13
—¡Cass! ¡Espera!—gritó Scott—por favor...
Sus palabras se oían lejanas, como si lo viera en tercera persona. Todo me resultaba tan irreal e increíble. Me sentí como una tonta al querer basar una dichosa amistad inexistente en confianza, y que la persona en la que quería confiar me estuviera engañando lo hacía todo peor.
De todas las cosas que podía ser, él era un psicólogo. No discrimino a los psicólogos en sí, sino sus motivos para acercarse a alguien como yo. Me quería estudiar, quería que me abriera a él por qué si lo lograba seguramente obtendría algún mérito, al igual que los psicólogos de mi infancia.
Lo que más odiaba de ésto es que era mi culpa. Yo le di rienda libre, yo lo dejé entrar, yo caí en su juego... Y no volverá a ocurrir otra vez.
Cuando miro atrás, puedo notar cuanto había cambiado, cuanto había mejorado, cuanto me estaba divirtiendo. Mis defensas ya no se levantaban tan fácil y estaba dispuesta a tener amistad con personas, a ser amiga de ellos. Scott me ayudó a salir de mi escondite y junto a Lucian me estaban sacando de la oscuridad. Me hicieron desear que nada hubiese pasado, que yo fuese una mejor persona, que pudiera amar libremente sin lastimar a nadie... Sin embargo, todo eso se acaba de ir a la basura.
«Lo lamento, Lu... Creo que voy a huir de nuevo» pensé.
Me paré de golpe, lo que hizo que Scott también se detuviera, y me quedé en silencio viendo a la nada. Estaba en una especie de trance.
—Te lo dije, Cassie... Pero no quisiste oirme... Te advertí sobre él y mírate ahora...—dijo Raven.
Escucharla me hizo pensar en el berrinche de Raven y lo que había escrito. Ella sabía algo, ella había descubierto algo mucho antes que yo. Que ironía... Ella que no podía salir se enteraba de todo antes que yo que lo tenía frente a mis ojos. Me odie más aún.
Entonces recordé la situación en la que me encontraba. Scott estaba detrás de mí aguardando una reacción de mí parte. Se que quizá deba darle una oportunidad, pero ya de la había dado antes y me engañó. No puedo arriesgarme otra vez, ya no quiero hacerlo.
—Cass... No es lo que parece, déjame explicarte...—su voz dejaba ver su angustia— por favor, no quiero que me mal entiendas...
—Lo siento, pero no quiero escucharte...—mi voz salió fría y sin emociones—ya no.
—Estas siendo injusta Cass...
Ni bien dijo eso me voltee y el se sorprendió. Mi rostro no tenía ninguna expresión y mis ojos no tenían brillo, sólo habían lágrimas cayendo lentamente por mis mejillas.
—Vete.
Scott tenía una mezcla de angustia e impotencia reflejada en su rostro. Sentí como se me hacía añicos el corazón. Era injusta, pero él también lo había sido.
Me voltee sin esperar y caminé hasta mi casa. Scott no me había vuelto a seguir.
***
El sonido de las gotas de lluvia golpeando mi ventana me sacó de mí largo sueño. Las pesadillas me acechaban y no podía descansar como se debía.
Me levanté sintiendo el pesar de mí cuerpo. Estaba cansada.
Recogí mi celular y vi que tenía un mensaje de Diana, mi nueva vecina. Ella se dispuso a acosarme durante todo un mes, hasta que la dejé acercarse. Ella cree que somos amigas, pero yo no puedo verlo así, no puedo esperar nada de ella.
En su mensaje escribió que quería que la acompañara de compras, de ese modo saldría de mí cuarto y dejaría de estar tan encerrada. Después de meditarlo un rato acepté y me puse en marcha.
El día estaba lluvioso, pero a mi me encantaba. Se veía igual que mi corazón, tormentoso, oscuro, sin rastros de luz.
Al salir me la encontré a ella, una chica rubia con una gran sonrisa sincera, viendo su celular mientras esperaba por mí. Levantó su vista y guardo el móvil en su bolsillo.
—Al fin aceptaste salir de tu casa.—dijo cruzandose de brazos— Creí que te volverías una hermitaña.
Me reí ante su expresión, era muy ocurrente y no parecía tener malas intenciones. Me molestaba en cierto punto no poder brindarle una amistad sincera, pero dolía el solo hecho de confiar en alguien. Solo confiaba en Lucian y no lo había vuelto a ver desde hacía tres meses. Si, hace tres meses cuando me enteré de lo de Scott decidí escapar, huir de todo. Me mudé aquí y conocí a Diana.
Quizá no era la solución adecuada, pero fue lo único que se me ocurrió. Se que tarde o temprano tendré que afrontar la situación, afrontarlos a ellos y a mi misma. El hecho de que las pesadillas sigan apareciendo lo confirma, yo no he superado mi pasado, no he perdonado a mi familia y tampoco me he perdonado a mi misma. No he podido y no se si pueda hacerlo algún día. Mi corazón está lleno de odio e impotencia. Los rastros de luz ya no existen. Entonces, si lastimo a la gente no me importaría, no sentiría nada, porque ya estoy vacía.
Llegamos al shopping y nos adentramos en diversas tiendas. A diana le gustaba cambiar de look muy seguido. Recuerdo como me contaba sobre su etapa de rebeldía y los rasgos que aún quedaron en ella. Al principio no quería que se metiera en mis asuntos, pero lo hizo y me contó cosas sobre ella, cosas que no me interesaban, así que le respondí con la verdad.
Le dije que había matado a mi hermana para asustarla, para que se fuera como los demás y eso parecía que iba a hacer hasta que se sentó en mi sillón y me pidió que le contara mi historia. Era rara, demasiado metida. Aún así la dejé oírla, pensando que se iría y no tuve suerte.
—Andy, ¿Qué opinas de ese vestido?—dijo señalando a un vestido color agua marina, hacia juego con sus ojos por lo que de seguro le quedaría bien.
—Te dije que no me llames Andy.—bufé, aunque sabía que lo hacía para no llamarme al igual que ellos.—Y si te quedaría bien.
Miré a mi alrededor, con pesar, todo se iba volviendo gris. Podía ver como todo se iba apagando. Raven amenazaba con salir cada vez más seguido, me costaba mucho retenerla.
¿Por qué debería retenerla? Ya no tengo nada que valga la pena.
Y justo cuando iba a ceder ante ella, algo me detuvo.
—¿Cassie?—se oyó por detrás.
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