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Cap. 17

Atsuko Kagari Pov

Era la única que podía ayudar a Diana, o eso tenía entendido. Poseía una suposición de cómo había pasado la barrera que cubría el bosque, pero necesitaba primero conseguir que Diana estuviera más cerca de mí y, cuando consiga por completo su confianza, me convertiría en ratón y me escabulliría dentro de su habitación mientras durmiera.

—Estantería tres, librero cinco, esquina derecha, cajón cuatro. —Le entregó el libro—. ¿Por qué no me sorprende que conocieras donde se encontraba el libro? —dijo y cruzó sus brazos.

—Gracias por traerlo. —Lo abrió—. Profesora Croix.

—¿Qué pasa?

—Escuche con atención, por favor. —Bajó la mirada—. Cuando la magia de un hechicero es de color morada, significa una combinación de cuatro magias diferentes. La que conocen el mundo exterior, es la blanca y la negra, pero sólo los Cavendish podemos controlar y manejar este tipo de cuatro magias en nuestro cuerpo.

Ella pasó la hoja.

—El costo es grande: la mente del portador se irá deteriorando con el tiempo, perderá conocimiento de su alrededor y el control de sus propios pensamientos. Será consumido por el poder que tendrá si no hay ninguna ayuda. Para poder derrotar a esas personas sin cordura y control de su magia, es necesario crear una poción con su sangre mutada. Luego decir: Quod virtute manet clam reverti, y la magia que poseerá será destruida junto con su cuerpo.

Cerró el libro y miró a la profesora.

—Específicamente hay que derramar esa poción encima de su cabeza y decir el hechizo. Entraré al bosque nuevamente y conseguiré la sangre para ustedes. —Se acercó—. Profesora Croix. —Le extendió el libro—. Después de obtener su sangre, seguirá las instrucciones para crear la poción. Puede también hacer que sus artefactos tecnológicos sean de ayuda.

Croix lo tomó.

—Entendido.

«Entraré al bosque otra vez...»

—Tía. —Volteó a verla—. ¿Hubo otro Cavendish aparte de usted y mi madre?

—¿Por qué la pregunta? —dijo sorprendida y Diana no respondió. Su tía no tardó en entender y su expresión cambió a una de sorpresa y terror.

—Aún sigue con vida... —susurró nerviosa.

—¿Quién?

—Freddie Cavendish, mi hermano. —Caminó hasta la camilla y tomó asiento—. Siento que me voy a desmayar.

Diana levantó una ceja.

—Está bien, tomate tu tiempo.

La enfermería quedó en total silencio. La profesora Finnelan aprovechó el momento para sacar a mis amigas del lugar, menos a persona gracias a que, desde que comencé a ser novia de Diana, aprendí más cosas de la familia Cavendish: sus costumbres, su magia curativa, su historia.

Sin embargo, estaba igual de sorprendida que su tía. Pensaba que sólo existían Diana, sus primas y Daryl.

—¿Qué dijo? —preguntó con su cabeza agachada.

Diana suspiró con cansancio.

—Si tenía miedo de enfrentarme contra otro Cavendish, y mencionó algo más acerca de destruir la magia para siempre.

«¿Qué?» Eso no lo había dicho antes.

—Con el poder que está consumiéndolo, es posible. —Se puso de pie—. Diana, te resumiré lo ocurrido. En el pasado, tu abuelo, organizó un duelo a muerte entre tu madre y él. —Caminó hacia la puerta—. El ganador obtendría el título del nuevo líder de los Cavendish. —Suspiró y frunció el ceño—. Freddie, no tuvo oportunidad de ganar desde un comienzo. Bernadette tenía la victoria asegurada, pero, no lo asesinó. En cambio, dejó que se fuera y escapara.

Daryl sujetó frustrada su cabeza con sus dedos.

—No participé porque fui la última en nacer, sin embargo, Freddie fue el primero y Bernadette de segunda. Tu madre demostró una gran madures, aparte de su gran habilidad en la magia. Eso, llamó la atención de mis padres, e iban a decidir por ellos mismos quien sería el líder, pero, tu abuela murió y mi padre con dolor en su corazón por haber perdido a la que consideraba como el amor de su vida, propuso el duelo y no le importó en absoluto ver a sus hijos matarse entre ellos.

Hizo una pequeña pausa y continuó.

—A tu madre no le quedó otra opción que aceptar al conocer lo que hacía Freddie en la mansión. Lo había descubierto y me lo contó, no obstante, no hice nada al respecto porque no quería involucrarme en esos problemas. El usaba el cuarto de pociones para experimentar con hadas; las mataba y hacia hechizos extraños que conjuraba con magia negra y blanca. Él llevaría a la extinción a los Cavendish. —Suspiró—. Después de haber perdido contra Bernadette y ser desterrado de la mansión para siempre, dos libros de la letrina que estaban protegidos desaparecieron en ese día.

—El rojo y el azul —dijo Diana.

—Sí... Pasaron los años y él volvió cuando mi padre murió. —Miró las profesoras—. Ese día había una fiesta de celebración en la mansión. Vio a tu madre cargarte en brazos y escuchó las palabras que te había dicho. Sólo tenías cinco meses de hacer nacido y te habías ganado su odio. —Regresó a mirarla—. Bernadette te consideraba la heredera y siguiente líder de la familia Cavendish. Ella depositó en ti la esperanza de hacer prosperar nuestro apellido.

Exhaló y cruzó los brazos.

—Luego pasó lo inevitable. Él levantó la voz y las personas presentes se sorprendieron al verlo. Muchas palabras llenas de enojo, odio y repugnancia salieron de su boca. Bernadette, llamó a nuestros guardias y lo sacaron difícilmente de la mansión. Él uso magia para atacarte y, así, conseguir ser el siguiente líder por derecho posesorio y poder. —Volvió a suspirar—. Sólo un Cavendish puede asesinar o vencer a otro Cavendish —aclaró con seguridad—. En esa noche ella te protegió y lo amenazó de que no intentara acercarse otra vez.

—Ahora todo tiene un poco de sentido —dijo la profesora Chariot.

—Diana, ¿Recuerdas la enfermedad de Bernadette?

—¿Cómo olvidarlo?

—No fue por una causa desconocida. En el momento que te protegió, recibió un hechizo que la dejó en coma tres años después.

—¿Él... la mató? —dijo conmovida.

Daryl desvió la mirada.

—Sí, Diana, el hechizo cumplió su propósito tiempo después.

Estaba sin palabras... «Todo esto es tan... difícil de procesar para mi mente». En conclusión, el tío de Diana asesinó a su madre con un hechizo que hizo su efecto al pasar los años y, ahora su tío malvado volvió para matar a Diana y ser el líder de los Cavendish, pero, también con el propósito de destruir la magia. «¡Lo tengo!»

—Cuando sucedió, ¿Cuánta magia podía controlar?

—Una, que era la roja.

Nunca había escuchado acerca de ese tipo de magia antes. «¿Qué hacen? ¿Para qué funcionan?» Tenía curiosidad.

—Esa magia de color azul y roja, no están escritos en ningún libro de las brujas —dio a conocer la directora—. ¿Podemos saber de dónde proviene y qué propósito cumplen?

—Es un secreto de los Cavendish —respondió indiferente Daryl.

—Comprendo.

—Ahora que sabes lo ocurrió... —Miró fijamente a su sobrina—. ¿Cuándo piensas volver a ser... tú?

—Moriré en tres días —contestó con simplicidad y, Daryl, arqueó una ceja.

—No di una bolsa de mi sangre por gusto, Diana.

—Lamentablemente, así serán las cosas. No quiero convertirme en una amenaza más y causar nuevos problemas —confesó con seguridad.

Daryl no le gustó su respuesta; ni a mi tampoco. Ella volteó a ver con el ceño fruncido a las profesoras.

—Si Diana muere definitivamente, me aseguraré que esta academia caiga en ruinas —soltó amenazante.

Las maestras se tensaron.

—No es necesario llegar a esos extremos, tía. Por favor, pido que te calmes y lo pienses mejor.

—Niego tu petición, Diana, sin tu presencia se crearán rumores negativos y los reporteros vendrán a la mansión en busca de respuestas. Tu muerte no se puede ocultar por tanto tiempo. —Volteó a verla—, pero, escogeré a una de mis hijas para ser la siguiente líder de los Cavendish si eso llega a pasar; sin embargo, sabes perfectamente que ellas no están preparadas para ese título tan importante. En cambio, tú, llevas años de preparación teniendo en mente los problemas con los que tendrás que lidiar.

Diana retrocedió y se sentó en la camilla.

—Lo entiendo, pero, no creo que regrese a la normalidad. Y si lo hago, no dudaré en responsabilizarme de lo que mi madre me dejó a cargo.

Daryl colocó una mano en su frente.

—Esta situación me está comenzando a dar estrés, y tengo suficiente manejando las empresas —murmuró entre dientes.

—Cuando la barrera se rompa, estaremos preparadas —dijo la profesora Croix cambiando el tema de conversación.

—Eso espero, tengo que vol--

Daryl...~

«¿Quién dijo eso?» Giré a ver de dónde provino. «¿Un susurro del viento?» Se me habían puesto los pelos de gallina y no fui la única. La enfermería quedó en un total silencio abrumador. «¿Acaso... fue él?» Diana extendió sus manos y dijo un hechizo que provocó un ruido de espadas chocándose. Vimos por la ventana el refuerzo de la barrera.

—Su magia traspasó el refuerzo que le había colocado —dijo Diana con tranquilidad.

Daryl frunció el ceño e hizo un chasquido con su boca.

—Esto es malo... —susurró y agarró aire—. Las puertas de la mansión Cavendish serán cerradas hasta que esto acabe. No permitiré que él se apodere de algunas de las reliquias mágicas. —Se dio la vuelta y agarró la perilla—. Y ustedes... deberían desalojar a las estudiantes de esta academia si no quieren ser las responsables de más muertes.

—¿Qué ocurría si consig--

—Será invencible —afirmó—. Tiene el conocimiento de los libros que robó; puede hacer que su fuerza y poder en la magia aumenten. Freddie, no es tonto. Quizás está loco por toda la magia que tiene, pero tomen en cuenta que él conoce lo que están planeando y no durará en hacer un plan en contra. Además, de que contraatacar con más fuerza que antes —acotó y miró a su sobrina de reojo—. Diana, trata de no morir otra vez.

La profesora Finnelan quitó el hechizo y Daryl salió retirándose de la enfermería.

—Comenzaré con la investigación —dijo Croix.

—Mañana le conseguiré la sangre —le aseguró.

—Por ahora descansa aquí, mientras pensaremos en otra solución para traerte de vuelta al mundo de los vivos. Profesora Ursula, le encargo la responsabilidad de asegurar que las estudiantes se encuentren en su habitación. —Me giró a ver—. Señorita Kagari, regrese con sus amigas y espere hasta un nuevo aviso.

—S-sobre eso, me gustaría quedarme unos minutos más. Quiero hablar con Diana.

«Estoy algo nerviosa». Esperé su respuesta negativa y me preparé para contraatacar, pero, para mi sorpresa cedieron.

Suspiré aliviada y observé mire a Diana acostada con su mirada perdida en el techo. Las profesoras se retiraron, dejándome a solas con mi ex novia.

Pensaba en las oportunidades que debía conseguir para acércame sin escabullirme, sin embargo, si no aceptaba lo haría y la traería de regreso. «Haré que pases ese muro que nos separa», me dije decidida y caminé hasta la camilla, para después tomar asiento en la esquina.

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Fin del Cap. 17 (La historia oculta)

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