Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Cap. 8

Atsuko Kagari Pov

«Dos semanas...» Dos semanas habían pasado desde que Diana regresó. Y, aunque deseara ayudarla, no podía. Ella me evitaba y empujaba cuando la quería abrazar; intentaba hablarle, sin embargo, era ignorada. Me hacía sentir como un verdadero estorbo en su camino y me lo aseguró un día cuando estábamos a solas en mi habitación; solamente había ido a verme para decirme esas palabras.

Ahora estaba alejada de todas. Lotte y Sucy trataban de ayudarme con palabras, pero, después de recibir la actitud negativa de Diana incontable veces, no quería nada más que estar sola. Me sentía enojada y triste; mi corazón aún se encontraba lastimado. Y lo único que hacía mi ahora ex novia, era abrir más la herida. Poco a poco el cansancio mental me fue consumiendo, estando con menos energía que antes.

Mis pensamientos se habían encontrado un poco dañados por mis deseos de querer desaparecer y mi indecisión de dejar el lugar donde estaba pasando un momento doloroso, sin embargo, si volvía a mi hogar era peor. «¿A dónde más puedo ir?»

Mis sonrisas habían desaparecido casi por completo y mis amigas se acostumbraron a verme en mi estado deprimido. Hannah y Barbara eran las encargadas de hacer conocer algún cambio de Diana, pueste que, eran sus compañeras de habitación, pero nada nuevo había pasado. La heredera de los Cavendish seguía actuando de la misma forma.

Me encontraba en la clase de la profesora Nelson pensando en mis posibilidades de fracaso. No sabía volar en escoba a la perfección e intentaba mejorar. Entretenía mis sentimientos y emociones en mi aprendizaje desde que me empecé a sentir agotada. Mis notas volvieron a subir y mi abuela me felicitó, sin embargo, mis padres continuaban pensando en que no debería estudiar en la academia.

Mi hermana mayor por primera vez en mucho tiempo, me escribió una carta. Sus palabras fueron bonitas y a la vez malas. En resumen, me habló acerca de la decisión de mis padres, y de cómo podía llegar a hacer que se sintieran orgullosa de mí. Al final, concluyó con un: "Te quiero mucho".

Diana era la que me ayudaba en esas situaciones de mi familia. Ella siempre me recordaba lo cómoda que estaba en este lugar y me decía que no tenía nada de qué preocuparme; mientras que estuviera a su lado, todo iba a estar bien. «¿Y ahora dónde está?»

Era una pregunta egoísta conociendo la razón detrás de su comportamiento, pero, a la vez no lo era. Ella recordaba todos los momentos que pasamos juntas, y eso al parecer sólo le creaba molestia.

«¿Qué debería hacer?» Las profesoras confían en mí para poder ayudarla, pero si no quería estar cerca no tenía por qué insistir. Era muy tonto lo que pensaba, sin embargo, también tenía mis propios problemas e intentaba no asfixiarme en ellos.

El día hoy lo tomaría para relajarme y reflexionar en lo que haría. Conocía un lugar perfecto donde no muchas estudiantes estaban y después de esta clase iría. «Necesito refrescar mi memoria; necesito respirar».

—Señorita Kagari, es su turno —dijo la profesora Nelson.

Suspiré y me preparé. El ejercicio era fácil, pero conociéndome cometería algún fallo; solamente tenía que dar dos vueltas a la cancha a una velocidad no tan rápida, sin caerme; y la altura no era tan alta.

A la primera vuelta todo estuvo bien, sin embargo, en la segunda mis pensamientos comenzaron a molestarme otra vez y perdí el control.

Di varias vueltas en el suelo creándome varios rasguños y fruncí más el ceño cuando sentí un líquido caliente descender de mi cabeza. No era mucha, como para preocuparse. Además, no me dolía; había recibido heridas más graves antes y en el estado en el que me encontraba no me importaba llegar a sentir un poco de dolor.

Me levanté con dificultad y observé mis heridas; poca sangre salían de éstas. La profesora se acercó en su escoba y me ordenó ir a la enfermería. Asentí sin mirarla y me retiré ignorando la posible mirada de decepción de Diana.

Abandoné mi escoba en su puesto junto a las demás en el instante que entré a la academia. Caminé por los pasillos con la mirada baja y me desvié. Mis ojos estaban un poco hinchados y debajo conservaba unas ojeras; después de todo lo que había hecho para recuperar mis notas, merecía tomar un descanso. Estar en la madrugada despierta, no era de mi total agrado.

No iría a la enfermería, pero tenía que deshacerme de las heridas en mis brazos y rodillas. Los hechizos de curación no me salían muy bien y Diana era la que se encargaba cuando me pasaban ese tipo de cosas; sin embargo, aún los practicaba. Más ahora, porque deseaba dejar de depender de ella; no necesitarla más.

Llegué a la parte trasera de la academia y me senté frente a unos arbustos altos para no ser vista. Contemplé el sangrado mis lesiones y toqué el que estaba en mi cabeza.

—¡Auch! —me quejé.

«Si debí haber ido a la enfermería», pensé, pero rápidamente lo ignoré. Suspiré y, lentamente me acosté en el césped para mirar el cielo. «¿El sol se esconde de la oscuridad? ¿O la oscuridad se esconde del sol?». Otra vez solté un suspiro. «Qué más da».

Mi corazón latía con suavidad, rogando no querer ser lastimado otra vez. «¿Debería alejarme de todas las cosas que me lastiman? ¿Podrían mis sentimientos abandonar a Diana cuando aún la amo? ¿Acaso me necesitará como yo la necesito a ella?». Me reí, recordando sus palabras y acciones. «Claro que no».

Sin embargo, ¿Tenía alguna oportunidad? Si las profesoras la habían traído de regreso, era para que pudiera tener la vida que perdió, pero, tal vez no esperaron lidiar con esa difícil tarea que implicaba que obtuvieran lo primero.

Había buscado anteriormente libros que trataran el tema de Diana. Y, al parecer había dado en el clavo acerca del hechizo prohibido y los que necesitaba posiblemente estaba en otro sitio oculto.

Volví a recordar el día en el que Diana me dijo unas palabras que respondí con agresividad. Me encontraba en la biblioteca en busca del libro. Había estado más de tres horas y decidí al final a consultarle a la encargada, pero antes iría a buscar mi cuaderno de apunto que abandoné en una mesa.

Para mi sorpresa, la próxima líder de los Cavendish, lo estaba leyendo. Me acerqué con miedo, rogando que no hubiera leído la parte trasera.

—Hola, Diana —saludé con una sonrisa nerviosa.

Ella me miró de reojo y me extendió lo que me pertenecía.

—No deberías estar apuntando cosas personas en cuadernos de estudios, Miss Kagari. —Sus brazos se cruzaron—. Guárdate tus pensamientos y sentimientos, y procura no decírmelos.

Tragué pesado y bajé triste la cabeza.

—N-no tenía pensado hacerlo... —contesté—. Sé que no son correspondidos, pero... —Mi ceño levemente se frunció y mis ojos otra vez la miraron—. No agarres las pertenecías de otros. —Mi corazón latió con dolor y me enoje porque ella fuera la causante—. De ahora en adelante no te molestaré más.

Diana suspiró y me dio la espalda.

—Eso espero.

Eso, había sido hace una semana y cumplí con mis palabras; no la había vuelto a molestar, aunque mi estúpido corazón deseara verla y abrazarla.

Acostada en el césped, mi mente recordó los viejos momentos donde una vez, estuvimos juntas. Sus caricias, abrazos y besos, los extrañaba, e incluyendo las risas y sonrisas. «Nada es como antes». Y era probable que no lo fuera así, jamás. Mis ojos se humedecieron; mis lágrimas salieron; y lentamente cerré mis parpados. «Cuando creí que todo estaría bien...» Me reí otra vez. «Todo se...»

—No fuiste a la enfermería.

«¿Qué?» Me sobresalté y observé con sorpresa a la persona a mi costado. «¿Qué rayos...?»

—¿C-cuando llegaste? —«No...»—. ¿Qué haces aquí? —le pregunté con molestia.

Diana estaba de pie con su mirada al frente y las manos juntas detrás de su espalda.

—Quiero hablar contigo —dijo y despojó su varita.

Resoplé y me volví a mi posición anterior.

—Si vienes a decirme otra cosa sobre mis sentimientos, ahorrarte las molestias.

Escuché un suspirar y la observé agacharse para estar a mi altura. Levanté una ceja cuando recitó un hechizo de curación en el sitio donde estaba mi mayor lesión: cabeza.

—¿Por qué lo haces?

—¿Por qué no hacerlo? —Sus ojos se posaron en los míos.

—¿Por qué no te importo? —dije sonando obvia.

—¿Lo he dicho?

—Lo has demostrado. —Suspiré y tomé asiento—. De todos modos, gracias.

Mi herida poco a poco fue desapareciendo y, al acabar continuó con las demás. Me sentía molesta por su acción, pero no podía negarme.

—¿De qué quieres hablar?

—Después de todo lo que te he enseñado, ¿Sigues cayéndote en la escoba?

«¿Qué?» Miré incrédula su inexpresividad. «¿Ha venido a decirme eso?» ¿Acaso ella no había visto el esfuerzo que estaba poniendo para que no volviera a suceder? «Claro que no». Y no iba a dejar que sus palabras me pisotearan otra vez.

—Lamento no ser tan perfecta como tú —dije con sarcasmo.

—Es una pérdida de tiempo en seguir intentando algo que no lograrás, ¿Crees poder llegar a graduarte?

«Será...»

—¡Bien! Estoy harta —solté enojada—. ¿Me has buscado sólo para recordarme lo ridícula que soy? Para tu información, Cavendish, ¡Lo sé!

—¿Siempre hablas de más?

—¿Siempre te gusta hacer sentir mal a los demás?

Ella suspiró y tomó mis hombros con firmeza. Agarré sus muñecas y le miré con molestia.

—No quiero escucharte —murmuré entre dientes—. Aleja--

Mis labios fueron tomados con sorpresa y se escuchó un quejido gutural de mi parte. «¡¿Qué está haciendo?!» Aún me encontraba enojada, pero, la emoción de sorpresa me invadió por completo.

Mi mente quedó en blanco y mi cuerpo fue empujado hacia atrás, provocando que me apoyara con mis codos para no caer de lleno. La observé sin palabras, esperando inconscientemente una explicación.

—No te alejes de mí —pidió en un suave tono.

Mis parpados se abrieron en sorpresa. «No entiendo...», pensé y mi ceño levemente se frunció. «No entiendo...» Sus palabras sólo hacían que mis dudas aumentaran.

—¿Por qué me...? —me callé y deslicé, de manera inconsciente, dos de mis dedos en mis labios.

Diana se colocó de pie y, con una mano en su cabeza, logró arreglar su uniforme.

—Ten buenas noches, Atsuko —dijo y se retiró.

«Ella me besó...», recordé y observé por donde se había ido. «¿Por qué...?» Por lo que tenía entendido, era imposible que sintiera algo por mí. «¿Por qué ahora no quiere que me aleje? ¿Acaso Sucy experimentó con ella? No. No es posible». Trataba de encontrarle sentido a lo ocurrido; todo era verdaderamente confuso.

«Su cabeza...» Ella se había agarrado la cabeza. «¿Le dolía? ¿O algo la molestaba?» No lo sabía. «¡Maldición!» Tenía muchas preguntas, sin embargo, me encontraba decidida a buscar las respuestas.

Mañana, iría a verla.

----------

Fin del Cap. 8 (Aire)

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro