T r e c e
Por alguna razón, el excesivo orden en la casa de Liam siempre lograba inquietarlo. Cualquier persona común tendría al menos unos libros esparcidos por aquí o platos en el lavadero. Pero Liam no. Aunque tal vez fuera porque tenía alguna empleada doméstica del que no estaba enterado. Sino, pareciera que él ni siquiera vivía en ese lugar.
—Sam, concéntrate, los números no se derivarán solos —le instruyó Liam.
Estaban en la mesa del comedor debido a que el ángulo formado entre el sillón y la mesa de la sala le daba dolor de espaldas.
Estos últimos días estuvieron resolviendo las últimas unidades del programa de estudios. Ya faltaba poco para que estuviera completamente listo. Para su alivio, el hombre no había vuelto a insinuar nada incómodo. Pero aun así, Sam se sentía raro cada vez que se acercaba a él o le hablaba muy cerca del oído. Como en este mismo momento.
—Lo siento, me desconcentré —dijo alejándose un poco más del hombre—. ¿Puedo ir al baño un momento?
Dejó todas sus cosas esparcidas y fue a derramarse un poco de agua en la cara. ¿Qué le estaba pasando? ¿Era normal reaccionar así ante la cercanía de otra persona? No solo fue hoy, sino los días anteriores también. Era una mezcla de nerviosismo, vergüenza y expectación. Se dijo a sí mismo varias veces de que esto debía parar, pero aun así terminaba quedándose hasta muy tarde estudiando con él porque la verdad es que Liam era un excelente profesor. Podía pasar horas enseñándole y parecía disfrutar de hacerlo.
Su teléfono vibró en el bolsillo y sonrió anticipando quien sería el emisor. Al desbloquearlo, encontró llamadas perdidas de su hermano, las cuales no contestó porque precisamente, no quería sentir culpa debido a la persona que ahora le escribía.
"¿Adivina qué? Hoy el equipo organizará una fiesta de nuevo. En esta tal vez me anime a ir para empezar nuestro malévolo plan"
Rió por la manera en que Connor se refirió al plan de Sam. Aquel que consistía en hallar el punto débil de Iker. Si bien Connor se negó en un principio, ahora ya estaba tomando más iniciativa, lo cual lo alegraba. No quería verlo sufrir de nuevo.
"Genial. Busca más información y veremos cómo ir"
"¿Vendrás conmigo?" casi podía ver el gesto de asombro de Connor a través de la pantalla.
"Estamos juntos en esto. Por supuesto que voy"
"Bien. Te llamaré más tarde para decirte los detalles"
Guardó el teléfono en su bolsillo y fue de nuevo junto a Liam. Encontró al hombre hablando por teléfono. Debía ser una llamada no deseada porque tenía la boca fruncida en señal de disgusto.
—Ya te dije que me encargaré de todo —al ver que Sam volvió, cambió su gesto a uno inexpresivo—. Bien, te llamaré luego. Adiós.
—¿Todo bien? —preguntó al volver a sentarse a su lugar. Liam asintió con la cabeza.
—Sí, no te preocupes. Era una llamada de negocios.
—¿Tienes un empleo aparte de ser profesor? —añadió al escuchar aquella respuesta. Eso también podría explicar aquel coche costoso que conducía siempre.
—Más o menos. Aunque ahora estoy en un problema —Liam lucía inquieto—. Estoy necesitando personal que me ayude con un asunto.
—¿Qué es lo que haces exactamente? —Dejó de pretender continuar estudiando para poder prestarle plena atención.
—Digamos que soy una especie de intermediario. Trabajo para un empresario que busca hacer llegar sus productos a más consumidores. Por eso necesito personas que me ayuden —El hombre se levantó del asiento y fue hacia la cafetera para ponerla a trabajar. Sam notó en estos días que Liam tenía un vicio por la cafeína.
—¿Qué tipo de productos? —volvió a preguntar, interesado en el tema.
—Cosas de todo tipo —contestó esquivo—. Busco adolescentes principalmente, ya que lo que ofrezco se centra especialmente en los jóvenes.
Sam pensó en sus palabras. Ahora que lo pensaba, él quería intentar tener un empleo por su cuenta, pero no lo pudo hacer por todos los problemas que tuvo. Aunque había algo extraño en la manera en que Liam hablaba de ese trabajo, como reacio a decir detalles.
—Yo puedo ayudarte, si quieres —dijo y Liam volteó interesado—. Pero antes debes decirme qué es exactamente lo que haría.
Liam se cruzó de brazos con la taza de café en manos. Parecía analizar las palabras de Sam. Luego de dos sorbos de su café para finalmente negar con la cabeza.
—Mejor termina lo que estás haciendo. Te avisaré si necesitaré o no de tu ayuda.
El teléfono de Sam volvió a sonar, era Lucas esta vez. Colgó para poder estudiar de nuevo en la materia, pero sonó de nuevo. Frustrado por no poder concentrarse, lo apagó.
—¿Está bien que no contestes? Parece urgente —argumentó Liam, quien se había puesto atrás de Sam para mirar lo que hacía desde arriba.
—No, lo creo. Con Lucas siempre solemos hablar de cosas sin sentido —dijo Sam restándole importancia a las llamadas.
—Pero también noté que tu hermano es el que llama a veces. Si lo que te impide contestar es el hecho de que yo esté aquí, no te preocupes. Sé cuánto significa él para ti —añadió Liam poniendo sus manos sobre sus hombros. Sin poder evitarlo, Sam dio un sonoro suspiro. Quería decirle que no era su culpa, que la razón era otra muy distinta, pero la idea de él hablando de Connor con el profesor no terminaba de gustarle. En especial cuando Liam dejó en claro que sentía de ese modo con él.
—Hablaré con él después —contestó.
—¿Está todo bien, Sam? Puedes hablar conmigo de cualquier cosa —su voz conciliadora lo tentó.
—Bueno...es algo difícil de explicar —empezó—, siento que mi hermano ya no es tan cercano a mí como antes —contó el otro problema que también lo molestaba.
—¿Por qué dices eso? —Liam, al sentir a Sam decaído, le empezó a masajear los hombros. El toque de sus dedos le dio a Sam el alivio que no sabía que estuvo necesitando todo este tiempo.
—No sé si te conté, pero Cameron ahora vive con su novio —confesó.
—¿Ah, sí? No me lo habías contado—Liam continuó con su masaje. Sam se recostó contra la silla y cerró los ojos para poder sentirlo mejor. Los dedos del mayor iban y venían desde la base del cuello hasta los omóplatos.
—Es un tipo algo serio y distante, pero con mi hermano es distinto. Se nota que se quieren —murmuró un poco sedado por el toque del profesor.
—¿Por eso dices que ya no es tan cercano a ti? —La voz de Liam se oía desde muy cerca. Podía sentir su respiración acariciándole el cuello.
—Mm hm —murmuró dejándose llevar. Hacía mucho no disfrutaba de la sensación de paz que lo invadía en ese preciso momento—. Creo que ya no me quiere como antes.
—Samir —susurró Liam cerca de su rostro—, eres su hermano, por supuesto que te ama. Eres una persona increíble, ¿quién no lo haría?
Sam volteó el rostro hacia él conmovido por sus palabras. Nunca nadie le había dicho algo como eso antes. Al hacerlo, sorprendió a Liam mirándolo fijamente, estaban muy cerca uno del otro. ¿En qué momento se había movido? Los ojos de Liam pasearon por todo su rostro hasta detenerse en sus labios. Sam quiso remojarlos por instinto, pero no necesitó hacerlo ya que Liam se encargó de ellos cuando sus labios presionaron los de Sam. El primer beso que compartieron había sido hambriento y desesperado, pero este era muy distinto. Liam fue gentil y se movió suavemente explorando la boca de Sam.
Sam se dejó llevar. Necesitaba aquel contacto. Sentir que al menos era especial para una persona. Liam se posicionó en frente de Sam para estar más cómodo. Una de sus manos los llevó al respaldo de la silla y la otra tomó el rostro de Sam para acercarlo más a él. Una rodilla lo ubicó en el pequeño espacio de madera entre las piernas de Sam mientras que con la otra se sostenía. El beso compartido duró varios minutos, ninguno de los dos quería romper el contacto, pero necesitaban hacerlo por la postura incómoda del momento.
Los ojos de Liam brillaban expectantes, sus labios estaban ligeramente boquiabiertos. Sam no supo cómo reaccionar. Pudo sentir como sus mejillas se colorearon completamente. Evadió la mirada penetrante de Liam mientras que se llevaba la mano a la altura de la boca. No podía encararlo después de lo ocurrido. Se moría de la vergüenza. Al costado, escuchó la risa de Liam.
—Tu timidez repentina es encantadora —dijo y llevó su mano para acariciarle la mejilla. Sam perdió la capacidad de hablar—. ¿Te quedarás a cenar?
—Yo...creo que mejor me iré a casa por hoy —Sam se levantó y juntó sus cosas sin hacer contacto visual con Liam, quien al parecer estaba divertido por su reacción. Al ver que Sam no podía ni cerrar bien su cuaderno, Liam lo ayudó tarareando una canción. Cuando por fin juntó todas sus cosas, Sam fue hasta la salida.
—Te llevaré en el coche —dijo Liam.
—¿Estás loco? No voy a llegar a mi casa de noche y con un desconocido en un auto lujoso como el tuyo. Todavía aprecio mi vida.
—Le explicaré a tus padres que estuvimos estudiando...
—Iré en autobús. No te preocupes.
—Está bien —cedió Liam. Sam abrió la puerta del departamento para poder salir—, pero no puedes irte sin despedirte.
Sam pensó que tal vez Liam se refería a un simple adiós, pero ese no fue el caso, sino que acercó su boca muy cerca de la suya, pero sin besarlo. Miró a Sam como esperando su consentimiento y para su propio asombro, se encontró acortando la distancia entre los dos.
«¿Qué rayos estoy haciendo?», se preguntó Sam, pero no podía separarse de Liam. Se sentía increíble tener a alguien con quien podía dejarse llevar sin importarle las consecuencias. Alguien que se encargaba de brindarle apoyo y confianza sin esperar nada a cambio. Todo este tiempo se sintió adverso a su acercamiento, ¿pero por qué hacerlo? Él es el único que mostró preocupación por él. Que lo animaba a seguir de pie. Así que se dio por vencido ante él.
—Adiós —susurró después de separarse unos centímetros de él. Liam curvó su boca en una sonrisa cuando Sam no dio señales de moverse. Sam lo imitó y por fin se alejó de él.
—Cuídate, el camino puede ser peligroso.
Fue rumbo a la parada de autobuses. Cuando llegó, encendió su teléfono de nuevo. Unas notificaciones le llegaron de inmediato, pero las descartó. Solo quería ver la hora. Sin embargo, cuando estaba por hacerlo, la pantalla cambió mostrando una llamada entrante. Connor. Sam titubeó. De repente, todo lo que había compartido con Liam le vino a la mente como un balde de agua fría. Pero movió la cabeza en negación. No tenía por qué arrepentirse. No hizo nada malo.
—¿Hola? —contestó dubitativo.
—¡Sam! Por fin contestas. Yo ya estoy por ir a la fiesta, ¿a qué hora vienes?
Se había olvidado completamente de la fiesta.
—Estuve ocupado estudiando, me estoy yendo a mi casa ahora.
—Pero entonces vas a tardar mucho. ¿Por qué no vienes por aquí y te presto algo para que vayas?
—No lo sé... te avisaré en un rato —contestó evasivo. No le había dicho a su mamá nada de la fiesta. La llamó al móvil y no atendió nadie. Al parecer era un hábito en la familia. Como último recurso, marcó el número de su padre. Por lo general, era la última opción de los hermanos Ross porque siempre se olvidaba de decirle a su madre sobre los permisos y terminaban castigados igual. Además, las cosas entre los dos aún estaban raras luego de que Sam le haya gritado en la cara aquello que tanto le molestaba sobre él.
Después de unas cien preguntas, su padre aceptó que vaya. Al fin y al cabo, Sam no era un chico de fiestas, razón por la cual tenía permisos cuando un raro evento como aquel sucedía. Eso añadiéndolo a su historial de chico bueno, era infalible.
Connor le dio su dirección, contento por saber que iría. Sam rió un poco por lo tonto que era al darle una dirección que evidentemente conocía. Era el mejor amigo de Cameron después de todo. Corrección, antiguo mejor amigo.
No fue difícil llegar hasta ahí, lo que sí costó fue cargar la bolsa llena de libros.
—¡Por fin llegas! —lo recibió Connor entusiasmado.
Sam no pudo evitar tener un flashback de lo que pasó con Liam hace solo unos momentos. Aún le escocían los labios por el contacto, aunque sabía que solo era su imaginación. Enfocado en sacar todo eso de su mente, entró saludando a Connor.
—¿Y bien? ¿Dónde es la fiesta? —preguntó. La casa de Connor era espaciosa y con colores cálidos. Al entrar, se sorprendió al encontrar a sus padres teniendo una charla armoniosa en el recibidor.
—Buenas noches —saludó Sam pues en efecto, ya oscureció completamente. El matrimonio volteó a verlo y le devolvió el saludo con mucho gusto.
—Me alegra ver que traes de nuevo a tus amigos —dijo la madre hacia Connor. La señora Silva era alta, delgada y tenía el rostro con ligeras arrugas. Su voz era gentil y sus ojos, amables. El padre de Connor, en cambio, era un poco obeso, pero se notaba a simple vista que de él fue que Connor sacó todas sus características. Si mal no recordaba, Connor mencionó alguna vez que era fan del fútbol, razón por la cual su hijo quiso seguir su ejemplo. Aunque ahora al chico le preocupaba un poco la salud de su padre.
—Sí, nos estabas preocupando, parecías un alma en pena —dijo el hombre. Connor se avergonzó por tener a Sam ahí escuchando la exageración de los señores Silva. Pero a Sam, por otro lado, se le hizo extraño aquellos comentarios. ¿Connor estuvo tan mal? ¿Cuándo?
—Ya entendí —añadió Connor y sin que Sam se entere, les hizo un gesto para que se callaran—, pero no se quedará mucho tiempo, iremos a una fiesta del equipo —aclaró.
Un golden retriever vino ondeando la cola y olfateándolo por todos lados, por lo que la conversación se interrumpió. Connor aprovechó el momento y fue a su habitación con Sam y el perro siguiéndole los pasos.
—Te advierto que si le empiezas a acariciar el hocico, nunca volverá a despegarse de ti —dijo al ver como Sam acariciaba al animal tras las orejas.
—¿Cómo te llamas, muchachito? —preguntó al perro. En su casa no podía tener mascotas porque a sus padres no le gustaban, pero cuando iba a casa de Lucas, solía jugar con su labrador.
—Se llama Coco y me temo que es una muchachita —Connor rió—. Es muy hiperactiva, siempre hace deportes conmigo y yo soy quien se cansa primero.
—Es hermosa —admiró el pelaje suave de Coco y su color.
—Puedes dejar tus cosas en mi escritorio, se ven muy pesadas —Sam obedeció. Connor fue hasta su armario y lo abrió. Empezó a buscar entre sus cosas, Sam lo vio desordenar un montón de ropas y del fondo, sacó algo con lo que estuvo conforme—. Puedes ponerte esto, ya no me quedan y están bien cuidadas. El baño está en el corredor.
Connor le pasó las prendas y Sam las inspeccionó. Eran un pantalón y camisa sencillos, así que no se opuso a la idea. Además, le gustaría tomarse un baño antes de salir a la fiesta.
La ropa de Connor olía muy bien, era parecido al lavanda. Involuntariamente, lo comparó con Liam, donde Connor era suave y cálido, Liam era arrollador e intenso. Connor antes significaba solo tristeza para él y recién ahora sentía que lo recuperaba de nuevo, pero Liam demostró estar de su lado desde el principio. Eran como el día y la noche.
Paró sus pensamientos al notar lo estúpido que estaba siendo. Eran dos personas distintas, desde luego que tenían diferencias. Enormes, de hecho. Pero había una voz en su conciencia que le decía que lo que pasó antes con Liam era un error y eso se reforzaba al estar en compañía de Connor. ¿Qué era lo que estaba mal con él?
***
Después de mucho tiempo aquí les traigo de nuevo un capítulo.
Sé que es algo corto en comparación a lo que usualmente suelo publicar, pero espero que lo hayan disfrutado 7u7 y como siempre, me alegraría saber sus opiniones ❤
Para escribir el próximo capítulo necesito saber primero algo, ¿extrañan a Jax e Iker?
¡Nos vemos pronto!
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