Capítulo 9
Paso toda la noche tratando de conciliar el sueño, aquellos ojos zafiro habían robado completamente toda su atención. No negaba que Kardia era un hombre sumamente atrayente pero sus actitudes no servían de nada.
Por otra parte estaba preocupado por temor a ser descubierto y sobre todo que quieran acabar con él.
Necesitaba buscar su varita y salir de ahí antes de que corra más peligro.
Llegó el amanecer, rápidamente se levantó de su cama y comenzó a prepararse para ir al pueblo.
En la noche después de la cena con Kardia, se había encontrado con Albafica y le avisó que saldría al pueblo, Deuteros así se lo había pedido.
Albafica no se negó ante esa petición, solo le pidió encarecidamente que regresara a tiempo al castillo para evitar cualquier situación con Kardia.
Todo estaba en orden, Degel caminaba rumbo a la entrada para que los guardias lo dejaran pasar. Afortunadamente no estaba Radamanthys en el lugar custodiando, de lo contrario comenzaría a indagarlo.
— ¿A donde vas joven aprendiz? — Se escuchó una voz a lo lejos, sabía de quien se trataba, no era necesario alarmarse por algo así. Degel se dio la vuelta para poder atender ese llamado.
— Asmita buenos días — Saludó Degel haciendo una leve reverencia — Iré al pueblo, Albafica necesita que le consiga algunas plantas.
— Qué conveniente que vayas al pueblo, necesito un favor ¿Podrás pasar a la sastrería? Está cerca de la biblioteca del pueblo... Dejé hace unos días un traje de Kardia, seguramente estará listo, solo que no he podido ir a recogerlo — Respondió el rubio entregándole un papel doblado.
— ¿De Kardia? — Preguntó un poco nervioso.
— Si, claro que regresando tendrás que entregárselo, me harías un gran favor. Iría yo pero... Se hará una fiesta en honor al cumpleaños de Kardia y estoy revisando cada detalle. Por eso necesito el traje, lo usará en su cumpleaños.
Degel se quedó atónito, no solo tendría que recoger su traje, además tendría que entregarlo el mismo.
Dio un gran suspiro y asintió — De acuerdo, lo haré.
— Sabía que podía contar contigo Degel — Asmita lo abrazó agradecido por ese favor — ¡Te debo una! — Gritó mientras se iba nuevamente para atender sus labores, dejando a Degel solo en la puerta.
— Ni hablar, porqué me pasa esto a mi — Susurró molesto mirando el papel, lo guardó en su bolsillo y salió del castillo para tomar su camino al pueblo.
A Deuteros le gustaba llegar puntual, se había despertado muy temprano para ver a Degel en el pueblo.
— ¿A donde vas muy animado hermano mío? No sueles levantarte muy temprano — Preguntó Aspros tratando de molestar a su gemelo.
— Iré al pueblo, necesito hacer algo importante — Contestó seriamente mientras se miraba al espejo.
— ¿Tu al pueblo? Ja, ja, ja — Se burló — No me digas, si a ti no te gusta socializar con los aldeanos.
— ¿Y quien dijo que quiero socializar? Debo comprar algunas cosas, eso es todo — Respondió mirando a su hermano.
— Mmm, no suena convincente porqué no sueles perfumarte tanto como ahorita, en fin también saldré, Manigoldo necesita de mi ayuda — Contestó Aspros mientras salía de la recámara.
Deuteros solo miraba como su hermano salía de ese lugar, dio un suspiro aliviado y siguió en su labor para terminar de arreglarse cuando escuchó la voz de su gemelo a lo lejos.
— ¡Me saludas a Albafica, porqué es evidente que irás a ver a Degel! — Gritó el gemelo mayor.
Deuteros ante esto se ruburizó ¿Cómo sabía Aspros que iría a ver a Degel? Nuevamente siguió en su labor de seguirse arreglando. Poco faltaba para que se viera con el joven hechicero.
Degel había llegado al pueblo, era nuevo en ese sitio, no conocía a nadie.
Miró por todos lados tratando de buscar donde podría estar Deuteros.
Comenzó a caminar entre aquellas calles de piedra, algunos locales del pueblo aún estaban cerrados, era temprano.
Después llegó a la fuente principal del lugar, tomó asiento dispuesto a esperar a Deuteros.
A los pocos segundos llegó el mencionado tocando el hombro del joven hechicero.
— Buenos días Degel, espero no haberte hecho esperar tanto — Saludó el gemelo menor mirándolo fijamente.
— Deuteros, no yo...— Desvió la mirada — No llevo mucho tiempo esperando, también acabo de llegar — Contestó llevándose un mechón de cabello detrás de su oreja.
— Bien vamos a desayunar algo y así platicamos — Deuteros extendió su mano invitando a Degel a caminar a lado de él para que pudieran seguir platicando.
— Gracias Deuteros — Respondió el joven hechicero regalándole una sonrisa al moreno.
Kardia también despertaba, cuando los rayos del sol reflejaron sus alborotados cabellos azules y su rostro, sabía que era hora de levantarse.
Bostezó mientras se frotaba los ojos, después dirigió su mirada a su mueble a lado de la cama, había dejado ahí la varita que ayer le entregaron los guardias.
La tomó con curiosidad para observarla mejor, necesitaba una pista o algo que le dijera a quien pertenecía, solo así podría librarse de la maldición en la que sufría su corazón.
El sonido de la puerta interrumpió sus pensamientos.
— Su majestad, buenos días... Disculpe mi atrevimiento — Respondió un joven de cabellos castaños asomándose en la puerta.
— Yato, claro pasa — Contestó seriamente Kardia guardando la varita debajo de su almohada.
— Lamento llegar así pero Asmita me mandó para avisarle que su desayuno está listo.
— Está bien gracias, dile también que le avise a Degel, por favor, ayer ya ni pude cenar con él.
Yato se acercó hasta la cama de Kardia — Señor... El joven Degel salió muy temprano al pueblo. Al parecer Albafica lo mandó a conseguir unas plantas que necesitaba — Respondió un poco nervioso, no sabía como se tomaría esa noticia.
— ¿Qué? — Preguntó molesto.
— Solo le comento lo que sé su majestad — Hizo una leve reverencia después de decir esto.
Kardia se llevó sus manos a la cabeza con desesperación — Yato prepárame un carruaje, iré al pueblo a buscarlo.
— ¿Usted ira al pueblo? No suele hacer algo así — Contestó muy confundido.
— Si, así que date prisa... No pienso dejar que haga lo que quiera.
Kardia se levantó de cama con mucha prisa y comenzó a prepararse. Yato solo lo observaba asombrado, jamás lo había visto así, preocupado por alguien más.
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