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🖤 Capítulo 3 🖤

🖤 Capítulo 3 🖤

Any

El tono de mi alarma sonó indicando que era hora de levantarme. Me estiré sentada en la cama y eché un vistazo a la ventana. Estaba lloviznando, al fin y al cabo estábamos en la última quincena de octubre. Y por lo que me han dicho en la capital suele llover en algunas ocasiones en ese mes.

Dejé mi vagancia a un lado y fui directo a asearme. Desayuné ligero y pasé a vestirme. Tuve un buen tiempo mirando mi armario decidiendo que ponerme, que combinara con el clima de hoy. Me decidí por una saya gris, una camisa de mujer color negra y unas pequeñas botas del mis color. Si se dieron cuenta el negro no puede faltar en mi, pues es mi color favorito. Hasta estoy empezando a extrañar mi color de pelo original. También me recojo el pelo en una coleta alta. Mi maquillaje para hoy es menos llamativo que el que usé ayer. Consistía en un poco de base y mis labios de labial rosa claro. Ayer fui a encantar, hoy voy a demostrar lo que valgo, hoy voy a hacer que amé mi trabajo y necesito de mis servicios.

Mi celular suena por un momento indicando que tengo un mensaje, el cual veo que es de Joshua.

Joshua:
Baja, te estoy esperando abajo.

Cogí mi cartera, me di una última mirada en el espejo y salí del apartamento. Cuando salí del edificio lo encontré recostado a una de las puertas de su camioneta, ya que la lluvia había cesado. Lleva puesto unos pantalones algo ajustados grises junto a una sudadera negra.

- Parece que nos hemos puesto de acuerdo. -le digo cuando estoy al lado suyo

Ríe y hace un ademán de abrirme la puerta pero lo detengo.

- Tengo manos como tú. Puedo abrirla yo, gracias. -trato de no sonar grosera pero es que estoy cansada de tanta caballerosidad

- De acuerdo. -dice y rodea el auto para montarse

Una vez que ya se sienta, arranca y comenzamos el viaje.

- Debes vendarte otra vez los ojos. -me señala la tela negra- Si quiere espera a que estemos más cerca.

Suspiro y decido ponérmela desde ahora. Me imagino que esto va a hacer así hasta que ya no sea considerada un posible "peligro".

- Hoy será mi primer día de trabajo. -pienso en voz alta

- Y será el inicio a tu camino dentro de la organización. Sé que lograrás llegar a Erik en menos del tiempo que pensábamos. -Joshua me dedica una sonrisa aunque no puedo verla

- ¿Por qué estás tan seguro?

- Dejaste muy impresionado a Nick ayer, de lo bonita que eres y el magnífico trabajo que hiciste. Es solo cuestión de tiempo.

Analizo cada palabra que me dice detenidamente. Ojalá Nick piense lo mismo que Joshua.

- ¿Crees que soy bonita? -pregunto

- No, eres hermosa y no soy el único que debe pensar eso. Aunque eres mucho más bonita con el maquillaje discreto que usas hoy. -escucho su risa nerviosa

Aunque no podía verlo me lo imaginé con un pequeño sonrojo en su piel bronceada. A mí no pasa lo mismo, estoy acostumbrada a ese tipo de comentario de parte de los hombres. Después de eso no hablamos más, y yo solo me dediqué a tararear la melodía de "God Is A Woman". En serio, amo esa canción. Después de más o menos 30 minutos llegamos a una mansión. Sí, una mansión bastante amplia. Me quité la venda con cuidado y bajé de la camioneta. Joshua imitó mi acción y me guió dentro de aquel caserón. Antes de entrar me hicieron una revisión, de esas que hacen para ver si llevas algún arma. Por dentro era más bonita. Sus paredes era color mamoncillo y el techo de color blanco. Todo era elegante; sus muebles, cuadros, jarrones, hasta el piso si eso era posible. Joshua le pidió a una joven, que parecía ser una empleada del lugar, que me llevara a la oficina de su jefecito, también a partir de ahora "mi" jefecito.

- Suerte. -me susurró antes de darse la vuelta y volver a la salida.

La muchacha me guió por un largo pasillo hasta que nos detuvimos al frente de una puerta. Di unos toques hasta que escuché el permiso. Abrí y ahí estaba él, sentado en la silla de su escritorio analizando unos papeles. Lleva puesta una camisa azul cielo que contrasta bien con su piel blanca. Levantó la vista y sonrió de lado. Caminé y me senté en la silla del frente, agarrando algunos de sus papeles.

- ¿Son cuentas bancarias en Silicia y Roma? Vaya.

- ¿Hablas italiano? -pregunta acomodándose en su asiento.

- Se, signore (si, señor) -digo con una sonrisa.

- ¿Sabes otros idiomas? ¿Francés?

- Depuis quinze années (Desde los 15 años) -respondo.- Mi padre es de Italia y uno de mis novios me enseñó a hablar francés.

No era para nada mentira. Mi madre conoció a mi padre en un viaje que hizo a Roma. Se enamoraron y se casaron en esa misma ciudad. Y sobre ese novio, se llamaba Franco, estaba en mi escuela de intercambio por dos años y en ese tiempo se dedicó a enseñarme. Yo tenía curiosidad por aprender y le pedí que me enseñara, así acabamos siendo novios. Pero un día se tuvo que ir y por supuesto que terminamos, no me fío de las relaciones a distancia.

- Vaya eso no salía en tu currículum. -dice riendo.

- Bueno, ya lo sabes. ¿Tienen algún problema esas cuentas?

Miro detenidamente los papeles. Nick suspira y me señala las cifras. En cada cuenta tiene más de 25 mil millones.

- Habían por lo menos 50 mil millones y han ido desapareciendo de poco en poco. -me entrega los recibos de salida del dinero

- ¿Sabes quién lo está sacando? -le pregunto

- Mi padre, pero no sé para qué. Ese es el problema.

- Habla con él y te explicará. -le devuelvo los papeles

- Voy ha hacer otra cosa pero necesito que me ayudes. -acomoda los papeles un una carpeta

Lo miro y él me mira. Negro contra gris. Su ojos fríos y los míos casi sin vida. Son parecidos.

- Adelante. -sigo con nuestra guerra de miradas. Me analiza,  yo lo analizo

- Quiero que investigues lo que está pasando. Cada depósito y retiro de esa cuentas. Pero que quede entre los dos.

Es mi oportunidad de empezar a ganarme su confianza. Ayer me dijo que debía ser leal a él, en ningún momento mencionó a su padre. Mi objetivo no es Murray sino su hijo.

- Está bien. Solo necesito tu autorización. Dime dónde queda mi oficina. -le digo sonriendo

- Ya la tienes princesa -me devuelve la sonrisa- y tú oficina queda dos puertas después de esta

- Perfecto. -me pongo de pie y me acerco a su lado. Me inclino y le susurro suavemente- A lo mejor me creas una princesa pero yo soy la reina en este juego.

Reí por debajo mientras me vuelvo a enderezar. Su dedo índice acaricia mi muñeca.

- Tendrás que demostrármelo.

Me dirijo a la puerta y le guiño un ojo antes de salir. Sigo sus instrucciones y entro a mi oficina. Es igual a la suya lo que con un toque más femenino, debió haberla mandado a cambiar. Me acerco al estante donde hay unos cuantos libros. Los acaricio y me detengo a mirar uno en específico: "Cincuenta sombras de Grey".

- ¿Qué te gusta hacer en tú tiempo libre? -me pregunta Nick sosteniendo su vaso.

- Me gusta ejercitarme por las mañanas, escuchar música y leer. -le contesto

- Te gusta leer, interesante. ¿Has leído literatura erótica?

Su pregunta sé que busca un doble sentido, y me lo confirma su sonrisa pícara. Me tomo unos minutos para pensar bien mi respuesta.

- Pues sí, me gusta más el libro de Cincuenta Sombras de Grey que su película. -le doy un trago pequeño a mi whisky

Levanta una ceja y la picardía se puede ver hasta en sus ojos.

- Tienes buen gusto, Anastasia

Río un poco y cruzo mis piernas despacio y de manera provocativa.

- Ten cuidado, a lo mejor puedo ser como el mismísimo Cristian Grey. -mi sonrisa es de victoria cuando veo que se tensa un poco

- Quien sabe. -se toma todo el contenido de su vaso y ríe por debajo.

Una sonrisa sale de mis labios por el recuerdo. Camino hacia mi escritorio y me siento en él. Abro la laptop y empiezo a buscar más información sobre esas cuentas utilizando la clave que me dió Nick. Los retiros empezaron hace solo un mes, lo que significa que fue después de la muerte del antiguo contador. Y no solo en esas dos cuentas, también encontré retiros en una de Francia, una de España y en otra de Rusia. Algo está tramando el viejo, algo grande para necesitar tanto dinero. Apunto todo lo que me parece importante y sigo buscando más cosas. Sin darme cuenta se hace de noche. Nick entra en mi oficina y se queda de pie cerca de la puerta.

- Ya es tarde, Joshua te llevará a casa.

Me estiro en mi silla, recojo mi bolso y me paro frente a él.

- Tienes razón. Hasta mañana. -me acerco y le doy un beso en la mejilla.

El toma mi mano derecha y da un beso en su dorso como cuando nos conocimos.

- Que duermas bien princesa. -y con esas palabras salgo a la salida.

Él me trata como una princesa, está bien. Yo me encargaré de demostrarle que en este tablero yo seré quién dirija el juego.

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