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Cap. 2

Atsuko Kagari Pov

«¿Por qué... hay mucha luz?» Me moví un poco sintiéndome disgustada. «Tengo... sueño».

—Buenas días, Akko.

—¿Diana...? —murmuré soñolienta y con esfuerzo me senté en la cama teniendo mis parpados aún cerrados—. ¿Qué hora es? —consulté mientras empezaba a frotarme los ojos.

—Las cinco de la mañana. Lamento haberte despertado con la luz —dijo y sentí un pequeño peso a mi costado.

Abrí mis ojos y la miré con cansancio.

—Faltan dos horas para que inicien las clases.

—Lo sé. —Le dio un toqué a mi nariz con su dedo índice—. Tengo que hablar con la directora sobre lo que escuchamos el día anterior.

Solté un quejido y la abracé.

—Quédate conmigo.

—Lo hice toda la noche —recordó y me separó con delicadeza—. No llegues tarde a clases —dijo y se acercó para depositar un beso en mi frente.

—¿Te veré en la hora de almuerzo?

—Por supuesto. —Sonrió y tomó su varia, para después retirarse de la habitación.

«Otro día de clases... Dormiré sólo diez minutos más y... ¡No!» Me di palmadas en el rostro despertándome por completo. «No llegaré tarde, pero tampoco quiero dormirme en clases» Era probable que Diana me regañara si hiciera una de las dos cosas, sin embargo, tendría que aguantar en las dos primeras clases y luego pediría un café.

***

Llegué a pasos lentos al salón donde tendría mi primer examen con la profesora Finnelan. Esperaba no dormirme y no lo había hecho hace mucho tiempo desde que Diana me castigó. «¡Un mes sin abrazos!» Y como era muy orgullosa lo cumplió.

Honestamente había sido una completa tortura para mí; a Diana no le importó mucho y a veces me hacía dudar un poco acerca de su amor, sin embargo, no podía pedir demasiado si se trataba de la siguiente líder de los Cavendish.

Una vez dijo: "Si deseas algo de valor solamente pídemelo." Yo le respondí: "Qué más podría pedir teniéndote a mi lado. Eres lo más valioso que tengo." Mis palabras la sonrojaron y su mirada se desvió en ese momento.

Sabía bastante bien a lo que intentaba referirse: cosas de marcas, anillos, collares, etc. Pero, sinceramente, estaba bien con lo que tenía; no me hacía falta, aunque cuando salimos a la ciudad en nuestra octava cita, le comencé a pedir mucha comida, ¡Y dulces!

—Akko —llamó y la volteé a ver.

—Amanda —saludé con una sonrisa, y ella se sentó a mi lado.

—¿Cómo la pasaste con Cavendish? ¿Sucedió algo nuevo?

—No exactamente, pero la pase muy bien.

Amanda suspiró y recostó su espalda.

—Supongo que Diana no dará ese paso contigo aún.

—Y estando en la academia lo dudo —agregué riéndome un poco.

Ella levantó una ceja ante mi respuesta.

—No tiene nada malo. Aparte ustedes dos tienen la oportunidad de dormir juntas. —Subió los pies a la mesa—. Pero, ¿Estás diciendo que, Diana podría subir al siguiente escalón estando ella en la mansión contigo?

—Posiblemente.

Agarré mi libro y despojé la hoja de ejercicio que había realizado el día anterior.

—¿En estas vacaciones te quedarás en su mansión?

—Lo sigo pensando. Faltan cinco meses para los días libres —le recordé y jugué levemente con tristeza con la página en mi mano.

—¿Qué te ocurre?

—¿Cómo puedo hacer que Diana sea más cariñosa conmigo? —dije y la miré con dudas.

—¡Bueno! Conociendo la personalidad de la señorita perfecta, es muy difícil, pero no te rindas, lograrás que te coja —soltó y me sonrió con diversión a la vez que palmeó mi hombro.

Me sonrojé y fruncí el ceño, para luego ocultar mi rostro con el libro.

—No me refería a ese tipo de cariño.

—Que no te avergüence. Es normal que las personas que se aman tengan...

—¡Lo se! —la interrumpí.

—¿Qué sabes? —dijo mi amiga rubia de anteojos mirándonos con confusión.

—¿Desde cuándo estás a--

—Acabo de llegar, ¿De qué hablan? —consultó haciendo a un lado a Amanda para tomar asiento.

—¡D-de los exámenes! ¿E-estudiaste?

—Claro, y apuesto que tú también; estuviste con Diana toda la noche. No cabe duda que sacarás una buena nota —concluyó sonriéndome con confianza.

***

Pasaron las horas de clases con normalidad, pero en ninguna Diana se presentó. Luego, llegó el momento de ir a desayunar y la esperé pacientemente con mi bandeja de comida; tenía planeado empezar a degustar de lo preparado una vez que estuviera, sin embargo, Hannah y Barbara me dieron unas decepcionantes noticias.

Diana no estaría porque se encontraba ocupada con tareas que le asignó la directora. Suspiré y agradecí desanimada; no era la primera vez que me dejaba plantada, pero no podía evitar sentirme triste por la falta de su presencia.

A las siguientes horas de clases, comenzaron los exámenes y ella se presentó en el salón. La profesora Badcock le entregó varios papeles, y después pidió que no la interrumpieran o hiciera cualquier ruido, puesto que, la señorita Cavendish haría todos los exámenes de ese día en esa hora.

¿Por qué tenía que hacerlos todos en ese lapso de tiempo? No lo sabía e intenté no darle importancia, pero lo hacía. Cuando acabó se retiró rápidamente del salón. Al verla irse suspiré y continué con mi prueba.

Ahora mismo me encontraba en el patio trasero debajo de un árbol sin la compañía de alguien mientras miraba el sol esconderse. Suspiré profundamente no sintiendo algún deseo de ir a la cafetería y tomar mi bandeja de cena; no tenía apetito.

Hace tan sólo dos horas atrás, había visto a Diana con una estudiante de la academia. Por suerte, no me notó, sin embargo, el hecho de verlas juntas me molestó. «Si puede pasar tiempo con ella y no conmigo», pensé enojada y triste. Era injusto; me parecía injusto.

Se suponía que era su novia y tenía más derecho que las demás chicas, pero... ¿Tal vez había dejado de serlo? «No. Eso es imposible». No me había pedido que rompiéramos o acabáramos nuestra relación. Y estaba segura que, Diana, no era el tipo de persona que engaña a los demás. ¿O quizás me equivocaba? «¡No! ¡Rayos! ¡Deja de dudar tanto!», me regañé.

Pero, ¿Cómo no hacerlo cuando las actitudes y acciones de Diana provocaban que pensara de esa forma? Mis ojos se cristalizaron.

Desde que toda la academia se había enterado de nuestra relación, muchas chicas se le acercaron en busca de una oportunidad para demostrar que eran mejores que yo. «Tal vez no soy tan buena como pienso». Sonreí con nostalgia.

Explicándolo a detalles, Diana, anteriormente no había dado a conocer sus gustos. Y ahora que las personas lo sabían, intentaban conseguir estar a su lado. Por mi parte me gustaban las mujeres y los hombres; Diana estaba consciente de ello. En japón sentí atracción por ambos sexos, pero mi primera relación era con la siguiente al mando de los Cavendish. Y tenía la suerte de haber sido correspondida.

Conservaba un recuerdo que me hacía feliz por las noches, en los momentos que Diana no me prestaba de su tiempo y me sentía sola; verdaderamente sola.

Estábamos en su habitación tomando una taza de té, después de haber pasado una semana de nuestro primer beso en la ciudad frente a un público no confortable; las fotografías no se hicieron esperar.

Me sentía muy incómoda, ya que, los rumores llegaron exactamente en ese mismo día a la academia. Y las profesoras y mis amigas no dejaban de hacernos preguntas sobre la foto puesta en un periódico mágico; no hace falta decir que ésta se movía sutilmente.

Pude notar la emoción de molestia de Diana me citó a su habitación. Desde que nuestras miradas no se cruzaron, estaba segura que ella quería hablar sobre lo que pasó; probablemente me había equivocado y lo que escuché cuando habló con mi amiga Amanda no era verdad. Rogaba que no fuera así.

Y, al terminar mi té se levantó del sillón y se sentó a mi lado. Mis nervios aumentaron cuando su calor fue sentido por mi cuerpo; estaba tan cerca que podía oler su frio aroma.

Su mirada estaba sobre mí y mis pensamientos se encontraban trabajando en una disculpa perfecta. Me sentía culpable por el escándalo provocado y su molestia me demostraba que no se hallaba cómoda.

—Lamento lo que hice —dije y arrugué con fuerza la falda de mi uniforme—. No controlo muy bien mis impulsos —me excusé y sonreí tenuemente.

Mis ojos rubíes se posaron en los de ella.

—¿Te arrepientes de lo que hiciste?

Me sonrojé y bajé la cabeza.

—N-no... —solté en un tono de voz bajo, pero audible—. Te causé muchos problemas con eso de las fotos.

—Eso es verdad, sin embargo, no me importa la prensa o los rumores que se empiezan a propagar —dijo y su mano derecha se posó en la mía—. Akko, ¿Te gusto? —consultó, y esta vez utilizó su mano libre para colocarla en mi mentón, obligándome a volver a verla.

Inhalé y exhalé agarrando el valor necesario. Tomé su mano derecha con mis dos manos y la miré fijamente con una expresión segura.

—Sí.

Ella sonrió y sus mejillas se tornaron del mismo color que mis ojos.

—¿Quieres ser mi novia?

Me sobresalté no esperando tal propuesta.

—Y-yo... A-ah... ¿T-tú...? Quiero decir: ¿M-me lo propones por todo lo que ha pasado hoy? ¿Te s-sientes obligada a aceptar mis sentimientos?

—No —dijo y quitó la mano de mi mentón—. También me gustas —declaró entrelazando sus dedos con los míos—. ¿Puedo abrazarte?

—¿Puedo besarte? —pedí al mismo tiempo.

Quedamos en silencio pocos segundos mirándonos mutuamente con vergüenza.

—¿Estás segura?

—P-podemos primero abrazarnos si quieres, y d-después hacemos lo otro —propuse y solté una risa nerviosa.

—Me encantaría.

Asentí algo temblorosa.

—¿Quieres ser mi novia? —volvía a preguntar.

«¿Eh?» Parpadeé confundida varias veces.

— ¿N-no íbamos a abrazarnos primero?

—Akko —soltó en un suspiro—. Te daré tiempo para que puedas pensar en--

Mis brazos en su cuello y mi cuerpo recostado en el suyo, interrumpieron sus palabras. Aproveché enseguida para hundir mis fosas nasales en su platinado cabello inhalando gustosamente el olor que emanaba.

A continuación, me acerqué a su oreja y le respondí con un: "Sí quiero", muy seguro. Después tomé distancia para mirar otra vez sus hermosos ojos zafiros y dedicarle de mis sonrisas de felicidad. Podía jurar que en ese momento mis esferas se habían cristalizado de la emoción.

Ella apartó un mechón de mi cabello y sonrió agradecida, para luego acercarse con cuidado y seguridad a mis labios, entregándome un suave, dulce y lento beso; mi estomago cosquilleó y mi corazón latió con mucha prisa.

Una pequeña sonrisa se me escapó de manera inconsciente. Contemplé el cielo por unos minutos, mientras que poco a poco mis labios volvieron a su forma natural al recordar que me encontraba totalmente sola.

Las cosas habían cambiado mucho en dos meses. ¿Algo había pasado en nuestro aniversario que hizo que Diana se distanciara de mí? No lo sabía, pero por ahora trataría de concentrarme en el examen de vuelo que tenía mañana por la tarde.

Se suponía que mi novia me ayudaría a practicar, sin embargo, no creía que tuviera el tiempo, y pensaba que era probable que enviara a Amanda u otra estudiante en su lugar.

Suspiré. «Será mejor volver a adentro. Esta vez me tocará dormir en mi habitación con mis amigas». No me molestaba. Al contrario, sería agradable hablar con ellas sobre este tema. «Más con Lotte que con Sucy». Para lograr desahogarme un poco.

—Akko.

—¡Ah! —exclamé y me giré para verla—. ¿D-Diana?

Ella exhaló y me miró con el ceño fruncido.

—Pensé que estarías en el comedor, ¿Qué haces aquí? ¿Por qué no estás cenando con las demás? —consultó y tomó asiento a mi lado—. ¿Ocurre algo?

Respiré y volví a la posición anterior, sin embargo, esta vez con la cabeza agachada.

—¿Qué estuviste haciendo?

—La directora me ha encargado buscar a el causante del ruido de aquella noche. Después tuve que ayudar a la profesora Chariot con unos papeles y luego a la maestra de historia; y, por último, aseguré unos encargos y pedidos de ingredientes para la cocina.

—Está bien —dije y me acosté con cuidad—. En unos minutos más entraré para comer. —Coloqué mis manos en el abdomen—. ¿Mañana estarás ocupada?

—Es probable —contestó y situó dos dedos en su mentón como normalmente solía hacer cuando analizaba o pensaba en algo—. ¿Quieres que pase más tiempo contigo? Puedes pedírmelo.

La miré y levanté una ceja.

—¿Se tiene que pedir? —solté un poco agresiva y me levanté del césped sacudiendo mi falda—. Mejor iré a dentro antes de que cierre el comedor. Espero tengas tiempo para comer.

—Akko —llamó y se colocó de pie—. Lo siento. —Acortó distancia y tomó mis dos manos—. Prometo que mañana estaré contigo todo el día.

—¿Sólo mañana? —dije y me separé para abrazarme a mí misma. «Detente; no digas más»—. Lo lamento, estoy siendo muy exigente.

Ella tomó mi mejilla y me acercó juntando nuestras frentes.

—Perdóname por no estar las veces que deseas.

—Está bien... —Sabía que lo decía en serio. El tono de su voz y acciones lo demostraban—. Debes estar cansada, ¿Te acompaño a tu habitación?

—Iré a comer contigo —dijo y empezó a acariciar la palma de mi mano sujetada, con su dedo pulgar.

«Es tan frágil y dócil conmigo», pensé y sonreí sutilmente.

—Gracias.

«Tal vez... después de este día, ella cambie un poco conmigo».

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Fin del Cap. 2 (Dudas)

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