Tantas veces, tantas me dije que dejaría de doler. Comencé a evitarte, no era muy difícil, solo tenías tiempo para ella... nadie más a tu alrededor importaba y quizás eso fue lo que más me molestó, no te importaba nadie, ni siquiera yo.

No hiciste nada. Absolutamente nada.

Cuando Marie me humilló frente a todos, no viste que ella no era bueno, no viste que yo sí te quería de verdad; ella si lo vio por eso me molestaba constantemente. Pero qué tonta ¿acaso no veía que sólo tenías ojos para ella? ¿Qué ni mi amistad valía tanto, como lo valía ella para ti?

Me cansé, me cansé de ser su objeto de burla, y la encaré. Te buscó como ayuda, la defendiste a pesar de que sabías que ella mentía, te molestaste conmigo.

Créeme nunca jamás había sentido ese dolor incesante, cada palabra era como una pequeña aguja clavada en mi pecho, sentí que me faltaba el aire, me faltabas tú. Y ahí estabas, alejándote de mí.

—¡No le vuelvas a hablar así a Marie! Te lo prohíbo —me quedé pasmada, ¿lo había dicho en serio?

—¡Tú no eres nadie para decirme qué hacer! —me dolía el pecho, y estaba segura de que en cualquier momento comenzaría a llorar— Solo eres un estúpido, ¡te odio!

Att: Un corazón roto.