Q u i n c e
Sam estaba tratando de determinar si el dolor de cabeza era solo una ilusión del espantoso sueño que tuvo hace minutos o si ese horrible sueño era fruto del dolor de cabeza. La respuesta no tardó en llegar. Abrió los ojos y su cerebro parecía tener ganas de partirse por la mitad. Se llevó la mano a la cabeza y apretó el lugar tratando en vano de encontrar un poco de alivio.
Como si todo eso no fuera suficiente, un golden retriever estaba cerca de su cara olisqueándolo como si fuera su comida favorita.
—Aléjate —dijo Sam apartando al animal, pero este parecía divertirse a costa suya y volvió a poner sus patas sobre el borde de la cama mientras que su hocico lo acercaba cada vez más a él.
«Pero si yo no tengo perro», murmuró para sí mismo. En ese mismo momento, una puerta se abrió en la habitación creando un atronador ruido.
—Coco, ¿qué te he dicho sobre molestar a Sam mientras duerme? —susurró Connor en cuanto el perro fue hasta él para saludarlo.
En ese mismo momento Sam cayó en la cuenta de que estaba en casa de Connor. Lastimosamente, también recordó el vergonzoso momento cuando se restregó a Connor en la fiesta. Un quejido de lamento salió de sus labios y Connor se sorprendió al verificar que ya no estaba durmiendo.
—Sam, ¿estás bien? —preguntó el chico de ojos dorados y él quiso esconder su rostro debajo de la almohada—. ¿Te duele algo? Te traje una aspirina por si tenías resaca —Sam se armó de valor para poder encararlo.
Connor se sentó al borde de la cama y le entregó las pastillas a Sam junto con un vaso de agua, este se sentó y lo tragó desesperadamente. La luz del sol alumbraba toda la habitación, tanto que a sus ojos le costaron adaptarse, pero cuando lo hicieron, se dio cuenta de que por lo visto, Connor salió a hacer ejercicios mientras él dormitaba como todo un holgazán. Sus ropas deportivas, cabello desordenado y rostro sonrojado eran pruebas suficientes.
—Mi cabeza me está matando —comentó Sam con obviedad. Connor se veía increíblemente arrollador con ese aspecto, no como un chico sudado y cansado debería lucir.
—Era de esperarse, estabas un poco drogado anoche —Sam recordó a Archer y cómo este le ofreció la bebida viéndose como si fuera un alma inocente y bienintencionada. Cuando en realidad fue todo lo contrario. Sam tendría una charla seria con Archer y le haría saber la equivocación que cometió aquella noche metiéndose con él.
—Lamento haber... —no pudo terminar de sus disculpas porque no sabía que términos usar para describir aquella actitud suya. Aunque le gustaría poder olvidar lo ocurrido, en su cabeza empezó a repetirse la secuencia de "oliendo a Connor" una y otra vez. Sam tenía la esperanza de que al menos Connor no lo recuerde, pero al ver que desvió la mirada y se rascó la cabeza ni bien Sam empezó a hablar, le dijo que estaba pasando totalmente lo contrario. El ambiente se tornó sumamente vergonzoso y ambos evitaban la mirada del otro.
—Descuida, sé que no eras tú mismo anoche —los ojos dorados de Connor resplandecían con la luz del sol que atravesaba la ventana. Coco lo miraba tan fascinada como Sam también lo estaba.
—Es cierto, yo jamás haría algo así —Los labios de Connor se inclinaron en una media sonrisa que le pareció completamente triste y volvió a sacar sus ojos de Sam, quien quería mirarlos por un poco más de tiempo.
—Lo sé —fue todo lo que respondió Connor y luego lanzó un suspiro. Se levantó del lugar y fue hasta su armario para poder sacar unas ropas que le ofreció para poder darse un baño—. Entra tú primero, probablemente lo necesites más que yo —le dijo en cuanto depositó las prendas en su regazo.
Sam no discutió el asunto pues era perfectamente consciente de que necesitaba darse una ducha caliente para volver a ser una persona decente. Al entrar al baño, lo primero que hizo fue mirarse el rostro lleno de ojeras y las pecas que parecían puntos rojos por encima de su piel pálida. De su aliento, era mejor ni hablar. Buscó un cepillo de dientes sin abrir y para su suerte, Connor guardaba unos detrás del botiquín. La ducha fue larga y completamente rejuvenecedora. El único inconveniente se presentó a la hora de ponerse las ropas de Connor pues estas eran gigantes. Sam parecía un niño utilizando las prendas de su hermano mayor.
Mientras trataba de no verse como un delgado enclenque, escuchó el sonido de su celular. Recordó haberlo puesto en algún lugar por encima del escritorio de Connor, pero pensó que estaría apagado por la falta de batería. Solo esperaba que no fuera su madre esperándole con un castigo porque su padre olvidó decirle sobre su permiso. O a lo mejor...una idea cruzó su mente, ¿qué tal si se trataba de Liam preguntando cómo estaba luego de lo que sucedió en su casa el día anterior? Su consciencia sobre lo que hizo con él y luego lo que pasó con Connor le dieron un pinchazo al corazón. Sabía que lo que hizo en la fiesta estaba mal. Si Liam se llegase a enterar, se decepcionaría de Sam. No podía darse el lujo de perder a la única persona que confía en él.
Fue a todo ritmo a atender la llamada, pero para su horror, Connor estaba más cerca y se tomó el atrevimiento de contestar por él.
—¿Hola? —preguntó y antes de que alguien hablara al otro lado de la línea, Sam fue corriendo para arrebatarle el teléfono. Lamentablemente, no vio su bolsa llena de libros que el día anterior dejó en el piso. Hizo un ruido estrepitoso y casi cae, lo que ocasionó que Connor se asustara al verlo.
—Lo siento, Sam, pensé que sería importante —susurró Connor en cuanto tapó con su mano el micrófono del celular.
—No vuelvas a hacer eso —No quiso sonar tan enojado, pero eso fue exactamente lo que sucedió.
Connor, con vergüenza por haber contestado y al ver la furia de Sam, le pasó la llamada. Sam sintió algo de culpa por haber reaccionado así, pero también tenía sus razones. Si Connor llegase a escuchar a Liam, empezaría por preguntar cosas que Sam preferiría no responder.
Sin embargo, ninguno de sus miedos anteriores se comparó al ver el nombre de Roy, el novio de Cameron, en el identificador.
—¿Roy? ¿Pasa algo? —preguntó con miedo. El chico era tan serio y meticuloso, que Sam sabía a ciencia cierta que no llamaría para dar los buenos días.
—¿Sabes qué pasó de Cameron ayer? —contestó con una voz que rozaba la desesperación. El corazón de Sam empezó a martillear en su pecho. Definitivamente, la llamada no era de cortesía.
—¿Cameron? ¿¡Qué le pasó a mi hermano!? —gritó.
Connor se tensó a lado de él y de inmediato se acercó al teléfono, olvidando el reproche anterior de Sam, pero a este pareció no importarle ya que no se trataba de Liam como pensó al principio. Pero ahora, sin embargo, sabía que Connor estaría también preocupado por Cameron, tal y como lo estaba él.
Roy no se oía contento cuando empezó a relatar una historia descabellada.
—No sé nada de él desde ayer a la noche. Cameron estaba preocupado porque tú no te comunicaste con él desde hace días —La voz de Roy no era de reproche, sin embargo, sus palabras se clavaron como cuchillas en la espalda. Era cierto que no habló con Cameron, pero era debido a que el chico de ojos dorados a lado suyo, quien estaba tan tenso como él, se volvió un amigo cuando debería odiarlo por lo que le hizo a su hermano. La sensación de estar traicionando a Cameron era tanta que no tuvo agallas para poder enfrentarse a él y contarle aquel dilema en el que estaba metido. Ni siquiera Lucas era consciente de lo cercanos que se volvieron Connor y él. Quería mantenerlo para sí mismo con la esperanza de que pudiera durar más tiempo—, es por eso que decidió ir a la casa de tus padres a buscarte y hablar contigo.
—¡¿Qué fue a casa de nuestros padres, solo?! —Sam se sentó en la cama como si fuera una bolsa de papas. Cameron fue a buscarlo. Qué tonto fue al pensar que su hermano no notaría lo extraño que se estuvo comportando últimamente. Por un lado, le conmovió el hecho de que haya dado aquel gran paso movido por la preocupación hacia él, pero por el otro, se afligió al pensar que algo malo pudo haberle sucedido.
—No fue solo, un amigo suyo llamado Lucas también lo acompañó y de él tampoco se sabe nada.
—Esto no puede ser —se lamentó Sam. Se llevó la mano libre a la cabeza para sacar un poco la frustración que lo invadió. Sintió a Connor acariciándole la espalda para confortarlo—. Yo no fui ayer a mi casa, pero iré ahora mismo y veré qué pasó.
—Dime la dirección.
—¿Estás seguro? Puedo hacerlo yo solo y luego te aviso.
—Es de Cameron de quien estamos hablando, me encargaré personalmente de dar con su paradero —sentenció Roy. El chico no era alguien de muchas palabras, pero cuando se trataba de Cameron, estaría dispuesto a hacer cualquier cosa.
Sam no objetó nada más. Era obvio que Roy no estaría satisfecho hasta tener a Cameron de vuelta con él. Sam le dio la dirección y pronto se despidió para poder hacer también su camino hasta el lugar. Al cortar, vio las notificaciones que atestaban su celular, pero no contestó nada más para poder ir a ver qué demonios pasó con Cameron y Lucas. La culpa por haberlos ignorado hizo mella en él, pero en este momento, lo que menos debería estar pensando es en lamentarse.
—¿Está todo bien? ¿Qué pasó con Cameron? —preguntó Connor.
Sam se levantó del lugar y también lo hizo el chico. Quería gritar, patear cosas, hacer algo para librar la tensión en él, pero, ¿qué ganaría con esa muestra de inmadurez? ¿Acaso ya no hizo suficiente al ser el principal culpable de que Lucas y Cameron no hayan aparecido desde el día anterior?
Aunque no fue solo a causa suya.
—Como si te importara. ¡Nada de esto hubiera ocurrido si no fuera por ti! ¡Tú debiste apoyarlo y no traicionarlo! ¡No eres más que un imbécil! —Sabía a ciencia cierta que no estaba siendo más que injusto con Connor. El chico ya le dijo que Iker lo chantajeó, que no pudo hacer nada más que obedecerlo e inclusive ha demostrado ser un amigo confiable. Pero nada de esto ayudaba a mitigar la rabia que sentía al saber que Cameron y Lucas podrían estar perdidos, siendo víctimas de algún lunático o algo peor. Cualquier cosa era posible en un lugar donde era normal tirar a la calle a los hijos y encontrar drogas en cualquier rincón.
Sam supo cuánto le importaron a Connor aquellas palabras en cuanto se percató del semblante dolido que invadió su rostro. En ese momento, fue como si el chico seguro y divertido frente a sus ojos hubiera desaparecido y en su lugar, solo estaba un solitario y desolado Connor que no tenía a nadie más que a sí mismo como amigo.
Con toda la rabia que fue posible contener, Sam juntó sus cosas y salió de la habitación dejando solo a Connor y a Coco que movía la cola con preocupación al ver a su dueño en aquel estado.
—Lo siento —susurró Connor tan bajo, que no estaba seguro si hablaba con él o consigo mismo.
—Sam, ¿qué quieres desayunar, hijo? Connor me dijo que te gustaba la cocina así que intenté tener algo decente para ustedes —le saludó el padre de Connor desde el comedor.
—Esperemos que al menos sea comestible, mi querido esposo no tiene ningún talento en la cocina —gritó la madre desde otra de las habitaciones.
—¡Al menos lo intento! Porque tú, querida, eres peor que yo y lo sabes —replicó el hombre, divertido con la conversación—. Lo siento, Sam, pero en esta casa, yo soy quien debe de preparar algo o mi esposa nos intoxicará a todos si lo intenta —dijo más despacio para que solo Sam lo escuchara.
—En verdad le agradezco, señor, pero debo de irme. Se me presentó una urgencia familiar —se disculpó Sam. En su mente aún se repetía la escena en la habitación del hijo de aquel hombre carismático.
—¿Todo bien? ¿Hay algo que pueda hacer por ti? —preguntó el hombre con preocupación.
—No, señor. ¡Adiós! —decir que corrió sería una mentira. Sam huyó como si se tratase de una escena del crimen.
«Acabo de dejar destrozado su hijo. ¿Por qué tienen que ser tan amables?»
Sam sabía que no había punto de retorno para sus palabras. Fue una de las cosas más crueles que le dijo a alguien alguna vez. Sin embargo, tenía que deshacer de algún modo el desliz que estaba por avasallarlo. La culpa por tener esos sentimientos tan confusos por Connor.
La realidad era, que Connor empezaba a importarle demasiado. Alguien a quien supuestamente debía odiar, se convirtió en un amigo con quien divertirse, relajarse y pasar el rato. Pero eso ya no podía ser así. Si bien el chico fue chantajeado para hacer cosas crueles, ni siquiera tenía alguna prueba de que eso fuera verdad. O tal vez, Sam solo estaba hallando una excusa para huir de un terreno que empezaba a tornarse peligroso. Tal vez, Connor sí tenía un secreto que proteger y Sam no fue más que un idiota que le dio la espalda cuando era el único que sabía por lo que estaba pasando. Él mejor que nadie, sabía que la vida no era solo blanco y negro.
Pero ahora no tenía tiempo para pensar en los líos de alguien más. Cameron y Lucas necesitan que Sam esté concentrado para poder hallarlo. ¿Quién querría hacerles daño? Por su mente pasaron Iker y Madison, pero ellos solo eran estudiantes de secundaria. No pudieron haber hecho algo tan grave. O al menos eso es lo que le gustaría pensar.
El camino a su casa fue tan largo, como agotador. Si bien quiso enfocarse solo en Cameron y Lucas, su mente se desviaba hacia asuntos que hacían doler su pecho.
Esperó impaciente a Roy frente a su casa. No quería entrar solo sabiendo todo lo que Cameron habrá pasado el día anterior en esas cuatro paredes. Sabía que Lucas y su hermano no se quedaron a hacer una pijamada de reconciliación familiar. La idea era hilarante de tan solo pensarlo.
Unos minutos después, vio como un auto se acercó hasta él y para su sorpresa, no solo Roy bajó del mismo, sino también otras tres personas. Reconoció al padre y a la hermana de Lucas pues solía ir a su casa algunas veces, pero el chico joven y de cabello castaño era desconocido para él.
—Roy al fin llegas —lo saludó Sam ni bien se acercó hasta él.
—¿Has averiguado algo? —fueron las primeras palabras de Roy. El hombre lucía desesperado. Se notaba lo mucho que le afligía el hecho de no saber nada de Cameron por tantas horas. Sam lo entendía perfectamente.
—No, te estaba esperando —le contestó.
Roy le contó más detalles a Sam, por lo visto, su hermano y Lucas salieron del trabajo rumbo para su casa en busca de respuestas por parte de Sam, vinieron en autobús, pero luego de eso, fue como si les hubiera comido la tierra. Vio como Roy quería agregar algo más, pero no lo hizo. Supuso que quería tener a todos presentes para poder dar más noticias.
Sam también saludó a los demás, pero se detuvo en el joven de cabello castaño. En ese momento, se le iluminó la mente y recordó a Iván. El chico que le gustaba a Lucas.
—Si no es molestia Sam, también me gustaría entrar para saber qué pasó con mi hijo —habló Leonardo, el padre de Lucas, que aún se notaba algo alterado.
—Claro, todos pueden pasar.
Sam lo dejó entrar, después de todo, era lo más justo considerando las circunstancias. Al hacerlo, pasó directo al recibidor, pues era el lugar más probable donde se encontraría su madre. Su padre debe de estar trabajando todavía.
—Mamá, ya llegué —gritó.
—¿Sam? ¿Dónde te habías metido? —su madre le reprochó ni bien avanzó un paso. Eso le hizo darse cuenta que tal y como pensó, su padre no le dijo nada sobre su permiso. Sabía que tenía que haberle hablado él mismo. Lo más probable es que decidan castigarlo por pasar la noche lejos de casa.
—Mamá, ellos quieren hablar contigo —dijo Sam para poder dejar de lado los reproches sin sentido y empezar a hablar de lo que realmente importaba.
—¿Quiénes son ustedes? —preguntó su madre, cambiando el ambiente de antes por uno de total tensión.
Los demás se presentaron uno a uno y cuando llegó el turno de Roy, sus ojos se abrieron por la sorpresa. Sabía exactamente lo que estaba pasando por su cabeza. Es lo mismo que Sam pensó al verlo. Que Cameron no estaba tan seguro con alguien enorme y serio como Roy, pero no pudo haber estado más equivocado. Roy haría lo que fuera por su hermano y eso calmaba a Sam. Él sabía que ese chico callado era de confianza.
—¿Es usted quien ha estado con mi hijo todo este tiempo? Pero pensé que era aquel rubio que lo acompañó.
Sus alarmas se activaron al escuchar que Cameron estuvo efectivamente en el lugar. Sin embargo, las siguientes palabras de Roy destrozaron a Sam.
—Así es, soy quien lo recogió cuando estuvo a punto de quitarse la vida.
«¿Quitarse la vida?». Cameron jamás le dijo que eso. Sam dejó caer sus libros al suelo por el impacto de aquellas palabras. Su hermano llegó a tales extremos por su culpa. Si Sam no hubiera sido un completo idiota, ahora tendría a su hermano a su lado.
Fue tan tonto al culpar a Connor, porque, al fin y al cabo, él fue quien dio el paso definitivo para la perdición de Cameron. Él fue quien actuó como un cobarde y lo delató a sus padres. Él debería de ser el que ahora esté corriendo peligro y no su hermano. Ni mucho menos Lucas.
—¿Qué es lo que quieres? ¿Vienes a echarme en cara lo mala madre que he sido? Eso ya lo sé —dijo su madre mirando a Roy. Sam seguía sin poder reaccionar.
—Lo que quiero es saber qué pasó con Cameron después de venir aquí — Pudo sentir el rencor que su madre tenía hacia Roy. Pero Sam la conocía, solo estaba enmascarando la preocupación y tal vez, el resentimiento hacia sí misma.
—Mi hijo vino aquí anoche, dijo que quería saber qué fue lo que pasó con su hermano. Al parecer estaban en contacto y yo no sabía nada —Esta vez, Sam fue quien recibió el reproche de su madre. Tenía más que una réplica preparada para ella, pero tenía miedo de que, si intentase hablar, las palabras se quedarían atoradas en su garganta—. Después de una discusión en donde no nos dejó hablar, huyó.
—No puede reprocharle nada, tenía razones para hacerlo —Roy no podía estar más en lo correcto. Sam ni siquiera podía imaginarse el impacto que tuvo en Cameron todo lo ocurrido.
—Lo sé, yo realmente estoy...
—Si tiene algo que decir, hágalo frente a su hijo cuando lo encontremos.
—¿Qué pasó con él? —Esta vez, la mujer ya no discutió. No cuando las noticias también le calaron hondo. Al verla hacer un gesto de preocupación, Sam se dio cuenta de que solo es una mujer que tomó malas decisiones y tenía todo el derecho de arrepentirse de ellas.
—El desapareció, mamá —le dijo. Al decirlo en voz alta, fue como si lo que estaba pasando, recobró mayor fuerza—. No sabemos nada de él. No llegó a su casa desde que salió de aquí.
Los demás presentes empezaron a preguntar también por Lucas. Se notaba que no estaban de acuerdo con las decisiones de sus padres, pero la urgencia de saber algo del chico, ganó a las ganas de demostrar su descontento. Finalmente, su madre, Flair, empezó a contar lo que pasó la noche anterior.
Cameron entró fingiendo ser él para poder pasar desapercibido. Sin embargo, al ver que no estaba presente, quiso salir de la casa, pero en ese momento, su padre se dio cuenta de quién era, lo que también ocasionó que su madre también lo hiciera. Luego de eso, Cameron huyó de escena, no sin antes decirle unas duras palabras a sus padres. La madre de Sam recordó también a Lucas.
—Yo también vi al tal Lucas —Todos guardaron silencio ante las palabras de Lizzy. Su hermana se veía frágil y completamente vulnerable. Debió ser duro para ella haber visto a Cameron después de tanto tiempo y que ahora esté desaparecido.
Iván, la hermana de Lucas, que si mal no recordaba se llamaba Marlene y su padre, Leonardo, de inmediato empezaron a bombardear a Lizzy con preguntas. Sin embargo, no aportó más de lo que ya se sabía. Lucas y Cameron salieron del lugar y luego desaparecieron por el camino.
Los demás empezaron a planear equipos de búsqueda. La determinación de encontrar a los dos chicos era tanta, que lograba avivar las ganas dentro de aquel ambiente cargado de tensión. Para asombro de todos, en especial de Sam, su madre también se ofreció a ayudarles. Eso le hizo ver a Sam que todavía había esperanzas dentro de su familia.
Roy, por fin soltó las palabras que Sam pensó que las tenía guardadas desde que llegó.
—Hay una persona que podría estar buscando algún tipo de venganza contra mí. Es un tal Brad Warren, él tal vez...
¿Brad Warren? Sam jamás había oído hablar de él. Pero por la postura de Roy, supuso que era un gran factor a considerar.
—Entonces fuiste tú quien puso a mi hijo en esta situación. Desde que te vi supe que nada bueno podría salir... —replicó de inmediato la Sra. Ross. Sam no podía creer lo que sus oídos estaban escuchando.
—¡Mamá! ¿Qué rayos pasa contigo? —reaccionó cargado de furia—. Roy estuvo con Cameron todo este tiempo. Él lo cuidó y le dio más de lo que pudo hacerlo para sí mismo. ¿Qué estuviste haciendo tú mientras? ¿Llorar inútilmente y lamentarte como toda una hipócrita?
Sam no pudo continuar con lo que quería decir porque su madre, hizo lo que jamás había intentado antes. Le dio una bofetada tal que el impacto de la palma hizo un sonido ensordecedor en su oído. Se llevó la mano a la mejilla para poder calmar el escozor que le produjo aquel arrebato. Su hermana abrió la boca por la sorpresa y una mirada de preocupación, como pocas veces lo veía dirigido a él, le dio la bienvenida.
—No me vuelvas a levantar la voz —dictaminó su madre, pero Sam, no podría seguir manteniendo silencio. Tenía que expulsar sus sentimientos.
—Bueno, la verdad duele, ¿no? —No se sentía enojado con su madre, ni siquiera herido. Aquella mujer logró decepcionarlo tanto que solo sentía una profunda decepción hacia ella—. No tienes manera de defenderte y buscas el camino fácil. Entiendo, debe ser difícil también para ti enfrentar la realidad.
Las palabras de Sam impactaron tanto a su madre como la bofetada lo hizo con él. Ella tenía el rostro completamente rojo y luego de llevar sus manos a la boca, se sorprendió al escuchar sollozos. A pesar de sus palabras, Sam pocas veces vio llorar a su madre. Lo hizo una vez cuando murió su abuelo, dejándoles solo a la abuelita, la siguiente fue cuando echó a Cameron de casa. En ese entonces, Sam pensó que la mujer solo estaba fingiendo. ¿Quién tiraba a la calle a su hijo para luego ponerse a llorar? Pero ahora, con esos ojos cargados de lágrimas, el corazón de Sam se compadeció de ella. No era la madre perfecta. Estaba lejos de serlo, pero aún había amor dentro de ella. Todavía podía querer enmendar las cosas y recuperar aquella familia llena de agujeros negros.
Sam, junto con su hermana, fueron hasta ella para apretarla en un abrazo que le decía que, si realmente ella lo deseaba, podían volver a ser, al menos, el fantasma de lo que una vez fueron.
—Lo siento. A ambos —susurró la mujer. Sus ojos estaban rojos y las lágrimas la hacían ver años mayor de lo que realmente era.
—Descuida. Creo que también me pase un poco —entendió Sam. Pero si no fuera por eso, su madre no hubiera alcanzado su punto crítico.
—No se preocupe —contestó Roy.
Los invitados procedieron a dejarles solo, incluso Roy. Su madre seguía derramando lágrimas reprimidas después de tanto tiempo de actuar como un bloque de hielo. O al menos, eso es lo que le gustaría pensar a Sam.
—Mi Cameron ha pasado por tanto...y todo es mi culpa —susurró la mujer, más para sí misma que para sus hijos. Lizzy miró a Sam preocupada, jamás pensó ver a su madre con aquella angustia.
—Todos tuvimos parte de la culpa de alguna u otra manera —la consoló Sam. Sus propias palabras le hicieron recordar lo idiota que se comportó con Connor cuando su propia familia era quien debía luchar a lado de su hijo, no dejarlo a un lado. Pero en estos momentos, tal vez Connor ya no quiera saber nada más de él.
—Él estará bien. Es Cameron de quien estamos hablando —añadió Lizzy. Ella siempre idolatró a Cameron. Lo consideraba su hermano favorito y Sam lo entendía perfectamente. Cameron era el divertido, soñador y entusiasta mientras que Sam era sombrío y solitario.
—He sido una horrible madre, entiendo si no me perdonan, pero haré todo lo posible para volver a unir esta familia —La mujer los miró a ambos. Su nariz estaba igual de roja que sus ojos y de cerca, Sam podía discernir pequeñas arrugas que ya empezaban a decorar su rostro. A pesar de todo lo ocurrido, él amaba a su madre y estaba dispuesto a darle una segunda oportunidad. Solo esperaba poder encontrar a salvo a Cameron para que pudiera tener a su familia de regreso.
Unos emotivos segundos más tarde, fueron hasta el comedor en donde estaban todos los demás. Sam vio cómo su madre se acercó a Roy y le susurró algunas palabras.
—Gracias por cuidar de mi hijo —Roy no mostró muchas emociones, pero pudo percibir que esas palabras lo emocionaron.
Mientras ellos estuvieron enfocados en sus emociones, el novio de Lucas habló por teléfono con un amigo suyo, al parecer un viejo conocido de Brad Warren y le dio a entender que Cameron y Lucas estaban a manos de él, confirmando así las sospechas que todos tenían y no solo eso, sino que también, aquel amigo suyo estaba también involucrado en todo ese asunto. Iván parecía desesperado ¿Qué clase de persona dañaría a un ser querido de esa manera? Iván tendría que empezar a pensar en nuevas amistades. Pero de igual forma, Sam no era el indicado para hablar de daños.
Unos minutos más tarde, el equipo se separó en dos grupos. Sam, la Sra. Ross, Lizzy y Roy fueron por un lado en el coche de su madre y Marlene, Leonardo e Iván en el auto con el que vinieron. Buscarían a Cameron por todo el lugar si era posible. Harían que aquel hombre que se atrevió a ponerle las manos a su hermano y a Lucas, pague por todos sus crímenes.
Buscaron por todos los sitios que pudieron, pero no encontraron nada. La madre de Sam tenía las manos firmemente agarradas en el volante, como si temiera perder el equilibrio en cualquier momento. A su lado, Sam trataba de controlar la rabia ante su impotencia. Cameron probablemente estaba en peligro en este momento, pero no había nada que pudiera hacer para remediarlo.
—Entonces, ¿quién es exactamente aquel hombre llamado Brad Warren? —preguntó Flair y miró a Roy por el espejo retrovisor. Si bien su tono ya no era aquel molestoso que usó en la casa, todavía tenía una pizca de demanda. Sam y Lizzy también miraron a Roy, pues la curiosidad por el hombre que probablemente secuestró a su hermano no podía ser disimulada.
—Cuando mi hermano murió por sobredosis de drogas hace algunos años, hice cosas por venganza de las cuales no estoy orgulloso —Todos guardaron silencio. Nadie conocía aquel detalle de Roy salvo tal vez Cameron—. Me infiltré en la banda en el que estuvo mi hermano, su líder era Brad Warren. Con el tiempo, me fui convirtiendo en su hombre de confianza, pero todo eso no era nada más una fachada para poder conseguir información de él y entregarlo a la policía.
—Eso fue muy arriesgado —murmuró Sam sin saber exactamente cómo reaccionar. Su madre estaba pálida, no sabía si era por lo que acaba de escuchar o por la preocupación por saber lo que aquel hombre sería capaz de hacerle a Cameron. Tal vez ambas cosas.
—Lo fue, pero valió la pena. Brad fue condenado a prisión, pero solo le dieron una pena privativa de cinco años.
—La maldita justicia nunca sirve para nada —tanto Elizabeth como Sam miraron a su madre pues nunca la escucharon maldecir antes—. Pero tarde o temprano, todos recibimos el castigo que merecemos.
—Brad vino hasta esta ciudad buscando la manera de empezar nuevamente con aquel negocio turbio. No sé cómo, pero de algún modo se habrá enterado que yo fui quien lo delató y tomó a Cameron para poder herirme. Es la única explicación —Roy estaba desolado, la culpa en él era palpable, pero también, todos pudieron ver lo importante que era Cameron para él.
—No es tu culpa que haya personas con el corazón tan negro para poder hacer una barbaridad así —lo consoló Flair. Sam notó un poco de rabia dirigida a ella misma.
—Es verdad, mi hermano te quiere. Él no querría que te sientas de esa manera —agregó Lizzy yendo hasta Roy para poder envolverlo en un abrazo.
—Probablemente fue aquel amigo de Iván, el que es cómplice de Brad. Supongo que si lo conoce a él, también te conoce a ti y sabe lo que hiciste —dedujo Sam luego de pensarlo detenidamente.
—Puede ser cierto. Aunque me dijeron que si delataba a Brad, nadie sabría que yo fui el informante. Sin embargo, no fueron más que mentiras. Es por eso que me mudé, por temor a que por mi culpa, las personas que me importan resultasen heridas. Pero pasó exactamente lo que trataba desesperadamente de evitar.
Lizzy abrazó aún más fuerte a Roy y este envolvió sus brazos alrededor de la niña. Los demás guardaron silencio meditando los hechos.
Unos minutos después, luego de estacionar en una estación de servicio para recargar combustible, Sam llamó al padre de Lucas para saber si es que ellos tuvieron más suerte. Mientras tanto, su madre y Lizzy fueron a la tienda pues la mujer no dejaría que Lizzy siguiera sin comer nada y Roy fue al baño para poder refrescarse.
—¿Diga? —No era Leonardo quien contestó la llamada.
—¿Iván?, soy Sam.
—¿Encontraron algo? —Eso fue todo lo que necesitó escuchar para saber que los demás tampoco tuvieron suerte en la búsqueda.
—Justo te llamaba por eso. Queríamos saber si ustedes encontraron pistas, porque nuestra búsqueda no está dando resultados.
—Nosotros tampoco hemos encontrado nada. Tal vez debamos reunirnos de nuevo para poder planear mejor y tal vez empezar a buscar en las ciudades más cercanas —Sam estuvo a punto de comunicar su acuerdo, pero Iván volvió a hablar por encima de él—. Espérame un segundo, tengo una llamada entrante.
Mientras aguardaba en línea, Roy salió del baño de hombres y fue hasta él. Frunció el ceño al ver que Sam estaba al teléfono y este le explicó que se trataba de Iván. Se notaba a kilómetros de distancia que Iván estaba colado por Lucas, sería un ciego si no lo notase. Se alegró por Lucas, él se merecía a alguien así a su lado.
—¿Sam? —Iván volvió a retomar la llamada—. Sé dónde están Cameron y Lucas. Deben de ir a la siguiente dirección de inmediato.
Sam estaba a años luz de reaccionar. Sus manos empezaron a temblar y sus ojos se cristalizaron. Roy notó su nerviosismo y le preguntó si todo estaba bien. Luego de escuchar atentamente la dirección y cómo se enteró Iván de ello, colgó.
—¿Sam? ¡Samir! —lo sacudió Roy.
—Ya saben dónde está Cameron —justo en ese momento, su madre y Lizzy se acercaron a ellos y de inmediato se alertaron por la noticia—. El amigo de Iván lo llamó arrepentido por haber sido cómplice de Warren y le dio la dirección en donde se encontraban.
—Debemos irnos. Ahora —la madre de los chicos se subió al volante y se puso el cinturón de seguridad al instante. Los demás la siguieron y en menos de un minuto, ya se encontraban cerca de la carretera.
—Sé dónde es, queda cerca de mi trabajo —acotó Roy luego de escuchar de Sam los detalles.
Sin embargo, a medida que se acercaban a destino, fueron asustándose más. Había patrulleras y una ambulancia pasó a lado de ellos a toda velocidad. Eso no presagiaba nada bueno.
—Por dios, espero que no le pase nada a Camy —sollozó Lizzy y esta vez fue Roy quien la envolvió en sus brazos.
—Tranquila Lizzy, sabes que Cameron es un chico fuerte —la consoló Sam desde el asiento de enfrente.
Ni siquiera él mismo se tragaba aquella mentira. Pero esperaba que su hermana se tranquilice.
Estacionaron cerca del auto de Leonardo, pero no vieron a nadie dentro. El edificio en cuestión era uno completamente abandonado y con herrumbres por doquier. Lo más probable era que se tratase de una antigua fábrica metalúrgica pues había unas cuantas varillas de hierro a un costado.
Se bajaron lo más rápido posible y fueron a buscar a Cameron. Pero no necesitaron hacerlo mucho tiempo. De la entrada principal del edificio, un paramédico tenía a un pelirrojo y ensangrentado chico agarrado de la cintura para que este no cayera por el camino. Lizzy palideció considerablemente y Sam tuvo que agarrarla de los hombros. La escena era demasiado intensa para una inocente niña como ella.
Roy fue quien más rápido se movilizó, en un abrir y cerrar de ojos, estaba a lado del paramédico sacándole a Cameron de los brazos para poder llevarlo él mismo. Los demás oficiales estaban inspeccionando el lugar y a Sam le pareció escuchar que el autor principal se había escapado y solo su cómplice estaba arrestado.
—¿Cómo está mi hermano? —preguntó Sam llegando hasta donde estaba Roy. Su madre estaba temblando por ver a su hijo inconsciente y con rastros de sangre surcando su cuerpo. Sin embargo, aún estaba respirando y eso fue todo lo que necesitó Sam para poder tener esperanzas de nuevo.
Unos segundos después, Iván se acercó hasta ellos.
—Su compañero dijo que se llevó a los que ya tenía, vendrán en un momento —mencionó. Sam se alivió al saber que Lucas ya estaba camino al hospital.
—No podemos esperar, está demasiado grave, lo llevaremos nosotros —dijo la madre de la pequeña víctima. Unas gruesas lágrimas adornaban su rostro y no mostraba indicios de parar.
—Nosotros iremos junto a Lucas también —afirmó Leonardo. Sam no supo en qué momento se acercó, pero tanto él, como Marlene e Iván ya estaban más aliviados al saber que Lucas sería atendido de inmediato.
—¿Cómo alguien puede ser tan cruel? —murmuró Flair mientras acariciaba el cabello de su hijo.
Sam tenía la garganta hecha un nudo, no quería ver a su hermano en aquel estado, pero si desviaba la vista, solo sería un cobarde. Debía enfrentar la realidad. Cameron fue herido de gravedad por alguien que solo buscaba dañarlo de la manera más cruel.
Un oficial se acercó a ellos antes de que pudieran llevar a Cameron. Sam no les prestaba demasiada atención, su vista no se apartaba de su hermano. Cameron parecía tan frágil en los brazos de Roy. Tenía un moretón horrible en un lado del ojo y los brazos mostraban marcas oscuras como si hubiera estado luchando por librarse de las ataduras que probablemente tuvo. A su lado, Lizzy le agarró la mano y Sam la apretó. Debía ser fuerte por su hermana y su madre, quien luego de comprobar que Cameron estaba a salvo con Roy, se apartó y empezó a hablar con el oficial. No en buenos términos.
Un ruido se escuchó desde dentro de la fábrica y unos segundos más tarde, un hombre salió de ella con un arma en mano. El sujeto era alto, fornido y llevaba una serie de espantosas cicatrices en el rostro. Sam lo reconoció de inmediato. Era aquel mismo hombre que una vez se cruzó con Cameron y él cuando estaban yendo al departamento de Roy luego de pasar toda una tarde juntos. Ambos habían tenido escalofríos por la intensa mirada de odio del hombre y Cameron había estado preocupado de que Sam volviera a casa solo por esa razón. Era de esperarse que luego de no tener respuestas por parte de Sam, Cameron haya estado más que inquieto.
No se necesitaba ser muy listo para saber que este hombre no era otro que Brad Warren. El que lastimó a Cameron hasta dejarlo inconsciente.
Los dos oficiales restantes se pusieron en posición de disparo al ver lo peligroso que era aquel sujeto y más cuando estaba cargando un arma, pero este al parecer era ajeno a todo.
—¡A ti te quería ver! —gritó Brad Warren dirigiéndose a Roy. Había rabia y rencor en cada palabra. ¿Cómo alguien puede guardar tanto odio dentro suyo?
—¡Arriba las manos o dispararemos! —dijeron los oficiales. Lastimosamente, solo eran dos. Los demás se esparcieron para continuar con la investigación.
—No me importa nada más, con tal de llevarte conmigo.
Como si la amenaza de los policías fuera solo un juego para él, Brad disparó el arma. Múltiples disparos impactaron en el cuerpo del hombre, quien cayó sin vida al piso. Sin embargo, aquella acción de parte el sujeto, tuvo sus consecuencias, pues la bala impactó directo en el hombro de su madre.
Sam vio a cámara lenta como el rostro de su madre se contorsionaba de dolor para luego caer al piso.
—¡Mamá! —gritó Sam como nunca antes lo había hecho.
Esto no podía estar pasando. Su madre no pudo haber sido herida de aquella manera. Todo esto estaba mal, primero Cameron y luego ella. Sam llegó hasta su madre y la agarró para poder revisarla, ella gemía de dolor. Miró después al lugar donde yacía el hombre que los hirió tanto en tan poco tiempo. Se regocijó ante la idea de que estuviera muerto. Deseó que pudiera pagar por todo lo que hizo en algún otro lugar tal y como lo dijo su madre. Era lo que se merecía.
Ahora, en cambio, debía hallar la manera de solucionar toda esta pesadilla. Su madre y Cameron lo necesitaban y Sam estaba dispuesto a hacer de todo para verlos de nuevo sanos y a salvo.
Hola a todos, espero que les guste el capítulo. De seguro, para los que leyeron Camino a tu corazón, todo esto es muy repetitivo, pero era imposible pasarlo por alto, así que les narro la otra cara de la moneda. Espero que no se hayan aburrido.
PD: en multimedia está la imagen de cómo me imagino la fábrica. Nos vemos pronto :D
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