V e i n t i n u e v e
Iker estaba cansado de la condescendencia del señor Betancourt. Desde el desayuno, no paraba de darle miradas de preocupación. Eso lo inquietaba. Nadie lo miraba así, lo ponía incómodo. Prefería la indiferencia, no sabía cómo reaccionar a esto. Por otro lado, Jax, con los ojos apenas abiertos por el sueño, cosa que Iker encontraba gracioso, pero jamás lo diría en voz alta; estaba dándole vueltas al cereal con la cuchara.
—¿No vas a usar la leche? —preguntó para despertarlo del sueño.
—¿Para qué? —contestó, pero un rato después agregó un poco, lo suficiente para solo remojar los cereales, luego procedió a meterlos en la boca. Iker rodó los ojos ante sus acciones y tomó su propia chocolatada, preparado por el señor Betancourt personalmente, mientras que el hombre solo tomaba café negro. Un poco del líquido se le escurrió de los labios, pero antes de limpiarlos, Jax lo hizo por él, le pasó uno de los dedos por el labio inferior y luego se lo chupó.
—¿Cómo puedes tomar tanta azúcar? —preguntó haciendo una cara de asco. Iker rodó los ojos. El señor Betancourt carraspeó con fuerza.
—Iker, como te dije ayer, trataré de hablar con el entrenador, tienes demasiadas heridas como para ejercitarte —hizo una seña con la cabeza a su hijo que solo Jax podría entender, luego de eso, el chico se concentró en su cereal y dejó de molestarlo.
—Jugaré. Es mi decisión —sentenció. Le pareció escuchar a Jax susurrar algo—. ¿Qué dijiste? Dilo fuerte si eres tan valiente.
—Dije que eres un tonto, terco y estúpido niño caprichoso —le contestó Jax con altanería— ¿Tanto te cuesta hacerle caso a mi papá y descansar? ¿Podrías tomarte en serio tu salud?
—Lo dice el hijo obediente y perfecto que siempre escucha a su padre —respondió con sarcasmo—. No trates de darme consejos, métete en tus propios asuntos.
—Chicos... —respondió el señor Betancourt con cansancio, como si en el fondo ya se estuviera acostumbrando a sus discusiones—. No empiecen de nuevo.
—Pues dígale a su hijo que deje de meterse en mi vida.
—Me meto porque... —Jax cerró la boca y tuvo una reacción que le resultaría graciosa si no fuera por el ambiente tenso— porque no quiero más molestias.
Iker se enfureció.
—Si tantas molestias te causo, entonces me largo de aquí. Sabía que fue un error haber venido.
Iker se levantó de la mesa y pudo ver por una fracción de segundo, la desesperación de Jax. Eso lo hizo titubear. Por suerte, el señor Betancourt, conociendo la actitud de su hijo, interfirió en la conversación.
—Iker, no hace falta que te vayas, te dije que podías quedarte todo el tiempo que quieras. Sabes que a veces Jax dice cosas que realmente no siente. Sé que él también quiere que estés aquí, ¿verdad, hijo? —la pregunta iba con un tono de advertencia.
Jax no dijo nada, parecía estar enfrentándose a una batalla interna. A regañadientes, asintió con la cabeza. Iker se calmó, más por el hombre mayor que por su impertinente hijo. Aunque le costara admitirlo, las palabras de Jax lo hirieron más de lo que esperó. No es la primera vez que lo trata así, de hecho, era así la mayoría de las veces e Iker no era la excepción tampoco, pero en esa ocasión, su reclamo hizo eco en sus oídos y retumbó dentro de él con una intensidad que no estaba acostumbrado.
Después del desayuno, el ambiente seguía caldeado.
—Iré a cambiarme las vendas —sentenció Iker y fue al baño.
El señor Betancourt le dijo dónde encontrar el estuche de primeros auxilios por lo que minutos después estaba mirándose al espejo y haciendo muecas de dolor al sacarse la vendas que Jax le había puesto.
Las nuevas eran más pocas por lo que ya no agarraba gran parte de su rostro, pero aun así dolían.
Al regresar a la cocina, encontró un vaso de agua con dos ibuprofenos en la mesa. El señor Betancourt debió haberle dejado para que se los tome.
Jax y él no se volvieron a dirigir una sola palabra, en el auto, podía sentir la mirada del chico sobre él, como si quisiera decirle algo, pero luego volvía a distanciarse. Iker decidió ignorarlo, aunque dentro de él, también sentía una patética necesidad de molestarlo para llamar su atención.
El viaje fue de la misma manera, Iker fue junto a su equipo y con una cara de amenaza hizo callar a cualquiera que se atreviera a preguntarle sobre sus heridas. En una de las paradas de descanso, su entrenador lo llamó afuera para hablar con él.
—Oye, muchacho, ¿qué demonios te pasó? Justo ahora que tenemos un partido importante vienes con esa cara. ¿Qué se supone que haré contigo? —lo regañó.
—Tuve una pelea con unos tipos que estuvieron hablando mal del equipo. Nada serio —añadió pues no admitiría jamás que su padrastro lo usó como saco de boxeo. Mucho menos la razón del porqué lo hizo.
—¿Nada serio? ¿¡Esto te parece nada serio!? —vociferó tocándole la zona vendada, hizo una mueca de dolor—. De todos mis jugadores, no pensé que justo tú me saldrías con una cosa así en un día tan importante.
—Lo siento, señor —se disculpó tragándose su orgullo.
El entrenador hizo más sonidos de exasperación a medida que murmuraba la desgracia que eso suponía en su carrera.
—Está bien, lo pasaré por alto, pero al menos dime que podrás jugar —le advirtió el hombre, cumpliendo con la predicción de Iker.
—Por supuesto, señor. Esto no es nada —afirmó.
El entrenador lo miró fijamente, luego negó con la cabeza y se fue.
Iker volvió adentro del autobús. Jax lo miró analíticamente cuando pasó a su lado, pero siguió ignorándolo porque sabía que eso lo molestaría.
—¿El entrenador te regañó? —preguntó Enzo. El chico con el que lastimosamente le tocaba viajar. Al principio era divertido tenerlo alrededor, más teniendo en cuenta que parecía caerle mal a Jax, pero luego perdió su gracia debido a los acontecimientos recientes.
—No. Solo me preguntó si podré jugar —afirmó mientras se cruzaba de brazos y ponía la cabeza contra el respaldo de su asiento.
—M-me alegra que puedas hacerlo. E-estaba preocupado —dijo el chico con cierto aire de timidez. Iker rodó los ojos internamente.
—Mejor preocúpate de tus propios asuntos y deja de perder el tiempo —el chico se encogió en su lugar y miró a otro lado. Si fuera Jax, frunciría el ceño, mostraría una sonrisa de lado y le escupiría unas cuantas palabras despectivas.
Lanzó un suspiro. Debía dejar de pensar en aquel fastidioso chico. Pero su mente no lo obedecía. Razón por la que su viaje fue un completo calvario.
—Me alegra que hayas podido venir, si los organizadores no quieren dejarte jugar, solo diles que sufriste un pequeño accidente entrenando y que no es nada. ¡No queremos que quedes fuera por algo tan pequeño! —le dijo su entrenador antes de bajar.
—No se preocupe, señor —acotó.
El señor Betancourt, quien aún no se había bajado del autobús, estuvo en desacuerdo.
—Creo que lo mejor es que esté en la banca un tiempo, señor Ruíz, Iker no puede ejercitarse mucho en esta condición —añadió. Su hijo asintió en acuerdo. Iker volvió a sentir aquella incomodidad que asociaba a la amabilidad del señor Betancourt y aunque le molestara decirlo, al apoyo del idiota de Jax.
—¿Qué sabe usted? Él mismo nos dijo que se hizo esa herida por pelear con algunos chicos que hablaron mal del equipo, solo es un percance menor —replicó su entrenador.
—¿Percance menor? —Jax se metió en la conversación. Iker temió el rumbo que eso podría tomar.
—Más vale que te calles y me dejes jugar —le susurró, luego de eso lo tomó del codo para sorpresa de Jax, con intención de sacarlo afuera.
—Ya les dije que jugaré. No hay nada más que agregar —para probar su punto, se sacó las vendas que tenía y las puso en el bolsillo. Disimuló el dolor que eso le produjo lo mejor que pudo, más teniendo en cuenta que usó una sola mano para hacerlo y con mucha brusquedad, no queriendo dejar escapar a Jax. Luego lo llevó a rastras lejos de ahí.
—¡Suéltame! Voy a decirle sus verdades a ese idiota —soltó con enojo.
—¡Ya basta! —podía sentir a unos cuantos chicos del equipo mirándolo, incluso uno de ellos, Connor, para su desgracia, estaba cerca de la entrada. Iker lo miró con odio y el chico, disimulando no escuchar nada, miró a otro lado. Iker juraría que estaba esperando a aquel cabeza de zanahoria para hacer alguna cursilería que probablemente le generaría arcadas.
Ignorando a los demás, acercó a Jax para poder aclarar unas cuantas cosas.
—Deja de meterte donde no te necesitan. Lo que yo decida o no hacer por mi equipo solo me concierne a mí. ¿Entendido?
—¿Así que el señor cara de culo olvidó el pequeño detalle de que yo personalmente limpié y vendé todas sus heridas? —replicó. Iker miró a los lados para saber si nadie estaba escuchando la conversación. Connor miraba con sospechosa atención sus uñas, por lo que se alejó un poco más.
—Si mal no recuerdo, me dijiste que fue una molestia para ti hacerlo, entonces, ¿por qué sigues repitiéndomelo en la cara una y otra vez? ¿Acaso quieres un premio?
—¿Y qué si lo quiero? —Jax sonrió de lado con malicia. Iker trató de que no se diera cuenta la reacción de su cuerpo ante aquella pregunta.
—¿Estás hablando en serio? ¿Realmente lo hiciste solo por egoísmo? —para su sorpresa, la pregunta fue sincera. Jax también lo notó.
—Sabes que no fue por eso. ¿Olvidas todo lo que pasó ayer?
Iker desvió la vista. Recordó el momento que tuvieron el día anterior, ¿cómo no hacerlo? Se divirtió más de lo que hubiera pensado y eso que solo platicaron como si fueran... amigos. Aquel momento no se sintió como si hubiera sido desagradable para Jax.
—No tengo tiempo para hablar de cursilerías —lo soltó y huyó lejos de él. Le empezaba a asustar el rumbo, no solo de sus pensamientos, sino también de los sentimientos que jamás pensó experimentar.
«Esto está mal. Está tan mal» se repitió una y otra vez mientras iba a los vestidores. No quería ser como aquella persona, aquel hombre que lo abandonó cuando apenas era un niño. El solo recordatorio, hacía que Iker tuviera ganas de vomitar. Literalmente.
Reprimió con todas sus fuerzas las arcadas que le vinieron ante el recuerdo que había tratado de suprimir todo ese tiempo, pero que algunas veces resurgía creando una sensación parecida a una espina clavada en el corazón.
—¿Estás bien? —le preguntó Enzo.
—¡Te dije que me dejaras en paz! ¡Vete! —le gritó. El chico salió de ahí como si el mismísimo Satanás se le hubiera aparecido—. Idiota —murmuró ante su reacción exagerada.
Después de calmarse, fue con el resto de los chicos. Todos estaban en completo silencio, algunos porque no querían enojarlo más de la cuenta, pero notó que uno en particular estaba cabizbajo por otra razón. Iker tuvo unas tremendas ganas de ir a incordiar a Connor, pero se refrenó recordando la promesa que hicieron él y Jax. El porqué eso fue suficiente para calmar sus intenciones era una pregunta sin respuesta. En vez de eso, fue hasta el chico para poder sacarle información.
—Tú por qué andas así. ¿Te peleaste con tu novio? —se burló. Ni modo, se dijo, el ser un insensible molestoso estaba en su naturaleza.
Connor no respondió, solo se encogió de hombros.
—Te estoy hablando. ¿Por qué no me respondes? —dijo un poco enojado.
—En vez de preocuparte por mi novio y yo, ¿por qué no te buscas una vida propia? —cortó con frustración. Iker levantó la ceja, dolida y herida, con asombro. Connor no solía enfrentarlo de esa manera, debía estar realmente escocido para hacer eso.
—Quién diría que hasta un par tan cursi como ustedes, tendría problemas. ¿Qué pasó? ¿Sam descubrió tu fetiche? —indagó. Fastidiar a Connor era una de las cosas que más disfrutaba hacer, odiaba al chico por todas las razones que le confesó a Jax el día anterior, pero también, porque los homosexuales le causaban una sensación incómoda que lo asqueaba.
«Lo de Jax no cuenta».
A él le seguía gustando las chicas, incluso se excitaba con ellas, bueno, al menos cuando veía películas para adultos y se acostaba con ellas. Entonces... ¿eso en qué lo convertía? Rehuía la respuesta.
—¿Tú le has dicho algo sobre eso? —soltó Connor alarmado.
—Yo no tuve nada que ver en tus problemas amorosos. Al menos, no esta vez —Iker bufó, luego recordó la verdadera razón por la que estaba teniendo aquella conversación con él—. Por cierto, sobre tu secreto...
—¡Equipo, salimos en dos minutos! ¿Ya están todos listos? —el entrenador los empezó a apurar a tal punto de que ya no pudo continuar con lo que iba a decirle a Connor.
El equipo mixto del otro colegio tenía una defensa indestructible. Nadie podía atravesar el otro lado de la cancha y si alguno de sus compañeros pensaba que atacar a las chicas iba a ser más efectivo, estaban totalmente equivocados. Pero la mente de Iker estaba lejos del partido. Ni siquiera habían pasado diez minutos desde el comienzo del juego y él ya estaba sudando frío debido al dolor muscular. El día anterior no lo había notado, pero hoy que tenía que poner todo de sí en la cancha, se dio cuenta del error que fue venir a jugar. Sus pases se desviaban del objetivo, cayó en cada jugada del equipo contrario e incluso tuvo que disminuir la velocidad a mitad de camino a la portería. Podía escuchar al profesor Ruíz murmurar insultos dirigidos a él mientras que Enzo, en la banca, aguantaba el malhumor del entrenador.
«Debí haberle hecho caso al señor Betancourt», se lamentó, pero también, ansiaba obtener la beca para poder dedicarse a ese deporte de manera profesional. Ahora, lo único que logró fue frustrar aquel mismo sueño del resto del equipo debido a su egoísmo.
«Incluso Enzo podría jugar mejor que yo en estos momentos».
El entrenador pareció haber leído sus pensamientos porque para asombro de todos los presentes, Iker fue reemplazado por el escuálido y tembloroso chico que ahora estaba más pálido que una hoja de papel. Desde luego, Iker protestó y se negó a salir de la cancha, pero en el fondo, sabía que era la mejor opción. Eso lo enojó aún más.
Al chocar las manos de Enzo, lo hizo con tanta fuerza que el chico tuvo que frotarse la zona adolorida, no esperó a que el entrenador le hiciera un discurso, sino que fue directo a los vestidores. En ese momento agradeció que su familia no viniera a verlo pues Carson no lo dejaría en paz hasta humillarlo de todas las maneras posibles debido a esto.
Iker se sentó en uno de los bancos del vestuario y colocó su cabeza entre las piernas para poder calmarse. Estaba frustrado por no haber podido dar lo mejor de sí en la única cosa que amaba hacer, pero también, la rabia amenaza con devorarlo todo a su paso debido a su propia incompetencia. Pero el verdadero culpable de todo esto, era su padrastro, si el maldito no lo hubiera golpeado de aquella manera, esto no hubiera pasado. Iker rememoró la escena en su mente. Como Jax se había marchado de la puerta el día anterior cuando llevó a Santiago a su casa, la manera en que su padre envió al niño a jugar y se quedó junto a Iker para preguntarle qué exactamente estaba pasando.
—No me digas que ahora eres como tu padre, ¡esto es tan irónico! Si tu madre se entera que un chico acaba de defenderte con tanto entusiasmo, me pregunto qué es lo que diría...
—Yo no soy como él y ese chico no es nadie.
—¿Crees que puedes engañarme, estúpido? —El hombre lo había tomado del pelo y lo acercó a él—. Vi cómo se estaban mirando ni bien entré por la puerta. Eres asqueroso, un enfermo sin moral. Empiezo a pensar que tenerte tan cerca de Santiago es una mala idea, quién sabe lo que podría hacerle alguien como tú —el cuero cabelludo de Iker dolía como la mierda, pero lo que más lo hirió, fue aquella suposición errada de su persona. Él jamás haría daño a su propio hermano, ni a nadie de ese modo. Es verdad que le gustaba fastidiar a alguno que otro que lo desagradaba, pero no a tal punto. Aunque en el fondo, tenía miedo, ¿y si el hombre tenía razón? ¿Y si realmente era un enfermo? ¿Qué harían todos si supieran las cosas que Jax y él hicieron?
—Ya te dije que no soy como mi padre. Me gustan las cosas normales.
En ese momento, su madre volvió. Notó la manera en que el hombre estaba tomando a Iker y se llevó la mano en la boca, dejó sus cosas ahí mismo y vino hasta ellos.
—Más te vale —el hombre le soltó el pelo para después empujarlo por el respaldo del sofá.
—¿Qué está pasando aquí, querido? —su madre le preguntó al hombre. Porque por supuesto, jamás le daría a Iker la oportunidad de hablar primero.
—¿Sabías que tu hijo tiene amistades un tanto íntimas con otros hombres? —su madre lo miró de arriba abajo, Iker se sintió lo más bajo y sucio en ese momento.
—Eso no es verdad... —negó, pero cuando se trataba de su madre, se le hacía difícil mentirle. Solo se quedó callado después de negarlo, con un enorme e irrefrenable nudo en la garganta.
—Te aconsejo algo de hombre a hombre, aléjate de personas como aquel sujeto. No son más que unos degenerados, harían cualquier cosa con tal de meterse en tus pantalones, no conocen de escrúpulos, ni siquiera los niños se libran de esos ellos, quien sabe a cuántos habrá...
—¡Jax jamás haría algo como eso! —exclamó completamente cegado por la furia ante tal insinuación. Antes de darse cuenta, empujó al hombre con fuerza, haciendo que trastrabillara al retroceder—. La orientación sexual no tiene nada que ver con que seas o no ese tipo de persona —porque ni Sam, ni Connor, ni Jax eran así como su padrastro estaba insinuando. Podría odiar a los dos primeros, pero eso no significaba que los acusaría de algo tan grave. Hasta él tenía límites.
Su madre sujetó a Carson y lo miró con horror. Iker sabía exactamente por qué. Le estaba dando aquella misma mirada que a su padre en el momento en que había descubierto una verdad para la cual no estaba preparada. Su madre le hizo sentir como un insecto en tan solo unos segundos.
—Mamá... yo no soy así, créeme —se preguntó si estaba siendo sincero realmente, porque en el fondo, aquello sonó como una cruel mentira. La mujer fue hasta él y le dio una cachetada que resonó en toda la casa.
—Jamás vuelvas a defender a aquellos asquerosos degenerados de esa manera. ¿Acaso olvidas todo el daño que nos hizo tu padre? Más te vale, Iker, que no seas como él, porque si eso llegara a suceder, olvídate de que eres mi hijo —escupió la madre. Luego volteó hacia su marido—. Demuéstrale el castigo que se merecen las personas como aquel "amigo íntimo" que tiene, así se le quitará aquella absurda necesidad de protegerlos.
Miró con horror cómo su madre fue hasta la puerta y levantó sus cosas para luego ir hasta la cocina mientras que Carson parecía estar poseído por la euforia.
—Muy bien, Iker, te volveré a convertir en un hombre de verdad.
Luego de aquella analepsis llena de gritos y dolor, Iker volvió al presente. Se había sentido completamente humillado ese día, ni siquiera tuvo ganas de volver a levantarse del piso de su habitación, lugar donde terminaron los golpes. Había juntado sus cosas, fue a la habitación de su hermano para darle un beso de despedida, él pequeño lo sintió y le dio a Benji para que lo cuidara, después, salió de ahí prometiéndose jamás volver. Después de todo, el hombre lo había echado sin escrúpulos y su madre hizo oídos sordos a sus súplicas.
El primer lugar al que había ido por inercia fue junto al malhumorado y sarcástico chico de expresión maliciosa.
Tal vez, Carson tenía razón y era como aquel hombre. Como su padre.
En el vestuario, volvieron los demás chicos, por sus caras, pudo saber fácilmente el resultado. Enzo se sentó a su lado temblando y cabizbajo, Connor se dio una ducha con desgana, los demás empezaron a quejarse.
—¿Qué te pasa? ¿Te usaron a ti en vez de la pelota o qué? —soltó en cuanto el chico se calmó.
—Fue horrible, no pude hacer un solo pase, en los entrenamientos no fue así —se quejó con un hilo de voz.
—Me pasó lo mismo y no me ves llorando, pequeño tonto —Iker lo regañó—. Solo es juego, ¿y qué? Tenemos miles por delante y queda a tu cargo demostrarles a todos si te estás tomando este deporte en serio o solo eres un debilucho que no pudo con la presión —sus palabras estaban más dirigidas a él mismo que al esquelético chico, pero este parecía absorber como una esponja todo lo que decía.
—Tienes razón, ¡gracias! —respondió más motivado. Para su horror, estuvo a punto de darle un abrazo, Iker huyó antes de hacer contacto con él y se fue a dar una ducha. Aquel chico lo molestaba, pero por alguna razón, le recordaba un poco a Santiago.
Extrañaba a su hermano.
Al terminar, Iker ya no vio a Connor por ningún lado. Ya no pudo decirle nada sobre el chantaje, lo podría hacer después. Ahora tenía otra cosa que resolver.
Sus pasos le guiaron hacia los participantes de historia, pero el lugar ya estaba vacío. Qué fastidio. Continuó recorriendo y no encontró nada.
—¿Buscas algo? —le preguntó la chica de lentes que siempre estaba llamando la atención de Jax. No es que eso lo pusiera celoso ni nada.
—No es de tu incumbencia —respondió. Nunca fue amable con otras personas salvo raras veces con su propio equipo y no empezaría a derrochar gentileza ese día.
—Creo que sé qué es lo que estás buscando, pero como no me dices no puedo responder —la chica le guiñó el ojo. Eso lo irritó.
—¿Cómo podrías saberlo? —contestó con rudeza. Ella se encogió de hombros. Iker notó que llevaba un papel en forma de pergamino.
—Es mi dibujo —respondió a la pregunta no formulada de Iker—. Es un retrato de mi amiga, se supone que debíamos expresar un sentimiento fuerte en esta etapa por medio de una pintura.
—¿Fiorella? —dijo con la curiosidad ganándole a su irritación.
—Así es. ¿Quieres verlo? —ella no esperó a que respondiera de nuevo, Iker tuvo la ligera idea de que, de hecho, no le importaba lo que dijera, haría lo que se le viniera en gana. Sacó el hilo que sostenía el papel y desplegó la pintura.
Iker se quedó mudo. El talento de la chica era indiscutible. El retrato de Fiorella dándole una sonrisa tímida y a la vez feliz, lo dejó conmocionado. Tomó la pintura de la chica y exploró a detalle.
—Esto es en verdad hermoso —afirmó.
Antes de poder agregar algo más, Yonka y él vieron como Connor salía disparado desde uno de los corredores, con la cara totalmente pálida, Iker pensó que luego del juego iría a ver a su novio, pero ahora quedó en duda al observarlo tan agitado. Él no reparó en los dos y continuó su camino con prisa.
—¿Qué crees que pase con él? —preguntó la chica. Iker se encogió de hombros completamente confuso. Yonka, al ver que el chico todavía sostenía su pintura con cuidado, se sintió tímida de repente, esperaba una respuesta sarcástica de él al ver su arte, pero eso nunca vino—. En fin, vamos a buscar a Jax.
La chica le sacó el dibujo y lo volvió a enrollar y se alejó. Iker quiso negarle que estaba buscando a Jax, pero ella ya estaba muy al frente, si tenía razón, él lo seguiría. Y eso fue exactamente lo que pasó. Por el camino, notó que sacó su celular y escribió algo unos segundos para después guardarlo de nuevo.
Llegaron hasta el comedor y algunos profesores estaban hablando entre sí con caras de preocupación, Jax y otro estudiante estaban escuchando lo que los maestros decían.
—¿Qué pasa? —preguntó Yonka al acercarse.
—Es Sam —respondió Jax, titubeó un poco al verlo cerca de la chica, pero luego volvió a añadir: —. Está perdido, no fue a la primera ronda.
—¿Cuándo fue la última vez que vieron a Sammy? —la chica dijo preocupada.
—Yo lo vi cuando fue rumbo al salón que le señalé. Pero el profesor Morrison me notificó que jamás llegó, estamos planeando recorrer el lugar para poder encontrarlo.
En ese momento, la profesora Linda llegó hasta ellos.
—Encontré a Connor en el corredor, le dije que no sabíamos nada de Samir y salió corriendo a buscarlo hacia la dirección que le señalé.
—Entonces nosotros podemos repartirnos los demás sectores para hacer la búsqueda más efectiva —señaló la profesora Alarcón y todos estuvieron de acuerdo.
—Iker y yo podemos ir al sector D, cerca de donde debió ser la competencia —se ofreció Jax para sorpresa de casi todos los presentes. El señor Betancourt asintió.
—Está bien, pero más vale que busquen a Sam y no se metan en otra pelea —amenazó su padre.
Iker ni siquiera tuvo la oportunidad de decir algo, fue jaloneado hacia la salida. Esa acción era sospechosamente similar a la de él empujando a Jax fuera del autobús a la mañana. Para su vergüenza, vio que Yonka le guiñó de nuevo el ojo con complicidad. ¿Qué tanto sabía aquella chica?
—Hey, ¿dónde me llevas? —reclamó Iker luego de perderse entre un montón de pasillos.
—Estoy buscando un lugar donde podamos hablar a solas —soltó Jax.
—¿Para qué quieres hablar en privado conmigo? ¿Vas a hacerme alguna cosa depravada de nuevo?
—¿En verdad preguntas para qué? ¿No se supone que viniste a buscarme porque tienes un asunto importante que resolver conmigo? —Jax detuvo el paso y lo miró confuso, pero no tanto como Iker.
—¿De qué demonios estás hablando?
—Yonka me dijo eso —luego sacó su celular del bolsillo y revisó sus mensajes para proceder a mostrárselo a Iker.
La chica prácticamente le dijo a Jax que él lo estuvo buscando desesperadamente aula por aula durante un lugar rato hasta que la encontró, la acorraló y le preguntó dónde estaba Jax porque tenía una confesión muy importante que hacerle, algo que ya no podía guardarlo para él solo, ella, sorprendida por la reacción tan pasional de Iker, le mostró el camino para llegar hasta él.
—Mataré a esa chica —dijo Iker mientras la vergüenza se habría paso en él. ¿Cómo podía inventarse tal cosa?
—Ya decía yo que había algo raro en el mensaje, pero como se trataba de ti reaccioné sin pensarlo —cerró la boca en el mismo momento en que terminó de decir la oración, luego desvió la vista y carraspeó.
¿Por qué el corazón de Iker reaccionó como si estuviera en una montaña rusa?
—Es verdad que estaba buscándote, pero no por esa razón —Iker volvió a la realidad—, quería preguntarte cómo te fue en la competencia, si ganaste como siempre o fracasaste como lo esperaba, pero no tengo tu número de teléfono o te hubiera enviado un mensaje o algo.
—Por supuesto que lo tienes.
—No lo hago.
—Que sí —insistió el chico—. Revisa tu celular —Iker, con recelo, sacó su celular de la mochila llena de ropa que tenía cargada en la espalda y lo revisó. Para su sorpresa, el nombre del chico figuraba entre sus contactos.
—¿Cómo es esto posible?
—Lo guardé cuando estabas dormido, pensé que te darías cuenta tú mismo, deberías usar una contraseña más difícil —se encogió de hombros como si no fuera la gran cosa—. Y sobre la competencia, por supuesto que hice basura a todos, las preguntas fueron más aburridas que en la primera etapa. ¿Y a ti cómo te fue?
—Deberíamos seguir buscando.
—¡Espera!
Se adelantó con Jax siguiéndole los pasos, al voltear en uno de los corredores, tropezó con alguien. Estuvo a punto de insultar al idiota que se atrevió a ponerse en su camino, pero se trataba de nada menos que Liam Morrison. Aquel hombre nunca le dio buena espina.
—Llevo prisa así que quítate —le dijo el profesor despectivamente.
—Usted fue el que chocó conmigo —como siempre, su mala lengua siempre salía a relucir en los peores momentos.
El profesor Morrison lo miró con enfado e irritación para luego desviarse y continuar sus pasos. Se veía agitado y algo sudado. Pero lo más extraño para Iker fue ver un rastro de sangre cerca de sus labios, conociendo lo impecable que era siempre, aquel hecho no le pasó desapercibido.
—¿Qué demonios le pasa a ese hombre? —inquirió Jax.
—A mí siempre me pareció un grano en el culo.
Continuó con su camino, por más que Jax preguntara una y otra vez su resultado, él tenía demasiada vergüenza de contarlo, por lo que cambiaba de tema y seguía con la búsqueda. Después de recorrer todo un sector entero, caminar lo que sería el equivalente a kilómetros y dar vueltas tras vueltas en corredores sin fin encontrando absolutamente ninguna información de Sam, decidieron volver.
—Descansemos un rato, estoy muriéndome del cansancio —se quejó Jax. Iker, por más raro que sonase, estuvo de acuerdo con él.
—Está bien, creo que el efecto de las pastillas que me tomé ya terminaron —se tocó un poco las zonas adoloridas.
—¿Te tomaste los ibuprofenos que te di? —preguntó Jax. Iker lo miró sorprendido. Pensó que había sido el profesor Betancourt, la idea de que fuera Jax, lo llenó de un sentimiento cálido en el pecho.
Evidentemente, eso no lo expresó en el exterior.
—Ya vámonos, no podemos seguir perdiendo el tiempo.
Siguió el camino por otro sector parecido al anterior y con más aulas y corredores. Minutos después, notó que Jax estaba en un silencio sospechoso detrás de él, volteó a ver por qué no lo estaba molestando y lo encontró mirando su trasero con una sonrisa pícara. Iker se lo cubrió instintivamente.
—¿Qué se supone que haces?
—Solo admiro el paisaje —dijo con una sonrisa arrogante—. Vamos, no te pongas así —se acercó hasta él—, después de todo, no hay nada que ya no haya visto antes —le susurró cerca del oído.
Iker odiaba el hecho de que su cuerpo reaccionara como si hubiera estado esperando aquella provocación.
—Cálmate, se supone que debemos buscar a ese bueno para nada de Sam.
—Tienes razón, pero un pequeño atajo, uno de dos segundos, no le hará daño a nadie —Jax aprovechó la nula cantidad de personas y lo acorraló contra la pared—. Vamos, sé que lo quieres —juraría que Jax era el demonio mismo en esos momentos. Llevó su rostro muy cerca de la oreja y depositó un ligero beso en el cuello que lo derritió por completo. No tenía defensas cuando se trataba de él.
—Solo cinco minutos —Iker no pudo terminar la oración porque Jax lo llevó con rapidez hacia la parte trasera de donde sea que se encontraban, buscando un lugar más privado.
—Ve más despacio, alguien podría vernos —lo regañó Iker.
Sin hacerle caso, entró a una de las habitaciones al azar. Las luces estaban apagadas y terminaron tropezando contra unos cuantos muebles. Escucharon un par de utensilios caer y hacer un ruido parecido al cristal, pero sin romperse, a la vez que un olor raro se propagó en el aire. Evidentemente, no hicieron caso a nada salvo ellos mismos. Eso le recordaba un poco a la vez en que se encerraron juntos después de la primera ronda en la etapa anterior. En aquel entonces, Sam había arruinado su encuentro, esta vez ya no estaba cerca para hacerlo de nuevo.
Ni bien mandaron lejos lo que les estorbaba, Jax saltó directo a los labios de Iker. Este quiso imitar la acción, pero golpeó uno de los moretones cerca de su boca.
—¡Demonios, Jax! ¿Me quieres dejar sin labios? —dijo tratando de aliviar la zona adolorida.
—No seas quejica, te ayudaré —se llevó la lengua por encima del moretón y lo lamió, después con más sutileza, bajó la mano de Iker y lo besó. Ya no había desesperación en las acciones de Jax, su toque fue dulce y tierno. Eso desestabilizó todas las defensas de Iker. Cediendo ante el chico, profundizó el gesto con cuidado. Jamás había sido besado de esa manera, como si fuera valioso, querido. La intensidad del sentimiento que lo poseyó en esos momentos lo asustó. Pero no cortó el contacto.
Lo que sí logró cortar aquel ambiente fue un estruendoso sonido proveniente del aula contigua. Al principio lo ignoraron para poder continuar con sus candentes asuntos, pero cada vez era más ruidoso.
—¿Qué carajos es eso? —preguntó Iker completamente frustrado. ¿Acaso no podían al menos una vez tener un momento en paz?
—No le hagas caso y continuemos —cuando iban a besarse de nuevo, un ruido aún más fuerte se escuchó del otro lado.
—¿Crees que sea un fantasma? —preguntó Iker medio en broma y medio en serio.
—Vamos a ver de una vez así podremos volver —respondió Jax con una frustración mal disimulada. Al menos Iker no era el único que se sentía de la misma manera.
Al salir de la sala, cayeron en cuenta del cartel que ponía "Laboratorio de Ciencias Químicas" en la parte de arriba. Eso explicaba lo de los cristales y el extraño olor. Iker solo esperaba no haber pisado algún sapo disecado mientras besaba a Jax.
—¿Qué demonios es esto? Mira, alguien dobló una varilla de hierro sobre las manijas —comentó Iker con total confusión—. ¿Crees que haya alguien adentro?
—¿Por qué no preguntas, idiota? —respondió Jax queriendo librarse ya de todo aquel asunto para volver a lo suyo con Iker—. ¿Hay alguien ahí? —gritó.
—¡Jax, Iker! ¡Somos nosotros, por favor ayúdennos! —respondió Sam con desesperación.
—¡Qué demonios! —exclamó Iker.
Los dos chicos sacaron la varilla de las manijas y la tiraron a un costado para poder abrir la puerta. Entraron al lugar y encontraron a Sam y Connor, el primero con una vara de metal y el otro con una silla vieja y oxidada en manos. Los dos chicos bajaron sus cosas y fueron hasta ellos.
—¡Gracias a Dios nos encontraron! Empezábamos a preocuparnos —dijo Sam.
Tanto Iker como Jax miraron horrorizados el rostro del chico y cómo se estaba atajando las costillas como si el dolor estuviera devorándolo.
—Hay que salir de aquí. Ahora —sentenció Connor.
—Que lástima que eso sea imposible.
Todos los presentes dirigieron la mirada hacia la entrada, lugar donde un chico alto, con uniforme impecable y con el rostro extremadamente familiar para Iker estaba sosteniendo un arma contra ellos.
—¿Archer?
—¿As? —preguntaron Iker y Jax sucesivamente.
Iker notó como su primo se tensó ante el nombre con el que lo llamó Jax, en cambio, cuando fijó su vista en Iker, este cambió su expresión a una de odio. Iker jamás tuvo una relación muy buena con él, sobre todo dado el hecho de que su tío, el padre de Archer, era hermano de su padre, razón por la que su madre lo evitaba. Y él también lo hizo por mucho tiempo a pesar de los intentos del chico por querer acercarse a él.
—Si no quieren resultar heridos, arrójenme sus celulares —sentenció.
—Espera, As, ¿qué estás haciendo? —se alarmó Jax.
—¿Lo conoces? —preguntó Sam.
—Compartimos el mismo grupo de amigos —fue lo mejor que pudo explicar.
—Archer, no sé qué es lo que está pasando aquí ni por qué sostienes un arma, pero si lo bajas, quizás podemos conversar, después de todo, somos familiares, ¿cierto? —Iker mencionó con cautela. Jax frunció el ceño ante el dato que no sabía, mientras que Sam y Connor estaban tensos uno a lado del otro.
—No me hables sobre ser familia. Por culpa de tu padre, el mío me reprimió hasta el punto de alejar a mis amigos de mí, por si se me mudaba lo mismo. Incluso cortó toda relación contigo y tu familia. Es solo debido a mí que nos mantenemos en contacto, quise acercarme a ti, pero ¿qué obtuve a cambio? Solo menosprecio... jamás me miraste como algo más que una molestia, como si el tenerme cerca solo te causara malestar. ¿Y ahora vienes a usar la carta de "somos familia"? No me hagas reír.
Iker notó el veneno en sus palabras, no pensó que lo llegaría a herir de ese modo, él solo quiso alejarse de todo recuerdo de su padre.
—Puede que en partes tengas razón, pero sabes que eso fue porque no quería nada que me recordara a mi padre y para mi desgracia, tú eres su sobrino. ¿Cómo crees que eso me hacía sentir? Además, vamos, sabes cómo soy, menosprecio a todo el mundo —se encogió de hombros—. ¿Cierto? —volteó a preguntar a Jax.
—Eso es verdad —sentenció el chico.
—¿¡Y qué me dices de ti entonces, Jax!? Siempre que quise acercarme a ti, hiciste todo lo posible para mantenerme alejado, cada vez que intenté hablar contigo me respondías con monosílabos, como si me odiaras aun cuando no tenías una razón para eso. Todos ustedes me dieron la espalda y ahora es cuando obtendré mi venganza.
—Pensé que me estabas coqueteando y me ponía incómodo —se defendió Jax. Archer tuvo el agrado de sonrojarse un poco. Iker frunció el ceño sin gustarle nada lo que estaba escuchando.
—Estás inventando, solo quería ser tu amigo. Pero no importa, ahora ya no —volvió a apuntar el arma—. Arrójenme sus celulares. Ahora.
No tuvieron más opción que obedecerlo. Tiraron sus pertenencias cerca de la puerta y Archer los recogió. Luego de eso, se despidió.
—Esto lo hago por la única persona que me supo valorar. Ustedes pueden irse a la mierda —cerró la puerta y volvió a poner el hierro para impedirles salir.
—¿Alguien puede explicarme qué demonios acaba de ocurrir? —preguntó Jax—. ¿Eso era un arma de verdad?
—Probablemente Liam se lo dio —afirmó Sam, sentándose en el suelo.
—¿Qué tiene que ver ese hombre con Archer? —interrogó Iker sentándose también, pues tenía dolores por todo el cuerpo al igual que Sam.
—Yo solo sé algunas cosas, pero Sam es el que debe decirnos la verdad —Connor se situó a lado del chico para fastidio de Iker, odiaba ver parejas emitiendo vibras amorosas. Pero no objetó nada cuando Jax se sentó cerca de él.
Connor notó como Sam titubeó y agachó la mirada. Ya sabía que el chico ocultaba algo de él, no era un tonto, solo que no quiso presionarlo y decidió confiar en él. Sin embargo, la situación se salió de control y todos merecían una respuesta que solo él podía ofrecer. Para tranquilizarlo, llevó la mano sobre su hombro.
—Está bien, Sam, puedes confiar en mí —le habló en voz baja. Eso solo hizo que Sam se encogiera aún más.
—Lo diré, pero primero tengo que hablar a solas contigo, Connor —el chico depositó sus hermosos ojos verdes sobre los suyos. No sabía cómo, pero Sam lograba hacer latir su corazón aceleradamente con tan solo una mirada, cuando le dedicaba una sonrisa, en cambio, Connor podía sentir un cosquilleo cálido en el estómago. Siempre tuvo aquella reacción cuando se trataba del chico de cabellos rojizos.
—Pues lo veo muy difícil dado que estamos todos encerrados aquí, así que suéltalo de una vez —Iker cortó el ambiente que se formó entre los en un santiamén.
Cuánto odiaba al chico. Al parecer no era el único que notó su innecesario comentario porque Jax le dio un codazo que lo hizo hacer una mueca de dolor. Connor no se creía del todo aquella historia de Iker saliendo lastimado por defender al equipo, más teniendo en cuenta que escuchó cómo Jax le reclamó el hecho de limpiar sus heridas él mismo. Sospechaba que entre los dos había algo más que solo enemistad.
—Vamos un poco más para allá —Connor señaló la parte trasera de la sala. No era tan alejada de los oídos curiosos de Iker, pero al menos podrían tener más intimidad.
—Y nosotros iremos al otro lado —afirmó Jax para frustración de Iker y alivio de Connor quien agradeció el gesto.
Sam se levantó con dificultad, negándose a recibir la ayuda de Connor. Lo que sea que iba a contarle, pensó el chico, no era nada bueno.
—Solo prométeme que no me odiarás después de decírtelo —la voz de Sam salía entrecortada.
—¿Cómo podría hacerlo? —llevó sus manos para acariciarle la mejilla.
Sam no tenía idea de lo mucho que esperó a que su amor fuera correspondido, a las veces que se quedaba mirándolo absorto cuando él no se daba cuenta, de cómo verlo por los corredores era suficiente para que su día fuera bueno. Era Connor quien temía que Sam terminara por despreciarlo si se enterara hasta donde llegaba los sentimientos que tenía por él y las cosas que hizo bajo la excusa de amarlo.
—Hice cosas de las cuales me arrepiento, Connor, cosas que probablemente me atormentarán siempre —Sam bajó la cabeza y se limpió una gota de lágrima que corrió por la mejilla. A Connor le preocupó aún más lo que sea que iba a contarle Sam. No podía ser tan grave, ¿o sí? —. Necesito empezar a ser sincero contigo de una vez.
Hola a todos, les prometí volver pronto y aquí estoy c:
¿Qué les pareció el capítulo? Sé que extrañaban un poco el Jaxer, así que aquí hay un poquito de ellos, esperemos que todo se resuelva ahora que están los cuatro reunidos.
También quería hacer una dinámica con ustedes. En multimedia encontraran el diseño de los personajes que hice en la página de picrew.me. Están Sam, Connor, Jax e Iker, pero ustedes tienen que adivinar quién es quién, les puse el numerito a lado de los personajes para que puedan citar (si quieren) en los comentarios con el número y el nombre que le corresponde a cada uno, solo es adivinar en base a sus características y expresiones, está muy fácil y me pareció muy divertido hacer esto <3 .
En la próxima actualización publicaré los resultados. ¡Nos vemos muy pronto nuevamente! Los quiero ❤️
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