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V e i n t i d o s


Sam estaba nervioso y dubitativo. Tenía a Liam frente a él, sentado en la misma mesa y luciendo mucho más serio de lo habitual. El lugar que ofreció para el prometido almuerzo era un restaurante alejado de las inmediaciones del colegio. Sam se sintió cohibido al entrar con él. No estaba usando el uniforme por tratarse de su día libre, pero de todos modos, nadie reparaba en ellos. A lo mejor veían a Liam como si fuera su hermano mayor antes que otra cosa.

En un principio, quiso rechazar la invitación, pero lo vio como una oportunidad para hablar sobre lo que pasó entre ellos dos. Así que con un silencio sepulcral, fueron hasta el restaurante.

—¿Ya sabes qué pedir? —le preguntó. Su voz le dio ligeros escalofríos por la manera tan fría en que le habló. No sabía si estaba molesto con él o era debido a otro asunto.

—Creo que solo comeré una ensalada —murmuró Sam. Eso llamó la atención de Liam.

—Eso no será suficiente, necesitas alimentarte bien. ¿Quieres que pida por ti? —sugirió. Ese gesto lo calmó un poco, al menos no está tan enojado como para no preocuparse por él. Sam asintió.

Liam llamó al mesero y pidió strogonof con ensalada caprese para ambos. Sam no tenía mucho apetito, pero tampoco quería rechazar la comida siendo que Liam fue quien invitó.

Se quedaron nuevamente en silencio después de eso. Aquello ya se estaba posponiendo demasiado, pero en cuanto abrió la boca para hablar, Liam fue primero.

—Antes que nada, te pido disculpas por mi malhumor de hoy —lo cortó Liam—. Lo que pasa es que últimamente me estuvo yendo muy mal en todos los aspectos de mi vida, el tener un tiempo hoy contigo es lo que me salva de un día espantoso —sonrió con amabilidad.

Sam ahora no sabía cómo abordar el tema por el que vino sin sonar como un completo insensible. Liam estuvo para él en los momentos en que más lo necesitó y se sentía como si se estuviera deshaciendo de él ahora que las cosas estaban mejorando de a poco.

—No te preocupes —fue todo lo que dijo. Liam se mostró un poco decepcionado y eso le hizo sentir culpable—. Puedes contarme de tus problemas, tú sabes —añadió y esta vez sí obtuvo la reacción que esperaba.

—Mi principal problema es en mi empresa, ¿te acuerdas de ella? —Sam asintió—. Las ganancias iban muy bien en un principio, pero ahora están disminuyendo y he tenido que recortar gastos.

—¿De qué trata exactamente tu empresa? —preguntó con curiosidad. Sam sabía que le estuvo yendo bien pues su atuendo, el departamento lujoso y el coche no eran pagados con el sueldo de un profesor. Debía ser difícil para Liam afrontar esta situación. También recordó la vez que encontró facturas vencidas una vez en su casa, lo que repaldaba lo que estaba diciendo ahora.

—Vendo estimulantes que ayudan a mejorar el rendimiento de las personas. Es útil tanto en deportes, como para lo académico, pero no te precupes —agregó al ver las dudas entrando en la mente de Sam —, son inofensivas, incluso hay estudios que la respaldan —En este punto tuvo que cortar la conversación porque el camarero vino con los pedidos.

El plato de Sam se veía realmente apetitoso, el hambre se apoderó de él en cuanto olió la comida. Liam probó su plato cortando la carne con tanta elegancia en comparación a la torpeza de Sam, que le hizo sentir un tanto avergonzado por sus modales.

—¿No necesitas permiso para vender productos farmacéuticos? —interrogó con curiosidad. Liam terminó de tragar la carne envuelta en salsa, se limpió la boca aunque no tenía una pizca de mancha y respondió.

—Tengo todos los permisos necesarios, el problema es que el colegio tiene prohibido que los profesores vendan cualquier cosa a los alumnos, por eso necesito de personas de tu edad para que puedan ser los intermediarios.

—Pero dijiste que estabas teniendo problemas económicos, ¿no es así? ¿Tienes capacidad para contratar a una persona más?

—Exactamente, ese es el punto. Mi proveedor, un hombre que hace poco vino de Rusia, sufrió percances que me limitaron muchas ventas, debido a ellos perdí clientes y me vi en la necesidad de despedir a algunos que trabajaban directo para mí. Quedé solo con dos personas y ahora uno de ellos también salió, por lo que busco una persona que pueda hacer la mitad del trabajo mientras que mi otro empleado hace la otra parte.

—¿Esas personas que trabajaban para ti eran también alumnos del colegio?

—La mayoría. Lastimosamente, el único que me ayudaba en el colegio y a quien logré conservar luego del recorte, sufrió un ligero percance y ahora me quedé sin nada.

—¿Qué tipo de percance? —dijo Sam con intriga.

—Problemas personales, nada muy grave —Liam le restó importancia—. Es por eso que me estoy viendo en un verdadero aprieto —Esta vez Liam lanzó un suspiro que cargaba de frustración.

Para Sam, Liam lo ayudó en momentos realmente importantes para él, días en que estuvo desorientado y solo. Por esa razón, no quería verlo atravesar todos esos problemas. No es como si por el hecho de que se haya dado cuenta de sus sentimientos, tenga que dejarlo de lado. Lo valoraba lo suficiente para querer seguir siendo cercano a él.

—Si tú quieres…puedo ayudarte mientras consigues personal —se ofreció.

—¿En serio? ¿Harías eso por mí? —dijo y pudo percibir que estaba realmente esperanzado.

—¡Claro! Me encantaría poder ser de utilidad —Sam sonrió.

—Menos mal cuento contigo, Sam —le ofreció una mirada cálida—. Eres muy importante para mí, lo sabes, ¿no?

Sam no supo cómo reaccionar, aunque ahora pudo por fin ponerle nombre a sus sentimientos por Connor, no significaba que podía olvidar todo lo que vivió con Liam y cómo se sintió a su lado. Él era cautivador y fascinante. Ante el mínimo roce de él, su piel se llenaba de calidez. Le costaba mucho decir las palabras que quería para no perder su amistad. Sin embargo, también pensó en Connor, sus ojos dorados que lograban llenarlo de hormigueos incesantes en el estómago, quién con solo un roce de labios podía llenarlo de dicha y hacerlo olvidar de todas sus preocupaciones. Recordó el pequeño momento de felicidad que vivió aquel día bajo la lluvia, completamente empapados y sin poder disimular lo que sentían el uno por el otro.

Todo lo que experimentó con Liam, por más que lo haya salvado de la desesperación y la soledad, es como un eco de los sentimientos que despierta Connor con él.

El almuerzo terminó poco después de que Liam le haya dado más detalles sobre lo que tendrá que hacer, lo cual no era mucho, solo necesitaba actuar como el chico de los recados.

—Es muy importante que no le digas a nadie que trabajas para mí, recuerda que es prohibido que un profesor venda cosas, o sino yo mismo lo haría personalmente —aclaró eso como dos veces, al parecer realmente le importaba ese punto.

Después de eso le ofreció comer el postre, pero tuvo que declinar su oferta, ya estaba con el estómago muy lleno.

—Escucha, Liam. Quería hablarte de algo —mencionó en cuanto subieron a su vehículo.

—Claro, Samir, ¿qué pasa? ¿Tienes un problema? —preguntó preocupado para luego levantar sus manos y acariciarle la mejilla—. Me tuve que contener mucho en el restaurante.

—Liam…—su caricia lo descocontraba, por lo que tomó sus manos y las bajó—. Quiero que sepas que fuiste muy importante para mí todo este tiempo, pero esto tiene que parar.

—¿De qué hablas? —preguntó desconcertado.

—Lo nuestro, digo…—Sam se puso un poco avergozado por tener que decirlo de manera más explicita—. Entre nosotros hay una gran brecha de edad y además, eres mi profesor y yo solo soy…

—Estas terminando conmigo —afirmó Liam.

—Ni siquiera estábamos saliendo para comenzar así que…

—¿Crees que yo no tomé en serio nuestra relación? ¿Di indicios que te hicieron dudar de la veracidad de lo que siento por ti? —su voz salió fría cortante y su expresión iba a la par de su tono.

—No es eso, es solo…—Sam dudó en decir la verdadera respuesta, pero luego se armó de valor. Liam merecía sinceridad—. Estoy enamorado de alguien más.

Se sentía un poco vergonzo decirlo en voz alta, aunque también, lo hacía sentirse liberado.
Liam pasó del enojo a la incredulidad para luego terminar lanzando un bufido.

—¿Enamorado? —rió—. Sam, ¿entiendes lo que estás diciendo?

—Es la verdad. Escúchame, Liam, no me arrepiento del tiempo que pasamos juntos, fue una de las mejores cosas que me sucedió y me ayudó a entenderme más a mí mismo, pero descubrí que hay una persona por quien siempre sentí cosas que me negaba a aceptar.

—¿Y quién es esa supuesta persona que te hace tan feliz? Ah, no espera, lo adivinaré, ¿Connor? —soltó con burla—. Sam, a ese chico no le importas ni la décima parte de lo que me importas a mí. Solo está jugando contigo.

Sam no esperaba una charla pacífica, pero ciertamente, tampoco aquella reacción de parte de Liam. Nunca lo vio tan enojado.

—Independientemente de lo que piense Connor, yo ya no estoy conforme con esta relación entre tú y yo. Siento que estoy traicionándome a mí mismo si decido continuar con esto en vez de luchar por quien realmente quiero.

—Estas tirando a la basura lo que tenemos, Samir. Pensé que me querías —esta vez, Liam cambió el enojo por la tristeza—. Encima ahora que no hay más que problemas a mi alrededor, el saber que tú estarías a mi lado, era consuelo suficiente para poder soportar todo lo que me agobia.

—Aún puedes contar conmigo —dijo Sam, sintiéndose la persona más horrible del mundo por dejarlo cuando él más lo necesita—. No tenemos que alejarnos, yo todavía quiero ayudarte con la empresa y cuando necesites hablar con alguien.

—Me pides que te mantenga cerca mientras vas a los brazos de otra persona, ¿por qué quieres verme sufrir de esa manera?

—No es así… —Sam no supo cómo argumentar.

Liam desvió la vista lejos de él, en ese momento, su celular sonó y lo revisó. Deslizo los dedos sobre la pantalla unas cuantas veces se pasó la mano por el rostro con frustración y lo colocó sobre el espacio cerca del volante.

—Está bien, Sam. Sabes que nunca podría obligarte a nada —admitió después de un largo rato sin decir palabras—. Pero antes, ¿podrías hacerme un favor?

—El que quieras —respondió aliviado por que hubiera entendido la situación.

—Dame un beso —Sam ciertamente no quería hacerlo, no después de lo que compartieron él y Connor—. Después de todo lo que ya pasó entre nosotros, eso no sería nada, ¿cierto? —Frunció el ceño, tampoco habían llegado tan lejos como para decirlo de ese modo. Sin embargo, ¿qué tendría de malo una última vez?

Liam no esperó su respuesta y tomó los labios de Sam. Su cercanía todavía lograba trasmitirle seguridad y protección, pero el beso, en cambio, fue más voraz y necesitado. Sam sentía que aquel gesto de parte de Liam era desesperado y lo dejó continuar. Sin embargo, en cuanto quiso cortar el contacto, Liam no se lo permitió, Sam colocó sus manos contra el pecho del mayor para darle un ligero empuje, pero su fuerza era mísera contra la postura del sujeto.

—Liam…es suficiente —logró decir a regañadientes. Liam continuó. Llevó sus manos un poco por encima de la rodilla de Sam y la subía lentamente a la par que lo besaba. Sam apretó fuertemente los brazos del hombre para que este pudiera reaccionar—. ¡Liam, para!

Lo soltó. Sam se quedó respirando agitadamente en su lugar. 

—Lo siento, cuando se trata de ti no puedo controlarme —se justificó. Sam se acomodó en el asiento de copiloto. No sabía cómo reaccionar.

—Creo que voy a irme en autobús —dijo y levantó el seguro de la puerta. Liam llevó las manos a la suya para que Sam no pudiera salir.

—Te llevaré yo —afirmó y tuvo la decencia de lucir avergonzado por su arrebato anterior.

—Ya te dije que si me ven llegando contigo, estaré en problemas —Solo quería huir y olvidar lo que acaba de ocurrir, pero eso no lo dijo en voz alta.

—Te dejaré en una esquina, así no tendrá que verme nadie y tampoco caminarás mucho —Sam tenía una negativa preparada en su mente, pero Liam fue más rápido—. Ya te pedí disculpas por el beso, pero si tengo que hacerlo de nuevo, lo haré, lo siento, ¿está bien? Es solo que de repente llegas y me dices que estás enamorado de alguien más y me desechas como si fuera basura. Eso hizo que perdiera un poco el control de mí mismo. Jamás te obligaría a nada y quiero que lo sepas. Solo estoy dolido por lo que me dijiste. 

—No te estoy desechando. Seguiré ayudándote, pero ya no quiero que esto se repita —sentenció Sam. Aunque por dentro sabía que las palabras de Liam eran ciertas, el hombre jamás se mostró agresivo con él antes, podría ser solo una reacción al ambiente que se formó alrededor de ellos. Pero no le gustó para nada, por un leve momento, sintió un poco de miedo.

Se instaló un silencio incómodo alrededor de ellos en todo el camino. Por más que quiso borrarlo de su mente, Sam continuó repitiendo la escena anterior mientras que Liam se perdía en sus pensamientos. Finalmente, en una calle cerca de su casa, Liam paró el auto.

—Samir, quiero que sepas que algo así jamás se volverá a repetir.

—Está bien, hasta luego —se despidió rápidamente.

—Además —continuó por encima de su palabra—, estoy seguro de que Connor terminará haciendo algo que te disguste y cuando eso pase, estaré esperando por ti con los brazos abiertos —Aquello, en vez de conmoverle, le pareció ridículamente parecido a una amenaza, como si Liam estuviera seguro de lo que haría Connor, pero eso no era posible.

Sam se bajó del coche sin decir nada más. Liam desapareció de su vista poco después.

—¡Samy! —escuchó como Cameron lo llamaba a lo lejos. Su corazón se detuvo por un segundo—. ¡Esperame!

—¿Qué haces aquí? —su voz sonó más acusadora de lo que quiso.

—Fui a llevar a Roy a la parada de autobuses, vino directamente aquí hoy antes de ir a su trabajo —respondió y le pasó el brazo sobre los hombros—. Dentro de poco ya podremos volver a estar juntos.

—No creo que a papá y mamá les agrade mucho la idea —afirmó. Por más que aceptaran a Roy, eso no significa que dejarían ir a Cameron de nuevo y tan fácilmente.

—Tendrán que hacerlo, además, ya pronto tendremos dieciocho, así que por más que se opongan a que me vaya, no podrán detenerme —Era verdad, tanto él como Cameron tendrían la mayoría de edad en solo unas semanas—. Por cierto, ¿quién era esa persona que te trajo en el coche?

Sam volteó a verlo sorprendido. Pensó que Cameron no lo había visto, pero solo estuvo retrasando el tema para tomarlo con la guardia baja.

—Yo…, olvídalo, no es nadie —espetó rápidamente. Menos mal ya estaban en la entrada de la casa así podría acelerar sus pasos y huir de él. No estaba listo para hablar de Liam con nadie.

Cameron se quedó en silencio, pero no podía ocultar sus verdaderos sentimientos de Sam. Estaba preocupado por él, pero también intrigado.

—Sabes que soy tu hermano y puedes confiar en mí —ratificó en cuanto entraron dentro de la casa.

—Por supuesto —respondió. Sin embargo, no se le ocurrió ninguna excusa creíble que decir. Por suerte, su madre llegó hasta ellos y los distrajo con alguna anécdota sobre sus nuevas clases de baile, cosa que Sam aprovechó para poder ir a meterse en su habitación con la vaga excusa de poder estudiar para la segunda ronda de la competencia.

Se pasó la tarde leyendo el cómic que Connor le regaló. Se hubiera puesto a estudiar, pero necesitaba distraerse de todo lo que pasó el día de hoy. En medio de la lectura, su celular comienzó a vibrar en el escritorio donde lo puso para poder cargar la batería. Al principio pensó que se trataría de Lucas, ya que le dijo que al día siguiente volvería a clases, pero se trataba de un número desconocido. Al contestar, la persona al otro lado ni siquiera esperó a que Sam hablara.

—Así que tú eres su nuevo juguete —la voz sonaba rara y burlona. Sam se quedó momentáneamente confundido.

—Disculpe, creo que se equivocó de número.

—Samir, presta atención a lo que te digo porque solo lo haré una vez, él solo te está utilizando —esta vez, Sam se asustó realmente.

—¿Quién eres?

—Tal vez te deslumbre con palabras bonitas, es un experto haciendo eso, creerás estar enamorado, ¡pero es mentira! Debes alejarte, no confíes en él —dijo la voz algo rasposa al otro lado de la línea.

—¿De quién estás hablando? —Sam estaba perdido entre toda aquella palabrería.

—Tú sabes de quién —luego de eso, colgó.

Sam se quedó varios minutos mirando el número telefónico. No tenía idea de lo que acaba de suceder. Alguien lo llamó para advertirle, pero, ¿de quién? Liam fue su primera idea, pero eso era imposible, aunque con lo que pasó el día de hoy, algo horrible pasó por su mente unos segundos, ¿y si no era él? ¿Y si tal vez se trataba de Connor? Después de todo, el chico ya le hizo daño a Cameron una vez, también a Sam. Pero su corazón le dolía al pensar en aquella posibilidad.

Sam se quedó tan paranoico que el sonido de la puerta de su habitación le hizo pegar un brinco.

—Sam, ¿puedo pasar? —preguntó Cameron, se lo notaba algo dudoso. Sam estaba renuente a hacerlo, pero no podía rechazar a su hermano.

—Claro, pasa.

Cameron entró con un poco de timidez y Sam tuvo la certeza de que fue por lo que hablaron hace algunas horas.

—¿Es nuevo? Es el mismo tomo que te di yo —mencionó en cuanto se sentó frente a él en la cama y tomó el cómic.

—Sí, el otro sufrió un pequeño accidente y decidí comprar uno nuevo —mintió y se arrascó la parte de atrás del cuello, pero de inmediato bajó la mano al percatarse de que aquel era el gesto que siempre hacía cuando mentía y fue descubierto por el mismo Cameron.

—¿Está bueno? —preguntó y le pareció que agitó muy exageradamente el libro. De inmediato, una nota cayó de él y Cameron con toda la inocencia del mundo, preguntó:—¿Qué es esto?

Sam nunca fue más rápido, arrebató el pedazo de papel con la nota de Connor en él y lo arrugó en sus manos. Cameron lo miró con incredulidad ante aquella fuerte reacción.

—Era solo una nota que hice sobre uno de los personajes, cosas que quería resaltar.

Cameron cerró el libro y lo dejó sobre la cama. Luego miró a los ojos a Sam sin ninguna pizca de piedad.

—Tú y yo tenemos que hablar —su tono no admitía peros.

—¿De qué? —preguntó nervioso. Algo le decía que sus palabras no iban a gustarle.

—Has estado actuando muy raro. ¡No me interrumpas! —exclamó y Sam cerró la boca—. Primero que nada, sé muy bien lo que decía esa nota. Lo vi el día en que vine a casa por primera vez luego de todo lo que me pasó. El hecho de que me mientas me hace sospechar mucho más de lo que sea que me estás ocultando. En segundo lugar, ese día después de la primera ronda del torneo, ¿crees que no me di cuenta la sonrisa bobalicona que tenías? No fue en absoluto debido a que pasaste la etapa como le dijiste a nuestros padres, te conozco mejor que nadie, viniste directo a tu cama a suspirar como si estuvieras…—Cameron cortó lo que tenía pensado decir—. Y luego lo de hoy, viniendo a casa en aquel auto lujoso con ventanas blindadas. ¿Ahora sí me dirás lo que pasa? ¿Quién ese “C” y por qué lo ayudaste? ¿Tiene que ver con la persona que te trajo a casa hoy?

Sam no había caído en la cuenta de lo mucho que su hermano lo conocía. Qué iluso fue de su parte pensar que nadie lo notaría. Pero no estaba listo en absoluto. Admitir lo que pasó con Liam delante de Cameron le daba tanto miedo como decirle lo que sentía por Connor.

—Lo siento, Cameron, no estoy listo para contarte —admitió con la cabeza agachada, pero tuvo una momentánea imagen de su expresión dolida.

—¿No confías en mí? —preguntó herido.

—No es eso. Es solo que es muy privado, no puedo decírselo a cualquiera —se puso a mover las manos con nerviosismo.

—¿A cualquiera? ¡Soy tu hermano, Sam!

—¿Y eso qué? ¡Tú también me ocultaste cosas! ¿No estás siendo demasiado hipócrita? —sonó más duro de lo que esperó. Cameron abrió el ojo sano con sorpresa asimilando las hirientes palabras de Sam. Solo una vez le había hablado así a Cam y fue cuando él se había ido de casa, luego de eso, no hizo más que arrepentirse por haberlo hecho y sin embargo ahora, volvía a repetir su comportamiento anterior.

—Me dolía ocultarte cosas sobre mí. Me sentía solo, desorientado y sobre todo, triste. Me odiaba a mí mismo por no tener la valentía suficiente para levantar la voz y hacerme escuchar, y más cuando Connor y los demás me lastimaron tanto. Yo solamente no quiero que tú pases por lo mismo.

Aquellas palabras volvieron a abrir viejas heridas en Sam. Sobre todo, cuando la respuesta a una de las preguntas de Cameron estuvo nombrada por él mismo. ¿Cómo le diría que su corazón latía por el chico que lo lastimó? El hablar podía herirlo aún más que ocultarlo.

Cameron se levantó de la cama y salió de la habitación mientras que Sam, trataba de no llorar como cuando era un niño pequeño y peleaba con Cam. De repente, ya no estaba tan seguro sobre lo que tendría que hacer por Connor. Se sentía como el más grande egoísta de todos.


—Sam, ¿estás bien? Te noto algo triste —dijo Lucas ni bien atravesaron las gruesas rejas del colegio.

—Estoy bien, no te preocupes —sonrió—. ¿Listo para volver a clases? —preguntó.

—Nunca pensé que diría esto, pero me alegra poder regresar, estar en casa era muy aburrido. Mi papá llamaba cada dos segundos a preguntar por todo y Marlene también —se quejó.

—¿E Iván? —lo molestó. Sabía que el chico estaba embobado de pies a cabeza por el nombrado.

—Vamos bien —afirmó un poco sonrojado, siempre le sorprendía la facilidad con la que su tez cambiaba de color al hablar del otro chico—. Jamás imaginé que me llegaría a enamorar tanto de alguien —sonrió con inocencia.

Le gustaba ver así a Lucas, se merecía tener a alguien que esté dispuesto a atravesar viento y marea por él. Siguieron hablando un poco más del accidente que sufrió hasta que entraron en los largos corredores. Notaron que las personas hablaban entre sí sobre algo que no pudieron descifrar. Pero una persona se encargó de hacerlo.

—Dicen que el ataque que sufrió fue por sobredosis de drogas. Era de esperarse de alguien como él, siempre que iba a alguna fiesta que me invitaban, él no parecía estar…ustedes saben, muy bien —habló Madison, quien estaba en el aula con las piernas cruzadas encima de su mesa. Las personas estaban alrededor de ellas escuchando con atención. Si bien Sam la había enfrentado en el aula semanas atrás, muy pronto volvió a ganarse la simpatía del grupo. Así era ella. Carismática y llena de malas intenciones.

—Pero, ¿no es exagerado que venga la policía a interrogar a las autoridades del cole? —acotó uno de ellos.

—¿De qué hablan? —preguntó Lucas por lo bajo.

—Creo que de un jugador del equipo de fútbol —comentó mientras se sentaban juntos aprovechando que no había ningún profesor cerca—. Hace días convulsionó frente a todos en la cancha.

—¡Eso es terrible! —exclamó—. ¿Por qué no me lo habías dicho? ¿Está bien? —preguntó. No entendía como Lucas podía estar siempre tan preocupado por los demás, incluso con desconocidos. Aunque por esa razón se habían hecho amigos en primer lugar.

—Me olvidé, sabes que la competencia me mantiene un poco ocupado —lo cierto era que un chico de ojos dorados había ido a acampar en su mente y se negó a irse de ahí—. Pero no pensé que sería sobredosis, eso es muy fuerte.

—Sí, pero los encontrar consumidores no es tan raro como piensas —afirmó recordando a Archer en la fiesta de Iker.

Después de un rato, el profesor entró a dar las clases. La mente de Sam estaba lejos de tiempos verbales, se perdió en su persona favorita para recordar. ¿Lo vería hoy?

No hizo falta esperar mucho, a la hora del receso, su figura apareció en la cafetería llamando su atención. Pero no podía apreciar lo que sus ojos veían porque Lucas se daría cuenta, así que volvió a centrarse en lo que su amigo estaba diciendo por más de que su sexto sentido era completamente consciente de Connor.

—¡Samy! —Yonka interrumpió la conversación entre Lucas y él. El chico miró a Yonka y a Sam reiteradas veces—. ¿Podemos pasar el break con ustedes? —preguntó en plural refiriéndose a Jax y ella. El chico como siempre no daba indicios de querer pasar tiempo con nadie.

—Por supuesto —dijo y se sentaron con ellos.

Lucas estuvo un poco tímido al principio y Yonka, cuya primera impresión era la de alguien seria y distante, fue abriéndose con él poco a poco haciendo que el otro también se relajara a su cercanía. Jax no dijo palabra alguna y se limitó a comer una manzana mientras miraba alrededor como si estuviera buscando a alguien.

—¿Escucharon lo de ese chico, el que se desmayó el otro día? —preguntó Yonka y Lucas negó con la cabeza.

—Solo que vino la policía a hablar con las autoridades del colegio porque se trataba de sobredosis —afirmó Sam. Su atención se desvió a su grupo de amigos y dejó de lado a Connor.

—Así mismo, ¿saben qué es lo peor? —dijo la chica con misterio.

—¿Qué cosa? —preguntó Lucas completamente cautivado por ella. Algo le decía a Sam que aquellos dos terminarían siendo muy buenos amigos.

—Sospechan que alguien está distribuyendo drogas dentro del colegio —soltó. Lucas abrió los ojos con incredulidad. Inclusive Sam estaba algo perplejo.

—No me sorprende, ese grupo solo está conformado por descerebrados —habló Jax por primera vez. Lucas lo miró algo reservado, parecía estar un poco intimidado por él, lo cual le causó gracia. Jax no era tan malo como se dejaba ver en el exterior.

Terminaron el descanso y Sam se tomó un tiempo para ir al baño. En el camino, una persona se acercó a él.

—Te estaba esperando —afirmó Connor en el pasillo a la vuelta de la cafetería. Sam sonrió, pero no podía ser muy expresivo pues había muchas personas alrededor—. ¿Quieres ir a la biblioteca? —preguntó muy despacio y Sam asintió.

Fueron al lugar y tal y como lo sospecharon, estaba completamente vacía. Ni siquiera esperaron a llegar muy al fondo, no era necesario. Sam envolvió el cuerpo de cuerpo de Connor en sus brazos y levantó el rostro para poder hablarle.

—Yo también te extrañé —dijo y Connor sonrió.

Sam levantó el rostro lo justo para que Connor pudiera alcanzar sus labios. Como siempre, el beso lo envolvió como su fuera un rayo de sol y le hizo palpitar el corazón como si hubiera corrido una maratón.

—¿Te puedo preguntar algo? —comentó Connor luego de cortar el contacto aunque seguía depositando besos cortos cada tanto.

—¿Qué no lo acabas de hacer? —replicó y luego de reír, añadió:— Por supuesto que puedes.

—Quería invitarte a salir hoy —soltó con un poco de nerviosismo—, está bien si no tienes tiempo o…

—¿Dónde iremos? —le cortó. Le gustaba el Connor inseguro y tímido, pero así también, las demás facetas suyas.

—Bueno…no lo sé todavía. No pensé llegar tan lejos —dijo dubitativo.

—¿Por qué iba a rechazarte?

—Creí que tal vez…te arrepentirías o algo así —pudo notar la incertidumbre en su voz. Sam ciertamente pensó que estaba siendo un egoísta al no dejar ir estos sentimientos, pero no se arrepentía de lo que compartieron ellos dos, ¿cómo lo haría si fue un momento perfecto?

—No lo hago —afirmó con seguridad—. Así que podemos pensar juntos adonde iremos y lo decimos a la salida, ¿te parece bien?

—Como siempre, eres muy listo —admitió y eso lo hizo sentir un poco avergonzado.

—Dame tu número de teléfono para que podamos acordar dónde encontrarnos —Connor le citó los números mientras Sam tecleaba—. Te haré una llamada para que lo anotes.

—No hace falta —esta vez, era Connor el avergonzado—. Verás, yo ya te tengo agendado.

—¿Cómo? —preguntó divertido—. ¿Por qué ayer no me enviaste siquiera un mensaje?

—¡No quería que pensaras que soy un acosador! —se defendió.

Siguieron unos minutos más en aquella burbuja que los envolvía hasta que a Sam le llegó un mensaje de Lucas preguntándole dónde estaba y que la clase de matemáticas ya empezó.

La sonrisa de Sam se borró de inmediato y Connor le preguntó qué le pasó.

—No es nada, es solo Lucas avisándome que ya empezaron las clases. ¿Nos vemos luego?

—Tenlo por seguro —se despidieron de nuevo con un beso entusiasta y cada quien fue por su lado.

La clase de Liam fue seria y concisa. No se notaba de muy buen humor, incluso parecía preocupado por algo aunque a lo mejor Sam solo se estaba imaginando cosas. Pensó por unos momentos que no lo dejaría entrar por llegar tarde, pero no puso mucha resistencia. Al terminar su hora, quiso acercarse para preguntarle algo, pero salió del aula en un parpadeo.

Poco después, el timbre de la salida sonó. Lucas se despidió de él para ir con rapidez a la biblioteca de la universidad donde trabajaba. Cameron tuvo que dejar el empleo, pero Emma, la bibliotecaria del lugar, todavía preguntaba por él.

—¿Te parece si nos vemos en la heladería donde estuvimos la vez anterior? —preguntó Connor por mensaje. Sam aceptó ansioso.

Por unos minutos sintió la urgencia de ir a ver primero a Liam, pero tenía la sospecha de que no quería hablar con nadie, por lo que se dirigió directo a la salida del colegio. Aunque una persona interrumpió su camino.

—Hola, Sam, te estaba esperando —afirmó Iker en cuanto se acercó lo suficiente.

Sam no sabía qué quería ese idiota, pero estaba seguro de que no sería nada bueno y aquella sonrisa socarrona lo confirmó.

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