock y me voy del lugar incrédula por lo que acaba de suceder, ni tiempo de reaccionar me dio.
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