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Capítulo 4 ❄️

Hannah:

Me siento en el sofá y saco la laptop de mi mochila, agradezco que el trabajo sea digital.

Mientras espero al idiota me pongo a buscar información para terminar con esta tortura más rápido, y así pasan algunos minutos hasta que siento unos pasos acercarse.

—Lo siento por tardar —se sienta a mi lado, demasiado cerca para mi gusto.

—No te preocupes, tenemos toda la vida para hacer el trabajo que se entrega en tres días —respondo con sarcasmo.

Ignora mi comentario y enciende su laptop.

—¿De qué era el trabajo?

—Sobre el alcohol y drogas —mi tono de voz es seco.

—Gracias.

¿Qué clase de persona no sabe sobre qué tema debe hacer su trabajo?

—Tu busca cosas sobre drogas y yo sobre el alcohol —sugiere.

—Está bien —asiento—. Así terminaremos con esta tortura más rápido.

Suelta una carcajada.

—No entiendo tu odio hacia mí.

—Yo no te odio —tecleo en mi laptop—. Para odiarte tendría que conocerte, y siendo sinceros lo que menos me interesa es conocerte.

—Puede que cambies de opinión.

—Pocas veces lo hago —suelto un suspiro—. Una vez cada dos siglos.

—Y yo soy bueno para hacer cambiar de opinión de las personas —chasquea la lengua—. Sobre todo a las mujeres.
Ruedo los ojos antes lo último.

—Mejor concentrémonos en el trabajo, no quiero reprobar y menos por tu culpa.

Niega con la cabeza antes de volver la vista a la pantalla.

«¿Por qué tanto interés en conocerme, Evans?»

                           ❄️  ❄️  ❄️

Nos demoramos mucho menos de lo que habría imaginado, aporto con muchas ideas e información, después de todo tiene algunas neuronas funcionales.

Yo me encargare de imprimirlo y entregarlo la próxima clase, no confío en Noah para nada y no quiero que luego diga que se lo olvido imprimirlo.

Luego de cerrar las páginas que estaba revisando queda a la vista mi fondo de pantalla y él lo observa con ojos curiosos, cierro la tapa de golpe y la guardo de inmediato en mi mochila.

Mierda, él no tenía que ver eso.

—Lindo fondo —comenta.

Es un collage que tengo con mamá, hay fotos desde que estaba en su barriga hasta días antes de su muerte. Ni siquiera mis amigos han visto ese fondo y tenía que verlo una de las personas que más detesto.

Cierro mis ojos pensando en que responder a eso.

—Lo sé —me limito a contestar.

Penny entra a la sala justo en el momento indicado.

—Noah —el nombrado la mira—. ¿Qué vamos a cenar?

Se encoje de hombros.

—No lo sé, tenemos que esperar a mamá y…

El sonido de la puerta cerrándose hace que deje de hablar, unos segundos después entra una mujer de cabello negro vistiendo un uniforme que conozco a la perfección.

Alterno la vista entre las tres personas que hay frente a mí como si no lo pudiera creer.

—¿Verónica? —sueno confundida.

La mujer se percata de mi presencia y sonríe, de una manera un tanto forzada a mi parecer. Los chicos nos observan detenidamente.

—¿Hannah, eres tú? —cuestiona incrédula.

Asiento con el ceño fruncido, su actitud no es muy hospitalaria.

Se acerca a mí, besa mi mejilla y me da un abrazo. Correspondo el gesto de la forma más fría posible ya que lo está haciendo de forma forzada.

—Hace mucho tiempo que no te veía.

«Desde el funeral de mamá…»

—Cada días estás más linda —me da una sonrisa de boca cerrada.

—Gracias —imito su gesto.

—Veo que ya conoces a mis hijos —señala a los mellizos.

—Somos compañeros de instituto —responde Noah.

Gracias al cielo no dijo que éramos amigos o algo parecido.

—¡Excelente! —dice con fingida emoción—. Espero que hayan sido amables contigo.

«Claro, sobre todo tu querido Noah».

—Son amables —miro al pelinegro—. Ambos lo han sido.

—¿De dónde se conocen ustedes dos? —Cuestiona Penélope—. Si es que se puede saber.

—Hannah es hija de mi jefe —responde como si fuera lo más obvio del mundo—. Louis Campbell.

Es la secretaria personal de papá desde hace varios años, todos en la familia la conocíamos y le teníamos cariño. Pero luego de la muerte de mamá es como si se la hubiera tragado la tierra, va a la oficina y evita cualquier tipo de trato que no sea profesional con papá.

—Pensé que trabajas para el señor Scott —reprocha la pelinegra—. Eso nos dijiste todo el tiempo.

«¿Por qué ocultaste que eres la secretaria de mi padre?»

Verónica mira a su hija asombrada, balbucea cosas sin sentido por lo que decido intervenir. Lo que menos quiero es causar polémica en una familia.

—Mi padre tiene una compañía familiar y hace unos años se fusiono con la de William Scott, padre de Mason —explico.

Ambos me miran asombrados, al parecer su madre no confía en ellos o les habría dicho.

Su madre carraspea y fijo mi vista en ella, sus ojos me observan sin ningún tipo de emoción.

«¿Qué paso con la mujer que jugaba conmigo cuando tenía que esperar a mi padre en la oficina?» Alejo esos pensamientos ya que de nada sirven.

—¿Qué te trae por mi casa? —inquiere.

Frunzo el ceño sin saber cómo tomar esa pregunta.

Sé que no soy la chica más adorable del mundo, pero nunca le he hecho nada para que me trate de ese modo, prácticamente me siento como un maldito estorbo y para nada bienvenida.

Suspiro.

—Tenía que hacer un trabajo con Noah y ayudar a estudiar a Penny.

Asiente dudosa.

—Sigues teniendo las mejores notas, ¿o me equivoco? —Pregunta—. Como me entere que hubo un año que las bajaste.

Aprieto la mandíbula, el año que baje considerablemente mis notas fue cuando falleció mamá y ella lo sabe. ¿Qué demonios le pasa? Acaso quiere provocarme.

—Sigo siendo la mejor —respondo seca—. Ese año del cual hablas no era un buen momento para mí, ni para mi familia, aunque eso ya lo sabias ¿o me equivoco, Verónica?

—Entonces tu madre debe estar orgullosa —sonríe—. Por la gran hija que tiene, claro.

Por alguna razón eso último me sonó a ironía.

—Por supuesto que lo estaría —le devuelvo la sonrisa, aunque la mía es forzada.

—Mamá, no hables de más —reprocha Noah—. Su madre falleció.

No me extraña que el pelinegro sepa lo de mi progenitora ya que cuando ocurrió el accidente todo el país se enteró, genial no lo creen.

—No te preocupes, Evans —remojo mis labios—. Ella ya lo sabía, ¿no es así?

Verónica alcanzo a conocerla, y ambas se tenían mucho cariño. Mi madre la admira ya que ser madre soltera no debe ser para nada fácil, y aun peor cuando están escasos de dinero.

Sinceramente no sé qué fue lo que ocurrió, días antes del accidente dejaron de hablarse y mamá siempre evitaba el tema, por esa razón me sorprendió mucho verla en el funeral y más me asombro el hecho de que Joshua no la saludara, solo la fulminaba con la mirada.

Como era de esperar tampoco me dijo el motivo de su actitud, y yo deje de insistir ya que Verónica era el menor de mis problemas en ese entonces.

La tensión se puede sentir en el aire, en mi defensa ella me provoco.
El sonido de una notificación me alerta y reviso mis mensajes.

Josh: Acabo de llegar a casa y no estás, ¿sigues ocupada?

Yo: Llegaré en un rato, no te preocupes y no me esperes para cenar. Luego debo comentarte algo, es sobre la secretaria de papá.

Josh: Esta bien, cuídate mucho y llámame si quieres que te vaya a buscar.

Josh: ¿No puedes darme una pista sobre ese “algo”?

Yo: No seas impaciente, te contare cuando llegue a casa.

Josh: Te quiero, hermanita.

Yo: También te quiero, Josh.

Salgo de la aplicación de mensajería y apago la pantalla.

—¿Qué opinas, Hannah? —la voz de Noah hace que me gire a mirarlo.

Excelente, ni siquiera he prestado atención a su conversación. ¡Maldito celular! Siempre me pasa lo mismo.

—Lo siento, no estaba prestando atención —sacudo mi móvil.

—Te invitábamos a cenar —sonríe Penny—. Podemos pedir pizza.

Mi vista viaja inconscientemente a su madre, la cual esta con el rostro sereno.

—Uhm… supongo que está bien —accedo.

—¡Genial! —chilla la pelinegra.

—Yo invito la pizza —suena más a una afirmación que pregunta.

Conozco su condición económica, y si puedo ayudar a alguien lo haré.

—De eso nada —el tono serio de Noah me hace fruncir el ceño—. Eres la invitada.

—Evans, puedo ser muy terca si me lo propongo y no acepto una negativa como respuesta —hago una pausa—. No es molestia.

—Pero…

—Soy capaz de esperar anclada a la puerta con tal de pagar —admito.

Me dedica una sonrisa ladeada y asiente. Su madre se ha mantenido al margen todo este tiempo.

Nos miramos por unos segundos como si estuviéramos en una batalla de miradas, sus ojos azul grisáceos me miran con diversión y yo lo miro con fastidio.

—Ahora debemos estudiar —su hermana interrumpe nuestro contacto visual.

—Claro —respondo luego de unos segundos.

Me había perdido en los ojos de Noah que olvide por completo que debía estudiar con Penélope. Sacudo la cabeza, con Evans no puede ocurrir nada, ni siquiera una amistad.

Sin decir nada más sigo a la pelinegra hasta su habitación.

                           ❄️  ❄️  ❄️

Luego de más de una hora de estudiar biología decidimos ver una película mientras esperamos la pizza. Estoy sentada en la esquina del sofá, en la otra esquina esta Penn, dejando a Noah al medio de ambas.

Su querida madre prefirio estar en la cocina evitando todo tipo de contacto conmigo.

Supongo que no hace falta recalcar que estoy pegada a mi orilla del sofá, además la película que escogió la pelinegra me tiene un poco aburrida.
Se escuchan unos golpes en la puerta, me levanto y tomo mi billetera pensando que el repartidor de pizza.

Vaya sorpresa que me lleve al girar la manilla y abrir la bendita puerta.

—Harry… —mascullo mirando al castaño.

—Hannah, que sorpresa —el asombro es evidente en su tono de voz.

Entra como si fuera su casa antes de que pueda decir algo.

Idiota.

—Claro que puedes pasar, Harry —espeto con sarcasmo—. Siéntete como en casa.

Se gira y me observa con diversión.

—Tan amable siempre —rueda los ojos.

—Es un placer —guiño un ojo—. ¿Te puedo ayudar en algo? ¿O acostumbras a irrumpir en las casas como si fueras el dueño del mundo?

Se pasa la mano por su cabello castaño oscuro de forma despreocupada y yo muevo mi pie izquierdo con impaciencia.

Él no diga nada me pone de los nervios, pero que me observe detenidamente me hace querer darle con un palo en la cabeza.

La compañía de Lily me está afectando.

—¿Y…

—Busco a Noah —responde luego de lo que me parece una eternidad.

Tomo aire antes de gritar.

—¡Evans, te buscan!

El nombrado aparece sonriente luego de unos segundos, al ver a Harry se tensa y aprieta la mandíbula.

Al parecer no esperaba su visita. Amo el chisme, aunque esta vez prefiero mantenerme alejada de estos dos.

—Yo me voy —palmeo el pecho de Noah—. Suerte con el idiota, la necesitaras si no quieres volverte loco.

—Estoy aquí —dice el castaño.

—Lo sé, idiota —remarco lo último—. Diría que fue un placer verte, pero no lo fue. Hasta nunca.

Dicho eso vuelvo hasta la sala donde se encuentra la pelinegra. Me siento en el sofá y me cruzo de piernas.

—¿Quién era? —cuestiona Penny.

—El idiota —me encojo de hombros.

—¿Idiota?

—Harry —respondo con obviedad.

Con Lily no hace falra explicar las cosas, siempre entiende a lo que me refiero. Pero se me olvida que no estoy con mi mejor amiga.

—¿Buscaba a mi hermano?

Esta chica sí que es preguntona.

Murmuro una afirmación en respuesta y seguimos mirando la aburrida película.

Noah:

El saber que mamá conoce a toda la familia de Hannah empeora las cosas considerablemente ya que ellos no han hecho nada más que ayudarnos desde que papá se fue.

La tensión en el ambiente se notaba a kilómetros, no sé por qué razón mi madre se comportó así con la castaña si los Campbell siempre nos han ayudado.

Intente preguntarle lo que ocurría, pero se limitó a decir que Hannah no era buena compañía.

Me tense de inmediato al ver a Harry en la entrada de mi casa charlando con la chica de ojos verdes, aunque esta parecía estar de lo más desinteresada en él.

—Vamos para afuera —lo agarro del brazo con fuerza en cuanto quedamos solos.

—Al parecer estás avanzando en tu trabajo, campeón —alza sus cejas—. Ya la invitaste a tu casa.

—No vuelvas a venir a mi casa —le advierto.

Levanta las manos en señal de paz.

—Relájate, te van a salir arrugas.

—Harry…

—Solo venía a ver si había algún avance —ladea la cabeza—. Y por lo visto si los hay.

Estoy comenzando a perder la paciencia.

—No hay nada que debas saber, vete.

—Procura no enamorarte —suelta una risa burlona—. Solo es un polvo y ya, ¿qué tan difícil puede ser?

Suelto un suspiro.

—Se te olvida que ella no se acuesta con gente del instituto —le recuerdo—. Nunca lo ha hecho.

Hannah ni siquiera besado con alguien del instituto, en las fiestas se le ve con universitarios o chicos de otros institutos, nunca del nuestro y eso es raro.

—Ves, podrías ser el primero.

Niego con la cabeza ante las palabras de Harry, creo que ya no quiero hacer esto.

—Solo búscala en la fiesta del viernes y sedúcela —se encoje de hombros—. No creo que sea tan difícil, tiene claros problemas en su hogar y consigo misma por lo cual se refugia en el sexo.

Aprieto los dientes. Sé que se refiere al hecho de que su madre este muerta y que la mayor parte del tiempo está fuera de casa, lo último lo sabemos gracias a rumores. Pero no por eso va a ser una chica fácil.

Al contrario, Hannah Campbell es la chica más difícil que he conocido en mi vida.

—Si es tan fácil pues hazlo tú —espeto enojado.

—Lo intente y no conseguí nada —admite—. Me mando a la mierda.

Ahora comprendo las intenciones de Harry, no le gusta que le digan que no y Hannah es la primera chica que lo hace. Este idiota quiere vengarse de algún modo, y me está usando para hacerlo.

—Vete —siseo entre dientes—. O lo que se va a ir a la mierda va a ser nuestro trato.

—Tranquilo, campeón —palmea mi hombro—. Toma, puede que lo uses el viernes —me lanza un condón.

Lo veo subirse a su estúpido y lujoso auto, acelera de inmediato perdiéndose de vista.

Paso mi mano por la cara en forma de frustración.

«¿Por qué mierda me metí en esto?»

Por mi familia, pero ya no creo poder seguir haciéndolo.

Veo la moto del repartidor de pizza y segundos después escucho el ruido de la puerta abriéndose, Hannah sale de ella con su billetera en mano.

Pasa por mi lado sin siquiera mirarme, al parecer sigo sin agradarle.
No lo comprendo, siempre les agrado a todas las chicas y caen rendidas a mis pies.

Simple, Hannah no es como todas las chicas.

No me pasada desapercibida la forma en la que el repartidor la mira, es como si la estuviera desnudando con la maldita mirada.

Por una extraña razón eso me molesta.

—Hola —escucho la voz del tipo—. Dos pizzas con extra queso ¿verdad?

Me acerco lentamente para que se dé cuenta que no está sola, aunque no seamos ni siquiera amigos.

Si Mason estuviera aquí ya la estaría abrazando posesivamente, pero yo no tengo esa confianza así que me mantengo un par de centímetros detrás de ella.

—Pago con tarjeta —responde cortante mientras rebusca en su billetera—. Evans, ¿puedes tomar las pizzas, por favor? —me da una hermosa sonrisa.

Una sonrisa real, no de esas falsas que acostumbro a ver. Juro que mi corazón se detuvo en ese mismo instante, es jodidamente hermosa y el sonreír de ese modo la hace ver más viva, más humana.

—Noah… —su voz me saca de mi trance.

Es raro que me llame por mi nombre, pero lo ignoro.

—Sí, claro —respondo aun atontado y hago lo que me pidió.

Suelta una risa que es como música para mis oídos, es una risa tan delicada y angelical. Nunca le había prestado atención a una risa hasta ahora.

Veo como paga sin mirar al repartidor, el cual ahora se ve incómodo.

—Gracias por su compra —dice el chico—. Que tengan una linda noche.

—Igualmente, adiós —responde ella educadamente.

Yo por mi parte lo fulmino con la mirada.

—Evans, hay que entrar —me sacude el brazo—. Muero de hambre.

Se encamina a la casa y yo la sigo de cerca aun medio embobado.

«No puedes encariñarte, no puedes encariñarte»

«No te encariñes, no lo hagas»

«No mezcles sentimientos, mantén tu corazón frío»

Me repito eso hasta entrar a la casa, cierro la puerta y me encuentro con mi madre de brazos cruzado. Es un poco sobreprotectora.

—¿Quién era ese chico que vino a verte?

No me gusta dar explicaciones de lo que hago o de quien es quien en mi vida, pero como es mi madre y aún vivo bajo su techo debo hacerlo.

Suspiro.

—Un chico de la escuela, nadie importante.

—Sabes que solo me preocupo por ti, hijo —acaricia mi rostro.

—Lo sé, pero ya estoy grande y sé cuidarme solo.

Gracias al cielo a mi hermana se le ocurre hablar.

—¡Noah, tenemos hambre! —Grita desde la cocina—. ¡Mueve tu trasero y trae la comida!

Paso por al lado de mamá y me encamino a la cocina.

La cena comienza en un silencio bastante incómodo. Mi madre ni siquiera se ha molestado en mirar a Hannah, aunque ella no le toma importancia ya que está más concentrada en la pizza.

Hannah Campbell se conoce por su vida fiestera y liberal. El internet hace mucho hoy en día, hay muchos artículos de ella en fiestas y cosas escandalosas, pero eso no quiere decir que sea mala influencia.

Cada uno es dueño de sus actos, y tenemos que tener la capacidad para no dejarnos influenciar por otros.

—La pizza esta exquisita —mi hermana intenta alivianar el ambiente.

Nuestra madre le da una mirada fugaz, antes de fijar sus ojos marrones en Hannah.

—¿Qué tipo de relación tienen con ese tal Harry?

La castaña toma un sorbo de jugo antes de responder, se dio cuenta que la pregunta iba más dirigida a ella que a nosotros que somos sus hijos.

—Yo ninguna —se encoje de hombros—. No es de mi agrado.

Mi progenitora la mira como si no le creyera ni una sola palabra, con mi melliza nos damos una mirada incomoda y Hannah pone los ojos en blanco.

—Puedes preguntarme lo que sea, Verónica —sonríe ampliamente—. Sé perfectamente que eso no es lo que querías preguntar.

La nombrada se remueve incomoda en su asiente, nadie esperaba que nuestra invitada fuera tan directa. A quien engaño, esta chica siempre es directa.
Esa es una de las cosas que me gustan de ella.

Sacudo mi cabeza alejando esos pensamientos, Hannah Campbell solo me gusta físicamente.

—No es lo que piensas —responde mi madre.

—¿Quieres saber si tengo sexo con Harry? No, no tengo sexo con él —se levanta de la silla de golpe—. Aunque mi vida sexual no afecta en la relación de amistad que tengo con tus hijos —nos señala—. Pero creo que tú tienes otra idea sobre eso.

—Hannah…

—Según tu soy una zorra, ¿verdad? —Encara a mamá, esta solo se queda en silencio—. Entonces esta zorra se va, espero no volver a toparme contigo nunca más, Verónica Evans.

Camina hacia el sofá y toma su bolso rápidamente.

—¿Te vas? —Penny suena apenada.

—Se me quito el apetito —suspira—. Además quede de verme con Mason, tal vez tengamos sexo en el auto —mira fijamente a mamá—. O quizas en el parque.

Ella agacha la cabeza, ninguna disculpa sale de su boca y la castaña niega con la cabeza.

Puede que no sea amigo de esta chica, pero no se merecía esto.

Se acerca para besar la mejilla de mi hermana, para mi sorpresa también lo hace conmigo.

—Adiós, Verónica —deja un beso en su mejilla sorprendiéndonos—. No te preocupes, las palabras de los otros nunca me han afecto ¿por qué lo harían ahora?

La veo encaminarse a la puerta y la cierra de golpe, nos quedamos en silencio.

Mi melliza fulmina con la mirada a mamá antes de levantarse de golpe e ir a su cuarto, voy a hacer lo mismo cuando reacciono.

Hannah no vino en auto, y es tarde. Mierda.

Me levanto y tomo mi chaqueta que está en la entrada, salgo de la casa sin escuchar los llamados de mi madre.
Distingo su cabellera castaña en la esquina y corro hasta allá.

—¡Hannah, espera!

Frena en seco y se gira hacia mí sin expresión en su rostro.

Vaya déjà vu.

—¿También me dirás indirectamente que soy una maldita zorra? —pregunta a la defensiva.

—¡No, claro que no! —sueno indignado.

—Entonces, ¿qué quieres?

—¿Te vas caminando a tu casa? —frunzo el ceño.

La sorpresa tiñe su rostro para luego dar paso a una sonrisa, la segunda sonrisa sincera de la noche. Y por segunda vez creo que me quedo sin respiración.

«Deberías sonreír de ese modo más seguido», quiero decirle eso, pero mejor me lo guardo.

—Sí, no me gusta conducir —algo me dice que hay algo detrás de eso—. No me gusta molestar a mis amigos. Además me gusta caminar, me sirve para pensar.

—Te acompaño —suena más a una afirmación que a pregunta.

—Evans…

—No dejare que camines sola a esta hora —la interrumpo—. Te acompañare a casa y punto.

La veo dudar, sus ojos verdosos me examinan de pies a cabeza repetidas veces. Paso mi peso de un pie a otro nervioso por su mirada tan… intensa. Es como si quisiera ver a través de mí, ver mis intenciones y mis secretos.

Esto no me puede estar pasando a mí, primera vez en mi vida que una chica me poner nervioso.

—Está bien —su voz me saca de mis pensamientos—. Solo intenta no ser un completo idiota, no tengo ánimo para aguantarlo.

Levanto las manos en señal de paz.

—Prometido.

Rueda los ojos antes de seguir su camino, tengo que apresurar el paso para poder alcanzarla. Ni siquiera me espero para caminar.

Esta chica me desespera.

Mientras caminamos por las calles de mi barrio la chica a mi lado tararea una canción que no logro reconocer, por más esfuerzo que haga no lo logro. Teclea en su móvil unos segundos y luego se abraza a si misma debido al viento.

Suelto un suspiro. Nunca creí que haría algo así por una chica, me quito la chaqueta y la pongo rápidamente sobre sus hombros.

En vez de ganarme un agradecimiento me gano una mirada fulminante.

«¡¿Enserio?!»

Intento ser amable y ella me responde así.

¿Quién entiende a la chicas? Supongo que ellas piensan lo mismo sobre nosotros.

—Estaba bien si esto —señala mi chaqueta.

—Yo…

—Gracias, Evans —se coloca la chaqueta correctamente.

No oculto mi asombro, por un instante creí que me la lanzaría en el rostro.

—Hannie —le llamo, detiene el paso y sus ojos reflejan un mar de emociones—. Lamento lo que te dijo mi madre…

—No hay de qué preocuparse —me interrumpe luego de pestañear un par de veces.

Por supuesto, se me olvida que el pasatiempo favorito de la chica hielo es interrumpirme.

Seguimos caminando en silencio, hasta que ella decide hablar.

—¿Ella sabe que te acuestas con casi todo el instituto?

Mi ceño se frunce ante esa pregunta, no sé a dónde quiere llegar.

—Sabe algo.

Suelta una risa a mi parecer irónica.

—¿Y cree que yo soy mala influencia para Penny? Debes estar bromeando —niega con la cabeza—. Eso es hipocresía, eres el rey de los mujeriegos y ella se preocupa por que su hija se junta conmigo.

—Mi madre es… un poco sobreprotectora.

—Tampoco es como si me acostara con todo lo que se mueve —suena indignada.

Creo que tiene razón, el hecho de que yo me acueste con varias mujeres es igual si Hannah lo hace con hombres.

Con la diferencia que los chicos quedan como reyes y las chicas como zorras, según la sociedad.

—Si quiere que me aleje de ustedes de ser por decisión propia, no influenciada —suspira—. Estamos bien grandecitos para saber que amistades nos convienen y cuáles no.

¿Acaba de admitir que somos amigos?
Claro que no. Es Hannah Campbell, la chica que no me soporta.

—Lo de amigos va por tu hermana —aclara luego de un rato—. Por esta vez omitiré algún comentario sobre ti como posible amigo.

—Dices eso porque no me conoces lo suficiente —meto las manos en los bolsillos de mi pantalón—. Soy buen amigo.

—Noah Evans, el rey de los mujeriegos y el más idiota del instituto luego de Harry —me mira de reojo—. Creo que sé la información necesaria para darme cuenta que no me conviene ser tu amiga.

—Eso me ofende, soy un amor de persona.

—Sí, claro —suelta una risa—. Y yo soy rubia.

Nunca la había visto reír de cerca, se ve preciosa. Siempre tiene esa actitud de chica indiferente, me alegra saber que tiene emociones.

—Aunque admito que todos tenemos una historia detrás de nuestra fachada —agrega—. Una historia que pocos o incluso nadie conoce.

Tiene razón, todos tenemos algo escondido. Muchas veces son cosas que nos hirieron y no las contamos por miedo a salir más dañados.

Canta a un volumen demasiado bajo como para entender lo que dice y prefiero no preguntar nada respecto a eso o de seguro se enfadara.

Por lo que he visto es de esas personas que sufren en silencio y no les gusta hablar sobre sus problemas, pero que aman ayudar a los demás.

De un momento a otro comienza a lloviznar, ¡Genial!

—Hay que correr, ya estamos cerca —dice sin voltear a verme—. Apúrate, Evans.

Está a varios pasos delante de mí y debo correr cuando el agua comienza a ser más abundante. Me gusta mucho la lluvia, pero no estar al aire libre sin protección cuando cae.

Luego de correr unos minutos nos detenemos frente a una linda mansión de color blanca, los ventanales son grandes y están cubiertos por cortinas, solo se ve la luz encendida en una de las habitaciones de abajo.

Es hermosa, y eso que solo he visto el exterior.

Hace un puño con su mano y golpea la puerta con sus nudillos un par de veces, mientras espera se estruja el cabello. Estamos empapados debido a la lluvia.

—Yo debería irme —susurro.

Niega con la cabeza.

—Entraras conmigo, te puedes enfermar.

Levanto ambas cejas, sé que no soy la persona a la cual salvaría en una apocalipsis.

Rueda los ojos al ver mi expresión.

—No dejare que te mueras de frío o que te de un resfriado —vuelve a tocar la puerta, esta vez con más fuerza—. Aunque no lo creas tengo humanidad.

Un chico mayor que nosotros abre la puerta, su cabello castaño está perfectamente cortado y sus ojos marrones casi negros se fijan en el estado de Hannah.

—¡Por Dios! —exclama—. Pasen.

Antes de entrar la chica hace un gesto con la cabeza y yo la sigo de cerca. Siento la mirada del castaño en mi nuca, pero la ignoro.

Una vez adentro mis ojos se abren como platos, la sala podría ser tamaño de mi casa. La decoración es elegante y a la vez sencilla. Se nota que tienen dinero.

El chico que nos abrió la puerta carraspea y me saca de mi inspección.

—Disculpa —me señala—. A ti no te conozco.

Se gana un manotazo de la castaña, al parecer también es un poco agresiva.

—¡Joshua! —le regaña.

—Conozco a todos tus amigos, pequeña —rueda los ojos—. Y nunca traes a los chicos de tu sexo casual a casa.

Hannah le da una mirada fulminante mientras el sonríe con inocencia fingida, alguien está en problemas.

—Él es Noah Evans, hijo de la secretaria de papá —me señala—. Evans, este idiota es Joshua, mi desagradable hermano mayor.

¡Claro! ¿Cómo pude olvidarlo? Hannah tiene un hermano mayor.

Su parecido físico no es mucho, solo el color de cabello.

Joshua extiende su mano hacia mí en forma de saludo y la acepto de inmediato, me da un apretón con más fuerza de la necesaria y su hermana rueda los ojos.

—Mason vino hace un rato —le informa a su hermana menor—. Estaba preocupado por ti, dile que llegaste bien.

—Lo hare —asiente despreocupada—. Josh, ¿le podrías prestar algo de ropa a Evans?

—No es necesario, yo ya debo irme a…

—Nada de eso —interrumpe su hermano, al parecer es de familia—. No dejaremos que te de un resfriado.

Sonrío sin saber que decir.

—No sabía que tenías nuevo amigos, hermanita —eleva ambas cejas.

—Nosotros no…

Como era de esperarse vuelvo a ser interrumpido por él.

—¿O es tu novio? —sonríe con picardía y burla.

—¡No! —exclama ella como si la hubieran acusado del peor crimen del mundo.

¿Tan malo sería tenerme como novio?

—Aja —responde el.

—Mi vida no es de tu interés, Joshua —lo fulmina con la mirada—. Solo dale la maldita ropa y enséñale el baño. Yo también debo tomar una ducha.

Sin decir nada más sube las escaleras rumbo a Dios sabe dónde, dejándome a solas con su hermano mayor.

—Es un poco… especial —comenta con diversión.

—Ni que lo digas…

—Te mostrare el cuarto de baño y te daré ropa seca para que te des una ducha —comienza a caminar y lo sigo.

Al llegar al segundo piso caminamos por el gran pasillo. En una de las puerta logro ver una mariposa pintada con varios colores y sé que es la de Hannah.

Una vez en el cuarto de baño, el cual está en una de las habitaciones de invitados, me doy una ducha rápida y mis músculos agradecen el contacto con el agua caliente. Cuando termino de vestirme bajo rápidamente las escaleras y llego a la sala.

Hannah está sentada en el sofá revisando su móvil, gotas de agua caen en el material del sillón, pero a ella no parece importarle y ni siquiera se ha dado cuenta de mi presencia.

Carraspeo un par veces y ella levanta la vista, me observa detenidamente como si estuviera analizándome.

Una sonrisa aparece en su rostro.

—La ropa de Josh no te queda mal —vuelve la vista a su celular—. Tu taxi está por llegar, no te preocupes.

Me entrega un bolso a lo cual frunzo el ceño.

—Es para que dejes la ropa que esta mojada —dice como si fuera obvio.

Lo acepto y hago lo que me dijo, en eso se escucha una bocina y deduzco que es el taxi. Se coloca un abrigo negro que estaba en el sillón y sale junto a mí con paraguas en mano.

Estoy por subirme al taxi y se voz me detiene.

—Evans… —me volteo—. Discúlpame con Penny por irme de ese modo.

—Estoy seguro que no está molesta, le caes muy bien.

Sonríe con arrogancia.

—Por supuesto que le caigo bien, soy un amor de persona —me extiende una chaqueta que reconozco a la perfección—. Gracias, se alcanzó a secar mientras te duchabas.

—No hay de qué.

Veo como le entrega algo al chofer por la ventana del copiloto y frunzo el ceño.

—El taxi ya está pagado —informa despreocupada.

Eso no es justo, yo me ofrecí a acompañarla no tiene por qué pagarme un taxi.

—Pero…

—Buenas noches, Evans —me interrumpe.

Suspiro resignado.

—Buenas noches, Hannah.

La veo correr hasta la puerta, espero a que entre para subirme en los asientos traseros del taxi. Una vez adentro me pongo mi chaqueta y no puedo evitar sentir el aroma de su perfume, huele a cítricos.

Parte de mi siente que todo este plan se está yendo al demonio.

«Por favor, no te encariñes con ella».

——————————–————————

¿Qué le pasará a Verónica?

¿Qué opinan de Joshua?

¿Quién creen que se encariñara primero, Noah o Hannah?

Dejen sus opiniones sobre la historia y votos.

Besos, Kote💋

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