T r e i n t a y d o s
Iker estaba dormitando en la cama del hospital. Su mamá y su hermano se fueron hace unas horas. Thiago, como le gustaba llamarlo para diferenciarlo del nombre que le dio Carson en honor a su propio padre, prometió que vendría nuevamente mañana. Le dolían mucho sus extremidades inferiores, al punto de que tenía que llamar a cualquier enfermera en la madrugada para que le aumente la dosis de los analgésicos. Estaba a punto de hacerlo, cuando se adelantaron.
La puerta se abrió silenciosamente dejando ver a un doctor en ropa de cirugía. ¿Qué hacía un médico a estas horas en su habitación?
¿¡Acaso era un fantasma!?
No. No. No, los fantasmas no existen, no pueden venir por él por más que sea de madrugada, no haya nadie por los pasillos y sea un enorme hospital donde miles de personas murieron antes.
El doctor dejó entreabierta la puerta y avanzó a pasos inseguros. Iker estaba en posición de descanso, pero por dentro, estaba temblando de miedo. Mientras más se acercaba el hombre, él estaba menos dispuesto a fingir que estaba durmiendo. Finalmente, cuando estuvo lo suficientemente cerca, tomó la almohada que estaba debajo de su cabeza y se la tiró.
—¡Vete! ¡No te tengo miedo! —gritó.
El hombro se sorprendió, pero logró esquivar la almohada a tiempo. Iker desearía poder moverse, lo único que le quedaba ahora era gritar por auxilio. Abrió la boca para hacerlo, pero fue tapada por las manos del doctor. Iker se agitó e intentó librarse de él, pero no tenía fuerzas suficientes.
—Shhh, soy yo estúpido tonto, ¿por qué haces tanto escándalo? —reconoció a Jax de inmediato.
Iker se tranquilizó, pero estaba extremadamente confundido.
Al ver que ya no iba a gritar, Jax le dejó libre. Cuando los ojos de Iker por fin pudieron adaptarse, comprobó que se trataba del chico.
—¿Cómo? —Tenía miles de interrogantes más, pero todas empezaban con esa palabra.
Antes de que Jax pudiera responder, escuchó sonido de estática proveniente de un walkie talkie.
—Aquí está todo despejado, ¿ya lograste llegar? Cambio —Jax agarró el radio.
—Ya estoy con él, Yonka, ¿alguna novedad con Vince? Cambio.
—Me informa que sigue en la entrada, hasta ahora todo está despejado. ¡Suerte Jaxie! —esto último lo dijo con su voz juguetona habitual—, y dile a Iker que ya tengo un hermoso dibujo de él, pero que debe recuperarse para tenerlo. ¡Cambio y fuera!
Jax volvió a poner el walkie talkie en su bolsillo. Iker iba a preguntarle algo de nuevo, pero Jax saltó sobre él para darle un profundo beso.
—Extrañé tanto esto —afirmó para después besarlo de nuevo. Iker no se rehusó. Por el contrario, rodeó el cuello de Jax con sus brazos y lo atrajo más hacia él —. Corrección, quise decir que te extrañé a ti.
Iker se sintió enrojecer y para ocultarlo, empujó a Jax y se cubrió la cara con el brazo. El otro chico, en vez de enojarse, rio.
—¿Ya me vas a decir cómo entraste? —sus palabras salieron más bruscas de lo que quiso.
—Yonka, Vince y yo conocemos el hospital de pies a cabeza gracias al voluntariado, lo complicado era llegar hasta aquí esquivando tanto personal.
—¿Qué hay de la ropa? —No lo veía bien por la oscuridad, pero Iker estaba seguro de que Jax se veía completamente irresistible con aquel uniforme.
Pero jamás lo admitiría en voz alta.
—¿Esto? Lo conseguí del cuarto de limpieza, a estas horas no hay mucho control —dijo con indiferencia—, lo pondré en el lugar donde el personal suele desinfectarlo cuando salga. ¿Algo más que el señor quiera saber? —le dijo de manera juguetona. Iker no iba a caer en sus encantos tan fácil.
—Tu papá va a castigarte de por vida si se llega a enterar de que viniste.
—¿Y quién crees que nos trajo? —Jax sonrió con picardía.
Mierda, Iker estaba cayendo.
—Estás loco —Aunque la verdad era que Iker estaba extrañamente feliz—. ¿Por qué haces todo esto por mí? —preguntó son seriedad.
Jax borró la sonrisa de su rostro y desde el pequeño espacio cerca de su cadera donde se sentó, extendió la mano y le acarició la mejilla. Iker no sabía cómo reaccionar a aquel gesto de cariño, no estaba acostumbrado en absoluto. Jax se dio cuenta de su tensión y bajó la mano. El lugar donde tocó, ahora se sentía frío.
—En cuanto solucionemos el problema, te lo diré.
—Quiero saberlo ahora.
—¿Ni siquiera en estas condiciones dejas de ser caprichoso? —Jax se frustró.
—Sabes como soy y aun así haces todo esto para verme. Admite que este caprichoso es importante para ti —le dijo en tono de burla.
—Lo eres.
Iker no esperaba esa afirmación. Se quedó dubitativo unos cuantos segundos y miró a otro lado para salir de la vista de los ojos inquisidores de Jax.
—Deja eso y vuelve a ser el Jax de siempre. Esto se está volviendo raro —lo regañó.
—No quiero. No te confundas, me gusta discutir contigo, es divertido y tus expresiones me fascinan, pero no todo tiene que ser peleas. Ahora tenemos que ser más serios, Iker, es momento de que tomes la decisión correcta para librarte de ese hombre. La razón por la que vine hasta aquí, además de molestarte un poco, es para decirte que estoy haciendo todo lo posible para cumplir mi promesa, pedí un permiso especial para poder verte, pero no hay muchas esperanzas por lo que tuve que recurrir a esto. Además, quiero que escuches con atención —Jax le tomó de la mano—, lo que sea que decidas sobre él, cuentas conmigo, también con mi papá e incluso Yonka. No estás solo y no lo volverás a estar. Las puertas de mi casa siempre estarán abiertas para ti si lo llegas a necesitar, no tengas miedo de hablar.
Iker estaba sin palabras. Demasiado conmovido como para gesticular algo coherente.
—Hazlo también por tu madre y por Thiago. Tu hermano merece crecer en un hogar más sano. ¿En verdad crees que el hombre nunca será capaz de poner las manos encima de él? Es un abusador, lo hará. Es solo cuestión de tiempo.
—Mi mamá va a odiarme si lo denuncio —Iker apretó sus manos, él siempre trató de ser cercano a ella, pero la mujer lo rechazaba como si fuera una molestia, si hacía eso, era como si finalmente tirase la toalla con ella.
—Sabes que, si ella llegase a sentirse incómoda junto a ti, te vienes conmigo. De hecho, creo que mi papá te tiene más cariño que a mí, no se me olvida que te prepara chocolate caliente y a mí solo me ignora...
—Es porque nadie sabe cómo lidiar contigo —Iker rodó los ojos ante los berrinches de Jax, pero internamente, agradecía el gesto—. ¿Estás seguro de lo que me estás ofreciendo? ¿No es demasiada carga? Sabes como soy.
—¿Un estúpido arrogante que se pelea por todo y con todos? Aquí entre nosotros —Jax se acercó hasta que su aliento rozara la boca de Iker—, creo que eso es un poco sexi.
Iker lo volvió a empujar. La radio de Jax sonó.
—¡Jax código azul! —Yonka dijo acelerada—. Olvídalo, ¡es rojo! ¡rojo! ¡huye, vaquero! —la chica cortó el contacto.
En los pasillos se escucharon unas cuantas voces.
—Me voy, pero piensa en lo que dije —Antes de salir, Jax chocó sus labios con los suyos.
Fue tan veloz como los espías en cubierto de las películas. Iker se tocó los labios pensando en todo lo que el chico hizo por él y en sus palabras. Si llegara a aceptar la oferta de Jax. ¿Eso en qué los convertía? El aleteo en su estómago se intensificó.
Días después del alta, Iker por fin se animó a ponerle un punto final a toda esa vida llena de malos momentos y consecuencias dolorosas.
—¡Estás loco! ¿Cómo pudiste contarles todo, Iker? ¿Acaso no tuve suficiente con lo de tu padre? ¡Ahora tú también me das la espalda! —le gritó. Santiago estaba a su lado, jugando con Benji, levantó la vista cuando su mamá alzó la voz, pero Iker lo tranquilizó.
La razón del porqué su madre estaba histérica, era debido a que Iker presentó pruebas suficientes para demostrar que Carson lo había maltratado. El hombre opuso resistencia ante la policía, razón por la cual se lo tuvieron que llevar a la fuerza horas antes.
Su hermano no entendía lo que pasaba, por lo que solo permanecía donde se sentía más seguro, al lado de Iker.
Ni bien había sido dado de alta, quiso volver a su hogar, pero para su desgracia, Carson se negó a recibirlo. Lo amenazó con dejarlo peor si volvía a pisar un pie dentro. ¿Qué fue lo que hizo su mamá? Le dijo a Iker que podía irse a casa de su tía por unos días. Ni siquiera intentó defenderlo del hombre. Jamás se preocupó por él.
Iker estuvo tan enojado que lo único que pudo hacer fue llamar por teléfono a la persona que sabía que podía darle las fuerzas suficientes para poder enfrentar al hombre.
—Él no le dio la espalda, por el contrario, solo quiere que usted y su hermano estén bien, ¿cómo puede no verlo? —le habló Jax, quien vino junto a él sin pensárselo dos veces, lo acompañó a la comisaría y luego hasta su casa de nuevo, esta vez, acompañado de los oficiales. Tenía tantos testigos a su favor que poner al hombre tras las rejas no sería trabajo difícil, eso considerando también el historial médico de su madre.
Iker le dijo a Jax con un gesto que él podía controlar la situación. Debía empezar a levantar su propia voz y dejar de depender del chico y su padre, quien estaba a una distancia prudente de ellos, pero atento a todo lo que ocurría.
—En primer lugar, mamá, yo no soy mi padre. Él te usó para encubrir su sexualidad, incluso tuvo un hijo contigo para después abandonarte y dejarte sola con solo un departamento a cambio de años de falta de amor. Pero yo no soy así, traté siempre de entenderte, ser comprensivo contigo, te defendí de Carson cuando te agredió, te cuidé cuando estuviste en el hospital a causa de los golpes, te quise porque eras mi madre... ya no sé qué hacer para que me reconozcas como tu hijo —Iker bajó la cabeza, su hermano se acercó más a él intuyendo que estaba triste, Jax, en cambio, le dio un apretón de manos—, sin embargo, ahora entendí que por más que intente ser un apoyo para ti, tú solo me verás como una molestia. Jamás vas a quererme, pero eso no significa que yo sienta lo mismo por ti, quiero que aproveches este momento para reflexionar y ser de ayuda para que aquel idiota vaya a prisión y así tú y mi hermano puedan vivir sin problemas.
Su mamá estaba llorando. No sabía si fue a causa de sus palabras o porque se habían llevado a Carson. El hombre lo amenazó de todas las maneras posibles de camino a la patrullera, pero Iker ya no le tenía miedo. Solo repugnancia.
—¿Qué haré sin él...? Yo... —la mujer dijo entrecortadamente.
—Serás feliz. Es lo único que quiero que hagas, mamá —Iker se acercó a ella con dificultad, pero la mujer se alejó—, tienes suficiente como para mantenerte bien económicamente, puedes recrearte, hacer lo que te gusta, divertirte con tus amigos, lo quieras. Nadie va a decirte que no, que está prohibido o te exigirá pruebas de cada lugar que visites. Incluso puedo desaparecer de tu vida si eso te hace sentir mejor, solo dime qué puedo hacer para que vuelvas a ser la mujer feliz que conocí cuando era niño.
Iker sintió que se quebraba con cada palabra que salía de su boca. Por primera vez en el día, su mamá lo miró directo a los ojos.
—¡Solo quiero que me dejes sola con Santiago! —Iker asintió.
—Supongo que tengo que despedirme de mi hermano entonces... —Más que entristecerlo, aquella idea lo aterrorizaba. Su pequeño hermano fue lo único que le impidió todos estos años de caer más profundo. Pero si eso significaba que su madre podría volver a recuperar su felicidad, podía sacrificarse por ella.
—Puedes visitarlo cuando quieras. Sé que lo amas, incluso podrías ayudarme cuando las cosas se pongan difíciles, pero...
—Pero no me quieres tener cerca, ¿verdad? —quiso decirlo con calma, pero no pudo. Sus sentimientos lo traicionaron.
—Me recuerdas mucho a él, a tu padre —su mamá volvió derramar lágrimas—, si quieres que en verdad me libere de Carson, a pesar de que lo amo, también tienes que irte.
—Lo entiendo, mamá —Jax, quien estuvo a su lado todo ese tiempo, tomó de la mano a Thiago y lo llevó junto a su papá, quería darle más privacidad a Iker y su madre—, ellos podrán tenerme por el momento, ya seré mayor de edad en unas pocas semanas, no te preocupes por mí. Con que solo quieras a Santiago y lo cuides para mí es suficiente.
Aquello no era del todo cierto, pero Iker no podía ser egoísta en estos momentos. Su mamá tenía muchas heridas que sanar. Tal vez Iker no era una buena medicina en esos momentos, no cuando acababa de arrebatarle al hombre que quería.
—Me dijeron que en cuanto termine la investigación, recibiré asistencia psicológica, tanto para mí como para tu hermano. Quizás, algún día, pueda mirarte a los ojos y ver de nuevo a mi hijo, no a la persona que acaba de arruinarme la vida —sentenció la mujer con frialdad.
Luego de eso, Iker fue hasta su antigua habitación para poder juntar sus cosas. Su mamá todavía estaba un poco reacia a dejar pasar al señor Betancourt, por lo que permaneció en su auto para poder esperarlos, pero nada podía hacer para separar a Jax de él. Ella se quedó con Santiago para poder explicarle la situación, aunque Iker quería hacerlo por sí mismo. A Iker le dolía tener que dejar a la mujer sola, pero ella sabría cuidarse, ahora que ya no estaba Carson sobre ellos y que testificaría en su contra, se encontraba a salvo.
Las muletas eran una tortura, su movilidad se redujo tanto que apenas y podía avanzar unos centímetros, sin embargo, nadie lo apuró.
—¿Así que esta es tu habitación? —preguntó el chico en cuanto Iker abrió la puerta. No esperó siquiera a que le diera permiso, fue directo a sentarse en su cama para mirar alrededor—, es más limpia de lo que pensé.
—Más que la tuya, al menos —lo molestó.
—¿Tuviste tiempo para mirar mi habitación? Entonces creo que hice algo mal... —se burló de él, de nuevo.
—Mejor ayúdame a juntar mis cosas —Jax bufó al no obtener las réplicas que esperaba de él. Iker no estaba de humor para hacer bromas.
Estaba dolido y tenía un enorme hueco en el pecho.
—¿Así que también usas este tipo de ropa interior? —Jax levantó un bóxer con diseño de peces que tenía guardado.
—¡Suelta eso! ¡Lo compré solo porque no me fijé bien! —Iker se avergonzó.
—Deberías usarlo, apuesto a que te ves provocador en esto —Jax levantó el bóxer impidiendo que Iker lo agarrase.
—Deja mis cosas, pedazo de idiota, ¿qué no ves que estoy tratando de empacar? Dijiste que me ayudarías, pero solo me estás molestando, ¡si no vas a ayudarme, entonces vete! —le gritó. Jax borró la sonrisa presumida del rostro y le dio la prenda.
—Tienes razón, solo trataba de animarte. Lo siento.
No supo qué más replicar, por lo que se calló. El ambiente entre ambos ahora era sumamente incómodo.
—No entiendo por qué haces esto —habló finalmente, fue a sentarse a la cama—, ¿por qué me ayudas? ¿Por qué quieres tener sobre tus espaldas tanta carga? ¡Ni siquiera mi madre quiere tenerme cerca, por qué tú sí!
Jax no respondió por varios minutos.
—Sabes por qué —Jax se inclinó frente a él para apartarle el cabello, que ahora estaba un poco largo, de sus ojos.
—Dímelo —El chico esquivó su mirada—, me lo debes, ¿recuerdas? Dijiste que, si yo me disculpaba con Connor antes que tú con tu padre, harías lo que yo quisiera. Entonces, quiero que seas sincero conmigo.
—Eso es jugar sucio —Jax lanzó un bufido, luego levantó de nuevo la vista hasta Iker, quien se notaba desesperado por entender—, en mis planes no estaba tener algo con un chico, mucho menos involucrarme tanto con uno. Es más, pensaba que eras un idiota presuntuoso a quien le vendría bien que se le bajen los humos. Pero a medida que pasó el tiempo, fui conociéndote más, descubrí cosas de ti que nadie más sabía, me fui dando cuenta de que detrás de ese tonto cascarrabias, había un chico desesperado que estaba gritando por ayuda. Que me necesitaba. Cuando más me acercaba a ti, más quería negar todos mis sentimientos con insultos y malos tratos, pero no puedo hacerlo más. Te amo, Iker —llevó una mano para acariciarle la mejilla.
—¿Cómo puedes amarme? ¿Estás loco? —Jax sonrió de lado—, que tan necesitado de cariño estás para venir a sentir eso por alguien como yo. Deberías huir ahora que tienes tiempo. Es más, ¡hazlo ahora!
—No me iré a ningún lado —para probar su punto, se sentó en el piso—, dios, ya me estaba matando las piernas esa postura.
—¿Pero qué haces? ¡Te estoy diciendo que te vayas! No quiero que sigas aquí, me iré a casa de un amigo, quizás Enzo me reciba, pero ya no...
—Espera, ¿cómo que Enzo? —Jax se molestó—. No vas a ir con él.
—¿Estás escuchando lo que te estoy diciendo? —Iker se exasperó.
—Sí, pero no pienso hacerte caso, ya deberíamos terminar de empacar —Jax se levantó.
—¡No toques mis cosas!
—¿Recuerdas ese día que cuidé de tu hermano cuando tu madre estaba en el hospital? —replicó Jax.
—Sí, ¿pero eso qué tiene que ver ahora? —Iker se levantó a penas de la cama para ir hasta él.
—Quizás tu mente esté un poco oxidada, pero ese día me dijiste que me deberías un favor y que podría cobrármelo cuando yo lo quisiera.
Iker se quedó congelado.
—No sé de qué me hablas — Fingió que no recordaba.
—Por supuesto que lo sabes —Jax se acercó sigilosamente a él.
—¡Está bien! ¡Ya no te acerques! ¿Qué quieres? —Iker lo miró con frustración, más cuando lo vio sonreír con superioridad.
—Quiero que me digas lo que sientes por mí —volvió a acercarse, esta vez, estaba pegado a él—, si me dices que me odias o que realmente soy una molestia para ti, entonces me iré, pero si tu respuesta llega a ser diferente, ten por seguro que no te dejaré ir.
Iker sintió la cercanía de Jax como si fuera el sol envolviéndolo por completo. Sus ojos traviesos lo inspeccionaron de arriba abajo y su sonrisa hacía que su corazón aleteara mucho más de lo normal. Quería decirle que no quería tenerlo cerca, que se fuera, pero sería una mentira. Lo que realmente quería era tenerlo travieso y molestoso junto a él, que le haga bromas que solo él encuentra divertidas y que le robe besos cuando estaba desprevenido.
¿Pero por qué esperar a que Jax diera el primer paso?
Iker soltó una de sus muletas para atraer a Jax hasta él y esta vez, ser él quien devore sus labios. Jax lo agarró de la cintura y lo presionó contra él haciendo que el momento se intensifique. Sin más reservas, Iker soltó de la otra muleta y se apoyó contra él confiando en que Jax no lo dejaría caer.
Los labios de Jax eran suaves y tibios, cariñosos, pero a la vez profundos. Estaba por volver loco a Iker quien no podía tener suficiente de él.
—¿Entonces... eso qué significa? —Jax se separó unos centímetros de él mientras recobraba un poco de aire. Ambos tenían las mejillas rojas y la boca hinchada y humedecida. Iker no podía creer lo mucho que le gustaba el chico.
—Que yo también... —recostó su frente contra la de Jax al no encontrar las palabras correctas, el chico lanzó una risa baja y burlona mientras lo abrazaba—, no te rías.
—Tu lado tímido es absolutamente entretenido y tierno. Déjame disfrutar el paisaje.
—Eres un idiota incluso en momentos como este.
—No más que tú.
—Solo lo diré una vez, luego no lo volveré a repetir, ¿está claro? —Jax asintió todavía con las frentes unidas—. También... te quiero. ¿Listo? Bueno, a empacar.
—¿Solo me quieres? —hizo un puchero con los labios.
—¿Qué más esperas que diga? ¿Qué también te amo y que cada vez que te veo mi corazón palpita más rápido? ¿Qué no me imagino estar sin ti por más que seamos tan diferentes? ¿Qué me aterra que te alejes o que te des por vencido conmigo, aunque sea yo el que te pida que te vayas? ¿Eso es lo que quieres oír? Pues sigue soñando.
Iker se separó de él, saltando con el pie sano hasta la cama. Jax estaba estático en su lugar. Pasaron los segundos y el ex capitán no podía todavía mirarlo a la cara de lo avergonzado que estaba. Finalmente, Jax volvió a ordenar sus cosas.
—No te dejaré de solo —afirmó sin darle la cara, ya que también estaba en la misma situación que Iker.
Unos cuantos carraspeos más tarde y los dos con las caras totalmente rojas, salieron de la habitación para despedir a la madre de Iker, quien los miró sospechosamente debido a su comportamiento.
La despedida fue dolorosa por el simple hecho de que le destrozaba dejar a su hermano. Era una de las personas más valiosas para él. El niño no entendió por qué Iker estaba con una mochila cargada de ropas y cosas de primera necesidad, pero su instinto le dijo que aquello no era normal.
—No te vayas, Iker —el niño le abrazó derrumbando todas sus defensas. Lo más gracioso y a la vez, trágico de todo eso, era que no podía siguiera abrazarlo como le gustaría.
—Peque, hay veces en que tenemos que hacer cosas que no nos gustan, tienes que ser fuerte y portarte bien con mamá —el niño negó con la cabeza—, hazlo por mí, por favor. Yo iré con nuestro amigo Jax por un rato, pero te prometo que no voy a dejarte atrás. Vendré a visitarte todos los días, incluso cuando empieces a ir a la escuela.
El pequeño empezó a llorar más fuerte.
—Santiago —Jax se agachó a su altura y le acarició la cabeza—, sé que quieres mucho a tu hermano por eso no quieres que se vaya, pero yo también lo hago y te prometo que lo voy a cuidar tan bien como tú lo has hecho hasta ahora. ¿Me dejas llevarlo conmigo?
El niño paró de llorar y miró a Jax con los labios fruncidos, luego a su hermano como si esperara una respuesta de él, Iker sonrió y asintió con la cabeza como diciéndole que todo lo que Jax dijo era verdad.
—A Iker le gusta mucho comer cosas dulces y no le gusta lavar los platos —el niño lo delató—, no quiero que haga cosas malas y que se sienta triste.
—No le haré lavar los platos y le daré muchos dulces, incluso te los traeré a ti también —Jax sonrió al niño—, ¿hay algo más que no le guste?
—No te voy a decir —Santiago se cruzó de brazos.
—¡Está bien! ¡Nadie más que tú va a conocer a Iker a fondo! Entonces, ¿tengo tu permiso?
Santiago se quedó pensando mucho tiempo, luego, a regañadientes y con las mejillas infladas, asintió con la cabeza. Iker tenía la ligera sospecha de que Jax dejó de ser uno de los favoritos de su hermano para convertirse en el hombre que se lo robó.
Su madre lo trató con más frialdad, Iker esperaría el día en que ella vea con más claridad las cosas. Ahora, estaba muy enfadada y dolida como para escuchar explicaciones.
El auto del señor Betancourt estaba estacionado frente a la casa, con ayuda de Jax, se sentó en la parte de atrás e inclusive apoyó sus piernas en el asiento trasero para ir con más comodidad mientras que el otro chico se sentó a lado de su padre.
—No estés triste, era lo mejor para ella y el niño —explicó el señor Betancourt en cuanto dio marcha el vehículo.
—No lo estoy, sé que lo que hice fue lo mejor, es solo que son demasiados cambios y no sé si podré con ellos.
—Para eso nos tienes a nosotros —Jax interrumpió—, ¿no es cierto, papá?
El hombre le sonrió a su hijo con orgullo. Iker entendió que después de lo ocurrido, lograron ser al menos un poco más cercanos, eso lo alegraba, ambos se preocupaban el uno por el otro, solo que eran demasiado orgullosos para poder ceder y pedirse disculpas.
—Es cierto, te estaremos apoyando. Después de todo, es lo mínimo que un suegro puede hacer por su yerno.
¿Eso fue una broma hecha por el mismísimo señor Betancourt?
—¡Papá! ¿Qué dices? ¿Acaso quieres espantarlo? —ambos miraron a Iker esperando una mala reacción de su parte.
—Ya escuchaste Jax, será mejor que hagas todo lo que tu novio dice o lo lamentarás.
El señor Betancourt rio con fuerza y Jax empezó a decir un montón de incoherencias con su mala lengua. Iker se recostó contra las ventanas del auto y pensó que esta nueva vida, no sería del todo mala.
Varias semanas pasaron desde que Sam vio por última vez a Connor, pero no pasó un solo día sin que pensara en él. Le dolía tanto el haberlo tratado así luego de lo sucedido en la terraza del hospital, el haber sido el causante de aquella expresión afligida. Sin embargo, ¿qué más podía hacer? Se sintió como si lo hubieran desnudado en público y todos estuvieran mirándolo de pies a cabeza. Como alguien completamente vulnerable.
Su hermano Cameron lo estuvo cuidando todo ese tiempo, le dijo que lo hacía por la vez que Sam también cuidó de él. Su hermana también lo trataba mejor. La relación entre él y Lizzy no era tan fuerte como la de ella y su hermano, pero de apoco, fueron limando asperezas y pudieron acercarse más. Todavía no eran íntimos, pero al menos ya no se trataban tan distantes.
Todo marchaba bien en su familia. Sin embargo, afuera de las paredes de su hogar, las cosas no eran tan tranquilas.
La policía confirmó que Liam Morrison guardaba relación con el narcotráfico, al parecer su primer proveedor, un hombre de Rusia si recordaba bien, lo dejó sin empleo de un día para el otro, razón por la cual empezó a endeudarse para poder seguir manteniendo su estilo de vida y llegó al punto de conseguir nuevas drogas, pero a una calidad inferior.
Eso explicaba el porqué Michel convulsionó de la nada y Fiorella murió con tan poca dosis.
Las personas involucradas fueron llevadas a prisión, pero Sam no los conocía, ya que en su colegio, Liam no tuvo la confianza suficiente para acarrear a otros profesores en lo que él hacía. Sam no fue imputado con la condición de brindar toda la información que sabía, pero sí estaría bajo vigilancia por un tiempo. No le incomodaba con tal de tener aquel asunto tan turbio controlado.
El colegio tomó medidas más drásticas para el control de la distribución de estupefacientes dentro de la institución, aquellos estudiantes que fueron encontrados con alguna mercancía de ese tipo, fueron suspendidos. Otros, expulsados.
Muchos se quejaron de aquellas medidas, pero Sam estaba satisfecho, no quería que algún otro sufriera a causa de aquel maldito de Liam Morrison. Tal vez otras personas con intenciones similares aparezcan en el futuro, pero al menos, sabía que ahora los profesores y directivos serían más estrictos.
Sus padres, por otro lado, al escuchar en una de las reuniones de la iglesia que Archer obtuvo lo que cualquier pecador se merecía, dicho por su propio padre, se indignaron tanto que protestaron en contra de ello diciendo la verdad sobre lo acontecido. No le dijeron a Sam qué pasó después de eso, pero extrañamente, dejaron de ir con tanta frecuencia y se concentraron más en sus hijos.
—Una cosa es creer en Dios con todo el corazón y otra el tener que hacer oídos sordos cuando las personas hipócritas quieren quedar bien con los demás antes de darle amor a su propia familia —señaló su padre en una de sus cenas familiares. Los tres hermanos se miraron asombrados. Nunca escucharon a su padre decir algo similar antes.
El hecho de que la familia de Archer haya decido continuar como si nada hubiese pasado, que sus pequeñas hermanas muestren sonrisas forzadas con los ojos completamente rojos y diciendo que todo estaba bien, demostraba lo que había dicho sobre la presión que tenía sobre sus hombros por ser como es.
—Entonces cuando la profesora Alarcón estaba pasando la lista y llegó a tu nombre, negó con la cabeza y suspiró, ¿sabes lo que eso significa? —le dijo Lucas, quien estaba con él en el parque para que Sam pudiera disfrutar más del aire libre.
Su casa lo estaba asfixiando, descubrió que tanto encierro lo podía volver histérico.
—¿Qué mi ausencia la está afectando? —replicó.
—O que te va a aplazar por no ir a clases. Nunca se sabe con ella —Lucas rodó los ojos como si esa profesora lo irritara.
—No puede, tengo permiso para faltar —Sam estaba divertido por la expresión de Lucas.
—Ya sé, es solo que puede que ella este ideando la manera de tenderte una trampa —susurró como si le estuviera diciendo un secreto.
—Sospecho que en realidad, estás haciendo todo lo posible para que vuelva porque me extrañas —Sam le habló con el mismo tono. Las orejas de Lucas se pusieron rojas, pero negó con la cabeza.
—¿Yo? Déjame decirte que estoy muy bien. Es más, ahora hago mis tareas por mí mismo.
—Tengo que verlo para poder creerlo. Siempre me copias todo.
—¡Eso no es verdad! —negó. Aunque ambos sabían que estaba mintiendo.
Tener una visita de Lucas siempre lo dejaba de buen humor. El chico hacía bromas sobre cualquier cosa y tenía muchas historias que contar sobre la escuela. Aprovechaba la oportunidad para poder decirle que volviera a clases, pero todavía le quedaban unos días más de reposo. Sus heridas habían sanado en su mayoría, aunque tenía un poco de quemaduras en el brazo que tardarían más en minimizarse. Sin embargo, la cicatriz ya no desaparecería.
—¿Sabes algo de él? —se animó a preguntar Sam.
¿Por qué no podía ser indiferente a Connor? ¿Acaso todo lo que hizo sin su consentimiento no era suficiente para que sus sentimientos por él desaparecieran?
En todas estas veces que Lucas y él se encontraron, no se atrevió a siquiera mencionarlo, pero la intriga lo estaba matando. Quería saber qué estaba haciendo y si estaba recuperándose bien o no.
Solo es eso, preocupación por su salud.
—No lo he visto mucho, creo que todavía está en reposo como tú —Lucas se puso serio—. ¿hablaron después de lo ocurrido?
Sam negó con la cabeza.
—No sé si puedo perdonarlo —Lucas ya estaba al tanto de la situación. No fue por medio de Sam, por lo que solo quedaba a Cameron como el delator, pero no lo molestaba, tal vez Cameron también tenía dudas que prefería contárselo a Lucas.
La charla con Cameron había durado toda la noche. Se acostaron frente a frente en la habitación de Sam y se sinceraron el uno con el otro. Cameron lo consoló cuando Sam, aún con culpa, lloró contra su pecho por haber hecho todas aquellas cosas bajo la influencia de Liam. Si bien Cam ya sospechaba que su hermano se estuvo metiendo en algo raro, jamás espero que un hombre se haya aprovechado de su hermano de esa manera.
Aunque se rehusó, le contó también de Connor.
—No lo hice por hacerte daño. Las cosas con él simplemente se dieron. Él me confesó que siempre estuvo enamorado de mí, ¿puedes creerlo? —Sam le comentó como si fuera algo realmente extraño.
—Bueno, ahora que me lo dices, como que ciertas cosas empiezan a tener sentido —Cameron se quedó pensativo.
—¿Cómo qué?
—Siempre me preguntaba por ti, yo no le hacía caso, solía bromear diciendo que si le gustabas o qué, y él se quedaba callado y cambiada de tema, incluso le pregunté por qué no se conseguía una novia y me contestó que sus padres le prohibieron salir con alguien hasta que cumpla dieciocho años. Y me pedía fotos, muchas, contigo en cualquier lugar o haciéndote bromas. No sabía que... tú sabes... era para ese tipo de cosas...
—¿Qué crees que hacía con las fotografías?
—¿Qué no es obvio? Lo mismo que yo hago con las que le saco a Roy —dijo Cameron, Sam se avergonzó más—, pero para que conste, yo sí le aviso que le voy a hacer alguna que otra fotografía, a él no le gusta mucho, ¡no te hagas una idea equivocada! Todas son inocentes, bueno, más o menos. Él me deja hacerlo porque ya sabes, solo quiere verme feliz —terminó con orgullo.
—Eres un presumido —Sam le golpeó en el estómago de manera juguetona.
—A lo que voy es... que lo de Connor es un poco espeluznante —Sam le había mostrado las fotografías ese día en que enfrentaron a Liam en el hospital, pues no podía explicar con palabras sus sentimientos—, aunque no creo que sus intenciones hayan sido malas, era la única manera de acercarse a ti sin que tenga que exponerse a sí mismo. Connor puede ser bastante introvertido a veces, créeme, lo conozco, aunque eso no justifica lo que hizo. Todavía no sé si perdonarlo, no cuando te dañó también a ti. Sin embargo, si tú decides hacerlo, podría pensarlo. No te estoy condicionando, es solo que prefiero tu felicidad, ante todo.
Después de eso, se disculpó con él por haberle tratado tan mal cuando se enteró, o más bien, sospechó lo que pasaba entre Connor y él. Había estado herido, pero entendió que Sam no lo haría a propósito. Era de Connor de quien no estaba seguro.
—Lo que hizo fue muy turbio, sabía que ese chico ocultaba algo —Lucas lo devolvió a la realidad—. Queda a tu criterio el perdonarlo o no, nadie va a juzgarte por la decisión que tomes ni el tiempo que necesites para pensarlo. Además, sabes que puedes contar conmigo para todo —le puso una de las manos sobre su espalda para sobarlo en señal de confort.
—Eres genial, Lucas, no sé si merezca tu amistad —dijo con sinceridad.
—¿A qué viene eso? Te guste o no, eres mi amigo, ya deja de menospreciarte, Sam, eres una persona increíble y que nadie te haga sentir lo contrario —Lucas lo envolvió en un sorpresivo abrazo.
—Me estás acosando —murmuró Sam. Lucas lo abrazó más fuerte en venganza.
Eso es a lo que se refería cuando decía que Lucas siempre lo ponía mejor con cada salida. El chico tenía un aura de pureza alrededor que lograba envolver a Sam.
Lastimosamente, Lucas ya tenía que volver a su casa, le prometió volver a sacarlo a pasear alegando que él y su perro Zeus tenían algo en común, a los dos les gustaba el aire libre.
Lo acompañó hasta portón de la casa, Sam estaba exasperado por la actitud tan protectora que demostraban con él, pero Lucas no iba a estar tranquilo hasta asegurarse que no tuvo ninguna complicación en el camino de vuelta. Sam no sabía si agradecerle o dar un grito de frustración.
—¿Tienes visita? —le preguntó el chico cuando llegaron. Sam miró alrededor confuso y encontró un auto sumamente conocido estacionado cerca de la casa.
—No puede ser... —murmuró.
Se despidió rápidamente de Lucas, quien le persuadió de que le enviara un mensaje si necesitaba a alguien con quien hablar.
Sam entró en la casa con las manos temblorosas y un enorme nudo en el estómago. Adentro, no había mucho ruido, pero se escucharon unas voces desde el patio trasero, lugar donde su mamá solía tener una mesa en el jardín para recibir a sus visitas mientras le invitaba alguna merienda o comida al azar.
Fue hasta la zona y la escena más surrealista lo recibió. Sus padres, juntos con los padres de Connor estaban sentados alrededor de la mesa y conversando con cortesía. A un lado de la casa, encontró a su hermana jugando con Coco, el peludo animal ni bien lo reconoció, fue hasta él para saltarle alrededor en busca de un poco de cariño de su parte, Sam la consintió. Al costado de él, a lado de las pérgolas que su madre mandó poner en el jardín para hermosear el paisaje, Connor y Cameron estaban hablando. No parecían divertirse, de hecho, parecían más serios de lo normal, como si aquella plática fuera de lo más incómodo para ellos.
Gracias al efusivo recibimiento de Coco, todos notaron su llegada.
Connor de inmediato se levantó del piso de madera con nerviosismo. Sam quedó momentáneamente en shock al verlo. No había ningún cambio significativo en él salvo el cabestrillo del brazo, seguía siendo el mismo chico de ojos dorados con sonrisa dulce. Sam no se había dado cuenta de lo mucho que lo había extrañado hasta el momento.
—Sam, que bueno que llegas, te estábamos esperando —comentó su madre.
A Sam le costó un tiempo considerablemente largo para apartar los ojos de Connor.
—¿Qué está pasando? —le preguntó, luego fue a saludar a la otra pareja de adultos con la mayor educación posible.
—Has crecido mucho en solo unas semanas, Sam —le dijo la madre de Connor con cariño—, le dije lo mismo a tu hermano, cada vez están más parecidos, Flair, ¿cómo haces para tener hijos tan atractivos? Y ni hablar de Elizabeth, ven aquí mi niña, estás tan alta y hermosa —su hermana fue con timidez hasta la mujer.
—Señora Silva, usted me halaga al decir eso de mis hijos —mencionó su mamá orgullosa.
—Ya te dije más de una vez que puedes llamarme por mi nombre, después de todo, nuestros hijos son buenos amigos —los chicos se miraron entre sí, dudosos.
—Está bien, Bianca, y tienes razón, Connor y Cameron siempre fueron buenos amigos, esperemos que puedan arreglar las cosas entre ellos.
¿Su madre no se daba cuenta que estaban todos escuchándolas y por tanto el ambiente era sumamente incómodo? Cameron miró con cara de "aléjate de mí" a Connor y este retrocedió unos pasos.
—Sobre lo ocurrido, te vuelvo a pedir disculpas en su nombre, ya le dimos un castigo para que nunca más intente algo así de nuevo en contra de un amigo y lo llevaremos junto a mi hermana Leila que es psicóloga para tratar esos fetiches que tiene con la fotografía como te comenté. Realmente lo siento, no pensé que mi hijo tuviera tantas cosas extrañas en la mente.
¿De qué demonios estuvieron hablando todo este tiempo hasta el punto de enterarse de aquellos secretos que se los guardaba para él mismo?
Connor estaba horrorizado, el color rápidamente subió por sus mejillas hasta cubrirle toda la cara. Cameron intentó estar serio ante la mención de su terapia, pero Sam percibió cómo se le escapó una risotada que intentó en vano ocultar simulando un ataque de tos.
—¡Mamá, podrías por favor, dejar de humillarme, ya te dije que yo mismo pediré disculpas, no hace falta que vengas y ventiles todo de mí! ¡Mucho menos lo de las sesiones con la tía Leila! —le advirtió Connor.
—¿Acaso escucho que estás regañando a tu madre? —su papá le dijo con una voz mortalmente seria.
—No... —Connor titubeó, su madre lo miró herida y él de inmediato se sintió culpable—, lo siento, es que yo... bueno, solo no quiero que digas más cosas... si tú quieres —agregó eso último después de un último vistazo a su padre.
Ahora era Sam quien tenía muchas ganas de reír. ¿Cómo es que nunca se daba cuenta cuando sus padres le tomaban el pelo?
—Bueno, ustedes damas, pueden ir a recrearse, nosotros nos haremos cargo de la cena, ¿cierto, señor Ross? —en voz baja, que a todos escucharon porque el señor silva hablaba extremadamente alto, añadió— Usted no quiere tener a mi esposa cerca de la cocina, la última vez, terminó confundiendo sal con azúcar y harina con maicena. Y eso que quería sopa de verduras. Los resultados no son difíciles de imaginar.
Su papá no sabía siquiera hacer un huevo duro, por lo que se encontró en un verdadero aprieto, pero no queriendo quedar mal, asintió con gusto.
—Nosotras podemos ir a preparar las bebidas y la ensalada, esta será una cena deliciosa, mi esposo es el mejor en la cocina —añadió la señora Silva con orgullo.
—No te preocupes querida, nosotros haremos todo. Puedes tomarte el tiempo que quieras con la señora Ross —la frente del señor Silva sudó en cuanto escuchó la propuesta de la mujer.
—Mamá, ¿puedo quedarme a jugar con Coco? —preguntó su hermana y su madre asintió gustosa por tener un momento a solas con su nueva amiga, quien parecía caerle muy bien. Nunca antes habían socializado de manera tan cercana incluso en la época en que Cameron y Connor fueron amigos.
—¡Tengo una idea! Puedo mostrarte unos pasos que aprendí en mi curso de danza el otro día, estoy tan encantada... —le comentó la mujer a la otra mientras se adentraban en la casa junto con sus padres siguiéndole los pasos.
Solo quedaron los chicos y Elizabeth con Coco en el jardín. La chica tomó una pelota vieja y jugaba con el perro divirtiéndose, después de todo, siempre quiso una mascota.
En cuanto Cameron, Connor y él quedaron solos, todo se volvió más incómodo.
¿Los adultos lo hicieron a propósito?
Mientras más pasaba el tiempo sin que nadie se anime a hablar, más estaba seguro de ello.
—¿Qué fue lo que pasó aquí? —dijo finalmente Sam con los bolsillos en los pantalones vaqueros queriendo sonar casual.
—Le conté toda la verdad a mis padres, me amenazaron con dar a Coco en adopción si es que no tenía las fuerzas suficientes para levantarme a darle siquiera un plato de comida y si seguía ocultándoles lo que me pasaba.
—¿Todavía sigues creyendo todas las amenazas falsas que te hacen? —se burló Cameron. No parecía más tan enojado con Connor, aunque aún se notaban distantes.
—¿Y luego? —interrogó Sam.
—Hablaron por teléfono con tus padres y ellos propusieron tener una cena de "reconciliación" —Cameron bufó en cuanto Connor dijo aquella palabra—, también vinieron a pedir disculpas en mi nombre, pero les dije que yo lo haría personalmente.
—¿Tuviste que ser obligado por tus padres para venir a decirme un simple "lo siento"? —se burló Cameron, no se lo estaba poniendo fácil a Connor—, ¿acaso no pudo haber nacido de ti ese deseo?
—¡Ya te dije que lo iba a hacer, pero que necesitaba tiempo! —se excusó Connor, tanto Sam como Cameron lo miraron dudosos—. Además, vuelvo a repetirlo frente a Sam por si te quedaron dudas. Lamento mucho haberte hecho todas esas cosas, no pasa un solo día sin que me arrepienta de lo idiota que fui con mi mejor amigo, me culpo por haber sido tan cobarde ante la amenaza de Iker, si pudiera retroceder el tiempo, no te hubiera hecho daño. Sé que fue difícil para ti, que unas disculpas no son suficientes, que las secuelas de mi maltrato siguen ahí, contigo, y probablemente nunca desaparecerán, pero haré todo lo posible para conseguir por lo menos cicatrizar aquella herida. No te pido que volvamos a ser mejores amigos, sé que probablemente eso sea imposible, pero me gustaría que no me sigas considerando tu enemigo. A pesar de todo, significas mucho para mí —Connor agachó la cabeza, como si no tuviera las agallas suficientes de mirar a los ojos a Cameron.
Sam se conmovió ante sus disculpas. Los ojos de Cameron se aguaron un poco y luego de aclararse la garganta unas cuantas veces, le respondió con sinceridad:
—Acepto tus disculpas, yo tampoco sé si podremos volver a tener el mismo vínculo de antes, pero fuiste alguien importante en mi vida y siendo sinceros, ya no quiero odiarte, es cansador y me hace daño. Sé cuáles fueron las circunstancias que te llevaron a cometer aquellas acciones en mi contra y el hecho de que te arrepientas de corazón, es lo que más valoro. Además, significas mucho para una persona muy preciada para mí y no quiero verlo herido por culpa de mis rencores.
Sam y Connor se miraron entre sí, entendiendo a quién se estaba refiriendo Cameron. Luego apartaron la vista, un poco avergonzados.
Cameron rodó los ojos con exasperación.
—Lizzy, vamos a llevar a Coco para que conozca la casa, ¿te parece? —el chico fue hasta su hermana.
—¡Es una genial idea! Espero que no se orine por nada, ¿no lo harás, verdad coco? —le habló la chica al perro, quien ladró con energía.
Segundos después, desaparecieron.
Solo quedaron él y Connor.
Un rato después, alguien, probablemente Connor, encendió las luces del jardín pues ya estaba entrando la noche, dentro de la casa, había muchas risas y olor a comida.
Sam fue hasta el césped y se sentó para contemplar las estrellas, no eran tantas, pero las que habían estaban brillantes y hermosas. Connor imitó su acción. Eso le recodó a la vez que hicieron lo mismo en la competencia, solo que esa vez el cielo estaba bastante nublado y no pudieron contemplar nada.
—¿Qué tal están tus heridas? —preguntó Sam después de un rato de silencio.
—Mucho mejor, el brazo ya no me duele tanto y aunque en la espalda probablemente tenga una horrible cicatriz, es mejor que estar muerto —se encogió de hombros—. ¿qué hay de ti?
—Las fracturas que recibí están sanando de a poco, con ayuda de los analgésicos, casi ya no siento dolor, solo cuando no descanso lo suficiente.
Aquello no era realmente de lo que Sam quería hablar. Quería tomar a Connor por los hombros y decirle que deje de evadir el tema, que había algo más importante que decirse antes que hablar de malestares físicos. Pero no podía, las palabras no salían, ¿de qué tenía miedo?
Sabía la respuesta, era de Connor mismo. Lo más razonable sería poner una orden de restricción en su contra antes de que termine obsesionado como Liam. ¿Por qué no lo hizo?
Porque tenía esperanzas. Quería creer en Connor. Volver a ver al chico inocente que pensó que era en un principio. Saber si había un punto de retorno para él.
Se quedaron en silencio mirando las estrellas, el ambiente ya empezaba a ser incómodo entre ellos y las demás personas dentro de la casa no daban indicios de querer salir afuera.
—¿Por qué esto es tan difícil? —Connor cortó el hielo con un largo suspiro de frustración.
—Tal vez porque es tan importante, que no queremos arruinarlo —dijo Sam pensativo.
—No podemos posponerlo para siempre —Connor se armó de valor—, sabes Sam, ya te dije una vez de lo arrepentido que estaba de las cosas que hice, pero no te llegué a pedir disculpas tal y como te lo mereces. He hecho las cosas mal por un largo tiempo, me arrepentí, reflexioné y en algunos casos me odié. Pero tal y como dijo Cameron, eso último me hacía más daño. Las cosas malas que hice solo las podía cambiar actuando, ya sea para poder revertirlos o asumir las consecuencias sin rechistar. Sé que estuvo mal lo de las fotografías, me avergüenzo tanto de ellas que ni siquiera puedo mirarte a los ojos sin recordar lo bajo que llegué, tampoco estuvo bien que no te lo haya dicho desde el principio. Fuiste tan comprensivo, me ayudaste a pesar de no saberlo y por más que te diste cuenta de que mi secreto era algo que te involucraba, hiciste todo lo posible para librarme de Iker. Me diste la fuerza suficiente para enfrentarlo y cambiar aquel pensamiento que tenía de aceptar todo lo que me decía con sumisión—Sam se quedó callado, entendiendo que Connor necesitaba desahogarse de una vez sin interrupciones—. A pesar de todo lo que hice, una cosa siempre fue verdad y eso era lo que sentía por ti, incluso ahora, Sam, estoy enamorado de ti como un tonto, sé que no es el mejor momento para decirte esto porque todavía tienes demasiado que procesar, pero si voy a desnudar mi alma frente a ti, que no quede nada sin decir. Lo siento, fui un acosador. La mayoría de las fotos yo las tomé cuando estabas distraído —se avergonzó de sus acciones—, aprovechaba cualquier situación en la que no tenías la vista sobre mí y te seguía para poder capturar una imagen. También hubo otras que me las pasó Cameron, no te enojes con él, no sabía lo que estaba haciendo, yo solía pedirle fotos graciosas de ustedes y a él le divertía tomarte algunas desprevenidas. A veces incluso lo retaba a que te las tomara durmiendo o dándote un baño, le decía que no se atrevería y ahí es cuando él lo encontraba más desafiante y me las pasaba. Tal vez para él era solo diversión, ni siquiera se imaginaba las cosas que pasaban por mi mente. Sin embargo, yo atesoré cada una de ellas.
— Pero no eran fotografías inocentes, Connor, era yo estando en ropa interior, durmiendo, cambiándome la ropa, cosas que considero privadas, eran tan...
—Perturbadoras. Lo sé. Iker también lo pensó en cuanto me encontró viendo una de tus fotos en el vestidor. Me sacó el teléfono y revisó muchas de ellas. Me enojé, más porque te viera en ellas que por ser descubierto, entonces como si fuera una brillante idea, se pasó las fotos a su celular. Él me dijo que si no hacía lo que él quería, te las mandaría. Después de eso me di cuenta de lo grave que era lo que estaba haciendo, dejé de tomarlas, excepto ese día que salimos juntos, no pude resistirme. En verdad lo siento, eso fue muy bajo y espeluznante de mi parte.
—¿Llegaste a borrarlas? —preguntó Sam.
—Al principio, cuando se me robó el celular, tenía una copia de seguridad en la nube, ¡pero ya las borré! —alzó las manos cuando Sam le dio una mirada de reproche—, solo me quedé con las que te tomé en el parque de atracciones, ya que esas sí fueron consentidas, pero si quieres que las elimine también lo haré. Te lo prometo por Coco —replicó Connor. Sam le creyó, después de todo, Connor adoraba a su mascota.
—Bórralas. Elimina cada una de ellas, no quiero que vuelvas a tener nada de mí contigo hasta que te de él permiso —Aquella resolución fue como un balde de agua fría para Connor, pero aceptó sin oponerse. Era lo mínimo que podía hacer. Sam se sintió aliviado.
—¿Después de eso estoy perdonado? —le preguntó el chico.
Sam lo pensó mucho. No era sencillo, Lucas incluso le había dicho que se tome todo el tiempo del mundo, que no se precipite. A Sam todavía le daba un poco de escalofríos pensar que otra persona conservaba fotografías de él. Tendría una larga charla con Cameron sobre lo que él consideraba divertido, pero también entendía que su hermano no tenía absoluta idea de lo que Connor hacía con las imágenes.
¿Estaba bien perdonarlo?
A su lado, Connor bajó un poco los hombros al notar que Sam se quedaba callado. No podía exigirle que lo disculpara, solo Sam sabría el momento para hacerlo.
—Creo que deberíamos empezar desde cero —afirmó finalmente.
—¿A qué te refieres? —interrogó Connor.
—No quiero olvidar lo que pasó porque es importante que ambos aprendamos a no cometer los mismos errores otra vez. Podríamos empezar por ser amigos de nuevo, esta vez, siendo más sinceros el uno con el otro. Es la única forma que se me ocurre para poder cicatrizar tantas heridas.
No estaba listo para empezar a tener una relación ahora, no después de todo lo que tuvo que pasar, necesitaba volver a fortalecer sus vínculos familiares, ponerse al día para la graduación, plantearse una buena universidad, ayudar en lo que pudiera con la investigación de la policía, pensar en la profesión que le gustaría ejercer, solidificar sus amistades y seguir el tratamiento adecuado para proteger su salud física y mental.
Connor asintió con la cabeza, entendiendo su punto. Los dos tenían muchas cosas pasando por sus mentes, conflictos que necesitaban superar. Lo harían juntos, sí, como amigos, y si llegara un día en el que sus sentimientos colapsen, ese sería el momento perfecto para poder darse una nueva oportunidad. Pero esta vez, con más sensatez.
—Creo que es lo mejor para ambos. Pero prometámonos algo, Sam, el día que las heridas por fin cicatricen y si nuestros sentimientos siguen intactos, dame una oportunidad para estar a tu lado —la voz de Connor salió entrecortada, sus ojos estaban acuosos, pero su sonrisa, a pesar de triste, era completamente sincera.
—Lo prometo —sellaron aquel juramento con sus meñiques.
Media hora después, luego de hablar de cosas triviales, ambos entraron a la casa para ver cómo seguía la cena. Su papá quemó toda la papa que era para el puré, Coco se orinó en la cama de Cameron, pero a él no le importó tanto en cuanto vio que Roy se apareció para la cena. Su mamá y la señora Silva estaban ensayando una coreografía con Elizabeth y Coco, quien luego de largar todo el líquido territorial, estaba más cómodo y feliz, pronto se unió Cameron arrastrando a Roy que no sabía siquiera como mover los pies en forma coordinada con el cuerpo. El señor Silva le daba ánimos a su padre, quien estaba devastado por echar a perder la cena. Muy pronto, también la carne que metieron al horno se quemó.
Al final terminaron cenando pizza.
Sam le comentó a todos que Connor y él ahora volvían a ser amigos, ellos estuvieron de acuerdo con eso, sabiendo que sus sentimientos debían madurar todavía. Sam sintió que no importa el tiempo que le tome superar los obstáculos con Connor, ellos lo apoyarían.
Fue una cena acogedora. Jamás pensó que el ambiente en su casa podía ponerlo tan feliz. Comió pizza hasta no poder, jugaron juegos de mesa y muy pronto la familia Silva se despidió prometiéndose volver a repetirlo en cualquier momento.
Sam y Connor se despidieron con un abrazo cargado de emociones.
Sam estaba intrigado por descubrir aquella nueva amistad que podría crecer entre ellos y sabía con certeza, que sus sentimientos por el chico de ojos dorados no disminuirían en lo más mínimo, por el contrario, crecerían cada vez más, pero él también tenía que hacerlo, se lo debía a sí mismo.
Algún día, Connor y él se mirarían de frente y darían el paso definitivo para poder sellar aquel sentimiento tan complicado llamado "amor".
Hola a todos, he aquí el final de esta enredada y dramática historia. Espero que haya cumplido las expectativas. ¡Pero aún no la borren de la biblioteca! Se viene el epílogo, ahí podrán ver lo mucho que crecieron y maduraron estos chicos a los que he tomado tanto cariño y la manera en que sus vínculos se han fortalecido, puede que haya un final feliz, o puede hacerles llorar más, lo sabrán a su tiempo :(
Nos vemos muy pronto nuevamente. Los quiero <3
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