12
Le pedí a Lucian que nos deje a solas y accedió a regañadientes.
Lo miré a los ojos y sonrió.
—Hola...—dijo algo tímido—¿Cómo estás?
—Bien, gracias.
Tenerlo en frente mío era diferente a lo que pensaba. Creía que iba a ponerme nerviosa como antes, pero no fue así.
La vista se me nublada, pude sentir las ansias de Raven por salir, sentí como deseaba lastimarlo. Sin embargo, mi resolución era más fuerte, lo suficiente como para mantenerla a raya.
—Cass... Lo que te dije es cierto, me gustas...—dijo con una sonrisa.
—Lo siento Scott, pero no puedo corresponder a tus sentimientos...—mi seriedad era notable— me agradas y te aprecio, pero sólo eso... Solo puede ser eso.
Pude notar como se entristecía su mirada, pero tenía que ser sincera, tenía que decirle la verdad.
—¿Te gusta él?—preguntó señalando a Lucian con la cabeza— Si es así yo...
—Si, me gusta—dije con una sonrisa.
—¿Él lo sabe?
—No, y no se va a enterar.—Scott me miró extrañado y yo me enserié— En estos momentos, no puedo perder el tiempo, tengo que...—dije y miré a lo lejos a Lucian quien nos miraba expectante— tengo que curar mi trastorno, antes de que vuelva a cometer otro error como aquél...
—¿Otro error?—preguntó extrañado.
Miré a Scott a los ojos, sentí que podía confiarle ese secreto. Quería que nuestra amistad se basará en la confianza y para ello necesitaba decírselo. No sabía cómo reaccionaría ni si se lo tomaría bien o mal, pero tenía la esperanza de que fuera comprensivo al igual que Lucian. A pesar de ello, realmente no podía pretender que lo fuera, después de todo, mi pecado era muy grave.
—Maté a mi hermana, Scott.—solté sin más y él se sorprendió.
Me quedé en silencio, a la espera de que reaccionara, bien o mal, pero que reaccionara en fin.
Hubiera esperado cualquier cosa, menos que caminara hacia mí y me abrazara como lo hizo.
—No te voy a cuestionar, Cass. Cuéntame toda la historia cuando estés lista.—dijo y se separó de mí.
Me había quedado sin palabras, agradecida ante tal reacción de su parte. Su celular sonó y se despidió mientras atendía y se alejaba. Sentí como liberaba un peso de mis hombros.
Lucian se acercó, sin decir nada, me examinó con la mirada y me preguntó si todo estaba bien. Asentí y acordamos entrar a la universidad, las clases estaban a punto de comenzar.
La verdad era que no lo estaba, sólo había optado por ignorar el nudo en la garganta y los nervios que me había provocado el contar aquella verdad. Sólo quería aparentar que todo estaba bien hasta que llegara a casa, y Lucian entendió al instante, lo que agradecí enormemente.
La universidad era caótica, llena de rumores y murmullos, pero nada de eso importaba. No podía oír a nadie. Solo a ella.
Y no era nada bueno.
Esa noche no pude dormir. Las pesadillas invadieron mi mente a punto de que todo parecía real. Reviví la tragedia una y otra vez, sin poder hacer nada. Como siempre.
***
Dos días más tarde, estaba dirigiendome hacia el consultorio del doctor Müller. Con los nervios a flor de piel, pero más decidida que nunca.
Durante estos días no vi a Scott ni a Lucian, les pedí espacio para poder pensar. La verdad es que quería reunir coraje para ir a ver al doctor. No era algo sencillo, al menos no para mí, ya que tendría que re abrir esa etapa que tanto quise cerrar y hablar sobre ello. Era difícil, pero si quería superarlo, esa era la oportunidad.
Llegué y entré con lentitud. El lugar era tal y como lo recordaba, un lugar aterrador. La secretaria me atendió y me hizo esperar mientras le avisaba al doctor de mí llegada.
Varias veces me había cuestionado si realmente esto era lo correcto y no lo sabía, sólo esperaba que lo fuese.
Al cabo de unos minutos, el doctor salió de su oficina y me pidió que pasara. Me recibió con una cálida sonrisa y me ofreció algo de beber pero me negué, si llegaba a tomar comer algo seguro vomitaría.
—Me alegro que hayas decidido venir—dijo sonriente—, por un momento pensé que no lo harías pero me has sorprendido.
—Si, yo tampoco lo pensé. Fue algo difícil...
—Bueno si quieres podemos comenzar ahora, por hoy no tengo mas citas.
—Me parece bien...—dije algo nerviosa.
Nuestra charla comenzó por cosas básicas y sencillas, destinadas a ponerme más cómoda. Luego él hizo preguntas.
Recién habíamos comenzado a hablar de mi familia cuando alguien golpeó la puerta. El doctor me miró extrañado y se puso de pie para atender.
—Lo siento querida, había olvidado que le dije al doctor que me alcanzara unos papeles, será breve.
—¿Al doctor?— pregunté confundida.
—Ah si, el doctor Green fue alumno mío en la universidad y ahora trabaja aquí, es un chico muy trabajador...—dijo acercándose a la puerta y mi corazón comenzó a agitarse—seguramente ya lo conozcas...
Entonces abrió la puerta y lo pude ver. No sabía cómo reaccionar, estaba en shock.
—Cassie, él es Scott Green mi psicólogo asociado.—dijo haciéndole un ademán de que entrara.
No podía creerlo. No quería creerlo. Scott estaba igual que yo.
Todo tenía sentido para mí ahora. Todo estaba claro, desde la primera vez que apareció hasta ahora, todo.
Tomé mi bolso y salí de allí corriendo, abriéndose paso entre el doctor y Scott.
Podía ver como la oscuridad se acercaba a mi lentamente y comenzaba a envolverme. Esa oscuridad de la cual me había mantenido alejada ahora tenía el paso libre.
Algo dentro de mí se había vuelto a romper.
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