Capítulo 17
“Hoy somos la prueba de que dos extraños
Con algo de suerte, por más de mil años, se siguen diciendo
"¿A dónde vamos?"
Punto de vista de Jenna.
Para mi suerte y la del mundo, Logan estaba respondiendo bien a los tratamientos y las pruebas que le realizan demuestran que mi bebé está sobreviviendo perfectamente y que no tiene por qué tener ningún tipo de discapacidad. Logan es una guerrera y una purasangre.
Aunque me moría por estar todo el tiempo con mi bebé en el hospital, yo ya estaba mucho mejor y recibí el alta médica, aún adolorida, pero bien dentro de lo que cabe. Tenía que volver al trabajo, a mi pasión, al fútbol y al Sevilla. Mi cabeza no estaba 100% en el partido y la de Lucas tampoco, de hecho no atravesábamos nuestro mejor momento como pareja. Ese beso entre Sara y él había calado en lo más profundo de la familia que acabábamos de conformar.
—¿Jen, seguro que estás bien para ver el partido desde el banquillo? —preguntó Óliver antes de salir a calentar.
—Sí, estar aquí es la única forma de que mi cabeza no esté en el Hospital infantil de Virgen del Rocío. —le respondí a mi mejor amigo que hoy volvía a ser titular después de tiempo.
Solo pienso en lo mucho que me va a doler si no renueva.
Viendo el calentamiento, me puse a mirar mi teléfono y vi varios tweets dedicados a Lucas.
“Su hija recién nacida en el hospital y él no falta a ningún compromiso. Te quiero Luquitas.”
“Tengo ganas de que Jenna y Lucas salgan del hospital con su hija sana y salva.”
Yo también moría porque mi hija saliera del hospital sana y salva, que pueda traerla al Sánchez Pizjuán y que pueda estar tranquila de que va a estar a salvo, pero algo me dice que este proceso todavía va a ser muy largo.
Nos sentamos todos en el banquillo, el partido estaba por comenzar, a mi lado tenía a Lucas y al otro lado tenía a Adri, ambos suplentes hoy, supongo que para darles descanso de Eindhoven.
Pero este partido comenzó de la peor manera del mundo, con gol en contra, con Acuña regalando el segundo gol porque sí y conmigo queriéndome arrancar las grapas de la cesárea.
—Mendi, joder, haz algún cambio ya. —recriminé a nuestro entrenador.
—Iván, a jugar. —llamó el técnico vasco a mi amigo croata. —por Fernando, el número veinte.
Pero cómo me sacas a Fernando, no me puedes sacar a Fernando y dejar a la vacaburra de Suso jugando, que mira que le quiero, pero es que Suso de inicio no. Este, como era de esperar, no recibió bien la noticia de su cambio que negaba con el dedo, debo hablar con él durante el descanso.
En el descanso todo siguió mal, Lucas y Adriá se quedaron calentando y yo bajé a ver el estado mental de Fernando.
—Fernando. —dije acercándome a él con la mayor cautela posible.
—Jenna, ese cambio no debería de haber sido yo y lo sabes. Debería haber sido o Suso y hasta Óliver, pero yo no.
—Te entiendo, pero bueno, ya sabes que Mendi cree fielmente en que puede dar la mejor de Óliver y Suso, hoy te ha tocado a ti, pero de verdad que todo está bien. —le apreté la mano fuerte y él me abrazó.
Decidió quedarse en el vestuario con Acuña que también estaba enfadado, pero a este le controlaría yo rápido.
—Marcos que te relajes. Que has regalado un puñetero gol impropio de ti, no estás bien acabas de salir de lesión y te sientes todavía muy frío, vas a volver lo sé seguro, pero ahora mismo Adriá tiene que entrar al campo.
El argentino no me dijo nada, simplemente se fue a quitarse las medias. El huevo es así, pura mala hostia y después se le pasa.
Al volver al campo, Lucas había saltado y Adriá también, así que todo listo para lo que esperamos que sea una remontada.
—he jugado fatal ¿Verdad? —preguntó mi mejor amigo a mi lado.
—Horrible, pero tranquilo, que tampoco ha sido para tanto.
—Por lo menos vos jugás. —habló Gattoni apenado.
El gol de Sow, su primer gol como sevillista también hay que decirlo, llegó temprano y eso nos estaba permitiendo soñar más allá, aunque el Rayo estaba consiguiendo apagar los fuegos. El partido estaba por acabarse y lo hacía con un córner a favor, la jugada que teníamos para al menos rescatar un punto.
Y así fue, como siempre Aerolíneas Youssef En Nesyri al rescate.
Me levanté con tanta energía a celebrarlo que juro que creo que se me ha saltado una grapa, pero no fue eso lo mejor.
Miré hacia el frente y vi a Lucas acercarse a mí corriendo y antes de que pudiera articular algún tipo de palabra, cogió mi nuca y estampó su boca contra la mía. No era imbécil, le estaba echando muchísimo de menos y no iba a perder la oportunidad de besarle.
—No es una victoria. —le dije cuando nos separamos.
—Yo sé, pero quería besarte. —dijo y antes de volver al centro del campo me guiñó el ojo.
Mi Lucas, este es mi Lucas.
El árbitro, guarro, cerdo asqueroso por no decir más cosas, pitó el final cuando la realidad es que debería de haber dejado al menos un minuto más de juego.
Esta liga aplica las normas como le sale de ahí abajo.
Una vez en la ciudad deportiva para recoger los vehículos y marcharnos a nuestra puta casa a olvidar esta mierda de partido, Lucas se acercó a mí.
—Voy a acompañarte esta noche en el hospital. —dijo cogiendo mi mano cuando me encaminaba hacia la salida.
—Lucas, tienes que estar cansado. —respondí mirándole y comprendiendo que después del partido moría por coger una cama, no el sillón del hospital.
—Me da igual, voy a estar contigo y con mi hija. —cogió mi mejillas y me miró a los ojos, frenando nuestro camino. —Es mi deber, como padre y como novio.
Así que con mi Lucas medio volviendo estuvimos en el hospital sentados en un incómodo sillón, pero viendo cómo Logan mejoraba, eso nos llenaba el corazón. Ojalá pueda salir pronto de ahí.
—Lo del beso no tuvo importancia y si no te lo conté fue por ello. Para mí Sara no significa nada. —dijo sentado a mi lado con un mate entre sus manos, que luego dejó en una mesita blanca que había frente a nosotros.
—Entiendo, pero lo vi, y quería saber que podía confiar en ti.
—Lo sé, y te pido perdón. Pero no quiero que tengás dudas. Ella fue un momento de debilidad, la lejanía de ti, despecho, llámalo como querás, pero solo eres tú, Jen. —dijo girándose un poco hacia mí. —No hay nadie más.
Le miré y sonreí tímidamente.
—Bueno, ahora hay una pequeña que sí.
Lucas esbozó una sonrisa.
—¿Quieres casarte conmigo?
Me quedé sin palabras.
HOLAAAAAAAA.
Pummmm, ¿Que creéis que responderá Jen?
Después del partido contra el Rayo, necesito una larga dosis de Lucas y Jen.
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