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Cap. 18

Atsuko Kagari Pov

—Es una bonita noche.

—No puedo ver los colores.

«Que directa y que lastima. Se me olvido ese detalle».

—Diana, quiero intentarlo.

«Ella ha dicho las cosas directas y yo iré al punto sin rodeos». Volteó a verme y sonrió. «¡Sonrió otra vez!»

—Eres incorregible.

Me sonrojé.

—¿E-eso es un sí?

Su sonrisa desapareció.

—No.

Desvié la mirada e hice un puchero.

—No es justo.

«¿Cómo puedo lograr convencerla?»

—¿Te gusta mucho mi sonrisa?

«¿Si me gusta?» Me encantaba. Y no solo eso, cada parte de ti, la amaba.

—Sí. —La miré—. Siempre me ha encantado.

—Akko. —Observó la ventana—. Deja de hacer esto más difícil para ti.

—¿Para ti es difícil?

Otra vez me miró.

—Sabes que no siento el mismo sentimiento que tienes por mí.

—No pienses solamente en mí, mira a tu alrededor. ¿No extrañarás todo lo que viviste?

—No, acepto mi destino.

Una lagrima se resbaló por su mejilla. Ella no lo notó y le pedí que hiciera hechizo de protección. Accedió y una vez colocado, con i dedo pulgar, la limpié. «Está triste...» Y eso me demostraba que, en realidad, no deseaba irse. No estaba fingiendo, sólo era algo que lloraba en su interior.

La miré a sus ojos color grises y acerqué mi rostro hasta llegar a sus labios; deposité un beso pequeño en su comisura.

—T-te amo.

Mordí mi labio inferior con fuerza comenzando a llorar. Bajé mi cabeza tratando de esconder mis ojos que derramaban lágrimas sin control. Con mis manos apreté sus hombros y sus brazos me rodearon en un cálido abrazo. Escondí mi rostro en su pecho soltando todo el dolor de mi corazón.

«No quiero que te vayas... N-no quiero me dejes...» Mi cabeza fue acariciada calmándome lentamente. Suspiré y me separé limpiando mis ojos.

—¿Te sientes mejor?

—U-un poco, gracias. —Sonreí.

La luz de la luna nos alumbró completamente por el ventanal. Mis ojos se volvieron a cristalizar por recordar que, en tres días, no la volvería a ver más. «Ella es hermosa...» Había tenido la oportunidad de ser la pareja de una persona tan bella, y lo más bonito era que me había escogido sobre todas las personas.

Recordaba, los momentos que salimos a la ciudad; comprábamos muchos dulces y comida; sonreímos mutuamente; nos regalábamos muchos besos y caricias. Todo había sido felicidad y alegría. A ella nunca le importó que tan mala era en la magia y le gustó mi personalidad. «Diana...» Era la primera persona que me aceptó como era y apoyó mis sueños.

Lastimosamente, mis padres no fueron capaces de cumplir esas expectativas.

—Akko.

Limpié mis ojos otra vez.

—L-lo siento.

—No te preocupes, tienes que volver antes de que sea más tarde.

—L-lo sé, pero. —La miré—. Quiero acompañarte mañana, ¿Puedo ser de ayuda?

Ella lo meditó.

—Sí —contestó después de unos segundos.

Sonreí ilusionada.

—¡¿Enserio?!

—Sí, no tengo un plan ahora, pero lo tendré mañana. —Me extendió su mano.

«¿Qué hace?» Un cosquilleo recorrió mi cuerpo tomándome por sorpresa, miré mis manos y, para comprobar si era lo que tenía en mente, la toqué y el fuego negro apareció; no dolía. Sin embargo, ella acababa de hacer otra vez el hechizo de protección sin que se lo pidiera.

Diana se hizo a un lado dejando un espacio en la cama, mis mejillas se ruborizaron y me acerqué con timidez. Ella me observó y acarició mi mejilla. Con mis brazos libre abracé su cintura. «Estos dos minutos los disfrutaré como si fueron los últimos de mi vida».

—Akko, abriré una cuenta bancaria con tu nombre y te dejaré dinero de sobra antes de irme.

«¿Qué?»

—N-no es necesario —dije y tomé un poco de distancia.

—Lo es, recuerdo lo que me contaste de tu familia y no quiero que vivas con palabras que hacen daño a tu autoestima. Con eso podrás vivir y conseguir un trabajo. —Se acercó y beso mi frente—. Eres fuerte y admiro muchas cosas de ti.

Escondí mi rostro en su pecho aguantando las ganas de llorar otra vez

—G-gracias... —murmuré y arrugué su uniforme.

—Akko —llamó y la volví a mirar—. Te quiero —dijo, para después tomar mis labios con los suyos.

Se podría decir que nuestros labios estaban haciendo una danza infernal de color rojo y negro. Correspondí sin dudar profundizando más el adorable gesto. Los segundos pasaban y debía separarme, pero su cuerpo se posicionó arriba del mío, impidiéndolo.

Sabía que faltaba poco, sin embargo, quería disfrutar más de aquel momento. Ella se separó y sonreímos mutuamente. Quité un mechón de su cabello y otra vez me acerqué para repetir lo iniciado. «Son suaves y fríos... Los amo».

Un ruido repentino en la habitación causó que nos separáramos. Miré extrañada de donde provino y busqué el responsable. Al encontrarlo, los colores se me subieron al rostro. «¡¿Chicas?!»

Diana se apartó con cuidado y me bajé de un salto arreglando mi uniforme.

—¿Q-q-qué hacen aquí? —«¡¡Qué vergüenza!!»

—Q-queríamos saber más sobre el tema del hombre en el bosque —dijo Hannah nerviosa.

—N-no era nuestra intención interrumpirlas —continuó Lotte tapando su rostro con un libro.

—No se preocupen —dijo Diana acostada en la camilla nuevamente.

—Diana. —Volteé a verla—. Mañana vendré temprano.

—Está bien —contestó sin verme y cerré sus ojos.

Volví a mirar a las chicas y les sonreí.

—Vamos.

Salimos después de decir las buenas noches y camine a lado de mis amigas contando por encima las cosas que dijo la tía de Diana. Si las profesoras las sacó de la enfermería era por una razón. Al terminar de relatar la historia por la mitad, nos despedimos y caminamos cada una a nuestras habitaciones.

Lotte y Sucy seguían a mi lado. «Ojalá no nos hubieran interrumpido», pensaba. Añoraba haber estado más tiempo en sus brazos y aprovechar para imaginar que nunca me soltaría. «Fue muy hermoso...» Aunque lo sentí más como una despedida. «No lo aceptaré. No aceptaré tu muerte y trataré de traerte de vuelta».

Sonreí a mis adentros y abrí la puerta de la habitación que comparto. Agarré mi pijama y entré al baño. El agua cayendo en mi cuerpo poco desarrollado para mi punto de vista, relajó mis músculos y mi pensar. Sentía que en esa noche tendría un sueño agradable por las palabras que me había dicho Diana.

«Te quiero...» No había sido un "te amo" como los anteriores, pero era un gran logro y paso. Me hacía sentir que no estaba atascada en el mismo lugar.

Mañana la ayudaría a conseguir la sangre y daría mi mejor esfuerzo. Deseaba que se sintiera orgullosa, feliz y sorprendida. Tenía otros hechizos en mente que podía hacer con combinaciones para ser una buena distracción. Aunque creía que Diana lo sería. La verdad no estaba segura de poder lograrlo; habíamos tenido suerte en esa ocasión.

Después de ponerme mi pijama, salí del baño.

—Akko —llamó Lotte.

—¿Qué pasa?

—¿Te sientes bien?

—¡Excelente! ¿Por qué la pregunta?

Sonrió.

—Por nada, sólo estaba preocupada.

Le devolví la sonrisa y la observé entrar al baño.

—Gracias.

—Te tengo un regalo —dijo Sucy extendiendo su brazo con una poción en la mano.

La aparté con la mía.

—No es momento para experimentos, Sucy.

Su ceño se frunció.

—Sé lo terca que eres y vas a hacer lo que Diana dijo como una solución para traerla de vuelta, aunque eso implique que tal vez mueras.

La miré sorprendida.

—Bébelo el tercer día, antes que ella sea asesinada por las profesoras. Protegerá tu cuerpo en el momento que abraces a la señorita perfecta y te quiera hacer daño.

«Es como el hechizo de protección, pero en poción...» La tomé curiosa.

—¿Cuánto dura?

—Cinco minutos, pero. —Cruzó sus brazos—. Desconozco la magia de Diana y no estoy segura si la barrera que tendrá tu cuerpo se romperá. Ten cuidado —acotó y caminó hacia su cama, para después acostarse sin más.

—G-gracias, Sucy...

Contemplé la poción. Era de color verde y tenía burbujas. Parecía una gaseosa dentro de una botella de vidrio con una forma peculiar. «Espero sepa bien. No quiero vomitar en el momento».

Busqué en las gavetas un tapón y se lo puse, lo dejé encima de la mesa para luego acostarme en mi cama. Lotte salió del baño y subió las escaleras. Segundos después, la vela fue apagada por Sucy. Cerré mis ojos y dejé que mis pensamientos fluyeran libremente.

«A los seis años de edad... mi abuela me compró el juego completo de cartas de Shinny Chariot. Cuando mi padre se enteró, trató de quemarlas, pero, evité que pasara».

«Al cumplir mis años en la escuela de japón, nadie fue a mi graduación. Me tomé una foto con mi profesora que felicitó mi esfuerzo».

«Gritos se escucharon en el lugar que llamé hogar, por decirle a mis padres mi decisión de estudiar en Luna Nova».

«Mi hermana me apoyó para obtener mi confianza, pero, luego la traicionó diciéndole todo a nuestros padres». «Esa escuela no te enseñará nada productivo», dijeron.

«Con la ayuda de mi abuela conseguí que me matricularan».

«Tuve muy pocos amigos en mi escuela de japón. A la gran mayoría le pareció muy extraño mi comportamiento energético y les molestó que hablara tanto de mi ídolo».

«Se burlaron, me golpearon y humillaron. Fui acoso de intimidación y mis padres me dijeron que me lo merecía por andar con sueños absurdos».

«Cuando me enamoré por primera vez, no fui correspondida y actué tontamente frente a ese chico que se aprovechó de mis sentimientos para dejarme en ridículo».

«Nadie en mi familia, aparte de mi abuela, estuvo para mí. Pero, desgraciadamente, la única persona en la cual creía, sucumbió a las palabras de mi padre por ver mis malas notas. Su carta de preocupación vino con esas palabras tan decepcionaste».

«Diana, fue la luz que alumbró la oscuridad que escondía. Me aceptó y se enamoró por lo que soy. Ella conoce sobre mi pasado y las cosas que pase hasta llegar a donde estoy».

«Nunca creí que fuera posible que mi corazón volverían a sentir esos sentimientos que dejé atrás; por lo ocurrido. El amor lastima, pero trae una felicidad desconocida a tu vida».

Sonreí. «Ella me hace feliz...»

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Fin del Cap. 18 (Tú, solo tú)

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