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V e i n t e

Si había algo que Jax no soportaba, era la hipocresía. Pasó horas debatiendo sobre lo que haría con Iker y cómo solucionar ese problema que por más que no fuera asunto suyo, rondaba su mente una y otra vez. Su padre le aseguró que llamaría a la madre de Iker para una reunión y hablaría con ella sobre lo ocurrido. Pero Jax insistió en que esa no era la respuesta teniendo en cuenta que la mujer era la víctima y estas por lo general, tenían miedo de que otros supieran lo que les ocurría por temor a represalias. ¿Cómo se debía actuar en este tipo de situaciones? ¿Era correcto no hacer nada? ¿Estaría bien hacerle frente? Jax meditó la respuesta. Sin embargo, no pudo llegar a ninguna y llegó el día de la competencia.

Incrédulo y a la vez algo molesto, vio como el padre de Iker, aquel hombre que se atrevió a amenazarlo en frente de él en el hospital, los recibió en el complejo donde se desarrollaría la competencia, de la mano de su esposa, quien con una enorme sonrisa dirigida a su hijo, lo abrazó para desearle suerte.

«¿Qué está ocurriendo aquí? ¿Acaso interpreté todo mal las cosas? ¿Realmente aquí había algo de qué preocuparse?», pensó Jax.

La feliz pareja, después de darle palmadas al hijo, fue a hablar con los demás chicos. Iker se quedó con su hermano en brazos unos momentos, pero luego la madre agarró a Santiago y este recostó su rostro en el hombro de la mujer.

Todo esto podía indicar que malinterpretó todo lo ocurrido, pero supo que ese no era el caso al ver la expresión de Iker. Por un breve segundo, Jax logró ver la furia del chico, quien miró a su madre con una expresión seria y al padre con la misma actitud, pero tanto el hombre como los demás, alegaron que Iker solo estaba siendo tosco, algo característico en él.

—Siempre es así, un tanto malhumorado. Ustedes ya lo conocen —habló el hombre y sus amigos rieron. Jax tuvo unas fuertes ganas de estampar su puño contra la cara del tipo. Sin dudas, Iker tenía el mismo pensamiento.

El padre de Jax, lo miró dándose cuenta también de lo que estaba ocurriendo. Jax se encogió de hombros sin saber qué decir. Volteó de nuevo para seguir mirando la escena surrealista y sus ojos conectaron con los de Iker. A Jax no le gustó el modo en que sus pensamientos vagaron a lo apetecible que se veía Iker con aquella postura enojada y furiosa. Mucho menos, teniendo en cuenta el contexto en el que se encontraban. Iker desvió la vista, pero a Jax le pareció ver un atisbo de vergüenza en su rostro, tan imperceptible que solo un observador como él podría darse cuenta. ¿De qué se avergonzaba? ¿De cómo estaban actuando sus padres luego de que fue testigo de lo mal que en realidad la estaban pasando? ¿Por qué Iker tendría que llevar con el peso de tener más vergüenza que ellos dos?

En un vano intento de fugarse del lugar, Iker salió disparado de ahí ante la atenta mirada de sus padres, quienes estaban abrazados y sonriéndose entre sí. Jax no lo dejó solo. Siguió sus pasos disimuladamente para no llamar la atención. Estaba a punto de preguntarle qué demonios pasaba con su familia, pero en eso, vio como Iker agarró a un chico de otro instituto del cuello de la camisa por haber tropezado con él.

—Pedazo de basura, si me vuelves a tocar, te vuelo todos los dientes —lo amenazó para luego dejar caer el chico en el piso. En el corredor, no había mucha gente, pero las pocas que sí estaban, miraron a Iker con recriminación para luego ir a levantar al chico que ahora se encontraba arreglando su ropa con las manos temblorosas—. ¿Qué me ven, imbéciles? —preguntó furiosamente hasta desaparecer de la vista de todos.

Iker tenía serios problemas de actitud.

Decidió que en esos momentos, no podría hablar con él por más que quisiese. Además, le incomodaba la idea de preguntarle sobre sus problemas. Como si eso lo hiciera todo más personal entre ellos dos cuando Jax solo buscaba jugar con aquel imbécil.

—¿Sabes qué pasa con los padres de Iker? Me dijiste que estaban teniendo problemas, pero ese no parece ser el caso —le murmuró su padre en cuanto lo encontró vagando y curioseando alrededor.

—No lo sé, a lo mejor el hombre la está amenazando —dijo pensativo y su padre asintió en acuerdo.

—Tenemos que encontrar una solución a esto, si hablamos con la policía...

—Entonces no pasará nada. ¿Acaso no viste a su esposa? Negará todo.

—Realmente no sé qué hacer en este tipo de situaciones —suspiró el hombre.

—Pensaré en algo, papá. Esto debe parar. Si encontramos pruebas de lo que está pasando, entonces podremos actuar —respondió con firmeza. Se dijo a sí mismo, que la preocupación que sentía era por Santiago, el niño que estaba casi siempre ajeno a los demás y necesitaba crecer en un hogar sano. A él, Iker le tenía sin cuidado.

Después de eso, estuvieron más enfrascados en la competencia y olvidaron ese asunto por unos momentos. La primera ronda estuvo tan fácil que casi duerme del aburrimiento a mitad de la misma. Solo era contestar una y otra vez sobre fechas, causas y consecuencias de algunos eventos históricos, entre otras cuestiones que Jax se sabía como la palma de su mano. Creció con dos historiadores después de todo.

Una agotadora hora después, por fin terminó la tortura. Los demás competidores, lo miraron con enojo, rabia y frustración. Jax bien podría escupirles en la cara unas cuantas palabras de lo que opinaba de tantos imbéciles con aires de grandeza como ellos, pero se contuvo.

Su padre le palmeó el hombro, orgulloso porque todas las respuestas de su hijo fueron acertadas. A Jax lo incomodó un poco. No eran muchas las veces en que sintió aquel toque, razón por la cual, evadió a su padre y se fugó del ahí antes de recrear una escena padre e hijo para la cual no tenía ánimos.

Al pasear por el lugar, oyó algunos gritos de emoción, así que, movido por la curiosidad, fue a ver el motivo detrás de tanta euforia. Lo que descubrió fue un partido de fútbol, aunque claro, el hecho de que la histeria de la gente venía de las gradas de la cancha ya le dio un indicio de lo que encontraría. No obstante, no era cualquier equipo. Era el de Iker. Bueno, no era de él, pero él es el capitán por lo que era prácticamente lo mismo. Nunca había visto jugar al equipo de su instituto, ni siquiera sabía cómo se llamaba dicho grupo, pero ahora, le entró curiosidad al respecto, por lo que fue a ubicarse a un lugar alejado de tantas personas para poder apreciar aquel deporte por primera vez.

No jugaban mal. De hecho, lo hacían bastante bien. Aquel chico que una vez acorraló a Sam en el baño del colegio, Connor, corría como si tuviera pulmones de reserva. El suplente que vino de improviso, aquel llamado Enzo, estaba en la banca mirando todo como si temiera que el entrenador lo ingrese al juego en cualquier momento. Aunque por lo que su padre le dijo, el chico solo vino a ocupar la banca de suplentes y llenar el mínimo necesario para el juego.

Ni ellos, ni los demás, eran la persona a la que quería ver. Pero no necesitó buscarlo mucho tiempo.

Iker recibió un pase de su compañero y corriendo como si fuera el dueño del predio, evadió a cada uno de los que lo enfrentaron y pateó la pelota tan potentemente, que no hubo manera de pararlo. El equipo celebró aquel gol con muchas ganas y fueron a lanzarse sobre su capitán. Le sorprendía siempre la manera en que sus compañeros de equipo admiraban a Iker, incluso estarían dispuestos a hacer todo lo que el chico quisiese y tuvo una idea del porqué al ver su juego. Iker tenía un gran talento para aquel deporte. Su carisma en el juego difería mucho del chico hostil y malhumorado que era fuera de la cancha.

El público quedó en silencio después de aquella anotación, pues la mayoría era del otro bando. Aunque Jax pudo ver que en la parte más alta de las gradas, la madre y el padre de Iker miraban al chico con algo de orgullo, simulando ser un matrimonio de lo más tierno. Santiago tenía a su peluche de dinosaurio en mano y miraba alrededor con aburrimiento hasta que su mirada recayó en Jax. Este levantó la mano para saludarlo, pero Santiago solo se quedó mirándolo fijamente hasta que su atención volvió a Benji. La madre del niño, le dijo unas palabras y él negó con la cabeza, luego de eso, le acarició el cabello y su atención volvió al hijo mayor en la cancha.

El juego terminó con un gol de diferencia a favor del instituto. En cuanto finalizó, los padres de Iker salieron del lugar y muy probablemente fueron a su casa, contentos por la victoria del hijo. Aquel acto, por alguna razón molestó mucho a Jax. Iker levantó el rostro hacia las gradas y vio a sus padres y hermano marcharse, pero no les prestó mucha atención salvo para despedir a Santiago con la mano. Esta vez, el niño sí correspondió el saludo. Después de eso, desaparecieron de la vista de Iker.

Luego de hablar con su equipo y recibir felicitaciones que lograron animarlo de nuevo, Iker volvió su atención a la cancha de manera casual, pero su mirada recayó en Jax, quien maldijo por no salir más temprano de ahí. Al notarlo, vio perfectamente como Iker lanzó un bufido y murmuró algo por lo bajo que muy probablemente no era nada bueno. Eso lo molestó incluso más.

Jax se quedó un momento más mientras los demás despejaban el lugar. Notó como Iker se sacaba la camiseta azul del uniforme de fútbol y lo tiró al banco quedándose solo con una camisilla blanca ajustada. Luego de eso, miró nuevamente a Jax mientras tomaba agua del pico de la botella, de la cual ligeras gotas se deslizaban, Iker sacó la lengua para recorrer el camino de las gotas sin dejar de mirarlo ni un solo segundo ¿Era su imaginación o el chico lo estaba provocando?

En ese momento, Iker se distrajo cuando otra persona le habló y Jax aprovechó el momento para salir de ahí. O sino se quedaría como idiota mirando el cuerpo trabajado y fornido del que no podía soportar.

Pero si Iker pensaba que iba a dejarlo con las ganas luego de incitarlo hace momentos, estaba muy equivocado.

Jax se quedó en una esquina cerca de los vestuarios esperando que Iker haga acto de aparición. Tal y como lo supuso, él fue el primero en salir del lugar con la vestimenta de gimnasia puesta y una ligera bolsa donde guardaba su uniforme. Jax estuvo seguro de que él sería el primero en salir y su instinto no le falló. Probablemente, en el bolso llevaba otro par de prendas listo para el segundo encuentro porque el primero ya no podría cohabitar a lado de cualquier ser humano.

Iker lucía condenadamente apetecible con el pelo mojado y el rostro aún sonrojado por el encuentro que lo dejó sin aliento. Sin embargo, eso no le impidió forcejear con él en cuanto dio vuelta la esquina y fue acorralado por Jax. Como aún estaban en un corredor designado para los vestuarios, no había gente alrededor, por lo que Jax aprovechó para acercar su cuerpo al de Iker.

—¿Qué haces? Estamos en público, ¿te has vuelto loco? —recriminó Iker en cuanto Jax posicionó su pierna en medio de las de él, como siempre, Iker decía en palabras lo que contradecía su cuerpo, porque oyó un ligero jadeo proveniente sus labios y su rostro miraba con hambre sus labios. Era un maldito juego del gato y el ratón.

—Tú eres el que se volvió demente, provocándome de aquel modo en la cancha —susurró Jax muy cerca del oído. Joder, ¿por qué Iker lograba volverlo un manojo de hormonas con tan solo posar un ojo en él? Dejándose llevar por el momento, Jax acercó su rostro al cuello de Iker y oliendo aquella exquisita fragancia a jabón, le lamió desde esa zona hasta detrás de la oreja.

Iker lanzó otro jadeo y agarró su corbata con las manos para acercarlo más.

—No me digas que después de jugar fútbol te pones de esta manera. ¿Quién lo diría? —bromeó notando que su actitud hostil empezaba a menguar. Iker no contradijo aquella afirmación, por lo que Jax entendió que lo que dijo era verdad. Iker se ponía cachondo cuando ganaba cualquier partido.

«Qué tierno» fue lo primero que pensó, pero mandó volar lejos aquel pensamiento. Eso no era tierno en absoluto y Jax empezaba a perder la cabeza por siquiera considerarlo.

—Sígueme —dijo y se distanció de Iker, quien aún lo tenía agarrado. Al retroceder, Iker lo soltó de inmediato como si no se hubiera dado cuenta de lo fuerte que lo estuvo sosteniendo.

Jax lo llevó un lugar apartado donde solo había oficinas vacías. No fue muy difícil de encontrar, pues solo tenía que ir hacia donde no había gente. No volteó a ver si Iker lo seguía, pero tampoco hizo falta. Podía sentirlo. Por muy extraño que eso suene.

Se puso a dar vuelta el picaporte de cada puerta, pero no había ninguna abierta. Cuando estaba a punto de patear una por la frustración, Iker llegó hasta él.

—Eres un completo inútil —lo regañó a la par que lo empujaba para quedar frente a la puerta. Al hacerlo, sacó un clic de su bolso que no tenía idea para qué lo tenía, lo deformó hasta que tomó una forma que lo satisfizo y procedió a meterlo en la abertura de la cerradura.

Iker en verdad debía estar bastante necesitado.

Finalmente, la puerta cedió y se metieron la estrecha oficina. Sin siquiera esperar un poco, Jax acorraló a Iker y aprovechando su predisposición, lo empujó contra la puerta para devorar su boca.

El aliento de Iker era caliente y fresco, recibió deseoso la lengua de Jax, quien sin ningún reparo, la metió para poder profundizar aquel contacto. Mierda, el chico lo calentaba demasiado.

—Espera, aquí alguien puede escucharnos —dijo alejándose. Colocó una silla giratoria contra la puerta para trancarla y después agarró a Iker de la playera para llevarlo hacía un punto más alejado.

Si tener a Iker forcejando con él era de por sí excitante, este chico que ahora mostraba unas ganas infinitas de expulsar su adrenalina acumulada lo encendió cien veces más.

«Así que Iker se podía poner tan dócil luego de un juego. Tal vez debería ir a sus partidos con más frecuencia».

Las manos de Jax subieron por el muslo de Iker mientras que la otra acercaba su rostro aún más al suyo. Iker murmuraba palabras inentendibles mientras restregaba su cuerpo aún más contra él. Jax llevó una pierna contra la erección del chico y con una sonrisa cruel, lo empezó a mover a un ritmo que no hizo más que torturar al otro. Iker a su vez, llevó su mano para poder tocarse ante su necesidad de liberación, pero Jax le impidió poniéndola atrás de su espalda y volteando al chico de tal modo que quedaba con el torso contra la pared y la espalda completamente pegada a la parte frontal de Jax, haciendo que una silla que estaba cerca de ellos, golpeara el muro con mucho ruido debido a sus movimientos bruscos.

—No puedes negar que esta posición te encanta, ¿verdad? —lo molestó sabiendo que Iker replicaría. Quería escuchar su voz enojada y despectiva. Eso siempre lograba elevar su excitación.

—Cállate, tú no eres mejor que yo —replicó y eso fue suficiente para que Jax lo soltara y llevara su mano frente a la cremallera del chico. Jax sintió perfectamente como la piel de Iker se erizaba. Posicionó sus manos por debajo de la ropa interior del chico y estuvo a punto de rodear su erección cuando alguien tocó la puerta.

—Hola, ¿hay alguien ahí? ¿Necesita ayuda? —preguntó la inconfundible voz de Sam.

—¿Ese pedazo de basura qué está haciendo aquí? —susurró Iker completamente frustrado.

Para el tormento de ambos, vieron como el picaporte giraba a consecuencia de la curiosidad de Sam, pero antes de que lo hiciese, Jax dejó a Iker y fue directamente junto al pelirrojo. Este lo miró raro al verlo aparecer de repente frente a él luciendo agitado, pero se creyó lo que sea que le dijo Jax en ese momento. Ni por más que lo intentase, no podía recordar qué fue exactamente la excusa que inventó.

Se fue con Sam del lugar dejando a Iker con una erección palpable. Si antes lo odiaba, ahora probablemente estaba deseoso de verlo en una tumba. Sin embargo, en vez de enojarlo, la idea le dio risa. Iker se merecía un poco de tortura después de ser tan hijo de puta en la vida. ¿Se las arreglará solo? ¿O buscará a alguna persona que lo pudiera ayudar? Aquel último pensamiento no le gustó para nada.

Olvidando el enojo y calmando la mente para que sus hormonas alborotadas se estabilicen de una vez, empezó a decir mentalmente el abecedario. Ya iba por la ese, cuando llegó a la cafetería donde estaban todos. Iker los alcanzó un momento después con unas ganas tremendas de asesinar a alguien y Jax fue tan descarado como para sonreír en cuanto sus miradas se conectaron. Iker no dijo nada, pero el enojo era tan evidente que no hizo más que acrecentar su diversión.

Un rato después de que salieran los puntajes en la pantalla, Yonka estaba histérica por haber tenido tan bajo rendimiento. Jax se acercó a ella para darle unas palmadas en el hombro.

—Ni que esta mierda fuera tan importante. Ya deja de llorar, tonta —Le dijo en cuanto se sentó a su lado.

Yonka llevó el rostro en el hueco entre su hombro y cuello y empezó a quejarse de todo el mundo, pero no lloraba de verdad, Jax la conocía y solo necesitaba un momento para poder desahogarse. Entendía que aquello era importante para su amiga. Él ciertamente no quería consolarla. Sin embargo, eso era lo que debía hacer si quería preservar su amistad.

—Pero practiqué mucho —soltó Yonka y Jax no tuvo de otra más que llevar su mano por la espalda de la chica.

—Pues ve y hazlo mejor en el segundo turno. ¿Desde hace cuánto dibujas? No recuerdo alguna vez a lo largo de los años, que no te haya visto sin un lápiz y un papel —dijo Jax algo harto, pero conteniéndose para no lastimar a su amiga.

—¿Eso quiere decir que piensas que soy la mejor dibujante que has conocido en toda tu vida? —preguntó. Jax sabía que todo aquel drama era para que le hiciera decir lo que ella quería escuchar.

Iba a contestar algo sarcástico, pero sintió la mirada de alguien sobre él. ¿Quién más iba a ser sino el capitán amargado que lo volvía loco? Si bien hace un momento quería asesinarlo, ahora lo miraba de un modo que no pudo descifrar. No era bueno en absoluto, eso estaba claro.

—¡Lo eres! —lo interrumpió Fiorella, haciendo que perdiera el contacto con Iker—. Yo nunca he visto algo tan hermoso como tus dibujos —después de decir esto, iba a advertirle algo a Fiorella, pero ella le sonrió a Yonka con ternura, por lo que solo se quedó callado. Esta chica no sabe dónde se estaba metiendo.

—Fiorella... eres tan buena —Yonka lo empujó a un lado y fue junto a la chica. Jax en vez de ofenderse, se sintió aliviado.

Siguieron unos minutos más dentro del comedor, Jax no se llenó mucho el estómago porque no tenía mucha hambre, pero de reojo, vio como Iker se devoraba todo a su paso. Menos mal el instituto era quien acarrearía los gastos. Iker comió una hamburguesa con papas y en cuanto el queso se deslizó ligeramente sobre sus dedos, se los llevó a la boca y los lamió. En ese momento, Jax quedó momentáneamente idiotizado, Iker lo miró directamente, como si hubiera sido consciente de como Jax lo estuvo vigilando desde hace rato, chupó sus dedos lentamente y luego pasó su lengua por ellos.

El cuerpo de Jax se consumió en fuego y para su bochorno, cierta parte de su cuerpo despertó con energía. Iker sonrió de lado y luego volteó a hablar con sus amigos, totalmente satisfecho con la pequeña venganza contra Jax.

Esto no se quedaría así.

Jax pasó la segunda ronda pensando solamente en una persona. No por eso bajó su rendimiento, para la molestia de los otros competidores. A Jax le resbalaban las miradas despectivas de los demás, él solamente se limitó a responder. Pero por dentro, estaba pensando en cómo devorar a aquella rata provocadora.

La competencia terminó sin más. Su padre esta vez limitó más su contacto y no lo atosigó como antes, cosa que Jax agradeció. No era bueno ante la cercanía de los demás.

Para su tortura, fue de nuevo a ver el juego de Iker. Pero esta vez no dejó que su figura fuera vista por el chico porque tenía una idea clara de lo mucho que disfrutaba Iker de idiotizarlo. Bien que al principio se alejaba de él, pero ahora era el chico quien lo incitaba de aquel modo. Se preguntó si solo era así de dócil luego de un juego importante, o también cumplía aquel requisito en la práctica dentro del instituto. Pero algo le decía que cualquier otro día, era el mismo matón de siempre.

Ganaron de nuevo. Si antes Iker estaba con ganas de todo, ahora debería estar al borde del colapso.

Para la segunda ronda, se fijó en que el clima fue cambiando gradualmente hasta llegar a nublado y algunos relámpagos en el exterior. El equipo entero se reunió de nuevo donde se dio el primer puntaje y para Jax no fue sorpresa encontrar el total de puntos reflejado en la pantalla. Yonka dio un salto de alegría al saber que pudo revertir el puntaje anterior y abrazó a Fiorella para celebrarlo. Por otro lado, el equipo de fútbol, lanzaba gritos y coros al ver que en ambas rondas alcanzaron el puntaje perfecto y pudieron pasar a la siguiente etapa. Jax miró por todos lados buscando a Sam para decirle que lo hizo bien también, pero no lo encontró sino cuando ya estaban por irse, llegando completamente empapado a lado de Connor. Al llegar junto a Iker, Jax vio como este le susurró algo a Connor que no llegó a entender, pero no debió ser nada bueno considerando el rostro del castaño.

Iker era un jodido idiota que solo busca lastimar a los demás. Lo despreciaba por eso, pero también, le daban ganas de tenerlo de rodillas y suplicando por él.

El camino de regreso fue algo caótico. La lluvia empeoró y el autobús volvía al instituto tan lentamente, que empezaba a impacientarlo. Algunos de los alumnos quedaron en que irían con algún profesor, mientras que otros programaban ir entre amigos a sus casas. Después de todo, era imposible esperar un autobús con aquella incesante tormenta.

Ni bien llegaron al colegio, los estudiantes empezaron a irse uno a uno. Vio como Sam se largó con sus padres y los demás del equipo de futbol también. La madre de Yonka lo vio y lo saludó afectuosamente para luego volver a marcharse acompañada de su hija. Hubo algunos que se largaron con los profesores. Él era uno de ellos. Pero porque su padre era el profesor y no tenía auto propio.

El señor Betancourt fue por sus cosas en la sala de profesores por un rato, por lo que Jax lo esperó en el pasillo cerca de la salida, lugar donde podía refugiarse de la lluvia.

—Iker, ¿quieres que te llevemos? —le preguntó uno de los pocos chicos que quedaban en el instituto. Jax no se movió del lugar e hizo como si no los hubiera oído, pero estaba atento a cada palabra.

—No te preocupes, llamaré a mis padres, solo están a diez minutos de aquí —contestó Iker.

Con eso, sus amigos fueron marchándose hasta que en el lugar, irremediablemente quedaron solo ellos dos. Iker se colocó en el lado opuesto al suyo y se recostó contra la pared.

Jax observó atentamente sus movimientos, la manera en que frunció el ceño buscando el contacto de uno de sus padres y como llevó el móvil al oído mientras los llamaba. Lo repitió dos veces más sin que nadie conteste al otro lado.

En ese momento, llegó el señor Betancourt y miró extrañado a Iker, quien estaba claramente esperando por alguna respuesta de sus padres.

—¿Hey, necesitas un aventón? —preguntó el hombre, aunque Jax quiso que no abriera la boca. Iker miró fijamente al padre del chico y luego su mirada recayó en Jax para posteriormente lanzar un bufido.

—Estoy perfectamente bien —afirmó Iker y pese a que la lluvia amenazaba con crear un arroyo dentro del colegio, este se sacó la campera de gimnasia y se lo puso en la cabeza mientras sostenía firmemente sus cosas y dando grandes zancadas para evadir el agua, salió corriendo del lugar.

Jax tuvo el incontrolable impulso de seguirlo, pero se contuvo. Tenía la ligera sospecha de que si se metía con Iker en estos momentos, se ganaría un puñetazo. Tampoco era como si le importara lo que le pasara, de todos modos.

—¿Sabes qué demonios le pasa? —preguntó su padre al ver al chico marcharse bajo la lluvia.

—Creo que sus padres lo dejaron plantado —respondió con fingida indiferencia.

Su padre miró preocupado hacia el lugar donde se había marchado Iker, luego de eso, cerró los accesos al instituto con la llave que tenía en casos de emergencia, aquella que se había ganado con años de servicio.

Se metieron al auto del hombre sin muchos inconvenientes. A Jax no le gustaba mucho viajar con su padre, pero se aguantó en esos momentos cualquier réplica inteligente preparada en la punta de la lengua porque la idea de viajar con aquella tormenta encima era peor que aguantar al hombre en un espacio tan pequeño.

Salieron del estacionamiento cerrando todo a su paso y luego marcharon por la carretera.

—No puede ser... —murmuró Jax al ver la silueta de Iker bajo el techo de una tienda cualquiera en medio de la calle, esperando a que el clima se apacigüe. Su padre miró en su dirección al escucharlo decir aquellas palabras y luego se fijó en Iker. Sin pensarlo dos veces, giró el volante para ir en dirección al chico—. Papá, ¿qué haces?

—Lo llevaré a su casa, no puede andar así bajo la lluvia. Podría enfermarse —contestó con sencillez.

—¿Estás loco? Él no es nuestro maldito problema —replicó Jax, pero al hacerlo, sintió una contradicción desatándose en su interior porque en el fondo, él tampoco quería dejar a aquel idiota en aquellas condiciones. Menos mal su padre nunca lo escuchaba e hizo caso omiso de sus palabras.

Iker dejó de lado la ropa que usaba de paraguas al percatarse de que era completamente inútil no terminar mojado y en cambio miraba una y otra vez su camino. En cuanto el padre de Jax se estacionó cerca de él, su cuerpo se tensó en alerta, pero al ver que no eran peligrosos los que estaban adentro, se relajó un poco. Pero poco le duró cuando el señor Betancourt bajó la ventanilla para hablarle.

—¿Quieres que te llevemos? —ofreció de nuevo. Iker miró directamente a Jax en el asiento del copiloto, que quedaba mucho más cerca de él que el hombre mayor. Jax le devolvió la mirada con fastidio en su expresión.

—No gracias, puedo manejarlo —afirmó Iker con un poco de molestia por ser visto en aquel estado, lo que arruinaba por completo su imagen. Jax bufó ante las palabras del chico—. ¿Tienes algún problema, idiota? —quiso saber Iker, reaccionando a él como siempre.

—¿Acaso tienes miedo de ir conmigo? —respondió Jax y vio como Iker se enfurecía—. ¿Temes que te haga algo en el camino? —se burló.

—No tengo miedo de ti, basura —replicó con fastidio. Su padre miraba el intercambio sin saber cómo reaccionar—. No necesito la compasión de nadie, mucho menos la tuya.

—¿Crees que sentiría compasión de un bastardo como tú? Lo único que quiero hacer es irme a descansar en mi casa...

—Jax, ¿qué haces? —le cortó el mayor ante tal enfrentamiento, pero él continuó:

—Sin embargo, resulta que con la cara de perro apaleado que llevas, mi padre quiso hacerte un favor. Pero, ¿sabes qué? Métete el orgullo por el culo.

—¡Jax! —exclamó horrorizado su padre. Sin embargo, Jax sonrió con satisfacción en cuanto Iker abrió la puerta con brusquedad y luego entró al auto.

—¿A quién llamas perro apaleado? —dijo encolerizado y luego dirigió su vista al señor Betancourt—. Tienes que ir recto ocho cuadras y luego girar a la izquierda.

Su padre miró de un chico a otro reiteradas veces sin saber qué acaba de ocurrir.

—¿Qué? —dijeron los dos al unísono para después bufar con enfado por haber coincidido.

—Adolescentes —murmuró mientras seguía la dirección que le indicó Iker.

Jax podía deducir en un abrir y cerrar de ojos, que Iker era alguien a quien, si tratabas amablemente, te mordería la mano sin pensárselo dos veces, pero si lo hicieras sin ningún tacto y de manera agresiva, terminaba haciendo exactamente lo que quieres.

Por el camino, Iker intentó nuevamente llamar a sus padres. Menos mal su móvil era de alta gama o no podría haber soportado el agua que se le metió. Mientras estaba en ello, el señor Betancourt llegó hasta su casa, la cual era aquella misma en donde estuvo de fiesta la vez en que se encerraron en el baño a hacer de las suyas.

En el tercer intento por parte de Iker, por fin alguien pudo contestar.

—Les dije que llegaría alrededor de esta hora, ¿dónde están? —preguntó con prepotencia—. No puedo. ¿Acaso se fijaron en el clima? ¿De qué hablan? ¡No me dijeron en ningún momento que irían ahí! ¿Cómo se supone que iré hasta allá a estas alturas? —Jax hizo como que no quería escuchar la conversación, pero prestaba atención a cada palabra que salía de los labios del chico—. No importa. Veré que hago... ¡dije que yo lo solucionaré! —luego de eso, cortó.

Jax y su padre volvieron a darse una mirada significativa.

—¿Están tus padres en casa? —preguntó su padre. Iker estaba rojo de la rabia.

—Fueron a una cena familiar en casa de mi tía y pasarán la noche ahí debido a la tormenta —contestó y procedió a abrir la puerta, pero el padre de Jax lo atajó.

—Espera, ¿tienes las llaves?

—No. Veré qué hago. No se preocupe —agregó al ver que el hombre le fruncía el ceño.

—Pero tu casa está completamente cerrada —agregó al notar el interior completamente a oscuras de la casa del chico.

—Algo haré, no es imposible entrar —respondió un poco frustrado por la intromisión.

—¿Acaso quieres traer a la policía? Porque eso que veo allá —dijo Jax señalando las cámaras de vigilancia—, me confirma que muy probablemente también tengas un sistema de seguridad en caso de robos.

Iker guardó silencio. Jamás admitiría que Jax tenía razón en algo.

—Si quieres... —Jax miró a su padre y negó con la cabeza. Su padre definitivamente no estaba haciendo lo que estaba pensando.

—Ni lo pienses, papá —advirtió Jax.

—Es un caso de emergencia, ¿qué quieres que haga? —dijo de vuelta.

—¿De qué hablan? —soltó Iker con desconfianza.

—Si quieres puedes quedarte por esta noche en mi casa. No está muy lejos y mañana tienen el día libre por todo el estrés que les hicimos pasar hoy en la competencia.

—No. Definitivamente no —negó Jax con firmeza—. Si él va a casa, yo me quedaré afuera bajo la tormenta. No pienso estar bajo el mismo techo que este idiota —Jax se cruzó de brazos.

—¿Ah, sí? —preguntó Iker, ahora interesado en la oferta.

—No seas exagerado, hijo.

—Sí, no seas dramático —concordó Iker.

—Entonces, ¿qué me dices? —le preguntó el hombre a Iker, quien miró a Jax con una sonrisa divertida. El bastardo estaba disfrutando de su negativa.

—¡Papá! Es en serio, no me importa que tan fuerte esté lloviendo, no pienso...

—Estoy muy agradecido, señor Betancourt. Usted es en verdad un hombre muy amable —Iker sonrió falsamente.

—¡No te quedarás en mi casa! —replicó Jax. Iker tuvo el descaro de ignorarlo y en cambio, se puso a contestar sus mensajes.

—Jax, ¿acaso no tienes un poco de empatía? —lo regañó su padre.

—Puede ir a la casa de cualquiera de sus amigos. No permitiré que ponga un pie dentro de la mía.

Siguieron discutiendo todo el camino, cosa que divertía a Iker y lo demostraba abiertamente. Ahora sabía lo que se sentía perder una batalla. Haría pagar a Iker por salirse con la suya esta vez.

«¿Quieres pasar la noche en mi casa? Entonces prepárate».

Jax miró a Iker con aquella promesa en mente y vio el ligero titubeo en el chico, pero después relajó de nuevo su postura al pensar en que Jax no intentaría nada con su padre bajo el mismo techo. Jax, en cambio, sonrió sin que nadie se diera cuenta.

Hola a todos, aquí una de las parejas más esperadas. Creo ._.

Para que vean cuánto los quiero, les preparé doble capítulo así que enseguida se viene el siguiente <3

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