D o c e
El fin de semana pasó en un abrir y cerrar de ojos, y con eso, Sam debía enfrentarse a la escuela de nuevo. Los primeros días, trató torpemente de ignorar a Liam aunque fue difícil considerando el hecho de que era su tutor en la competencia que estaba a un paso de comenzar. Además, Liam no se lo ponía fácil tampoco, después de clases, intentaba hablar del tema cuando tenían un momento a solas, pero Sam lo dejaba con la palabra en la boca. Su teléfono también sonaba de vez en cuando a causa del profesor, y también evitaba contestar. No sabía si era lo correcto o no, después de todo, tal vez quiera disculparse y Sam solo estaba empeorando las cosas.
Cameron fue una gran distracción. Pasaba con él después de clases y se divertían como en los viejos tiempos. Su hermano a veces se sentía tan cercano como siempre, pero en otras ocasiones, había una enorme distancia entre ellos. El otro día, por ejemplo, lo pasaron genial y cuando quiso quedarse a dormir en su departamento, sintió el rechazo de la pareja. No había caído en la cuenta de que su hermano ya no es el mismo chico que se escapaba a su habitación cuando no podía dormir. Ahora otra persona ocupaba aquel papel y era natural el hecho de que quiera pasar tiempo con él. A solas. No es como si Roy lo molestara, por el contrario, era un chico con apariencia de matón y con un corazón enorme. Además, amaba a su hermano. Cualquiera con sentido común se daría cuenta. Pero el saber que la relación con Cameron ya jamás podría volver a ser como antes, lo entristecía. Es por eso que trataría de no ser tan pegajoso con él de nuevo, no quería ser un estorbo.
—Últimamente luces muy decaído, ¿pasó algo malo? ¿Es por la chica del otro día? —preguntó Fiorella rememorando el último encuentro en donde Madison tuvo la osadía de compartir mesa con ellos. Fiorella era una chica que siempre lo trataba con amabilidad, pero cuando se juntaba con Yonka, empezaban a murmurar cosas que Sam prefería ignorar.
—Nos hubieras dicho que era una perra, no la hubiera llamado a estar con nosotros —añadió la susodicha quien estaba dibujando algo desde el otro lado de la mesa.
—No es nada, ustedes no tenían como saberlo —contestó Sam.
Lucas también le había preguntado si estaba bien horas antes debido a que parecía tener la mente en la luna, pero aceptó la excusa de Sam después de insistir varias veces que no tenía importancia. No quería arruinar su buen humor justo ahora que al parecer por fin se consiguió novio, quien resulta ser su vecino. Un chico llamado Iván. Tenerlo todo el día sonriendo y mirando embobado la nada le estaba empezando a dar escalofríos.
—Tú también, Jax. Te noto de un humor de perros. ¿Te abandonaron? —volvió a preguntar Yonka, quien nunca dejaba de lado aquella sonrisa gatuna cuando hablaba sobre teorías amorosas.
—Métete en tus asuntos —fue la respuesta de Jax quien ciertamente no se encontraba del mejor humor. Sam se preguntó cómo hacía para leer el enorme cuestionario que tenía en las manos, ya que él apenas y podía diferenciar los números a causa de su estado deprimente.
—Si tuviera asuntos que atender, lo haría. Pero tengo tiempo libre así que quería ponerme al día —replicó. Jax no volvió a decir nada y Yonka frunció los labios, inconforme al ser ignorada.
—Si quieres hablar con alguien, puedes contar conmigo —habló Fiorella en un tono más bajo que la primera vez. Con la intención de que solo Sam lo escuchara. El chico agradeció el gesto.
—Lo tendré en cuenta, eres muy amable —Fiorella sonrió avergonzada.
—Sam —lo llamó alguien a sus espaldas. Se dio la vuelta y se encontró con el profesor Liam con los brazos cruzados y mirándolo con cara de «hasta aquí llegó tu intento de evitarme».
Sam se despidió de la chica con una sonrisa tensa y enfrentando por fin lo que tanto tiempo estuvo posponiendo y eso era, encarar al hombre con quien se besó hace unos días atrás. Desde otra esquina, sus ojos se desviaron hacia quienes también ignoró todo este tiempo. Uno en especial. Después de que Connor mostró vulnerabilidad ante él, parecía avergonzado y eso también lo incomodaba, por lo que no han hablado sobre el tema. Si bien quería ayudarlo, no sabía cómo. Y Connor parece lejos de querer recibir ayuda suya, pareciera como si quisiera olvidar lo ocurrido, pero Sam no lo iba a permitir, tarde o temprano encontraría la manera de llegar hasta él. Si eso se consideraba o no traición hacia su hermano, no lo sabía.
Liam miró curioso por donde se desvió la mirada de Sam y se encontró con el chico que siempre andaba con su hermano. Curioso, se fijó en él y notó que le devolvió el gesto a Sam por unos segundos antes de desviar la vista de nuevo. Como si lo estuviera evitando. Le pareció gracioso que Sam estuviera pasando por el mismo problema que él mismo a causa suya. La vida sí que era bastante irónica.
—Hablaremos mejor por ese lado —indicó Liam al señalar el otro lado de la esquina, donde no había nadie para molestarlos. A regañadientes, Sam lo siguió y cuando estuvieron fuera del alcance de oídos curiosos, el profesor habló—. Debemos resolver el tema tarde o temprano —Sam no tenía que ser muy inteligente para saber a qué se refería-. No puedes evitarme siempre.
—Necesitaba tiempo para pensar —odió lo ridículo que sonó aquello, así que se mordió los labios para no soltar algo aún peor.
—Entiendo. Sé que todo esto es mi culpa, pero hay algo que debes saber. No mentí sobre nada. Espera —dijo en cuanto Sam abrió la boca para replicar—, a lo que quiero llegar es...que ya no haré nada que te incomode. Lo importante ahora es ganar esta competencia y no podemos hacerlo si no estás lo suficientemente confiado como para siquiera dirigirme la palabra. Por favor, deja de ignorarme.
Sam se hundió un poco en su asiento, culpable por su comportamiento. Fue un completo egoísta al tener en mente solo su problema sin siquiera darse cuenta que también los demás podrían estar afectados por su actitud.
—Lo siento, no lo volveré a hacer —murmuró con los hombros hundidos y el profesor le puso la mano en la espalda, sin embargo, lucía aliviado.
—Esta bien, como te dije, no fue tu culpa.
Después de eso, no volvieron a hablar del tema. Los números volvieron a ser su prioridad. El ambiente entre los dos ya no fue tan terrible como en un principio, pero tampoco era acogedor. Por lo menos uno de los problemas que lo estaban atormentando ahora se resolvió, solo quedaba una infinidad más. Se preguntó si tenía la suficiente fuerza como para enfrentarlo todo.
—¿Aún podremos reunirnos a estudiar en mi casa? ¿O mejor lo suspendemos? —preguntó Liam cuando por fin terminaron la unidad que le costaba. Sam quería decir que no quería ir, pero ya no quería continuar evitando al hombre cuando este dejó bien en claro que ya no intentaría nada como la vez anterior.
Sam pensó muchas veces en aquel suceso. Había cosas que no podía olvidar, como el aliento a tabaco y menta del hombre, la respiración cerca de la suya y la textura de sus labios. Lo más sorprendente de todo, es que no se sintió asqueado. Tal vez receloso al principio. Eso le dijo más de él mismo de lo que pensaba que sabía. ¿Sería igual a su hermano? Si ese es el caso, ¿sus padres reaccionarían igual que con él? Eso, es lo que le asustaba. No era tan valiente como Cameron, ni tan optimista como él. Sam solo quería olvidarlo todo a veces y acurrucarse en su casa hasta que sus dudas desaparezcan.
—¿Sam? —volvió a preguntar Liam cuando este se sumergió en sus pensamientos.
—No tengo ningún problema -respondió dubitativo. Decidió confiar en la palabra de su profesor. Además, la biblioteca estaba bastante ruidosa ahora que se acercaban las parciales. Tal vez así, las cosas mejorarían y ya no estaría vacilante sobre todo.
—Bien. ¿Qué te parece mañana? Así no te presionas mucho por hoy.
—Como digas —respondió Sam. El profesor le dio una palmaba en el hombro y le mostró una sonrisa de aliento. Sam se sintió estúpido por haberlo tratado tan mal hasta hoy.
Al mirarlo fijamente, se dio cuenta que era más atractivo que la mayoría, por lo que no pudo evitar preguntarse, ¿por qué Sam? ¿Qué tenía de especial? No entendía cuáles eran sus intenciones, si había algún sentimiento de por medio por parte de Liam y que tan serio era respecto a eso. Estaba lleno de dudas e inseguridades.
Por fin, la hora de estudiar finalizó. Normalmente iría rápidamente junto a su hermano, pero desde la última vez no le apetecía mucho. Lucas ya salió más temprano de lo habitual y fue rumbo a su casa. O eso fue lo que le dijo.
El ruidoso griterío de parte del equipo de fútbol le distrajo un poco. Iker, quien llevaba un sospechoso moretón alrededor del ojo izquierdo, que según escuchó cuando le preguntó el entrenador en la biblioteca, se lo hizo cuando practicaba algo de béisbol con su hermano menor; estaba lanzando silbidos de alegría por otra clase más terminada. Sam no entendía para qué tenían que quedarse ellos también si lo suyo eran las prácticas, pero supuso que era para coordinar mejor el plan de ataque. Además de las varias indicaciones que siempre les daban a todos. Para alivio del equipo, no debían quedarse todos los días, sino solo cuando eran convocados. Así al menos, Sam se escapa del ruido que hacían siempre.
Un poco atrás del grupo, visualizó a Connor. El chico parecía aislado del resto. No sabría decir si siempre fue así o solo ahora que se notaban enormes ojeras bajo sus ojos y la piel algo pálida. Sam se sentía acorralado. Connor fue el chico que lastimó a su hermano, pero también la persona a la que quería ayudar. ¿Por qué le importaba tanto? Tal vez tenía más sentido de justicia de lo que pensó. Aunque la respuesta no lo convencía del todo.
Diciéndose a sí mismo que ya debía enfrentarlo de una vez, se quedó en uno de los corredores a esperar a todos pasen. Cuando fue el turno de Connor, quien iba último y con desgana, lo agarró del brazo y lo atrajo contra la pared con la mano sobre su boca. Connor, debido a la impresión, se dejó llevar por Sam. En el momento en que ya no hubo ruidos en ningún lado, Sam lo soltó y se dispuso a hablar.
—Creo que ya es hora de resolver las cosas —dijo a un Connor que todavía lo miraba como si no creyera que lo acababa de acorralar contra la pared.
—No hay nada que tenga que resolver contigo —afirmó. El aliento de Connor rozando su palma le dio un cosquilleo parecido a una chispa de electricidad. Fue un momento único y desconcertante. Connor alzó su mano inmerso en la mirada de Sam y con cierta lentitud, quitó aquella mano de sus labios para liberar su boca y tragó saliva para encontrar su voz—. Déjame ir.
—Voy a ayudarte, Connor. No me importa lo que digas —contestó cortando el silencio que se instaló.
«Ayudarlo de todas formas, es lo que se hace por las personas que queremos» fue lo que dijo su madre. Aunque la parte de querer es lo que le hacía ruido en la mente.
«Es solo sentido de justicia, nada más», se repitió.
—No hay forma en que puedas ayudarme, Sam. Solo terminarás involucrado en algo que no debes. Quiero mantenerte a salvo de todo esto —su confesión inesperada le hizo abrir los ojos por la sorpresa. Connor se arrepintió de inmediato por abrir la boca, pero antes de que pudiera agregar algo más, Sam lo interrumpió.
—Dijiste que de una u otra manera, esto tenía que ver conmigo, ¿no? Ya estoy involucrado, aunque no quieras —le sostuvo la mirada negándose a quedarse a un lado. Sus ojos lucían desganados y las marcas oscuras bajo sus ojos le daban un aire demacrado. No le gustaba verlo así, quería ver de nuevo el brillo dorado que lo caracterizaba.
Connor, al ver que Sam no se lo dejaría fácil, lanzó un sonoro suspiro y se cruzó de brazos, su pose decía que estaba en contra, pero su semblante era de derrota.
—¿Y bien, qué sugieres? —habló por fin y como hace tiempo no lo hacía, Sam sonrió triunfal.
—Que tal ir por unas hamburguesas, me muero de hambre.
Si le hubieran dicho a Sam hace algunas semanas que estaría compartiendo el almuerzo con Connor, hubiera reído por lo absurdo que sonaba. Sin embargo, ambos chicos estaban uno frente al otro, masticando una hamburguesa con queso y bebiendo una coca cola. El ambiente era silencioso, no incómodo, sino más bien con incertidumbre.
—¿Y bien? ¿Me dirás tu secreto? —tanteó Sam, Connor bebió de la gaseosa.
—Si te lo fuera a decir, ¿no crees que dejaría de ser un secreto? —contestó, aunque sus labios se inclinaron un poco hacia arriba cuando Sam le preguntó.
—Vamos, haces que muera de la curiosidad —lo alentó de nuevo, pero Connor negó con la cabeza, esta vez con una sonrisa genuina. Eso levantó los ánimos de Sam, verlo un poco como el chico despreocupado de antes le daba una sensación de satisfacción.
—Sigue soñando.
—¿Cómo voy a ayudarte entonces?
—Te dije que no podías. Ni siquiera sé por qué quieres hacerlo, no puedes simplemente perdonarme todo y ya.
—¿Por qué no? ¿Acaso debo vivir odiándote todo el tiempo? —preguntó retóricamente—. Yo decido si te perdono o no y resulta que sí lo hago. Es mi decisión, deja de querer evadirme.
—No puede ser tan fácil...
—Lo es. Acéptalo de una vez.
Sam frunció los labios y se cruzó de brazos como esperando una réplica más. Connor sí que era terco, no tenía ni la más mínima intención de dejar entrar a Sam. El pelirrojo se devanó los sesos a la par que devoraba su comida. Si era tan inteligente como todos decían que era, podía idear un plan. ¿Cómo podía ser salvado alguien que está siendo chantajeado? No se podía hacer nada al menos que...
—¡Ya sé! —exclamó chocando su puño contra la mesa y desparramando sus papas fritas y también las de Connor—. Debemos de derrotarlo en su propio juego.
—¿A qué te refieres? —preguntó Connor con cautela, volviendo a poner sus papas en donde correspondía.
—¿Nunca has oído la frase de ojo por ojo y diente por diente? —contestó Sam con entusiasmo. La comida lo ponía de buen humor—. Debemos encontrar algo que lo avergüence tanto, que haga lo que sea con tal de que no salga a la luz. Algo que arruine su reputación en pedazos.
—Olvídalo —contestó Connor recostándose en su asiento y rascándose una ceja con impaciencia.
—¿Por qué? —Sam no entendía su renuencia. ¿Acaso no era una buena idea?
—Quieres que haga lo mismo que alguien me está haciendo a mí. No estás buscando una solución, sino crear aún más conflicto —fue su respuesta. Sam no podía creer que lo que estaba diciendo.
—¿Estás loco? ¡Es lo mínimo que se merece alguien como él!
—¡Pero no es la forma, Sam!
—Lo que pasa es que no quieres salir de esta situación —esta vez, Sam sintió tanta rabia, que no podía entender la manera de pensar de Connor—. Tal vez, solo estoy siendo un idiota tratando de ayudar a alguien que lo único que hace es decirme que no me quiere merodeando. Bien, entonces será como tú quieras —se levantó del lugar algo frustrado por la obstinación de Connor.
—Espera, Sam. No te vayas —dijo este cuando lo agarro de la mano antes que se fuera. Por un momento, olvidó su enojo y se concentró solo en la mano de Connor envolviendo la suya y en la calidez de la misma—. Será como tú quieras.
—¿Estás diciendo que me dejarás apoyarte? —preguntó.
—Sí. Hazlo. A ver si puedes —sonrió a medias—, no quiero seguir así. En conflicto con todos. Tú eres el único lo suficientemente tonto para querer intentarlo.
—Y tú lo suficientemente listo para aceptarme —replicó y volvió a sentarse—. Entonces, ¿ojo por ojo?
—Y diente por diente —murmuró con un suspiro sonoro—. Aunque sigo pensando que no es la mejor idea, confiaré en ti. ¿Quién además de ti puede lograrlo? —miró a Sam a los ojos y le dedicó otra sonrisa sincera. El aliento de Sam quedó atascado un momento y se dijo que el calor que pronto sintió no era más que por el clima.
Después del almuerzo, el ambiente se volvió más ligero. Connor estuvo animado, sonreía más e incluso bromeaba. Sam no podía creer que estuviera en tal condición con él, divirtiéndose y distrayéndose. Todas las cosas que lo abrumaban parecían alejarse.
—Vamos por un helado —sugirió Sam luego de salir del lugar.
—Acabas de comer dos hamburguesas —Connor lo miró como si estuviera loco.
—¿Y eso qué? ¿Tú no quieres? —preguntó genuinamente confundido.
—¿Acaso tienes un agujero negro en el estómago? —rió Connor—, eres realmente increíble, Sam.
Connor cerró la boca en el momento en que soltó aquello y Sam pudo sentir como el calor se le iba acumulando en el rostro. Solo fue una simple frase, no era nada de lo que avergonzarse, pero el hecho de que ambos lo hicieran solo empeoraba la situación. Haciendo como si nada hubiera pasado, fueron a buscar una heladería. Sam conocía una cerca y se encargó de guiar a Connor, la misma quedaba a lado de una tienda de cómic y mangas que le gustaba mucho. Sin embargo, solo lo visitaba cuando tenía el suficiente dinero como para comprar al menos tres libros. Así que por hoy, Sam tendría que mirar tristemente la vidriera llena de títulos atrayentes y pasar de largo.
—Sam, tú ve adelantándote. Tengo algo que hacer —comentó Connor mirando la tienda.
—Está bien, pero no tardes —dijo Sam mirando a Connor con sospecha. Decidió confiar en él y fue entrando a la heladería. Pidió para ambos, sabiendo que a Connor le gusta la menta y el granizado. Lo sabía de todo este tiempo de conocerlo.
La chica del mostrador tomó su pedido y en cuanto fue con ambos helados a una mesa, Connor volvió hasta él. Sam se fijó en que llevaba algo en la mano, algo que se le hacía sospechosamente familiar.
—Ten. Es el mismo tomo que rompí la vez anterior —dijo en tono de disculpa y mirándolo con tristeza—. Sé cuánto lo amabas —extendió el libro hasta él. Sam agarró el manga y Connor se sentó. El castaño tenía razón, era el mismo tomo que había hecho pedazos cuando los chicos del equipo lo acorralaron. Recordar aquello le desagradaba a tal punto que mostraba una expresión de desagrado, algo que Connor malinterpretó-. Creo que no fue una buena idea, lo siento.
—No, te equivocas. Me encanta el regalo. Gracias —dijo conmovido—. Fue solo que el recordar aquello no precisamente es agradable. Sin embargo, el hecho de que te hayas tomado la molestia de comprarme uno nuevo, creo que es un gesto lindo —Connor se sintió aliviado por lo que dijo Sam y se mostró de nuevo animado. Tomó una cuchara de su helado y se notó a simple vista que lo disfrutó—. ¿Pero cómo sabías cuál era exactamente?
—Es que yo fui con Cameron cuando lo compró —se hizo el silencio en cuanto terminó de pronunciar aquello—. Esto no compensa nada lo que te hice, pero ya no lo haré de nuevo. Te lo prometo —afirmó. Ambos se quedaron mirándose entre sí y tomando los helados. El dorado que caracterizaba a Connor volvía a resurgir de a poco y eso lo alegraba. No sabía si las cosas seguirían igual mañana o pasado, pero sentía que de a poco podía volver a construir de nuevo su amistad.
Horas después, en su habitación, abrió la mochila para sacar sus libros del día y poner los del siguiente. Entre ellos se encontraba el manga que Connor le había comprado y cuando lo levantó para ponerlo en el escritorio, un papel cayó al piso. Curioso, Sam lo tomó y leyó una nota escrita con la letra de Connor.
Para Sam:
Gracias por tu ayuda.
—C
Sam sonrió por lo tierno que le pareció aquello. Aunque tierno no era una palabra que usaría con otro chico, con Connor sí podría. Su teléfono sonó en un rincón y fue rápidamente a contestar, pero cuando vio el número de la casa de Roy en el identificador, se sintió dubitativo. Sabía que era su hermano que tal y como el día anterior, quería quedar con él para el siguiente día. Ayer no contestó porque ya llegó tarde y no tuvo ganas luego de oír el «¿de nuevo?» que si bien no lo escuchó tal cual, podía fácilmente interpretarlo como tal. Hoy, en cambio, estaba dudoso por otro motivo. ¿Cómo hablaría como si nada con Cameron sabiendo que odiaba a Connor por todo lo que le hizo? ¿Cómo decirle a su hermano que se divirtió con aquel castaño más de lo que se animaba a admitir? ¿Se molestaría? ¿Se alejaría de él? No lo sabía y tenía miedo de descubrirlo.
Su móvil dejó de sonar y Sam lo dejó de nuevo a un lado. Se prometió a sí mismo que le diría a su hermano todo, pero no ahora. Por el momento, le gustaría disfrutar un poco más de esta pequeña felicidad que se estaba permitiendo.
***
Hola a todos, sé que me tarde un poco (okey, fue mucho) pero ahora tengo un poco más de tiempo libre.
Espero que hayan disfrutado del capítulo. ¿Qué les pareció? ¿Siguen odiando a Connor? ¿Creen que realmente vaya a cambiar? ¿Liam intentará mantener sus manos lejos de Sam? ¡Me gustaría leer sus respuestas!
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