Cap. 4
Diana Cavendish Pov
Me encontraba en mi habitación con un conjunto de ropa casual. Lastimosamente, en este día no saldría para descansar; Akko me había obligado. Sentía mi cuerpo un poco inquieto, puesto que, sabía que no podía quedarme hacer nada; tenía algunas cosas pendientes que realizar, pero implicaban salir.
Suspiré agotada. «Si tan sólo ella pudiera entenderlo». Aún era de mañana y mi desayuno se encontraba en mi escritorio; uno de lo había traído con anterioridad y podía asegurar que Akko fue quien lo pidió de "mi parte".
—¿Qué puedo hacer este día sola en mi habitación? —susurré para mí misma.
Me levanté de mi cama, agarré mi varita y me preparé un té con ayuda de la magia para acompañar la comida. Seguidamente, tomé uno de los libros de mi estantería y lo comencé a leer mientras desayunaba.
La historia, magia, cuentos, relatos y mitos, me lo sabía de memoria. El libro no contenía nada de información nueva para mí, sin embargo, no estaba de más repasar lo aprendido; no obstante, era un poco aburrido.
«Debe haber algo interesante que hacer en mi propia habitación». Terminé de desayunar y abandoné la bandeja en la mesa del salón; unas hadas se encargarían de venir a limpiar el lugar.
Honestamente, me sentía castigada y no podía evitar pensar en las responsabilidades que aún me faltaban por cumplir.
Despojé una hoja de color marrón del cajón y lo coloqué en mi escritorio. «Esto servirá para un buen entretenimiento y entrenamiento». Escuché la puerta ser abierta y esperé pacientemente los toques en mi librero.
—Diana, soy Akko.
—Adelante —accedí sin dejar de observar frente a mí.
Akko notó mi leve concentración y no dudó en preguntar por mis motivos.
—¿Qué se supone que harás con ese papel?
—Gratuit —dije con mi varita en mano e hice que la hoja tomara forma de un ave.
—¡Increíble! —Agarró el papel con cuidado—. ¿Podrías hacerlo sin magia?
Levanté una ceja y crucé mis brazos.
—No tengo las instrucciones necesarias para lograrlo.
—¿Hay un libro en la biblioteca que tenga los pasos para hacer animales de papel? —consultó devolviendo el ave.
—Akko, estamos en una academia de magia, por supuesto que no hay ese tipo de libros —respondí y abandoné la varita a un lado de la hoja—. Cambiando el tema, ¿A qué has venido después de obligarme a quedarme aquí?
—Sé que aun estás molesta por esa decisión, pero es por tu bien, mi señorita Cavendish —dijo y me apuntó con su dedo índice. Me sobresalté ligeramente. «¿C-cómo me llamo?» Mis mejillas se ruborizaron con tenuidad—. Además. —Tomó mi mano acercándola a su pecho—. Vine a avisarte que acompañaré a las chicas a la ciudad.
Suspiré y la observé.
—Está bien, ¿Tienes dinero?
—¿Q-qué? N-no es necesario —dijo claramente confundida.
Sinceramente, me molestaba la idea de que Akko, saliera sin tener algún apoyo económico la mayoría del tiempo. A veces recordaba a sus padres, sin embargo, los descartaba de inmediato.
En mi mente estaba que, mi pareja, no era algún objeto que necesitara relucir por mi novia. No obstante, a la vez no me gustaba que las demás personas estuvieran invitándole sus deseos aperitivos.
Abrí uno de los cajones de mi escritorio y le extendí una tarjeta de oro que tenía con su código escrito en un papel. La otra de platino que conservaba era demasiado para salir un solo día y, lastimosamente no poseía una clásica; las diferencias de estas tarjetas en el reconocimiento bancario no era la gran cosa, pero, cada una tenía una cantidad distinta.
—No la tomaré. —Cruzó sus brazos—. No es importante, Diana. Las chicas pueden pagarme un helado si se los pido.
—Por esa misma razón te la estoy ofreciendo. —Agarré otra vez mi varita y le di un toque pequeño a la tarjeta—. Le he puesto un hechizo de devolución por si se te llega a perder: solamente tengo que llamarla y volverá a mis manos.
Ella hizo un puchero y, justamente la puerta fue tocada.
—Akko, ya nos vamos —avisó Jasmika.
—En un momento —contestó—. Tú ganas, ¿Cuáles son las reglas? —dijo y tomó la tarjeta.
—No comas demasiado dulce, no quiero que te enfermes. —Me acerqué a su rostro y besé su mejilla—. Ten cuidado. Si ocurre algo, no dudes en llamarme.
Su sonrojes y su sonrisa dibujaron una en mis labios.
—Gracias, Diana. —Sus brazos me envolvieron entregándome un afectivo abrazo—. Te vendré a ver cuando llegue, y me quedaré a dormir contigo otra vez —dijo y guiñó su ojo derecho.
Mis mejillas se ruborizaron y la contemplé retirarse de la parte de mi habitación. Enseguida mi mente recordó lo de la noche anterior, aumentando el calor en mi rostro. «Hice que tocara una parte privada de mi cuerpo...» Inhalé y exhalé profundamente, para después ver otra vez el ave de papel sobre mi escritorio.
«¿Podré hacerlo sin las instrucciones de un libro?»
***
Atsuko Kagari Pov
Estar en la ciudad junto a Amanda, Lotte, Jasmika, Sucy, Hannah y Bárbara, me hacía sentir relaja y un poco... mal por haber dejado sola a Diana, sin embargo, cuando volviera pasaría lo que esta del día y noche a su lado. También le llevaría un regalo con el dinero que me entregó. «Debo buscar un cajero cercano y sacar sólo lo que necesito».
—Lotte —llamé y la miré sonriente—. ¿Sabes dónde hay un cajero cerca?
—En esa farmacia —dijo y la apuntó.
El brazo que rodeó repentinamente mi cuello, no me sorprendió.
—¿Vas a ir a saquearlo para llevarle un detalle a Diana? —dijo Amanda.
—No. —La aparté—. Diana me prestó su tarjeta, y sólo retiraré lo que usaré.
—¡¿Enserio?! —exclamaron asombradas Hannah y Barbara.
Hice una ligera mueca por el grito.
—Sí, ¿P-por qué les sorprende? —consulté confundida.
—¿Puedo verla? —pidió Hannah.
—Está bien.
La saqué con cuidado de mi bolsillo, puesto que, tenía el papel con el código en el mismo lugar. Ella la tomó enseguida impresionándome de su rapidez.
—¡Genial! ¡Es de oro!
—¡Increíble! —exclamó Amanda quitándole la tarjeta de Hannah para examinarla—. Con esto podría comprarme una casa. No. Espera. —Hizo una pausa y comenzó a contar con sus dedos—. ¡Más de cinco!
Mi ceño se frunció y mis brazos se cruzaron.
—¿De qué estás hablando? No creo que Diana me entregara esa cantidad sólo para un día.
— Pues créelo —dijo Bárbara—. Por curiosidad, ¿No tiene una de platino?
—Cuando miré de donde sacó esta —dije y la tomé—. Si vi otra de un color diferente, pero no lo pude distinguir muy bien. No me gusta mirar en sus cosas privadas —aclaré y la guardé en mi bolsillo.
—Bueno, todos sabemos que Diana es una persona que viene de una familia adinerada, es normal —explicó nerviosa Lotte.
—Podríamos comprarnos muchos dulces —dijo Jasmika con una galleta en mano.
—La primera regla que me dijo Diana fue no comprar tantos dulces —dije.
—Oh... —soltó triste.
—Yo con eso me compraría un laboratorio para mis pociones— dijo Sucy.
—Qué suerte tienes, Akko, una novia millonaria —dijo Amanda provocando que sonriera con incomodidad.
—Iré al cajero, ya vuelvo.
No sabía si sentirme afortunada o no. Amaba a Diana, y estaba segura que mis sentimientos no eran materiales. Que ella me confiara su tarjeta, no significaba que abusaría de la cantidad que se encontraba dentro, sólo requería de dieciséis con diecisiete libras esterlinas.
(400 peso mexicano. 67.66 sol peruano. 88.222 peso colombiano. 20 dólares. 2.533,20 peso argentino. 11.093.100,23 bolívares. Y 19,63 euro)
Cuando terminé, regresé a donde estaban las demás esperándome. El regalo que tenía pensado para Diana, era el libro de instrucciones para crear origamis; pensé también en un anillo, pero como sólo había sacado una cantidad baja, no me alcanzaría. «Debí haber sacado un poco más. Bueno, no importa algo más se me ocurrirá. ¡Ahora, me compraré un chocolate!»
El día estaba tranquilo. Lotte y Barbara juntaron su dinero para comprarse un nuevo tomo de Night Fall; Amanda se compró unos guantes; Jasmika consiguió ingredientes para una nueva receta; Hannah ropa nueva; y Sucy sólo comió a mi lado lo que había comprado, ya que, almacén donde se encontraban las pociones estaba algo lejos y aún teníamos otros lugares los cuales visitar.
Por mi parte aproveché en comprarle el libro a Diana cuando estaba en la librería con Lotte y Barbara. Y ahora me hallaba sentada en una banca a lado de Sucy, esperando a Amanda, Jasmika y Hannah. Las fans de Night Fall se habían ido a explorar una nueva exhibición que trataba de su novela.
En los días que salía con Diana nos divertíamos en diferentes lugares. En una ocasión fuimos a una feria de comida y concurse en una competencia de alimentos rápidos. El premio era unos cupones de almuerzos gratis por cuatro meses.
Y, al final, terminé ganando y recibí las felicitaciones de mi hermosa novia, sin embargo, a los pocos minutos vomité todo en un baño de un restaurante; mucha comida rápida no era buena y estuve enferma por tres largos días, pero las risas y sonrisas, e incluyendo el sentimiento de satisfacción por ganar, no faltaron.
Otras de nuestras salidas fueron a un acuario donde nadamos con tiburones. Poco a poco ella se iba actualizando a la modernidad, pero aún se negaba a tener un celular. Suponía que, cuando termináramos, este y el otro año, en la academia se compraría uno.
Pensar en Diana me hacía sentir bastante feliz y, a la vez un poco triste por cómo me había estado tratando los días anteriores. «Al menos aceptó mi orden». Y sentía que me dedicaría un poco más de tiempo. Me emocionaba imaginar que estaría otra vez en su cama disfrutando del momento a solas; me encantaba y mi corazón cada vez más estaba complacido.
La noche anterior llegué a tocar sus senos. Mis mejillas inmediatamente se sonrojaron al recordar la suavidad y grandor de estos. No creía que tuvieran un tamaño grande, aunque era de esperarse, puesto que, en su pijama se llegaban a marcar un poco.
Miré mi mano derecha y sonreí encantada. «En esa noche di un paso grande en mi relación con Diana».
—No pienses en cosas pervertidas cuando estoy a tu lado —dijo Sucy.
—¡No lo hago!
***
Al llegar a la academia con los regalos en mis manos, me despedí de las chicas y fui con prisa a la habitación de mi novia. Le había comprado un dulce frio, una caja de té relajantes y el libro de origamis. En el camino me topé con algunas estudiantes sonriendo entre sí, y otras murmurando un par de cosas que no logré escuchar.
Estando frente a la puerta, toqué dos veces esperando que me accediera el permiso, sin embargo, al no escuchar nada mi ceño se frunció ligeramente. «¿Habrá salido?», pensé. Ingresé y otra vez pedí permiso con toques en el librero. De nuevo no recibí respuesta.
—Diana, soy Akko.
«Nada...» Suspiré, avancé y me sorprendí al encontrarla dormida plácidamente en la cama. Sonreí de alivio. Y, antes de dejar las cosas en el escritorio me impresionó lo que encontré. «Aves de papel...» Y otros papeles a un lado que tenían escrito y dibujado los pasos para armarlos; había más, pero estaban en una diminuta pila que consideré la de fallos.
«Al parecer le ha costado bastante tiempo lograrlo, o tal vez no». Miré nuevamente a Diana con las manos vacías y me acerqué para sentarme a su lado. La puerta fue tocada tres veces y atendí dándole pase a uno de los duendes encargados de llevar los alimentos a las habitaciones del equipo azul en los días libres.
Volví a tomar asiento y empecé a acariciar su suave y sedoso cabello con delicadeza. «¿A qué hora se habrá dormido?», me pregunté con ternura. «Le hacía falta tomar un descanso, pero lastimosamente es hora de despertar».
—Diana —susurré—. Despierta, es hora de comer —dije y moví ligeramente su cuerpo.
—Akko... —murmuró soñolienta.
—Buenas tardes —saludé con una sonrisa.
—Buenas tardes —dijo y me devolvió con suavidad la sonrisa.
—Veo que has logrado lo de las aves.
—Sólo me ha tomado dos horas resolverlo y hacerlo, pero tuve un cansancio mental y me decidí tomar un descanso —explicó y se sentó en la cama con sus piernas afuera—. ¿Cómo te ha ido?
—La pasé bien. Te compré un par de cosas, y ten. —Le hice entrega de la tarjeta con el papel del código. Ella se colocó sus pantuflas y la tomó.
—Me alegro —dijo y se colocó de pie para guardarla, sin embargo, se topó con mis obsequios—. ¿Esto es...? —Agarró el libro.
—Pensé que te gustaría aprender nuevas cosas, y también creí que se te complicaría hacer el ave sin instrucciones y magia, pero al parecer lo lograste. Felicitaciones —halagué y la abracé por la cintura, apoyando mi mentón en su hombro.
Ella abandonó el libro y colocó sus brazos encima de los míos.
—Gracias. Debo avisarte que algún día iré al Bosque Arcturus. Ayer la profesora Ursula me ha encargado ir con las demás profesoras, e incluyéndola.
—El bosque es completamente seguro después de romper el gran sello del Gran Triskellion, ¿Por qué tienen que ir? —Tomé distancia y me situé al frente de ella.
—Despejaremos el lugar y veremos si en verdad es seguro como dices —dijo y sonrió. Sus dedos se pasearon por mi cabello castaño y mi rostro dibujó un puchero.
—Está bien. Uno de los duendes ha venido a traerte la cena.
—¿Fuiste al comedor antes de venir a mi habitación?
—He comido en la ciudad.
—Espero que no fueran sólo dulces. —Sus brazos envolvieron mi cuello atrayéndome a su cuerpo y mis manos se posaron en su cintura.
—Nop.
Su sonrisa se expandió un poco y sus labios me dieron un corto beso.
—Gracias por los regalos. Iré a cenar —avisó tomando distancia—. Puedes darte un baño, mientras.
—Claro... — «Es tan linda...» Otra vez me había perdido en su belleza; su acción también había ocasionado mi entorpecimiento temporal.
Ella acarició mi mejilla, antes de retirarse.
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Fin del Cap. 4 (Mis sentimientos por ti)
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