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22

—Se que no es el mejor lugar del mundo, pero para tí solo debe ser suficiente.—dije una vez que había terminado de enseñarle el departamento a Chris.

—¿Estás loca? No creo poder pagar esto, Cassie.

—Tranquilo, no es tan caro como parece.—sonreí ante su incrédulo rostro.

—Gracias, por preocuparte...

—No es nada, pero... ¿Ella no te ha dicho nada?—dije intentando no sonar demasiado incómoda con el solo hecho de mencionarla.

—No se lo he dicho aún, estaba esperando a tener todo listo, ya sabes... Por si hacia falta salir corriendo.—dijo encogiendose de hombros.

Ciertamente lo entendía, cuando me mude la primera vez se volvió loca, quiso dañarme. Por suerte había sacado todas mis cosas antes de que ella llegara y Chris parecía querer hacer lo mismo.

Deje que se relacionara un poco más con el ambiente, mientras salía a tomar aire. Mi cabeza dolía un poco y necesitaba despejarme.

Ahora que había vuelto a mi antiguo hogar, podría regresar a mis actividades normales. Por un momento, pensé en regresar a la universidad, pero el semestre ya estaba avanzado y sería complicado entrar a estas alturas, por lo que finalmente opté por ingresar en el siguiente.

—¿Cassie?

Aún tenía que resolver el asunto de Raven, tenía que regresar a ver al doctor Müller y a Scott quien se había ofrecido a ayudar en el asunto. Tenía que solucionar todo rápido, tenía que...

—¡Cassie!—la voz de Chris sonaba lejana.

—¿Eh?— dije volviendo en mí—Lo siento, estaba en las nubes.

—¿Está todo bien?—preguntó mientras me examinaba con la vista.

—Si, todo bien.

La verdad es que quería creer en mis palabras más que nadie, aunque sabía que algo no andaba del todo bien.

—¿Has terminado?—pregunté, él asintió—¿Cuando te mudaras?

—La próxima semana.

—Vendré a ayudarte con las cajas.

—Gracias, por todo...

Le regalé una sonrisa y me dispuse a cerrar la puerta.

***

La vida en mi viejo departamento era super tranquila a comparación del otro lugar. La diferencia más clara, era que no estaba Diana a cada rato golpeando mi puerta ni molestandome por algún motivo. A pesar de que no soy fanática del bullicio, extraño tenerla cerca.

Nunca nombres al diablo o aparecerá.

—¡Andy! ¡Vine a verte!—se oyó del otro lado de la puerta.

Me levanté del sillón y le abrí la puerta, solo para que ella se me avanlanzara encerrandome en un abrazo. Solo habían pasado dos semanas desde que había regresado y ella no había dejado de acostarme con llamadas y mensajes. Tuve que soportar sus súplicas hasta que accedí verla.

Se sentó en el sillón a mi lado y me dio un paquete envuelto, que resultó ser un pastel de de chocolate, decorado con fresas y crema. A veces se me olvidaba su amor infinito por los pasteles, claro que no me desagradaban.

—Extraño molestarte, Andy... Tu hermano es muy serio y no puedo molestarlo como a ti.—bufó mientras se cruzaba de brazos.

—¿Lo has acosado?—la miré con curiosidad y ella soltó una risita—No tienes remedio...

—No puede con mi genio, tenía que molestar al hermano pequeño de mí amiga.—dijo mientras se dirigía a la cocina para preparar el café— Después de todo me pediste que lo ayudara si necesitaba algo y si es igual que tú no me lo diría por orgulloso.

—Es verdad.

—Prepararé el café por tí. Puedes invitar a tu novio si quieres.—dijo desde la puerta.

—No somos novios.

—No oficialmente.

A Lucian no lo había visto desde hacía unos días, había estado ocupado en un trabajo de la universidad y solo habíamos hablado por celular. Tenía ganas de verlo, pero no se si invitarlo fuera adecuado.

El timbre sonó, sacandome de mis pensamientos y avise que yo abriría. Para mi sorpresa, Scott estaba parado en mi puerta, con una gran sonrisa y unos DVDs en la mano.

—Hola Cass, he venido a molestarte—soltó como su fuera algo normal y si que lo era.

—Ustedes si que se parecen...—bufé mientras le abría el paso.

—¿Ustedes?—preguntó confundido.

En ese momento, Diana salió de la cocina para ver quien era y yo la señalé con la cabeza.

—Tú y ella.

Ambos se habían quedado estáticos, se vieron fijamente por unos segundos y, por alguna extraña razón, me sentí incómoda. Como si sobrara. Carraspeé para romper un poco la tensión y Scott se volvió a mí con su sonrisa habitual.

—Si quieres puedo regresar luego...—dijo por lo bajo y yo negué.

—Diana trajo pastel, es demasiado para nosotras—solté y miré de reojo a Diana quien sonrió mientras asentía con la cabeza—, pasa.

—¿Quieres café?—preguntó Diana, pude notar un rastro de timidez en su voz.

—Si, gracias.

Me entretenía ver como Scott intentaba recordar de dónde había visto a Diana y como ella disimulaba cuando él la observaba. Me preguntaba que pasaría si se enterara que ella era la chica que él había ayudado tiempo atrás. Si él sabía que sus palabras la habían ayudado. Por un momento, sentí deseos de decírselo, de contarle y ver como reaccionaban los dos, pero no lo hice. Aquello era algo que no me correspondía a mí decirle y mucho menos si Diana había optado por no hacerlo.

Por otra parte, me sentía algo mal con respecto a ellos. Scott había dicho que yo le gustaba y lo había demostrado, a pesar de que lo rechacé no puedo obligarlo a no quererme, nadie puede mandarle al corazón de esa forma.

Era la primera vez que me sentía en conflicto conmigo misma, nunca había tenido amigas así que era la primera vez que me ocurría algo así. A pesar de que ella negó que sea algo importante no quiere decir que no pueda gustarle Scott, siempre hay posibilidades. Solo espero no meterme en su camino, después de todo es la única amiga que tengo.

Y entre tantos divagues, vimos dos películas y nos terminamos todo el pastel. Para el final de la velada, Diana y Scott ya habian entablado una conversación bastante animada sobre las escenas más épicas y memorables. Yo me les uní a ellos una vez que deje de hacerme un lío por todo.

La próxima semana comenzaría con mis visitas al doctor.


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