Cap. 7
Atsuko Kagari Pov
Una semana más recibiendo malas noticias. Mi padre estaba enojado conmigo y mi madre también por la baja inesperada de mis calificaciones. Ninguno había preguntado lo que sucedió, dándome a entender otra vez que no les importaba cómo me sentía. Sin embargo, mi abuela me escribió una carta preocupándose por mí.
Era obvio que mis padres me quitarían la poca mesada que me daban y, de ahora en adelante sólo pagarían la academia. En realidad, estaban muy molestos. En cambio, a mi abuela, le conté la situación y seguía esperando su respuesta; ella era en una única en quien confiaba.
En la carta ella especificó que pusiera un poco de mi esfuerzo para volver a subir mis notas, no obstante, no tenía ganas de hacerlo. Sentía un agujero enorme en mi pecho que no paraba de lastimarme cada vez que pudiera.
Mis padres eran administradores de una empresa. Y eso les ayudaba a mantenerse y enviarme una miseria de dinero comparado a lo que ganaban; no les reclamaba, puesto que, eran los encargados de costear el lugar donde estudiaba. Con la ayuda de mi abuela logré convencerlos de matricularme en Luna Nova. Si no fuera por ella, era posible que me quedara en Japón como querían.
No era su hija favorita, eso lo sabía. Mi hermana era la más consentida, ya que, se encontraba asistiendo a una "escuela de verdad" donde tendría un futuro "prometedor".
Había decidido salir de mi habitación y hacer de poco a poco las actividades que no había entregado, e intentarían de que las acepten. Estaba dispuesta a subir mis notas, sin embargo, no porque mi abuela lo pidiera; sino, porque Diana no le gustaría verme de esta forma, y podía asegurar una mirada de decepción en su rostro.
Me había costado tanto estar donde anteriormente estaba, y luego lo había arrojado todo a la basura, pero... ¿Cómo lograría que dejara de doler tanto? Necesitaba continuar; no dejar de moverme. Estar en mi cama pensando en las cosas que pude o no pude hacer con Diana, no me ayudaría en nada.
Me encontraba en la biblioteca con muchos libros en mi mesa. Diana me había enseñado a no sobre exigirme, pero esta vez era necesario; estaba muy atrasada y requería adelantar todas las tareas posibles. «Si tan sólo tuviera ayuda...», pensé observando la pila frente a mí. «Diana lo hacía ver todo fácil, pero ahora que no está no creo poder... ¡No! ¡Concéntrate!» No podía deprimirme otra vez.
No importaba si mi corazón doliera hasta el punto de querer deshacerme de él. Al menos, trataría de enorgullecer a mi abuela, o tal vez hacerme sentir honrada de mis logros. «Derroté un misil; liberé la magia. Y puedo terminar una tarea sin ayuda de Diana. Diana...» Mis ojos se cristalizaron. «¡Rayos! ¡No puedo! ¡No puedo! ¡Siempre está en mi mente! Y duele... Duele mucho...»
Acosté mi cabeza sobre la mesa y dejé escapar mi dolor en un llanto silencioso. Tenía suerte de que la biblioteca se encontrara cerrada; tuve que escabullirme convertida en un ratón para entrar.
A veces pensaba en volver a mi hogar y hacer lo que mis padres creían que era lo mejor para mí. O, seguir en Luna Nova y convertirme en lo que siempre había soñado. Al principio no tenía dudas, pero ahora... no sabía lo que quería. «¿Cumplo mi sueño? ¿O me convierto en la marioneta de mis padres?» La respuesta podía estar más clara que el agua, sin embargo, no para mí.
Suspiré profundamente y limpié mis lágrimas. Seguidamente volví a inhalar y exhalar, para luego tomar mi cuaderno y empezar. «¡Yo puedo hacerlo! ¡Diana siempre confió en mí! ¡Ella estaba segura en que podría lograr todo lo que me propusiera! ¡Soy Atsuko Kagari! ¡La que liberó la magia en todo el mundo! ¡Puedo hacerlo!»
***
—¿Qué hora es? —me pregunté soñolienta.
Miré el reloj de la biblioteca, faltando sólo diez minutos para que las clases empezaran. Me levanté y observé mi escritorio lleno de papales. Revisé cada uno y los ordené. «Ocho tareas de las más largas terminadas y cinco de las más fáciles y cortas. Con esto podré volver a tomar el ritmo».
Era obvio que aún me faltaban, pero mañana me encargaría del resto. Ahora tenía que darme una ducha rápida e ir a desayunar, aunque pensaba en saltarme la hora por mi falta de apetito; ni las vitaminas que me daba la enfermera me ayudaban.
Terminé de alistarme y caminé junto a Lotte y Sucy a nuestra primera clase. Miré a las estudiantes en el pasillo hablar animadamente con sus compañeras, causándome cierto remordimiento. Ella no sabía de lo ocurrido con Diana y empezaron a adivinar; algunas decían que se había ido de Luna Nova, y otras pensaban que estaba en un viaje académico.
Llegué a mi destino y muchas se sorprendieron por mi presencia y, probablemente, mi físico; estaba más delgada, pero no se notaba tanto. Aun así, mi estado de cansancio si lo hacía.
Me acerqué a la profesora Finnelan y le expliqué sobre lo que había hecho para ponerme al día. Ella aceptó mis trabajos sin ninguna oposición. Eso, me sorprendió demasiado. «¿Será que la profesora Finnelan me quiere? ¿O aún me tienen lastima?» Era más posible la segunda, pero agradecí y fui a tomar asiento.
—¿Estás segura de que te sientes mejor? —preguntó Lotte.
—No estoy del todo bien, pero necesito subir mis notas. Además, a Diana no le hubiera gustado verme de esta manera —dije e hice una pequeña y débil sonrisa.
Ella me dedicó una de sus miradas preocupadas.
—No me convence.
—A mí tampoco, pero si quieres llorar. —Dio palmadas en su hombro—. Aquí estaré.
—Aw... eso es muy considerado de tu parte, Sucy —dije con un poco de burla.
—De nada —respondió con su típico tono desinteresado.
—Todas, pongan atención —ordenó la maestra—. Saquen su libro de lenguaje y su cuaderno, por favor.
A los diez minutos de clases empecé a apuntar cada palabra que salía de sus labios; me parecía realmente importante, ya que, conociéndola era probable que colocara en el examen algo que no estaba en el libro, pero si dicho por ella.
Cuando la clase acabó, alguien tocó la puerta y la profesora Finnelan le dio el pase sin dudar. Mi ceño se frunció en confusión ligeramente. «La materia ya terminó», me dije. «Tal vez es alguna profesora».
—Me iré adelantando para apartar nuestros asientos en el comedor —dijo Lotte.
—Está bien.
Aseguré mi varita en el cinturón y agarré mis cuadernos.
—Iré contigo, y espero verte ahí, Akko —dijo Sucy y bajó los escalones junto con Lotte.
—¡Hola! —exclamó Amanda llegando a mi lado. Enseguida rodeó su brazo en mi cuello.
—Hola, Amanda —saludé con una sonrisa.
—¿Cómo te--
—Con permiso —interrumpió una conocida voz. De inmediato miré a donde provino.
Los libros que sostenía cayeron al suelo y mis parpados se abrieron en grande. «N-no puede ser...» Mi corazón latió con prisa y mis lágrimas no demoraron en aparecer.
—¿Qué cara--
—¡Diana! —gritó la profesora Ursula entrando agitadamente—. Llegué tarde.
Bajé los escalones y me acerqué lentamente con miedo; cada musculo de mi cuerpo temblaba. Ella volteó a verme inexpresiva, y extendí mi mano tocando su mejilla. Un aire de alivio escapó de mis labios, para después una sonrisa dibujarse.
—¿E-en realidad eres tú?
Mis lágrimas eran abundantes.
—No entiendo su pregunta, Miss Kagari —dijo y quitó mi mano.
«E-es ella... ¡Es ella!» La abracé con todas mis fuerzas poniéndome un poco de puntillas. Escondí mi rostro en su cuello sintiendo una enorme felicidad y consolación. Me reí entre llantos y la acerqué más a mí. «E-está aquí. E-está conmigo». Mis manos arrugaron su uniforme. «N-no volveré a soltarte. No de nuevo».
—Te extrañé... —dije y sonreí—. T-te extrañé mucho, Diana.
A punto de acariciar su cabello, mi cuerpo fue alejado con un poco de brusquedad. La miré confusa e impresionada.
—El espacio personal es muy importante para una persona —dijo y quitó las arrugas—. ¿Tu mente logra entenderlo?
«¿Q-qué...? ¿Me está tomando por tonta? Espera, ¿Me apartó?» Eso me había lastimado. «Sus ojos...» Apenas lo notaba. «No son azules...» Empecé a examinarla de pies a cabeza. Ella estaba diferente; su cabello no era de ese color rubio platinado con mechas color té. Su pelo ahora era negro y sus mechones levemente blancos. «¿Qué es esto?», pensé incrédula y volteé a ver a la profesora Chariot en busca de una explicación. Ella me miró con angustia.
—Akko... Sé que tienes muchas dudas y te las puedo contestar en este momento, pero te saltarás la hora del desayuno.
—No importa —dije y limpié mi rostro.
—Amanda, puedes retirarte —ordenó Finnelan.
—¡Espere! Yo también quiero saber.
—Esto es un asunto personal que tenemos que hablar con la señorita Kagari, ¿Lo entiende?
Ella resopló molesta y contestó con un "bueno" antes de retirarse.
Si mis pensamientos y mis metas estaban confusos, ahora eran un completo desastre. ¿Cómo era posible que Diana se encontrara de pie ante de mis ojos? «¡Ella murió!» Me lo habían confirmado. Sin embargo, aunque estuviera desconcertada con toda la situación, no quitaba la felicidad que sentía.
—Entonces... Diana ha sido traída de vuelta gracias a la ayuda de la magia negra, y de nuestra magia. En resumen, Diana tiene y puede usar magia negra como magia blanca, y es posible que podamos volverla a la normalidad.
«Magia negra...»
—No obstante —continuó—, para eso necesitamos tu ayuda. El problema es que si no lo hacemos en cuarenta y cuatro días tendremos que realizar... —Miró a Diana de reojo—. ¡Algo más! Para evitar un peligro mayor, pero hay otro problema aparte de ese. Diana no recuerda lo que sucedió en el bosque, y para hacerlo tiene que volver a como era antes.
—Espere. —Coloqué una mano en mi cabeza—. Déjeme procesar todo lo que dijo.
«Diana ha sido devuelta a la vida gracias a la magia negra y blanca, pero. ¿Qué quiso decir con lo de un mayor peligro?» Mi ceño se frunció. «¿No es eso arriesgado?» Desconocía los detalles del hechizo de resurrección que utilizaron, pero podía estar segura que debía tratarse un conjuro prohibido. «Traer a alguien otra vez a la vida...» ¿Cuáles eran sus consecuencias?
—¿Por qué trajeron a Diana de regreso? No me malinterpreten, estoy feliz de verla, pero, ¿Cuál es el verdadero motivo?
—La directora ha tomado esa decisión para saber sobre el responsable de la muerte de Diana —habló Finnelan—. Pero, como aún no recuerda no podemos conocer quién es, o qué tipo de magia uso para... —Hizo una ligera pausa—. Hacer lo que hizo, ¿O cuál fue la razón? —Suspiró—. Pensamos que usted puede ayudar a la señorita Cavendish, eran parejas y su corazón está intacto al igual que su cerebro, sin embargo, ¿Tú aún la amas?
—Sí... —susurré y coloqué una mano en mi pecho—. Claro que sí, pero... ¿Ella me sigue amando?
—Por supuesto que no —dijo tomándonos por sorpresa a todas—. Escuché lo que dijeron, y con todo respeto, su plan de regresarme a la normalidad me parece algo absurdo. Me encuentro bien. —Me miró—. Todos los recuerdos que he pasado contigo no me traen más que pensar que fue sólo una pérdida de tiempo. Debo concentrarme en mis trabajos y mis estudios.
«¿Qué...?» Ella suspiró con cansancio.
—No tengo motivos para seguir contigo en una relación amorosa si no siento nada por ti. —Se dio la vuelta—. Profesora Finnelan, le aseguro que le entregaré lo pendiente en tres días. Con permiso —acotó y abandonó el lugar.
La puerta se cerró y nadie dijo nada por unos largos minutos. Estaba impactada y quebrada a la vez. «Ella no me ama...» Tragué con fuerza el nudo en mi garganta y me abracé a mí misma. «No importa, al menos está con vida».
—Akko... —llamó Ursula.
—Lo intentare... —solté y dejé que limpiara mis lágrimas. «Espera. ¿Cuándo empezaron a salir otra vez?». Ella me abrazó y correspondí de inmediato.
—Todo estará bien. —Sus manos acariciaron mi cabeza—. Aún queda tiempo para que vayas a almorzar. Te acompañaré.
—Gracias... —susurré casi sin voz.
Sus palabras, en verdad, me habían lastimado.
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Fin del Cap. 7 (Un hechizo prohibido)
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🎃Feliz Halloween🎃
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