- Ustedes dos son repugnantes y despreciables - Respondió Fafner con desdén.
- Siento no ser de tu agrado Fafner.
Respondió Kardia extendiendo la palma de su mano sin dejar de mirarlo, de manera repentina un destello envolvió su mano completamente, ante la mirada atónita de los presentes, sobre esta apareció un objeto bastante similar al de Dégel.
- Es tu varita Kardia - Contestó Dégel esbozando una sonrisa al ver que ahora sería uno de ellos. Así lo dictaba las reglas de su mundo de magia; aquel humano ordinario pasó a formar parte del mundo fantástico.
- Y pensar que quería deshacerme de la tuya Dégel - Se burló Kardia tomándola con ambas manos para observar los detalles en ella, a diferencia de la de Dégel, la suya poseía unos diminutos cristales de color rojizo.
- ¡Dégel, no sé usarla!
- No hay tiempo para que practiques, solo confía en ella y verás que la podrás usar - Dégel alentó a Kardia mientras apuntaba con su varita a Fafner.
- Haré esto más épico - Fafner elevó sus manos y recitó un conjuró dificilmente de entender.
Kardia se colocó detrás de Dégel para poder cuidarse las espaldas, no tenían l menor idea de lo que Fafner haría; ambos apuntaron con su varita en distintos puntos del lugar, una densa neblina obscura los rodeó, aunque la voz proveniente desde la inmensa bruma se le hizo demasiado fácil de reconocer a Kardia.
- Kardia de Caristeas... Por fin nos vemos de nuevo.
- Radamanthys - Masculló Kardia con molestia.
Frente a él se encontraba su tan preciado guardia, aquel que siempre le había jurado lealtad.
Ahora con mayor razón creía en las palabras de quienes han buscado protegerlo de su propio personal del castillo.
- Odiabas a los hechiceros y te volviste uno de ellos - Comenzó a caminar con pasos firmes hasta quedar frente al joven rey de Caristeas - Te uniste a esos sujetos despreciables... Los que terminaron con la vida de tu familia.
- ¡Kardia, no lo escuches! - Exclamó Dégel intentando que entrara en razón, no sabía si ese guardia se trataba del verdadero radamanthys o bien, solo se basan en una simple ilusión creada por el lich.
- Por culpa de ellos perdiste todo ¿Aún así quieres darle el gusto de formar parte de ellos?
Kardia permanecía en un estado de confusión, parecía como si las palabras de Radamanthys intentarán controlar sus pensamientos. En ese momento sintió un inmenso calor en su pecho, rápidamente sacudió su cabeza para intentar concentrarse, apuntó con su varita a su antiguo guardia y dejó que su mismo poder logrará atacar con una gran llama que cubría el cuerpo de Radamanthys.
Este mismo se envolvió en llamas, unos fuertes vientos lo cubrieron dejando ver a un auténtico Wyvern.
- Pero que...
- ¡Solo era una ilusión causada por Fafner! - Gritó Dégel mientras sostenía un duelo de magia con el lich quien intentaba acabar con la vida del joven hechicero - Debes tener cuidado Kardia, su aliento es venenoso.
Aquel dragón se preparó para lanzar su aliento en contra del joven rey, sin poder imaginar que tan poderosa podría ser su magia combinado con el poder que le otorga la reliquia, apuntó con su varita al Wyvern y creó una especie de escudo para detener el aliento venenoso de su oponente.
- Vaya - Se dijo a si mismo Kardia al ver lo que había logrado sin querer.
Nuevamente el dragón volvió a volar en su dirección para atacar de nuevo a Kardia, pero el joven rey levantó la varita para apuntar al dragón, dejó que su mismo instinto lo guiara y de su varita salió una especie de luz rojiza que dió justo en medio del cuerpo del Wyvern.
- ¡Dégel, tu mundo es extraño pero fascinante! - Exclamó Kardia animado al ver todo lo que logró hacer solo en unos cuantos movimientos.
- ¡No te fies Kardia! - Gritó al momento de lanzarle un ataque a Fafner con el objetivo de congelarlo - Así cómo es de fantástico también tiene sus peligros.
Ante este llamado, Kardia alzó su mirada para darse cuenta que de nuevo el Wyvern venía directo a él.
Cerró sus ojos e intentó concentrarse en una idea, alzó la varita pero está ocasión logró poner una barrera rodeando su cuerpo; cuando el dragón volvió atacarlo con su aliento venenoso.
Dégel sobresaltó su mirada al darse cuenta que Kardia manejaba muy bien sus nuevas habilidades, aunque pensaba por unos momentos que estaban perdiendo demasiado el tiempo.
Aprovechó cuando Fafner se distrajo por unos momentos y lanzó como ataque final un ataúd de hielo para poder atraparlo.
- ¡Conjura tu habilidad! - Gritó el joven hechicero al ver que Kardia seguía intentando detener al dragón - Da un último golpe cargado del mismo fuego de tu cuerpo.
Kardia alzó su mirada para encontrarse de nuevo al Wyvern, nuevamente apunto con su varita pero está intento concentrar ese calor que comenzaba a emanar de su cuerpo sincronizarlo con el mismo ataque.
Si sus cálculos no fallaban, el ataque definitivo iría acompañado de una llama ardiente.
Antes de que el dragón lo atacara, Kardia lanzó su último ataque sobre el cuerpo del Wyvern quien volaba sobre él.
Grande fue su sorpresa al darse cuenta que su idea funcionó; aquel dragón había caído al suelo cubierto en llamas.
- Kardia, lo lograste - Susurró Degel colocándose a la par de él mientras observaban ambos como el fuego seguía consumiendo el cuerpo del dragón.
- Jamás me imaginé poseer una habilidad como la tuya.
Un destello envolvió el cuerpo del Wyvern dejando ver que aquel dragón volvía a ser Radamanthys, sin duda esto había sido obra de Fafner, logró manipular al guardia del castillo de Kardia para que los atacara.
Dégel estuvo a punto de agregar otro comentario más pero los aplausos que se escuchaban a sus espaldas los hizo nuevamente colocarse en posición de ataque.
- Que decepción de subordinados... Fafner y Radamanthys perdieron ante ustedes dos inexpertos, que bajeza.
Aquella voz altiva se hizo presente justamente a sus espaldas, se trataba nada menos que de Saori pero esta vez ella sostenía un báculo mientras observaba a los jóvenes con desdén.
- ¿Así te diriges a esos sujetos que dieron su lealtad ante ti? - Cuestionó Kardia molesto mientras colocaba a Dégel detrás suyo.
- Ellos no me servían de nada... Recuerden que en cualquier juego simple de un ajedrez; los peones van primero.
Se burló Saori mientras que con ayuda de su báculo desaparecía los cuerpos inertes de Fafner y de Radamanthys.
- Tu maldad no conoce límites - Contestó Dégel molesto apuntando con su varita dispuesto para atacar.
- No, no ,no - Susurró Saori moviendo su dedo índice a los lados - Si yo fuera tu, pensaría mejor las cosas Dégel.
Justamente detrás de Saori los cuerpos de algunos aldeanos del reino, hechiceros conocidos de Dégel y sobre todo ahí se encontraba Deuteros, Asmita y hasta Albafica.
Todos ellos convertidos en estatuas de piedra frente a sus ojos, Dégel apretó mis puños molesto mientras que Kardia no podía creer lo que miraba.
- ¡Maldita Saori! Liberalos.
La sonrisa maliciosa de la mujer resonó por todo el lugar - Claro, los liberaré siempre y cuando me entreguen el corazón escarlata en mis manos.
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