Cap. 60
Atsuko Kagari Pov
—¿Les explicaste el plan? —pregunto la bruja de magia negra.
—Asiente ligeramente, Daryl—
—Perfecto —sonríe—. Vamos entonces, no hay tiempo que perder.
—Espera —hable, poniéndome al frente—. ¿Que se supone que haga para despertarla?
—Ladea un poco su cabeza, llevando su mano al mentón—. En otras palabras, ella ya estará despierta, pero no mentalmente. Sus pensamientos de su propia persona deben estar dispersados en cualquiera parte de su cerebro o, el lugar que, eso, le creo.
Habla del espectro, ¿La mantiene encerrada?, Lo averiguare.
—Está bien, lo intentare.
—Se que lo harás y no te rendirás. Fuiste la primera clave para traerla de regreso. El amor es estúpido, pero fuerte en algunas ocasiones —empieza a caminar hacia la pared—. Si no lo logras, me encargare de ella. Recuerda, no podrás interponerte después de eso. Las espero —traspasa la pared con sus ojos cerrados.
El salón quedo en silencio. La profesora Ursula apoyo sus dos manos en mis hombros, susurrando unas palabras positivas; entregándome ese apoyo que necesito en este momento. Suspire profundamente calmando mis nervios y miedo... ¿Qué pasa si no lo consigo? No quiero perderla...
—Atsuko, le recuerdo que tendrá diez minutos para concluir con lo empezado. No podremos mantenerte por más tiempo adentro —dijo Daryl, pasando a mi lado; dirigiéndose a la salida.
Lo entiendo...
Mis amigas se acercaron, agarrando mis manos delicadamente, tratando de calmarme. A pasos lentos abandonamos el salón. Nuestros trajes blancos hacen una combinación excelente y hermosa. Ellas con las profesoras se encargarán de recitar un hechizo peligroso que me permitirá entrar en la mente de Diana. La otra bruja de magia negra actuara si no logro hacer que reaccione, conllevando a un hechizo de su brujería que, desconozco totalmente.
Una vez en la habitación donde el cuerpo de Diana descansa en una camilla con un vestido de color celeste cielo e, incluyendo algunas almohadas en su costado que se hayan en el suelo. Subí mi capucha, ocultado mi rostro. Mis amigas y las profesoras se arrodillaron encima de los cojines, teniendo una distancia considerada para que ninguna corra algún riesgo innecesario. La bruja de magia negra, se colocó a un lado, cruzando sus brazos y agachando su cabeza, para después, soltar un sonoro suspiro de cansancio.
Daryl, antes de arrodillarse, poso el libro en el centro, abriéndolo en la página correcta y, justamente en ese instante, llegaron sus hijas vestidas con el mismo uniforme que poseemos. Ellas miraron a Diana con preocupación y luego viraron a verme, asintiendo levemente, depositando su confianza en mí, para luego, hincar sus rodillas en las almohadas faltantes.
Me acerque lentamente aun lado de Diana, apreciando su rostro dormido. Deslice el dorsal de mi mano en su mejilla, acariciándola sutilmente, causando una sonrisa ligera en mis labios. Seguidamente, recosté mi espalda en la camilla de alado, acomodándome correctamente; teniendo mis manos juntas encima de mi abdomen y cerrando mis parpados para concentrarme.
—Recuerden, no deben distraerse en ningún momento o, podríamos dejar a Akko dentro. El libro dará un aviso para acabar con el hechizo al mismo tiempo.
—¿Como es esa señal? —consulto, Amanda.
—Lo sabrán cuando estemos cerca de los diez minutos.
Inhale profundamente y exhale suavemente, escuchando palabras en otro idioma, proveniente de Daryl. Mi cuerpo empezó a sentirse más pesado y mis manos fueron soltando el agarre, cayendo mis brazos en cada costado. Súbitamente, todo se volvió negro... encontrándome en otro lugar.
. . .
Es tiempo de crear un nuevo comienzo para la magia.
—Volteo bruscamente—
¿Quién dijo eso?
—¿Hola? —llame extrañada, ocultando más mi rostro en la capucha.
Te necesito.
¿Es Diana?
—¿Diana? —clame, formando un eco en el sitio oscuro.
¿Dónde está?
—¡Diana! —grite, apretando mis manos, sintiendo un frio recorrer mi cuerpo.
Empecé a caminar sin rumbo. Tratando de encontrar algo más que la simple oscuridad.
N-no me dejes...
¿Esa es mi voz? .... Espera un momento... son recuerdos, lo que escucho son recuerdos. Diana debe estar cerca, pero ¿Como salgo de aquí? ¿Cómo la encuentro?
Voy a morir y no existir, eso está claro y pasara.
No... no, eso no es cierto, la salvare.
Una llama resplandeciente, atrajo mi atención, caminando instintivamente hacia ella en busca de un poco de calor en este frio o, mejor dicho, congelado lugar. En el instante que extendí mis manos, admiré un huerto de flores, empezando a arder... y a lo lejos... encontré a Diana sentada debajo de un árbol, admirando el jardín arder. Cuando intente acercarme, una pared invisible me lo impidió, golpeando mi nariz inevitablemente y torpemente. Me sobe unos segundos y golpee con insistencia, gritando su nombre, pero... no me escucha; no me ve. Parece estar en un tipo de trance.
Perdóname por no ser suficiente...
De mis ojos salieron lagrimas al oír tales palabras... confundiéndose con las gotas de lluvia que empezaron a cesar el fuego.
Lo eres... eres la persona que llena el vacío en mi corazón. Quiero estar a tu lado y compartir hermosos momentos juntas, no solamente los que vivimos en mi país y la academia. Deseo crear unos nuevos con tu compañía. Así que, por favor... mírame, escúchame. Estoy al frente de ti... no me he ido.
¿No te das cuenta?, Al querer salvarme y no poder hacer nada al respecto, te hace daño.
Abri mis ojos en grande, sorprendida ante ese recuerdo... y, repentinamente su cuerpo fue absorbido por la tierra, llevándome con ella a otro lugar, pero igual de oscuro. Memorice su apariencia cuando la admire; vestido y zapatos de color blanco. Si llega a aparecer el espectro, no podrá confundirme. Me queda poco tiempo, lo puedo sentir...
—¡Diana! ¿¡Donde estas!?
Hallarme nuevamente en un sitio sin luz, no me gusta. No logro divisar absolutamente nada, estando completamente perdida, y es... ¡Molesto!
¿Qué pasaría si adelanto el proceso?, ¿Por qué no terminar con esto de una vez?
—Baje mi capucha, divisando hacia un punto en el que una persona reconocida comenzó a aparecer en pétalos rosados. Encontrándose arrodillada con una flor en mano—. Diana... —susurre, acercándome lentamente.
Al estar cerca, ella se puso de pies y camino en dirección a una neblina, llevando consigo la flor en sus manos. Coloque mi mano en su hombro, deteniéndola. Ella volteo a verme con un semblante serio, como si fuera una total desconocida.
Es increíble que hasta no pueda ni sentir mis latidos...
Mire hacia arriba, oyendo claramente esas palabras que forman eco en el lugar donde me encuentro. Tome su rostro con mis dos manos. Contemplando detenidamente sus ojos, en un intento de hallar un brillo que me diera una mínima esperanza que su mente aún no se ha ido.
—¿Puedes escucharme? ¿Estás ahí?
Demore unos pocos minutos, esperando la respuesta, pero al no recibir una y ver claramente el iris de sus esferas cambiar de color. Nuevamente deje escapar lágrimas, sintiendo una opresión en mi pecho.
La estoy perdiendo.
—Tienes que volver, por favor —rogué, tragando fuertemente el nudo que se formo en mi garganta.
Esto ha sido mi culpa.
No necesito valor para matarme.
He muerto.
—¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No pienses en esas cosas!
¡No lo hagas! ¡Concéntrate en mí! ¡Estoy contigo! ¡Déjame salvarte!
—Escúchame. Tienes que despertar —acaricio delicadamente sus mejillas.
No deseo irme de tu lado, quiero estar contigo y enmendar mis errores.
—Exacto, piensa en eso. Tu no me quieres dejar, yo tampoco.
¿Qué te hicieron?...
¿Qué me hicieron?...
¿En qué me convirtieron?...
Rayos... n-no lo-lose... maldición ¡No lo sé!, ¡Quiero que vengas conmigo! ¡Por muy egoísta que sea! ¡No pienso dejarte a un lado! ¡Te has convertido en todo lo que siempre desee! ¡Eres todo para mí!
—Diana, necesito que recapacites.
Enserio, eres hermosa.
En todos los aspectos.
Nada... no habla, no reacciona. Su cuerpo se mantiene en la misma posición, viendo mis ojos fijamente, pero demostrando lo desorientada que se encuentra. Una punzada en mi cabeza me hizo recordar el tiempo límite que me dieron, entrando en pánico al no conseguir nada de su parte.
—¡Diana respóndeme! —arrugo su vestido—. Te necesito...
Mas lagrimas abundaron mis ojos, dándole pequeños golpes en su pecho tratando que recobrara la conciencia de esa manera. Apoyé mi cabeza en su hombro y maldije mentalmente lo que sucede.
—Agarra mis manos— ¿Quién eres?
—La miro con sorpresa—
Respondió.
—Me aparto—. Recuerda, empieza a recordar. No te olvides de mi... —dije en suplica, observando sus esferas medio azules.
—¿Que se supone que debería rememorar?
—No ignores esas voces.
—Son molestas —arruga su nariz en disgusto.
Sonreí sutilmente encontrando ese gesto tierno. Pero... mi sonrisa desapareció cuando sus ojos se volvieron completamente negros. Mordí mi labio inferior, conteniendo las nuevas lagrimas que imploran en salir. El dolor en mi corazón es mucho, puedo creer que me duele hasta el alma...
Delicadamente con mis manos temblorosas, agarre las suyas, poniéndolas en mis mejillas. Cerré mis parpados y me aproximé lentamente a sus labios, besándola lentamente, disfrutando por última vez... esos labios.
—Perdóname —murmure entre dientes, bajando mi cabeza y tomando espacio entre las dos.
—No tienes nada porque disculparte.
Nunca olvides lo que pasamos juntas.
¿Alguna vez he olvidado esos momentos?
Duele... duele mucho. Esto es una verdadera tortura. Escuchar esos recuerdos, teniendo en cuenta que no pude salvarla.... Por favor... llévame contigo y acaba con mi sufrimiento.
¿Estas jugando conmigo?
—Diversión... —susurro.
Si amor...
—Sonrió débilmente, mirándola con melancolía—. Adiós... —dije mentalmente.
.
.
.
Abrí mis ojos de golpe, sentándome rápidamente en la camilla. Voltee a ver a Diana enseguida, notando su cambio de vestimenta y magia en sus manos.
—Apártate —mando la bruja de magia negra.
—No, espera, debe haber otra manera, no-
—Me observa con un semblante contundente, creando un escalofrió en mi cuerpo—. No la hay.
De un movimiento de mano, la bruja me alejo de Diana, mandándome con mis amigas. La mansión empezó a estremecerse y quejidos provenientes de ella, llenaron el salón. Lotte me abrazo y las demás se acomodaron a mi lado, contemplando con miedo lo que está ocurriendo. Observe las miradas de terror, desconfianza y tristeza en todas, sintiéndome impotente... sintiéndonos... inútiles.
—Hiciste lo que pudiste, Akko —dijo la profesora Ursula, acariciando ligeramente mi brazo.
Mordí mis labios, empezando a derramar lágrimas en silencio. El cuerpo de Diana comenzó a reaccionar, abriendo lentamente sus parpados, acostumbrándose a la luz.
—¡Ahora! —grito la bruja, levantando su brazo—, ¡Empiniut!
Una vara apareció del techo y rápidamente estiro su brazo a nuestra dirección, atrayendo el libro a su mano. Diana se levantó y acerco a ella de inmediato, sujetando su brazo con fuerza, mirándola con furia; enseñando sus afilados colmillos.
—No te dejare ganar —murmuro, poniendo fortaleza en su agarre—, ¡Vuelve al mundo de donde vienes! ¡¡¡Ignis!!! —exclamo, alejando el cuerpo de Diana, entregándose la distancia suficiente para actuar libremente.
Las paginas pasaron velozmente y el salón empezó a llenarse de ellas. Moviendo nuestros cabellos y vestimenta por el viento creado. Se escucharon gritos del personal corriendo en los pasillos. Mire atentamente como la bruja dejo de tocar el suelo, volando sin su escoba y creando una pared transparente de color morado puro que nos separó de ellas dos. El vestido de Diana cambio a un atuendo diferente de tono negro con azul. Aun en ese estado, se ve hermosa...
—¿Quieres hacer algo o hablar antes de irnos a dormir?
. . .
Diana siempre ha sido especial para mí...
—Estoy enamorada de otra persona. ¿Puedes entenderlo?
. . .
—N-no pu-puede ser, e-en ve-verdad estas a-aquí...
—E-estoy contigo...
. . .
La amo mucho.
. . .
—N-no digas esas cosas en público—dijo avergonzada.
— ¿Por qué no?, Ayer me llamaste cariño muchas veces frente a mis compañeros.
—Aparta la mirada sonrojada—. E-es diferente.
. . .
—¿Qu-que haces?
—Haciendo nuestra relación publica, cariño...
. . .
Gentil, amable, dulce, compasiva, ingeniosa, dispuesta, comprometida, madura, disciplinada...
Es perfecta, ella lo es... lo fue todo para mí... me duele... ¡¡¡Duele tanto!!!
—La miro con mis ojos llenos de lágrimas—. Di-diana... —susurre.
Su brazo se estiro a mi ubicación, estando ella levitando en el aire. Cuando su mirada se conectó con la mía, cambio su semblante a uno de compasión. Empezando a descender y caminar tímidamente hacia mí. Me levanté y comencé a aproximarme, ignorando las palabras de advertencia de las demás.
Coloque la palma de mi mano en la pared que nos separa, uniéndolas instintivamente, pero no llegando a tocarlas. Ella me observo con preocupación y tristeza.... Lentamente su cuerpo se levantó, impulsándose hacia atrás. Diana, no despego su mirada de la mía, dejándose llevar por la corriente del viento, siendo rodeada por múltiples papeles; cuyas escrituras son secretas para su familia.
Y.... en un parpadeo... desapareció.... desapareció...
Las hojas regresaron a su libro, calmando la tempestad creada. Mis labios tiemblan, abriéndolos un poco por inercia.
. . .
—¿Te dolió mucho?
—¿D-de que hablas?
—No recuerdo exactamente lo que hiciste, pero, tengo conocimiento de cómo funciona ese ritual —sonríe—. Gracias Akko.
. . .
—De-debo verme terrible —sonrió ligeramente.
—Te ves hermosa.
. . .
—¿Me prometes que no te iras?
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—Tranquila...no me iré a ninguna parte.
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¡Diana! ¡Diana! ¡No te vayas! ¡POR FAVOR!
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—También te amo.
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—Miss Kagari —sonríe felizmente—. Que alegría verte.
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—¿Porque tanta felicidad?
—¡Es nuestra primera cita! —sonrió alegremente—. ¿¡No es emocionante!?
—Sonríe complacida, mirándome con ternura—
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—¿Estas celosa?
—No... —mira hacia otro lado.
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¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡Maldición! ¡Te lo suplico! ¡Llévame contigo!
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—¿Necesitas algo? Puedo ayudarte —extiende su mano.
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—Me gusta compartir tiempo contigo.
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—Diana, ¿Estas ocupada?
—Deja su libro aun lado—. No, para nada —sonríe.
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—¿¡Que forma tiene esa estrella!?
—Lleva dos dedos a su barbilla—. De un corazón.
. . .
Sentí unos brazos cálidos rodearme con fuerza. Caí de rodillas, dejando de contener mi llanto, gritando y exclamando su nombre. Hace unos segundos ella desapareció... creando un hueco profundo en mi corazón, uno que nunca será sanado.
—Akko... tranquila. Estamos contigo —dijo la profesora Ursula, depositando un beso pequeño en mi cabeza; acariciándome delicadamente.
Se ha ido...
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Fin del Cap. 60
El siguiente capítulo, será el ultimo.
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