De pronto, el sonido de sus tacones acercándose inundó el lugar. Por la puerta se asomó una mujer de cabello rubio y ojos azules, llevaba un vestido de color vino que combinaba con su cartera y en su mano llevaba un cigarro. Iba acompañada de un señor de traje, que seguramente era más grande que mi padre.

Sentí una gota de sudor caer lentamente por mi cien, mi corazón latía fuerte y mi respiración se había agitado. Comencé a sentir el terror recorrerme el cuerpo mientras sus ojos se volteaban a verme. Quería hacer de cuenta que no la habia visto, que no sabía quién era, que no la habia reconocido, pero me fue imposible. Mi cuerpo no avanzaba, no se movía.

Su mirada fría se fijó en mí por unos segundos que me parecieron eternos y luego en su rostro se formó una sonrisa gélida.

—Miren a quien tenemos aquí...—su voz destilaba odio y arrogancia.

Se acercó sutilmente a mí, como si fuera a saludarme pero no lo hizo. En cambio, se dispuso a hablarme en el oído.

—Sentía un perfume barato y vulgar por aquí...—susurró, dio una calada y prosiguió— resultó ser el tuyo.

Se separó un poco y me arrojó el humo en la cara, lo que me provocó un desagrado espantoso y ganas de toser.

—La basura que mató a mi hija.—escupió con cinismo.

El señor que la acompañaba la miró asombrado, seguramente era la primera vez que veía esa faceta suya.

Pude sentir la mirada de Lucian sobre mí y me aterraba lo que pudiera descubrir sobre la que durante los primeros años de mí vida se hacía llamar mi madre. Había hablado con él sobre ella pero no en profundidad, no le había dicho como era cuando estaba conmigo.

—¿Qué? ¿Tienes miedo de que se enteren?—preguntó con fingida preocupación—¿Vas a llorar? Como cada vez que te hablaba, lo único que hacias era lloriquear.—soltó, entonces vio a Lucian a un costado mío y se carcajeó—Oh, pero si es el chico con el que salías... ¿Él ya lo sabe? Ah si, cierto, yo mande a Chris a que se lo dijera.—lo inspeccionó mientras daba otra calada—¿Tu te acuestas con ella? Ten cuidado, las asesinas esconden muy bien sus verdaderas intenciones. Son manipuladoras.

—Pauline, estás llamando la atención de todos.—soltó el hombre en tono bajo mientras se acomodaba la corbata.

—Ella arruinó mi familia, ella arruinó todo lo que construí con tanto esfuerzo y, al parecer, ahora arruina mi noche.—dijo sin dejar de arrojarme veneno con su mirada—Siempre lo arruinas todo Cassie, siempre lo harás porque sólo sirves para eso.

Ella me estaba intimidado, desde su lugar me arrojaba palabras cargadas de odio, al igual que dagas envenenadas, y sus ojos se llenaban de rencor en cada ocasión. Tenía que hacerle frente, tenía que defenderme pero no podía. Estaba en shock.

—¿Fue tu idea motivar a Chris a que se mudara? ¿Le llenaste la cabeza para que se fuera o algo asi?—su ceño se frunció—No eres más que una arpía barata.

—Pauline, por favor no armes tanto alboroto.—le pidió el señor.

Al parecer era un hombre adinerado al cual le importaban mucho las apariencias, quizá por eso se juntaba con mi madre sin saber la clase de mujer que era. Solo porque era bonita por fuera, no le importó si estaba podrida por dentro.

—Nadie está armando un alboroto, solo estoy hablando con 'esta'.—dijo con total tranquilidad, aunque podía palparse el asco con el que había pronunciado la última palabra.

A pesar de mis vanos intentos, mi voz no salía, no podía decirle que ella era la que había provocado que Chris se fuera, que ella estaba loca, no podía apartar su voz llena de malicia de mí mente.

¿Qué debería hacer? Estoy petrificada delante de ella, estoy dejando que ella me tire su odio como le venga en gana sin responderle. ¿Por qué? ¿Por qué solo puedo temblar?

«Porque eres una inútil y siempre lo serás. Tendré que encargarme de todo por tí otra vez»

La voz de Raven resonó en mi cabeza y pude sentir como iba tomando el control. Supe que no era buena idea, lo supe desde un principio, pero no pude retenerla y, simplemente, salió.

—¿Estas temblando? ¿Me tienes miedo?—se reía mientras me miraba de arriba a abajo—¿No vas a aportar nada a esta conversación? ¿Te han comido la lengua los ratones?—esperó un momento y como no obtuvo respuesta se mofó—Eres un fracaso de ser humano, nunca debí haberte parido.

Lo siguiente lo vi como si estuviera en el cine, en una sala 3D. Mi mano estampándose a toda velocidad en el rostro de mi madre. La sorpresa en el rostro del señor y de Lucian. El joven de la entrada dejando caer su bolígrafo para cubrirse la boca. Y el silencio.

—¿Crees que puedes tratarme como se te de la gana y salir ilesa?—la voz de Raven estaba llena de odio—¡Sal de mi vista o haré que tragues tu propio veneno! ¡Zorra vieja!

Mi madre se tapó el lugar donde Raven la había golpeado. Estaba molesta, demasiado, se podía notar la ira en sus ojos.

—¿¡Cómo te atreves a tocarme!?—gruñó.

Ella levantó su mano dispuesta a devolver el golpe, pero antes de que llegase a tocarnos fue interceptada por Lucian. Él la miraba con frialdad.

—Termine con su show ahora.—ordenó con seriedad.

—Deberias cerrar esa bocota, mocoso insolente.

En ese momento, el gerente del restaurante se acercó a nosotros acompañado de dos hombres de traje negro y lentes oscuros.

—Señores están incomodado a nuestros clientes, tengo que pedirles que por favor se retiren del lugar.—dijo en tono autoritario—Y señora, no se puede fumar en la recepción, para eso está el sector de fumadores o puede hacerlo fuera del establecimiento.

Los murmullos estallaron entre la multitud que nos observaba y el gerente nos miraba con reprobación. Sentí las manos de Lucian posarse en mis hombros mientras me guiaba y también sentí un leve envión, cortesía de Raven, el cual me ayudó a movilizarme.

El señor que acompañaba a mi madre no dejaba de quejarse de lo loca que estaba ella y de que no debía hacer esas cosas en público. Había arruinado su noche y se lo hizo saber al menos tres veces.

Al final, ella desistió de él dejándolo parado allí. Pasó por nuestro lado y se frenó un momento. Solo un momento en el cual pudo arrojar su última daga envenenada.

—Deberías morir al igual que ella.

Y dicho eso, siguió su camino, perdiéndose entre los transeúntes.

Viéndolo desde afuera, nadie creería que Pauline Reyers era mi madre, que esa señora tan mala podría tener hijos y que yo fuera uno de ellos. Sin embargo, lo era. Ella era mi madre, yo era su hija, y esas personas vieron parte del infierno que padecía a diario en mi casa. De lo que había logrado escapar hasta ahora.

Cuando ya había desaparecido, Lucian me abrazó dulcemente y besó mi cien repetidas veces. A pesar de sus buenas intenciones, no podía corresponderle. Sentí como volvía a tener el control poco a poco. Raven no había dicho más nada, solo había desaparecido.

Me sentía cansada, como nunca antes me había sentido. Era como si ya no me quedaran energías para seguir viviendo, como si mi alma se estuviera desvaneciendo.

Poco a poco, lentamente, la luz dentro de mí se extinguía. La oscuridad llenaba mi ser, lo consumía.

—Cassie, no te dejes atrapar por ella. No estás sola...

Sus palabras cálidas me ayudaron a sentirme un poco mejor. Él siempre estaba dispuesto a ayudarme y yo solo quería rendirme. No merecía a alguien tan bueno como él.

—Vamos, te llevaré a casa.—dijo y yo asentí.

Durante el camino a casa e incluso cuando nos acostamos, Lucian no dejó de abrazarme y acariciar mi cabello, intentaba con todas sus fuerzas iluminarme y yo, simplemente, me dejé mimar.

Cerré los ojos. Todo lo bueno y todo lo malo, desapareció.

***

N/A

¿Qué les pareció la buena—notese el sarcasmo— madre de Cassie?

Imagínense que ella vivió con eso durante muchos años.

Muchas veces los padres no se dan cuenta del daño que pueden causarle a sus hijos con sus palabras, así sea con un simple 'no servís para eso'. Todos esos comentarios pueden afectar en el desarrollo emocional de un chico y no es bueno. Siempre es mejor animarlo a no rendirse nunca.

En el caso de Pauline, ella lo sabe pero no le importa pues su objetivo es, sencillamente, lastimarla.

¿Quien es la arpía realmente? :v

Espero les haya gustado, será hasta el próximo.