Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Cap. 10

Diana Cavendish Pov

El lugar era muy oscuro; no podía identificar nada de lo que poco brillaba. Otra vez, debía estar en esos sueños. Caminé naturalmente hacia mi objetivo sin poder llegar a él; nunca lo alcanzaba, no importarse cuanto avanzara.

La luz que brillaba con intensidad en el fondo, era imposible que la tocara. Se sentía extraño, como la oscuridad empezaba a consumirme. Y poco a poco perdía la consciencia.

—Diana.

«¿Kagari?» ¿Era ella? No estaba del todo segura. Era la primera vez que escuchaba algo dentro de todo ese silencio. «Tal vez la estoy confundiendo», me dije.

—Diana.

«¿Flores?» Una gran cantidad de flores salieron de mi alrededor, pero, lastimosamente no podía ver de qué color eran. «Esto es muy diferente a mis otros sueños», pensé. «¿Qué está ocasionando este cambio?»

—Diana.

Una suave brisa movió mi cabello. Giré mi cabeza buscando donde provenía aquel llamado, y me sorprendí al verla. Ahí se encontraba ella mirándome con tranquilidad. «Puedo verlos...» Kagari era lo único que se encontraba a color. Las flores eran un misterio, sin embargo, añoraba ver sus hermosas tonalidades también.

Una sonrisa se dibujó en sus labios al verme, pero, unas lágrimas que empezaron a descender por sus mejillas me crearon sorpresa y confusión. «¿Por qué está llorando?»

—Diana.

Abrí mis ojos lentamente y parpadeé tratando de aclarar mi visión. Me froté los ojos y vi muy de cerca el rostro de Atsuko cerca del mío. «Duele...» Su cercanía dolía, no obstante, ¿Sería por eso que tuve aquel sueño? Fruncí el ceño y ella se alejó con rapidez.

—¡Lo siento! Me preocupe porque no despertabas.

—Está bien. —Tomé asiento en la cama y agarré aire; el dolor había desaparecido—. ¿Qué se te ofrece? ¿Y qué hora es?

—Son las tres de la mañana y vengo a darte la siguiente pastilla: son cada seis horas.

Me extendió el vaso y el medicamento. No puse ningún reproche y la bebí.

Al momento de entregárselo, noté su vista perdida en el librero causándome leve curiosidad. Ella giró verme y sonrió tomando el vaso. La examiné por unos cortos segundos; cargaba un pijama normal de conejitos y tenía su flequillo suelto. Su cabello estaba algo desordenado. «No puedo ver el color de sus ojos», me dije, mas sin embargo, no los había olvidado. «Son rubíes».

Suspiré, y antes que se retirara la invité a sentarse en mi cama. Ella aceptó sin dudar.

—¿Ocurre algo?

«¿Le hablo sobre el sueño?» No estaba segura de hacerlo. «¿Aceptará si la invito a dormir conmigo?» La idea no me gustaba del todo, sin embargo, deseaba averiguar más de lo visto. Su cercanía me ocasionaba un dolor indescriptible en el corazón; no la podía tener cerca, pero tampoco lejos por la sensación de soledad y molestia. «Que complicado».

—¿Estás bien? —dijo y levantó una ceja.

«Lo intentaré. Recibiré su ayuda». Sin embargo, era necesario que controlara mis palabras.

—¿Descansarías a mi lado? —ofrecí con simpleza.

—¿E-estás segura? —cuestionó con sorpresa.

—Sí, sólo maten tu distancia.

—Está bien. —Se puso de pie y abandonó el vaso en el escritorio —. Si tienes algún dolor o problema, llámame. —Ella se acostó en el espacio libre de la cama, dándome la espalda—. Descansa, Diana.

Tenerla a un lado se sentía increíblemente incomodo. De poco a poco estaba recuperado las emociones que creí haber olvidado. Deseaba besarla para volver a sentir el cosquilleo extraño que me causaba. Y me encontraba al tanto del dolor de cabeza que me provocaría su cercanía.

Suspiré un poco indecisa de cumplir aquel deseo. Me acosté y me acerqué sin llamar su atención; con tan sólo estar a esa pequeña distancia sentía unas punzadas suaves en mi cabeza que iban en aumento cuando más mi cuerpo se aproximaba. «Será rápido. Sólo para matar mis dudas».

Había decidido dejarme ayudar, y tenía que poner de mi parte si quería que eso ocurriera.

Agarré su brazo y le di la vuelta con brusquedad. Ella quedó mirando el techo, pero sus ojos estaban posados con sorpresa y confusión en mí. Me levanté un poco, y antes que pudiera decir alguna palabra, uní nuestros labios.

El dolor aumentó y se convirtieron en golpes fuertes, al ritmo de un tambor. El cosquilleo se calmó, pero estaba pagando un precio bastante alto por ello. Me separé de golpe y me tiré hacia atrás agarrando mi cabeza con fuerza.

Respiraba con agitación en un intento de cesar aquella terrible sensación. Muchos recuerdos pasaban rápidamente en mi mente, ocasionando que mi sufrimiento fuera mayor. Una vez que acabó y mis pensamientos volvieron a estar en negro, me permití respirar con normalidad.

—Gracias... —murmuré.

—¿Puedo hacerte una pregunta?

—Adelante.

—Después de alejarme, ¿Por qué me quieres a tu lado otra vez? ¿Y por qué me besas como si fuéramos algo? Tengo entendido que terminaste con la relación. ¿Estás jugando conmigo, Diana?

«Dijo que sólo sería una pregunta». Suspiré. «¿Las evito o le digo la verdad?», pensé. ¿Qué posibilidades tenía si las ignoraba? «Es probable que se vuelva a alejar, o pensara que la estaba utilizando para mi propia diversión».

—Una parte de mi quiere volver a hacer como antes; poder sentir y volver a sonreír, pero hay otra parte que no le interesa nada en absoluto. He decidido dejarme ayudar por ti. Además, fue nuestro trato por aceptar en apoyarme con los colores y, así, poder dejar de usar tanta magia en mí misma —dije sin verla. Mi espalda era lo único que ella podía ver.

—Gracias por contestar. Descansa, Diana. Hablamos mañana.

***

Atsuko Kagari Pov

Era increíble como la felicidad y energía había vuelto en mí por tan sólo dormir a lado de Diana. Sus respuestas a mis preguntas dieron varías vueltas en mi mente y me gustaba la decisión que tomó. Lo malo, era que no podía decirles a las profesoras acerca de sus cambios y dolores; ella no quería que se enteraran y me dejaba pensando en lo que podíamos hacer las dos.

Tendría que ayudarme por mi propia cuenta, y quizás con mis amigas. Sólo necesitaba buenos consejos y Lotte era mi mejor opción, sin embargo, aún no llegaba al salón.

Había sido la primera de mi grupo de amigas en estar en ese lugar con la cabeza recostada en la mesa. Hasta me le había adelantado a la estudiante prodigio; quería un poco de tiempo a solas para pensar en mis deseos antes de abandonarla en su habitación.

Quería abrazarla y darle un beso de despedida, pero sabía que no era lo correcto. Cada vez que me acercaba la lastimaba; parecía que su corazón reaccionaba de manera negativa. No me agradaba que sintiera ese tipo de sensación, sin embargo, al menos lo sentía.

Deseaba que sintiera el amor o felicidad que aparecía en mí cuando estaba cerca. «Rayos...» En verdad debía pensar en lo que haría de ahora en adelante, aunque mi decisión ya estaba tomada.

—Buenos días, Akko.

Levanté la cabeza y sonreí.

—Buenos días, Amanda.

—Y... —Tomó asiento a mi lado—. ¿Cómo fue tu noche?

—Normal. No dormí con ella al principio, pero después sí.

Ella se sorprendió y me miró con una curiosidad que conocía bastante bien. Mi ceño se frunció.

—¿Pasó algo interesante?

—Si te refieres a ''eso''. —Hice comillas con mis dedos—. Pues no. Y no pasará.

—¿Te molesta?

—Obviamente no. Diana no es un objeto sexual, es una persona.

—¿Eso es una persona? Lamento recordártelo, pero está muerta. No tiene sentimientos, ni emociones. Además, te ha lastimado con sus palabras y acciones. ¿Por qué sigues insistiendo? —dijo mirándome con neutralidad.

—La amo. Y no me importa cuánto daño me pueda causar, ella seguirá siendo importante para mí —aseguré y coloqué mis codos en la mesa para recostar mi mentón en las palmas de mis manos.

—¿Vale la pena darle tu corazón otra vez y en ese estado?

—Sí. Diana no está bien, Amanda, y la ayudaré.

Las demás estudiantes comenzaron a entrar y sentarse en respectivos asientos, e incluyendo Diana, Barbara y Hannah, pero Lotte y Sucy aún no llegaban. «¿Qué las habrá retrasado?»

—¿Y cómo la harás volver? ¿Lastimando más tu corazón? Ella ni siquiera te quiere cerca.

La volteé a ver.

—Lo intentaré cuantas veces sea necesario, pero, no la dejaré morir, no otra vez. Y aprovecharé la oportunidad.

Ella resopló con clara molestia.

—Mírala bien. Puede parecer viva por fuera, pero por dentro está completamente muerta.

—Tienes razón, pero tengo intenciones de tratar de crearle, por lo menos, una sonrisa.

—¡¿Y cómo piensas hacerlo?! —Su mano golpeó con fuerza la mesa captando posiblemente la atención de las demás estudiantes. Me levanté enojada, enfrentándola—. Déjala como está y veremos qué pasa después; no te estés lastimando más.

—¡No! —exclamé—. Ya te lo dije, la ayudaré.

Apreté mis puños y tensé mi mandíbula, cuando el cuello de mi camisa fue tomado con agresividad.

—¡¿Qué acaso no ves que me estoy preocupando por ti?!

—¡Lo único que veo es que tratas de alejarme de ella! ¡Deberías apoyarme!

Coloqué mis manos encima de las suyas en un intento de que me soltara.

—¡No te apoyaré en algo que te hace daño! —acotó y me lanzó con fuerza hacia atrás. Caí sentada y me lastimé el brazo izquierdo con la mesa por tratar de sujetarme.

No dije alguna palabra y permanecí con la cabeza agachada. «¿Por qué está actuando de esa manera? Diana también es su amiga». Tomé mi labio inferior y arrugué más mi entrecejo. «Entiendo que esté preocupada, pero, se está pasando».

La tensión estaba en el aire y, por mi parte, no daba señales para empezar a hablar. Sentía su mirada en mí, y la ignoré acomodándome otra vez en mi lugar. Recosté mi cabeza e intenté apaciguar el dolor en mi brazo. Escuché un suspiro, y luego unas palabras.

—Lo siento, Akko.

No respondí y me escondí entre mis brazos.

—Con permiso.

«Esa voz...» Levanté mi cabeza de golpe observándola con asombro. «Diana...»

Con un ligero movimiento, apartó a Amanda y tomó asiento a mi lado guardando la distancia. Alcé la mirada en busca de mis amigas. «Aún no llegan...» Un sutil sonido de un quejido hizo que volteara a ver a la causante de nuevo.

Amanda la miraba con enojo, y Diana parecía no inmutarse. Su vista se posó en mis esferas rubíes creándome un pequeño sobresalto, para después mirar hacia atrás sin mover su cabeza.

—La clase está por comenzar O'Neill. Le recomiendo ir a su asiento —dijo y colocó el libro que cargaba sobre la mesa.

—¿Por qué ahora la defiendes? —consultó.

—Eso es algo que no te corresponde saber. —Abrió el libro—. Retírate, por favor.

La palma de Amanda se chocó fuertemente contra la mesa.

—¡Después de lastimar sus sentimientos y hacerla sufrir por tu maldita desaparición! ¡¿Quieres volver?! ¡Ella merece a alguien mejor! —dijo.

—¿Cómo tú? —soltó y la miro de reojo.

Amanda se sorprendió y dio un paso atrás. Diana desvió la mirada nuevamente al libro.

—Eso pensé.

La vena en la cabeza de mi amiga parecía querer explotar del enojo. Y si no fuera porque la profesora entró al lugar, continuaría la discusión. No había sido capaz de hacerla callar y presentía que no estaría tranquila hasta concluir ese tema.

Suspiré y observé la mesa. «Tengo que evitar hablar sobre Diana». No quería que se volviera a repetir lo de hace unos pocos segundos. «Sólo en Lotte, Barbara y Hannah, puedo confiar». Sucy se encontraba más entretenida en sus pociones, pero sabía que conseguiría escucharme si se lo pedía.

—¿Te duele mucho? —preguntó sin mirarme.

Nuevamente me sobresalté. No esperaba que me hablara después de lo de anoche, aunque había dicho que conversáramos luego. «Rayos... quien me entiende».

—Sólo es un golpe, se curará. Gracias por ayudarme —dije y le sonreí.

Ella suspiró y despojó su varita de manera discreta.

—Baja el brazo.

Arqueé confusa una ceja, pero obedecí. La mano que sostenía su varita pasó detrás de mi espalda llegando a la parte herida. Logré ver como su puño libre se cerró con fuerza arrugando la falda de su uniforme. «Lo está soportando».

El hechizo fue recitado y agarró distancia, sin llamar la atención, cuando acabó. Al pasar los pocos segundos, miró el libro otra vez actuando como si nada hubiera pasado. «Linda...» Sonreí y le agradecí en voz baja, para después mirar al frente y escuchar atentamente las palabras de la profesora.

«Se está esforzando», pensé y un leve rubor apareció en mis mejillas. «Me alegra mucho que hayas tomado esa decisión». Mi corazón empezaba a latir con calidez. «Te prometo, que te traeré de vuelta, Diana. Prometo que volverás a sonreír otra vez».

Mi mano se movió tomando apuntes. «Te amo, como no te lo imaginas». Mi vista se alzó. «Y no lo he dejado de hacer después de no haberte tenido en ese largo mes». Exhalé con suavidad. «No sabes cuanto agradezco que me dieras esta oportunidad. Y el empujón que necesitaba para tomar una mejor decisión de lo que haría».

La miré de reojo y volví a sonreír con suavidad. «Gracias...»

----------

Fin del Cap. 10 (Discusión)

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro