30
SCOTT
Luego de que Chris saliera, el señor Reyers sacó su pañuelo y limpio las lágrimas rebeldes que salían de sus ojos.
—Hay algo que no he dicho—soltó al cabo de un rato—. No quiero que le digas a Chris sobre esto, por favor.
Asentí al ver su mirada suplicante.
—El día del accidente, habíamos salido los cinco de compras. Los mellizos tenían tres años y Cassie tenía siete. Íbamos a comprar un árbol de navidad. Tenía intenciones de preparar una buena cena e intentar arreglar de una vez por todas nuestra relación. Claro que nada salió como esperábamos—hizo una pausa para asegurarse de que Chris no estuviera oyendo y volvió a su lugar—. Ese día salimos de la tienda y nos cruzamos con Tania y su hija. Ella me saludó y yo la ignoré, pero eso no le importó a Pauline. Supo quien era ella y comenzó a discutir conmigo sin importarle dónde estábamos, ni lo que hacían sus hijos. Nunca debí haberle dado un balón a Chris para jugar mientras esperaban. Él peleó con Clara por el balón y Cassie para que dejaran de discutir se lo sacó. Chris estaba muy enojado, lo suficiente para quitarle el balón a Cassie, lanzarlo a la calle y empujar a Clara.
—Eso es...
—Eran sólo unos niños, no vieron al auto que venía en su dirección. Clara corrió hacia el balón y luego...—dio un largo suspiro y yo tragué saliva, era duro oír la verdad—El estruendo nos sorprendió, cuando volteamos a ver nos quedamos en shock. Clara estaba en el suelo, Chris se había quedado estaticó y Cassie estaba recogiendo el balón.
—Pauline corrió hacia Clara mientras yo llamaba a una ambulancia. Sin embargo, la pequeña no aguantó el tiempo suficiente.
—Entonces, no fue culpa de Cassie... Ella no la mató.
—No, claro que no. Cuando toda la conmoción pasó, le preguntamos a Cassie que había ocurrido y ella nos contó lo mismo que yo te he dicho. Yo le creí porque los había oído discutir pero Pauline no pensó lo mismo. Ella le hechó la culpa a Cassie, la acusó de ser una asesina. Fue tan dura con ella que Cassie terminó creyéndoselo.
—La mente de los niños es muy moldeable, sobretodo a esa edad—digo, asimilando la información.
—Intenté frenarla pero se negaba a cambiar. Pauline se había convertido en una persona fría e intratable, ya no la reconocía. El divorcio llegó un tiempo después y, con mucho dolor, me vi obligado a dejar la casa.
—No habría imaginado algo como eso...
—He sido un mal padre, no lo voy a negar. Espero que Cassie pueda perdonarme y darme otra oportunidad.
—Seguramente lo hará.—solté aunque no estaba seguro realmente.
—Lo siento, necesito un momento...
El señor Reyers salió de la habitación y yo me quedé pensando. Había una gran posibilidad de que Raven haya nacido antes del accidente, cuando las discusiones en su hogar eran cada vez más frecuentes, y se haya fortalecido debido al trauma.
En ese momento, Lucian entró por la puerta y por su cara, supe que había oído la conversación o parte de ella.
Me preguntaba si ella había oído eso también.
***
CASSIE
Estaba frente a Raven, ambas nos quedamos estáticas.
Desde que la batalla había comenzado, habíamos logrado oír parte de lo que ellos hablaban, pero nunca tan claro como ahora.
La voz de mí padre nos alertó.
Raven había dejado de moverse y ambas comenzamos a oír su historia.
Revivir los dolorosos recuerdos no fue agradable para ninguna de las dos. Habían hechos que no recordaba y que me costaba creer, pero Raven si parecía saber de ellos.
—No fui yo...—digo casi en un susurro.
—Fueron ellos.
—¿Lo sabías?—pregunté y ella asintió—¿Por qué no lo dijiste antes?
—Porque no me querías oír, no querías saber de mí, siempre huiste de toda la verdad.
Me quedé en silencio. No podía negarlo, eso era exactamente lo que había hecho todos estos años. Huir.
Nunca quise saber de Raven porque le tenía miedo, creía que si le daba oportunidad de hablar solo intentaría dañarme.
Soy una cobarde.
—Siempre lo serás.
Siempre evité los enfrentamientos que podían causarme dolor, siempre me mantuve alejada de las personas para no salir herida, incluso huí de Lucian. Huí de cada cosa que podía dañarme.
—Me sorprende que me hayas enfrentado todo este tiempo en lugar de huir.
—Es cierto.
Raven es parte de mí, ella ha soportado todo lo que yo no pude, todo lo que quise olvidar ella lo recuerda, todo lo malo lo obtuvo ella.
—¡Bravo! ¡Que gran descubrimiento!
—Tu también te mereces una oportunidad.—digo, Raven se sorprende.
—¿Ah? ¡No me hagas reír! No quiero tu...
No la dejo terminar de hablar. La encierro en mis brazos y cierro los ojos con fuerza. Ella intenta safarse pero no la dejo.
—Ya no te tendré miedo, no tendré miedo a lastimar a alguien o a salir herida.
—¡Suéltame! ¡No quiero tu jodida compasión!— gruñó.
—Aceptaré todo de tí... Aceptaré todo de mí... Cargaré mi propio peso.
—¿Crees que puedes hacerlo? ¡Vas a huir! ¡Siempre lo haces! ¡Siempre soy yo la que termina sufriendo tu dolor! ¡Siempre me dejas todo lo feo a mi! ¡Te odio!—gritó, yo la abracé más fuerte.
—Lo sé.
—Eres una inútil. ¡No mereces ser feliz! ¡Deberías sufrir tanto como yo! ¿Por qué crees que no te molestaba estar sola?—estaba cada vez más molesta—¡Porque yo sufrí esa soledad por tí! ¡Yo atajé todo lo malo por tí! ¿Y qué hiciste tú? ¡¡Nada!! ¡Te odio, Cassie! ¡TE ODIO!
De pronto comenzó a temblar, ya no intentaba safarse sino contener las lágrimas. Se estaba desbordando, se estaba quebrando.
—No las retengas, déjalas salir.—dije.
Raven comenzó a sollozar y, a diferencia de todas las veces anteriores, yo también estaba haciéndolo. Estábamos compartiendo, por primera vez, el dolor. Nuestro dolor. Mi dolor.
Ella correspondió mi abrazo y todo se volvió blanco.
Absolutamente todo.
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