—¡Has arruinado la vida de todos!—gruñó.

Ahí estaba mi mamá otra vez, siempre enojada conmigo. Era uno de mis sueños recurrentes. El sueño dónde mi familia se destruye y se convierte en nada.

Si se preguntan por qué, es muy sencillo, porque yo la arruine.

Abrí los ojos con pesar, y me voltee a ver la hora en mi móvil. Ya era de mediodía y yo sin ganas de levantarme. Las vacaciones terminarían dentro de dos semanas y luego comenzaría el nuevo semestre.
Me dispuse a hacer algo productivo, una super limpieza en mi departamento.

Puse música y todo lo malo comenzó a esfumarse. Canté cada canción que sonaba y el tiempo pasó más rápido. Para el final de la tarde ya estaba todo limpio y yo muy cansada.

Mi celular sonó y miré de reojo la pantalla. Sonreí al ver el nombre de Lucian alli y contesté.

—Hola Cass, ¿Quieres ir a cenar fuera?—dijo.

—Hola Lu, lo siento. Estoy muy cansada.— mi tono se estaba apagando—Estuve limpiando desde que me levante y acabo de terminar.

—¿Has comido algo al menos?—su voz se endureció y supe que lo había notado.

—Siempre tan listo... No, no he comido nada y muero de hambre, pero estoy realmente cansada—dije.

—Iré a tu casa y te haré algo de comer. Esperame.—dijo y colgó.

Creo que pasaron menos de diez minutos cuando mi puerta sonó.
Hice todo el esfuerzo del mundo y me levanté a abrirle.
Me estudió con la mirada y luego entró en busca de la cocina. No me dio tiempo a reprocharle nada.

—No era necesario que vinieras...—dije en voz baja y él me escuchó igual.

Mis ojos me pesaban, a penas podía oír los ruidos en la cocina, poco a poco fui perdiendo la noción de todo.
Comencé a ver esas imágenes que siempre veía, pero esta vez eran menos agresivas. De pronto, todo el escenario cambió, y lo vi a Lucian dejando un suave beso sobre mis labios. Se sentía muy real, podía sentir la humedad en mi boca y su mano tibia acariciando mi mejilla. Entonces me desperté de un salto, estaba exaltada, avergonzada por soñar con esas cosas.

Lucian salió de la cocina y yo desvié la mirada hacia la ventana. Por alguna razón estaba nerviosa y él lo notó.

—¿Qué ocurre?—preguntó.

—Lucian, tú... ¿Estuviste todo el tiempo en la cocina?—me volví a verlo y él asintió.

—¿Por qué? ¿Soñaste conmigo?—dijo y rió.

Yo lo miré fijo y negué con la cabeza. Sin embargo, estaba en lo cierto, había soñado con él. Estaba tan avergonzada, que no pude verlo a la cara y él se reía por eso. Su mirada pícara y su sonrisa traviesas no desaparecieron en ningún momento. Por mi parte, me di cuenta que cenar acompañado era grandioso y sólo había podido tener esa dicha un par de veces en años.

—Gracias—dije con una sonrisa.

—¿Por qué?

—Por cenar conmigo—dije mientras jugaba con mi cubierto—, para mí significa mucho...

—Si quieres puedo cenar contigo todas las noches—sonrió—, quizás hasta le tomes el gusto.

—No digas tonterías, seguro debes tener con quien pasar el tiempo... Amigos, novia, padres...

—Me mudé hace poco así que mis amigos no están aquí, mis padres están lejos, y...—sentí su mirada intensa—la chica que me gusta aún no se da cuenta.

Por alguna razón, esas palabras me pusieron nerviosa. Era normal que se volviera a enamorar. Me pregunto como sería la chica que le gusta ahora, seguramente es mejor persona que yo. Espero que ella logre darse cuenta, él se merece que lo quieran.

Mi celular sonó y ésta vez era Scott el que llamaba. Eran pasadas las nueve, me preguntaba que quería a esa hora.

—¿Scott? ¿Qué ocurre?—pregunté extrañada.

—Hola Cass, ¿Quieres ir a cenar afuera o ya has cenado?—preguntó y Lucian lo oyó.

Antes que pudiera contestar, Lucian me quitó el móvil de mis manos y me sonrió pícaro.

—Lo siento, ella ya cenó conmigo.—dijo y parecía feliz por ello.

—¿Qué haces tú en casa de Cass?—preguntó algo exaltado.

—Vine a regalarle un momento maravilloso conmigo—dijo sonriente y yo me apené.

Esas palabras se podrían malinterpretar, y Scott seguramente lo haría.
Lo miré a Lucian, furiosa por sus palabras y él me guió el ojo.

—Has llegado tarde Scott, ella es mía ahora—dijo y colgó.

—¡Lu! ¿Por qué le hablaste así? ¡Él podría malinterpretar todo!—gruñí.

-—¿Acaso mentí?—su mirada comenzó a enseriarse—, o ¿acaso te preocupa que lo malinterprete?

Me exalté y negué con la cabeza, yo no quería que él dijera eso sobre mí siendo que ya tenía a alguien que le gustaba.

—¿Te gusta Scott?—soltó.

No había pensado en Scott de esa manera, no había pensado en amar de nuevo. Negué nuevamente y me dispuse a cambiar de tema.

—Bien, entonces puedo quedarme tranquilo.—dijo mientras encendía la tv.

Terminamos de cenar en silencio y vimos una película. Mejor dicho, vió, porque yo me quedé dormida justo en la mitad.
Sentí como me cargaba en sus brazos y me llevaba hasta la cama, me arropó y besó mi frente. Ese gesto me hizo escoger el corazón.

—Te quiero Cassie...—oí en un susurro.

Después de eso no recuerdo más nada.

Lucian significaba mucho para mí, pero no debía dejarme llevar por los sentimientos, no podía volver a querer, a amar. Siempre que quise o amé algo, el destino se empeñaba en quitarmelo. No podía dejar que ellos salgan lastimados. Por eso, el resto de mis vacaciones, me las pasé sola, meditando sobre mis actos, mis sentimientos y lo que haría de ahora en adelante.