Capítulo 3 ❄️
Hannah:
A la mañana siguiente despierto gracias a la hermosa y agradable alarma (sarcasmo). Me estiro antes de caminar rumbo al cuarto de baño.
Me doy una ducha larga y salgo envuelta en una toalla. Me pongo un pantalón pitillo, una blanca con flores, una chaqueta de mezclilla y zapatillas negras con plataforma. Peino mi cabello y decido dejar que se seque al natural.
Tomo mi mochila junto a mi móvil y bajo las escaleras de dos en dos. Al llegar a la cocina veo a mi hermano y a papá tomando desayuno.
—Buenos días —me siento en el taburete.
—Buenos días, Hann —responde papá sin despegar la vista del periódico.
Josh hace una seña con la mano.
—Por un instante pensé que tendría que ir a tirarte agua para que despertaras.
En respuesta le levanto el dedo de al medio.
—Hoy tal vez llegue más tarde —comento mientras como mi desayuno.
—¿Algún chico? —se burla mi hermano.
Suspiro.
—Sabes que esa respuesta siempre es no —ruedo los ojos—. Debo hacer un trabajo y ayudar a alguien a estudiar.
Joshua sonríe con picardía.
—Estudiar le dicen ahora.
—Sí, estudiar —enfatizo—. Algo que deberías hacer tu.
—Está bien, si es muy tarde tomas un taxi —papá besa mi cabeza, no sé en qué minuto se levantó—. Debo irme a trabajar, los quiero.
—Adiós, papá —decimos a la vez y él sale de la cocina.
Desde que nuestra madre murió él se refugió en el trabajo y casi no lo vemos en casa. Aunque eso no quiere decir que sea un mal padre o ausente, al contrario es el mejor padre que me podrían haber dado.
Seguimos desayunando en silencio durante un buen rato, hasta que decido hablar.
—Ayer fue a visitar la tumba de mamá, estuve un rato y luego Mason me fue a buscar. Hace un tiempo que no iba
Fija sus ojos marrones en mí de inmediato.
—Yo tampoco he podido ir —la culpa tiñe su voz—. La universidad me tiene ocupado y estresado.
—Lo sé…
Duda unos instantes antes de volver a hablar.
—Podríamos ir juntos el domingo —sugiere—. Sería bueno ir… juntos.
Asiento en silencio.
Está claro que este no es el tema de conversación favorito de ninguno ya que miles de recuerdos dolorosos de esos años salen a luz.
La bocina del jeep de Mason interrumpe nuestro silencio.
—Adiós, Josh —beso su mejilla—. Te amo.
—Yo también —escucho cuando voy saliendo de la cocina—. Cuídate mucho.
Corro hasta el auto de mí mejor ya que estamos justos en la hora.
—Tan guapa como siempre —besa mi mejilla.
—Y tú tan puntual como siempre —digo sarcástica—. Vamos o llegaremos tarde.
Arranca el motor de inmediato y emprendemos el rumbo a la preparatoria.
El sonido de la notificación llama mi atención y reviso mis mensajes.
Penny: Hola, Hannah.
Penny: ¿Crees tener un rato libre hoy en la tarde para estudiar biología?
Yo: Tengo que hacer un trabajo con tu hermano, puedo luego de eso.
Penny: No te preocupes por él, pueden hacer el trabajo en mi casa.
Penny: Yo hablare con él, nos vemos.
Le respondo con un simple “ok” y guardo el móvil en mi chaqueta.
—¿Algún chico que para su mala suerte luego desecharas?
—No —frunzo el ceño—. Era Penélope sobre lo de estudiar juntas.
—Aja.
—¿Por qué todos piensan eso de mí con respecto a los chicos?
—Porque te conocemos, mariposa —se ríe—. Siempre tienes un chico nuevo.
—Solo disfruto de mi soltería y juventud —aclaro—. Deberías hacer lo mismo.
Niega con la cabeza sin borrar su sonrisa.
Mi teléfono comienza a sonar y ruedo los ojos al ver quien me llama.
—Antes que digas cualquier idiotez vamos en camino —digo al descolgar y poner el altavoz—. Que Lily no te mate.
—De hecho te llamo para invitarte a mi funeral —su respiración suena agitada.
—¿Qué mierda Zed? —Cuestiona Mason—. Acaso corriste una maratón.
—¡¡Zed Branson!! —Se escucha el grito de mi mejor amiga de fondo—. ¡¡Ven aquí maldita sabandija!!
Miro a mi mejor amigo el cual reprime una risa.
—Vamos llegando, espero que no mueras —le digo antes de colgar.
Ambos estallamos en carcajadas, Zed debe haber hecho algo muy grave para que Lily lo esté amenazando.
Mason estaciona el jeep en el instituto.
—Zed es hombre muerto.
—No si es que podemos evitarlo —me bajo más rápido que un rayo.
Agradezco haber venido con zapatillas y no con tacones. Corremos hacia la entrada del establecimiento lo más veloz que podemos para encontrar a nuestros amigos.
De preferencia encontrar a Zed vivo.
—Le marque a ambos y ninguno contesta —murmura el chico de ojos color miel.
—Intenta con Drake —sugiero sin dejar de correr.
La mayoría nos mira raro, pero lo ignoro ya que a estas alturas no me importa mucho lo que piensen de mí.
—Hola, Drake… —habla Mason al teléfono—. Vamos enseguida —cuelga.
—¿Dónde están?
—Vamos al campo de fútbol —toma mi mano para que corra más rápido.
En menos de diez minutos llegamos al lugar, veo al rubio corriendo como si el diablo lo persiguiera y Lily pisándole los talones mientras intento golpearlo con una ¿botella de plástico?
La agresividad corre por las venas de mi mejor amiga.
Drake se nos acerca en cuanto nos ve y nos saluda tranquilamente.
—¿Qué paso? —Mason señala a nuestros amigos.
Suspira.
—En resumen Zed empapo con agua el nuevo iPhone de Lily cuando estaban en el estacionamiento, luego se le cayó al piso y un auto lo aplasto sin querer —explica—. Llevan un rato persiguiéndose.
Le doy una mirada cargada de reproche, ¿por qué no los detuvo?
—No me mires así —me señala—. Intente detenerlos y lo único que gane fue un botellazo en la cabeza —se pasa la mano por su cabello negro recordando el golpe.
Ruedo los ojos.
—A mí sí que me van a escuchar.
Troto hasta el centro de la cancha que es donde están ahora.
—¡Zed pedazo de mierda! —grita la pelinegra—. ¡No seas un maldito cobarde y ven aquí!
Antes de que lo golpee con su arma mortal me interpongo entre ellos, extiendo mis brazos haciendo que mis manos queden a la altura de su abdomen.
—¡Cálmense de una puta vez! —mi voz suena agitada—. No tenemos cinco años.
—¡¿Cómo quieres que me calme?! —Lily eleva la voz—. ¡Este imbécil mojo mi nuevo celular! —lo señala con la botella.
Con toda la calma y delicadeza del mundo le quito su botella.
—Si quieres puedo mojarte otra cosa, Lilith —dice con una sonrisa pervertida.
—¡Iugh! —hacemos una mueca de asco.
Ahora yo soy la que apunta a Zed con la botella debido a sus estúpidos comentarios. El rubio sonríe con inocencia.
—Podemos resolver esto luego —ni siquiera note cuando Mason llego a mi lado—. Vamos tarde a clase.
Todos asentimos y vamos a nuestra siguiente clase. Lily le dedica miradas cargadas de odio a Zed durante todo el camino.
Al llegar al aula murmuramos una disculpas y vamos a los lugares del fondo, para que mi mejor amiga no estrangule al rubio decido sentarme con él.
❄️ ❄️ ❄️
Luego de dos aburridas horas de historia nos dirigimos a nuestra siguiente clase antes del almuerzo, que es un electivo.
El mío es química, en lo personal es una de mis clases favoritas, pero no puedo decir lo mismo de mis amigos quienes tienen otra clase en este horario.
Mientras camino al aula reviso mis redes sociales, cuando llego levanto la vista en busca de un lugar donde sentarme. Veo a los hermanos Evans junto a Trevor, Penélope está sentada sola y no dudo en sentarme a su lado.
Prefiero sentarme con alguien conocida a algún desconocido.
—¡Hola! —saluda alegre—. ¿Cómo estás?
«Bien», la respuesta llega a mi mente de inmediato y se repite varias veces.
—Agotada y aburrida —suelto un suspiro—. Pero bien.
Noah me observa curioso.
—¿Esta mañana practicabas para una maratón?
—¿Me estas espiando, Evans? —Arqueo una ceja—. Solo intentaba impedir que el culo de Zed fuera usado como saco de boxeo por Lily.
Penélope hace una mueca de horror.
—Mi mejor amiga es un poco intensa —sonrío.
—No parece gran fan de Zed —comenta Trevor.
—¿Y quién si lo es? —cuestiono y ellos ríen.
El aula entera queda en silencio cuando entra la profesora. La clase transcurre como siempre, solo que esta vez tuve que ayudar a los tres chicos con los ejercicios.
—Bien, chicos —dice la maestra—. Pueden retirarse.
Tomo mis cosas y salgo de ahí junto con la pelinegra. En un principio solo veníamos las dos a la cafetería, pero luego se sumaron los chicos. Trevor es muy amable, lástima que no puedo decir lo mismo de su amigo.
Cada vez que Noah abre la boca me dan ganas de arrancarme los oídos.
Al llegar todas las miradas se posan en nosotros y como siempre las ignoro, pago mi almuerzo y me dirijo a mi mesa habitual junto a los chicos.
En la mesa solo están Zed y Lily, la segunda fulmina con la mirada a mi amigo.
Sigo creyendo que se adoran y que terminaran juntos con cinco perros, tres gatos y un loro.
—Creí que a estas alturas ya estarías bajo tierra, Zed —me siento al lado de Lily y Penny junto a mí.
«Siempre quedo al medio, genial…»
Lily suelta un bufido.
—Créeme que ganas no me han faltado —lo apunta con su tenedor.
—Ya te dije que te comprare otro celular —responde Zed.
—Y una carcasa —agrega mi mejor amiga.
—Que sean dos, yo quiero una personalizada —bromeo.
El rubio rueda los ojos y fija su vista en mi acompañante.
—Hola, guapa.
Veo como Penélope se ruboriza.
—Ho-hola —susurra.
—Deja de hacerte el galán o te dejo sin descendencia —ruedo los ojos—. ¿Dónde mierda están los demás?
—Ni idea —se encoje de hombros.
En eso aparecen dos siluetas conocidas y se sientan junto a Evans.
Mi almuerzo se acaba de joder…
Noah:
—Hola, guapo —Chloe besa la comisura de mis labios—. ¿Me extrañaste?
Ese acto me molesta ya que no somos pareja ni nada parecido, de hecho nunca estaría con alguien tan falsa y cruel como ella.
—No creo que te haya extrañado teniendo una compañía tan linda —Harry me da un codazo por debajo dela mesa sin despegar la vista de la castaña.
Hannah rueda los ojos y se concentra en su almuerzo, se crea un silencio bastante incomodo gracias a las llegada de los chicos.
Veo a Mason acercarse sigilosamente a su mejor amiga la cual está concentrada en su comida, el chico la toma de las caderas y ella pega un brinco.
—¡Mierda! —grita.
Su mirada se relaja al notar que es su mejor amigo.
—No vuelvas a asustarme así, Mason —lo señala—. O te corto las pelotas.
Todos reímos ante eso, menos Chloe. Puedo ver en su mirada que está apunto de soltar un mal comentario.
—¿Qué diría tu madre de ese vocabulario y de tu vida sexual? Seguro cree que eres una perra —dice la rubia—. Oh, tu madre está muerta —hace una mueca—. Lo siento tanto.
La cara de la castaña se transforma de inmediato.
—Cierra la boca, Chloe —espeta Lily.
—Luego ve tras ella, campeón —me susurra Harry.
Me tenso enseguida. Lo que acaban de hacer es algo demasiado cruel para mi gusto, la familia es algo sagrado.
—¿Según tu soy una perra por tener vida sexual activa? —el tono de voz calmado de Hannah nos sorprende a todos.
Silencio. La rubia solo abre la boca, pero de esta no sale ningún sonido.
—Yo decido a quien le abro las piernas, incluso decido si quiero cobrar o no —prosigue—. Soy libre de hacer lo que quiera con mi cuerpo y decir cuántas maldiciones se me dé la puta gana.
—Con razón nunca has tenido novio —agrega Harry distraído.
Aprieto los puños, estos dos me están haciendo enojar.
—Que tenga sexo libremente sin tener novio no me hace merecer menos respeto que la chica que si tiene novio —dice sonriente—. Así que a mí me respetas, o te ira mal.
No comprendo cómo aún puede sonreír.
Cuando vuelvo mi vista a su asiento ya no está, mierda.
Hannah:
Mi madre es un tema sagrado y contuve mis ganas de decirle un millón de insultos a Chloe.
Tener relaciones sexuales libremente no me hace menos mujer que una chica que aún es virgen, estamos en el siglo XXI eso ya quedo en el pasado.
Mi padre y Josh saben sobre mi actividad sexual y nunca me han tratado como una zorra, solo piden que me cuida y que piense muy bien las cosas.
Chloe tampoco es una santa, pero yo nunca la he insultado ni me he metido con su familia. Y del idiota de Harry no me esperaba menos.
Me dirijo al campo de fútbol y me siento en las gradas, un par de lágrimas silenciosas salen de mis ojos, pero las limpio de inmediato.
«Te extraño mucho, mamá…»
De seguro ella me diría que Chloe solo está celosa o intentando fastidiarme para que pierda los estribos y quedar mal delante de todos.
Pero se necesita mucho más que un par de insultos para hacerme explotar, aunque nunca es bueno hacerme enojar ya que suelo ser muy hiriente.
Mi siguiente clase es gimnasia por lo que decido ir a los camerinos para cambiarme de ropa, quiero correr un rato y olvidarme de lo de hace un rato. Me pongo un short de buzo y la camiseta con la insignia del instituto, ato los cordones de mis zapatillas rápidamente y salgo de ahí.
El viento me recibe en cuanto salgo y comienzo a correr por la orilla de la cancha, ni siquiera me moleste en atarme el cabello por lo cual lo tengo casi todo en la cara. Muevo mis piernas a una velocidad moderada ya que no quiero cansarme antes de entrar a la clase.
El salir a correr es parte de mi rutina diaria desde la muerte de mamá, es una de mis formas de escapar de la realidad. Sentir el dolor de mis músculos luego de correr durante horas es mejor que sentir dolor emocional.
El salir de fiesta y beber también cuentan, pero este último tiempo he estado un poco alejada de eso. La fiesta del viernes será una buena distracción de toda esta mierda.
Llevo un par de vueltas cuando siento unos pasos detrás de mí, lo ignoro y apresuro el apresuro el paso pensando que es alguno de mis amigos.
Sus típicas preguntas son: ¿estás bien?, ¿necesitas algo?, ¿quieres hablar de ello?, entre otras.
¿Estoy bien? Claramente no, pero no debo decirlo. Y con una sonrisa fingida les diría que estoy de maravilla, aunque por dentro solo quiero desaparecer.
¿Necesito algo? Espacio, música a todo volumen y comida.
¿Quiero hablar de ello? Ni en un millón de años, pero gracias por preguntar.
Para mi desgracia no es ninguno de mis amigos y ninguna de esas preguntas llega a mis oídos, llega algo peor.
—Hannah, espera —reconocería esa voz en un millón.
¿Por qué demonios me sigue? Ni siquiera somos amigos.
Freno en seco y tomo un par de respiraciones antes de voltear.
Me encuentro con unos ojos azul grisáceos mirándome con lastima, una mirada que recibí más veces de las que quería en estos últimos años.
Genial, ahora le doy lastima por no tener a mi madre.
Solo debo mostrarme indiferente, que vea que no me afecto y así me dejara en paz.
«Eres buena fingiendo, siempre lo hago y la mayoría se lo cree».
Noah:
—Tu nunca sabes cuándo cerrar la boca —espeta mi hermana.
—Ups —la rubia se encoje de hombros—. Lo siento.
Se levanta de su asiento y se va seguida del idiota de Harry.
La mirada fría de Mason se clava en nosotros como si tuviéramos la culpa, aunque siendo sinceros en parte lo es. Nunca debí dejar que esto pasara.
En eso me llega un mensaje.
Harry: Ya sabes lo que tienes que hacer si quieres el dinero, campeón…
Cierro los ojos con fuerza. En este instante me estoy replanteando seriamente este estúpido trato.
—Deberíamos ir a ver como se encuentra —la voz de Trevor me saca de mis pensamientos.
Lily niega con la cabeza.
—Hay que darle su espacio —da una sonrisa de boca cerrada—. Si vamos solo conseguiremos que nos mande al diablo, cuando este más calmada nos buscara.
Los demás asienten de acuerdo.
Sin embargo yo debo ir y arriesgarme, mi familia necesita ese maldito dinero.
—Yo… debo ir al baño antes de la siguiente clase —me levanto—. Adiós.
Me alejo de ellos sin prestar atención a los llamados de mi mejor amigo. Me dispongo a buscar a la chica de hermosos ojos verdes.
Busque en los salones cercanos, en el estacionamiento, cerca de la oficina del director, en el auditorio, incluso entre a cada uno de los baños de mujeres y las chica me veían raro. Pero no logre dar con ella.
Es como si se la hubiera tragado la tierra o hubiera sido abducida por unos alienígenas.
Si fuera Hannah, ¿dónde iría?
Ni idea, mi mente está en blanco.
Estoy por rendirme ya que ni siquiera la conozco lo suficiente para saber dónde puede estar cuando recuerdo que me falta un lugar: el campo de fútbol.
Me dirijo hacia allá y al llegar la veo, se ve jodidamente hermosa por lo cual me quedo un rato viéndola. Los shorts se ajustan a su cuerpo como una segunda piel dejando ver sus piernas ligeramente bronceadas y su pelo esta esparcido en su rostro debido al viento, pero parece no importarle.
Supongo que es un milagro que aún no se haya caído, ya que eso nubla su vista casi por completo.
Salgo de mi trance y dejo de admirar su físico para intentar alcanzarla. Al notar que alguien la sigue aumenta su velocidad.
«¿Cómo es posible que seas más rápida que yo si tienes las piernas más cortas?»
Debe ser porque no soy de esos que van al gimnasio todos los días, de hecho odio la actividad física.
—Hannah, espera —mi voz suena agitada.
La veo titubear antes de girarse sobre sus talones.
Mi mirada su posa en ella y la observo apenado por el numerito de Chloe. Lo nota y su mirada se endurece, nunca había visto una mirada tan fría como esa, incluso sobrepasa a la de mi padre.
—¿Qué es lo que quieres, Evans?
Se sienta en el pasto, repaso su figura inconscientemente mientras lo hace.
—¿Me estabas mirando el trasero, idiota? —frunce el ceño.
Me limito a sentarme a su lado y omitir su pregunta, de seguro piensa que soy un maldito pervertido y mujeriego. Aunque lo segundo si lo soy.
Suspiro.
—Lamento lo de…
—No digas esas mierda que acostumbra a decir la gente, “lo siento por tu perdida”, “debió ser duro para ti”, “todo mejorara” —me interrumpe—. Las he escuchado millones de veces así que ahórratelo.
Su vista se posa en las gradas, evita mirarme en todo momento.
Entendiendo que no quiere hablar sobre decido cambiar el tema ya que el ambiente se volvió demasiado tenso.
—Porque no me hablas de ti —sugiero.
Error, al parecer lo arruine más. Sus ojos verdes me observan sin expresión.
—Primero que nada nosotros no somos amigos —nos señala—. Somos conocidos y compañeros de ese estúpido trabajo de biología, el cual gracias al cielo terminaremos hoy y luego no tendré que volver a hablarte.
Dice todo con una frialdad que podría congelar hasta el mismísimo infierno, trago duro al notar que aún no termina su discurso.
—Tu hermana me cae bien y puede que siga hablando con ella —hace una pausa y sonríe—. En cambio contigo dudo que lo haga ya que te considero una persona insoportable y detestable.
—Soy amigable —respondo molesto.
Suelta una carcajada, la cual considero sincera.
—Y yo soy virgen y detesto el alcohol.
Me saca una sonrisa, pero no lo nota ya que vuelve la vista al frente.
Nos quedamos en un profundo silencio para nada incomodo, cada uno está sumido en sus pensamientos.
Creo que esto va a ser mucho más difícil de lo que creí, me paso la mano por el cabello frustrado.
Siento una mirada sobre mí y me giro encontrándome con esos ojos verdes mirándome. No despega la mirada, nos quedamos así un rato hasta que ella decide hablar.
—Me considero una persona fría, lo acepto.
—Todos en algún minuto lo hemos sido —comento.
—La vida te obliga a ser fuerte y ahí es donde está el problema.
—No comprendo…
—Si eres fuerte y frío dañas a otros, pero si eres amable y demostrativo los demás te dañan a ti —me corta.
Pienso un poco sus palabras y estoy por decir algo, sin embargo ella se adelanta.
—El corazón se rompe o se endurece, yo elegí la segunda opción —me mira fijamente—. Y no me arrepiento.
Remoja sus labios y unas inmensas ganas de besarla se apoderan de mí, las ignoro y me aclaro la garganta antes responder.
—No todas las persona con malas, algunas…
—Prefiero pensar mal y sorprenderme, que pensar bien y decepcionarme —me interrumpe, otra vez.
Creo que el nuevo pasatiempo de la castaña es interrumpirme.
—Me arrepiento más veces de ser una buena persona, que por ser una completa hija de puta —se encoje de hombros.
—No confías en nadie y eres fría porque has sufrido mucho —me mira con clara curiosidad—. Y yo creo que la frialdad esconde muchas cosas lindas que pocos conocen.
Sus ojos tienen un destello que no había visto antes, como si mis palabras le agradaran de algún modo. Pero se va casi de inmediato.
—Mejor cállate, Evans —desvía la mirada—. Solo dices idioteces.
«¿Por qué tienes que ser una chica tan complicada?»
Suelto lo primero que pienso.
—Mejor me retracto, creo que eres una maldita cobarde y una chica débil por refugiarte bajo esa armadura de chica fría e indiferente que no necesita a nadie —suelto una carcajada sin humor—. Que además ahoga sus penas en alcohol y perdió su virginidad debido a eso.
Sus ojos se abren como platos y aprieta la mandíbula.
—Eres una maldita cobarde, Hannah Campbell.
—No necesito ningún hombre a mi lado, yo soy suficiente y puedo ser feliz así.
—¿Eres feliz de verdad? —cuestiono seco.
Como era de esperarse ignora mi pregunta.
—Una resaca duele menos que un corazón roto, Evans —se levanta del piso.
—Yo…
—No vuelvas a decir que soy débil porque no me conoces ni en lo más mínimo —me interrumpe—. Ni tienes idea de cuantas veces deje de llorar y tuve que salir con una maldita sonrisa fingida.
Puedo ver en su mirada que está siendo sincera, Hannah ha sufrido mucho más de lo que demuestra.
¿Pero quién no ha sufrido en esta vida? La diferencia es que algunos lo gritan a los cuatros vientos, y otros como ella y yo lo guardamos.
—Sufrir y tener un corazón roto no significa que seas débil, eso quiere decir que eres un ser humano con sentimientos, Hannah.
—Los sentimientos son una mierda —suelta una carcajada sin humor—. No me des consejos de vida, Evans.
Ahora que lo pienso es raro ya que nunca me ha llamado por mi nombre, esta chica es una caja de sorpresas.
—Solo intento ayudar…
—Déjame en paz o te ira muy mal —me señala amenazante—. No necesito un nuevo amigo, con los que tengo me basta.
Suelto un suspiro, creo que la cague más.
—Aunque no lo creas no quiero herirte —chasquea la lengua—. Puedo ser muy hiriente si me lo propongo, dudo que quieras eso.
Levanto las manos en señal de paz.
Sin decir nada más la veo irse dando zancadas en dirección al gimnasio.
Lo único que puedo pensar es que descubrí tres cosas sobre ella:
Uno: Es el tipo de chica que puede estar demasiado herida, pero todavía puede mirarte a los ojos y fingir ser feliz.
Dos: Es deferente a otras chicas que he conocido en todos los sentidos, tiene esa extraña forma de fingir que nada le importa.
Tres: Sabe delinear las grietas de su corazón para que parezcan sonrisas.
En conclusión Hannah es solo es una chica dañada y fuerte que ha pasado por demasiadas cosas, y la admiro por seguir de pie. Aunque no se lo diré, por lo menos no ahora.
Me levanto con pereza y me encamino al gimnasio.
Cada maldito segundo que paso con ella me hace replantearme lo que estoy haciendo, pero luego recuerdo que lo hago por mi familia.
Además, ya no hay vuelta atrás ¿o sí?
Hannah:
No lo puedo creer, enserio no lo puedo creer.
El imbécil de Noah me llamo débil y cobarde, se nota que no me conoce para nada.
Contuve mis ganas de darle una cachetada, ¿con que derecho hablar sobre mi vida? Y lo peor, ¿por qué me da consejos si no somos nada? No quiero absolutamente nada que venga de él.
Es mejor que nadie me fastidie o juro que explotare, tengo muchas cosas guardadas que piden salir a gritos.
Al llegar al gimnasio veo a mis amigos charlando en una esquina. Esquivo a todo ser viviente que se me cruza y llego donde ellos con mi mejor cara de culo.
Lily me mira asombrada
—Hann, pensé que no vendrías… —se calla al ver mi expresión.
—Pues aquí estoy —intento sonreír, pero me sale más como una mueca.
Mason me da una repasada, juro que su mirada es tan intensa que debe saber que no estoy para nada bien.
—Mariposa, ¿podemos hablar en privado?
—¿Para qué? —me cruzo de brazos.
Los demás se mantienen al margen.
—Ahora, por favor —pide—. Solo serán unos minutos.
Asiento ya que no tengo otra opción, mi mejor amigo es capaz de inventar la excusa más boba para que nos saltemos la clase y poder hablar.
Nos alejamos del grupo para que no nos escuchen, cuando estamos a una distancia prudente decido hablar.
—¿Qué ocurre, Mason? —Arqueo una ceja—. No estoy de humor para absolutamente nada, no quiero descargarme contigo.
Como era de esperarse ignora mi estado de humor.
—Sé que de alguna manera te afecto lo de Eleonor —se me hace raro volver a oír el nombre de mi madre—. Pero te conozco a la perfección y estoy casi seguro que esa no es la razón de tu cara de culo.
—Mason…
—Habla conmigo, Hannah —suena serio—. Desahógate, no debes guardarte las cosas.
—Simplemente no me gusta hablar sobre mí.
—Lo sé —se pasa la mano por el cabello—. Solo cuéntame lo que paso, estoy para escuchar.
Suspiro.
—Noah Evans… —le hago un resumen de lo ocurrido y veo como su rostro se transforma.
Apareció el amigo sobreprotector.
—Ese imbécil me va a escuchar —sisea entre dientes—. Y tal vez mi puño se desvíe a su rostro por accidente.
«¿Por qué demonios la mayoría de los hombres recurre a la violencia?, a lo mejor les crecerá el pene por golpear a otra persona»
Ruedo los ojos y lo tomo del brazo antes de que haga alguna locura.
—Ya lo resolví —intento tranquilizarlo—. Puede meterse sus comentarios sobre mi vida por el culo, no quiero problemas este año.
—Hannah…
—Es nuestro último año aquí en Washington y luego nos vamos a Nueva York —lo interrumpo—. No soy una muñequita de porcelana, estoy bien.
—O también podemos viajar por el mundo —sonríe con diversión—. Saltarnos un año de universidad no le hará daño a nadie.
Su estúpida sonrisa contagia a cualquiera, incluida a mí.
—Los dos en un viaje significa peligro para la humanidad —hago una pausa—. ¿Quieres viajar con una chica dañada como yo?
Él me da un abrazo que correspondo gustosa, no sabía que necesitaba un abrazo hasta ahora.
—Contigo iría a cualquier lado —besa mi cabeza—. Vamos que acaba de llegar el profesor y todos nos miras.
Me abraza por los hombros y comenzamos a caminar a la par.
—Cualquiera pensaría que eres mi novio —digo en tono burlón.
—¿Hannah Campbell con novio? —Hace una mueca de asombro, suelto una risa—. Primero se congela el infierno.
—Pesado.
—Así me adoras —guiña un ojo.
Nos quedamos en silencio en cuanto llegamos con los demás.
❄️ ❄️ ❄️
Luego de la clase con Lily vamos a los camerinos. Ella por su parte no me pregunto nada, se limitó a decir que cuando quiera hablar la busque ya que respeta mi espacio.
Me doy una ducha rápida y me pongo la ropa con la que llegue hoy, estoy cepillando mi cabello cuando me llega un mensaje.
Insoportable: Te espero en el estacionamiento con Penny.
Yo: Ok.
Salgo del camerino y me encuentro con mis amigos.
Mason me señala en cuanto me ve.
—Hoy no te puedo llevar a casa tengo que hacer el trabajo con Trevor, lo siento —se excusa—. Pero a lo mejor puede llevarte...
—No te preocupes, yo tengo que ir con Penny —le interrumpo—. No seas pesado con Trevor, es buen chico.
Mi mejor amigo entrecierra los ojos en respuesta.
Zed despega la vista de su móvil y se acerca a mí.
—Debo irme. Te quiero, preciosa —besa mi cabeza—. Cuídate y si pasa algo no dudes en llamarme.
Lo veo perderse por el pasillo, camina como si fuera el dueño del mundo.
—Yo igual debo irme, nos vemos —se despide Drake rápidamente.
Frunzo el ceño mientras lo veo irse. Durante toda la clase estuvo actuando extraño, incluso en un momento se puso a discutir con Evans, pero no supe el motivo.
—Bueno, guapos, yo igual tengo que irme —Lily alza sus cejas oscuras—. Tengo una cita con un chico que conocí ayer en el centro comercial.
—Ten cuidado —la señalo—. Puede ser un psicópata o algo por el estilo.
—Llama cuando llegues al comercial y luego cuando estés en casa —dice Mason.
—Les avisare, los amo —besa mi mejilla—. Luego te doy los detalles.
Y así es como quedamos solo mi mejor amigo y yo.
—Yo voy a los estacionamientos —le informo—. ¿Vienes conmigo?
—Ve tú, yo debo ir a buscar mis cosas —besa mi mejilla—. Por favor avisa cuando llegues.
—Siempre lo hago.
Odio el hecho de tener que avisar a mis amigos cada vez que salgo o incluso mandarles mi ubicación por miedo a que me ocurra algo.
Salgo camino a los estacionamientos con toda la calma del mundo solo para fastidiar a Noah. Además soy una persona lenta, para algunas cosas.
Llego al auto de Trevor y me siento en la parte de atrás junto a la pelinegra. Nadie habla durante el camino, el cual se me hace eterno, por lo menos hay buena música en la radio.
Después de unos veinte minutos llegamos a una parte de la ciudad que no conocía y eso que he estado en muchas partes de este lugar por razones que prefiero no recordar.
Las casas son algo pequeñas y están algo cerca de la otra, nada comparado a donde yo vivo.
Paramos en medio de dos casas. La de la izquierda es de color ladrillo y se ve un poco más pequeña que la de color blanco, ambas son de un solo piso.
Bajamos del auto rápidamente.
—Adiós, chicos —se despide Trevor—. Hasta pronto, Hannah.
—Hasta pronto, Trev —hago una seña con la mano.
Nos encaminamos a la casa de color blanco en un silencio algo incómodo. El pelinegro abre la puerta y nos deja entrar primero como lo haría un caballero, con la diferencia de que él es todo lo opuesto a un caballero.
La sala es algo pequeña, un sofá en forma de L, un televisor, una mesa de centro, una chimenea con algunos marcos encima y algunas plantas. Se ve cómoda, y está conectada con la cocina.
—Disculpa le desorden —Penny sonríe desde la cocina—. No alcanzamos a ordenar en la mañana.
—No te preocupes —le resto importancia—. Déjame ayudarte.
Me dirijo donde esta ella ya que por algo tengo manos y comienzo a guardar los platos que estaban en el fregadero.
—Tu ve a hacer el trabajo con mi hermano —me arrastra a la sala—. Yo termino de ordenar.
Ruedo los ojos, pero termino cediendo.
—Iré por mis cosas —escucho la voz de Noah—. Ponte cómoda, vuelvo enseguida —señala el sofá.
No alcanzo a responder ya que desaparece por el pasillo.
«Como si me pudiera sentir cómoda con tu presencia, Evans»
——————————————————
¿Qué opinan sobre la actitud de Chloe?
¿Cómo les cae Hann?
¿Alguna vez finjieron una sonrisa:(?
Si les gusta la historia no olviden comentar y votar.
Besos, Kote💋
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