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Capítulo 35

Frente a Krest se encontraba Sasha quien no se percataba de la presencia de su visita, ella seguía ocupada creando hechizos y pociones  sin preocupación alguna.

— Señorita Sasha — Krest la llamó en un susurro esperando no intervenir en sus pociones.

La joven se dio cuenta de su presencia, dio un ligero brinquito soltando aquella botella con una poción, lamentablemente aquél líquido cayó al suelo.

— ¡Hay no! — Exclamó asustada por aquella visita repentina al darse cuenta que se rompió el cristal en varios pedazos.

— Lamento llegar así pero es sumamente...

Krest se llevó una mano a su cabeza, comenzaba a sentirse muy cansado, de pronto comenzó a bostezar sin motivo aparente.

— La poción es para dormir... — Sasha no logró terminar de hablar, cayó inconsciente al suelo junto a Krest.

El señor Faure no tuvo oportunidad de hablar con Sasha sobre Kardia y sólo tenían como límite esta noche, después de ahí tendrían que esperar nuevamente luna llena.






A la par de este suceso, Radamanthys se encontraba a la afueras del castillo escuchando con detenimiento cada palabra de Fafner.
Cuando escuchó que Kardia logró escapar junto con Degel no pudo evitar apretar los puños y maldecir por ese desafortunado plan fallido.

— Logré convertir en piedra a sus demás acompañantes.

— Sus acompañantes — Murmuró Radamanthys con molestia — ¡Y a mi de que me sirven sus acompañantes¡ ¡Yo quiero a Kardia muerto!

— ¡No quieras intimidarme guardia de quinta! — Fafner lo tomó del cuello para demostrarle que no es como sus demás súbditos que puede tratarlos con la punta del pie.

— Basta.

Fafner lo soltó y se dio la media vuelta victorioso, no sin antes decirle sus últimas palabras.

— Tu tendrás a Kardia, el reino es tuyo... Pero el corazón escarlata será mío.

Radamanthys rodó los ojos molesto, al principio ese era su objetivo, sin embargo al aliarse con el lich le hacía el trabajo sucio aún más fácil. También le daba la total libertad de secuestrar a los aldeanos para que siguiera haciendo sus hechizos y experimentar con ellos.

— Es toda tuya. A mi de que me sirve una estúpida piedra en forma de corazón.

Fafner comenzó a reírse — No se si aquella reliquia es un corazón, tan solo sé qué aquel rubí es una joya muy poderosa. Solo unos cuántos privilegiados pueden tomarla y a su vez tener el control total del mundo de la magia y de los humanos.

— ¡Bah! — El guardia se dio la media vuelta sin darle mucha importancia  — Haz lo que quieras, de todos modos cuando acabes con kardia, me traes a Degel vivo, quizá me pueda servir de ayuda con sus truquitos de niño.

— El joven Degel no es rival para mi, convirtió a Kardia en un escorpión y ahora busca liberarlo de su propio hechizo.

Radamanthys detuvo su andar, se dio la vuelta para ver de nuevo a Fafner y no pudo evitar reír como un loco desquiciado.

— Entonces acabar con Kardia será sencillo... Sólo espera que lo veas en el suelo y lo pisas — Contestó con desdén alejándose de Fafner.

Escondido detrás de los árboles, Deuteros y Asmita habían escuchado todo lo que Radamanthys y ese sujeto desagradable tenían planeado.

— Maldito.

Murmuró el gemelo menor apretando los dientes.

— Temo por Kardia y por Degel... A Manigoldo y a tu hermano los convirtió en piedra, es un desgraciado — Susurró Asmita mientras los veía alejarse de los alrededores del castillo.

— Tendré que ir en busca de ellos. Las personas en el pueblo temen salir porqué desaparecen sin razón aparente, si esto sigue así en pocos días Radamanthys tomará el mando del reino y no lo podemos permitir.

Asmita se llevó una mano a su pecho, estaba preocupado por Deuteros pero tenía razón, si las cosas seguían así el reino decaería sin su rey.

— Solo cuídate mucho ¿Sí?

Deuteros no pudo responderle al joven rubio, en ese momento Asmita se le adelantó y depositó un beso en la comisura de sus labios.










Al caer la tarde, Degel regresaba de nuevo a la carpa de sus padres, trayendo consigo a su bichito en su hombro.
Se había entretenido con sus conocidos y algunos amigos que ansiaban verlo de nuevo con ellos.
Por más que algunos de ellos lo cuestionaban por querer saber más de ese pequeño escorpión que llevaba como si de un broche se tratara, Degel jamás mencionó que se trataba del joven rey de  Caristeas.

— ¡Mamá, ya estoy de regreso!

Exclamó Degel entrando a la carpa pero notó que su mamá se encontraba sentada en un trozo de tronco de madera, se veía preocupada porqué no dejaba de entrelazar sus manos ella misma  con la mirada al suelo.

— Tu padre ya se tardó.

— ¿A donde fue? — Cuestionó Degel preocupado.

Garnet alzó la mirada para ver de frente a su hijo — Lleva mucho tiempo, se fue a ver a Sasha para platicar sobre la situación con tu escorpión pero ya demoró mucho.

En ese momento al joven hechicero se le vino una idea, se acercó rápidamente con Garnet y la tomó de su mano.

— Vamos a buscar a Sasha, quizá papá siga hablando con él.

Sin darle oportunidad de que le respondiera, los tres salieron de la carpa para hablar con Sasha y sobre todo pedirle su ayuda, con la esperanza que así fuera.









El primero en despertar fue Krest, lentamente se incorporó del suelo, aún se sentía muy mareado, como aquellas veces que luego tomaba un poco de alcohol con los suyos.

Después levemente desvió su mirada a su derecha y se dio cuenta que ahí estaba Sasha a su lado, estaba profundamente dormida.

Krest la tomó entre sus brazos esperando que se despertara pronto.
Mientras sostenía su cabeza con delicadeza, no se dio cuenta que su familia entraba por las cortinas.

— Papá ya llegamos.

La voz de Degel hizo que Sasha repentinamente despertara muy asustada.

La carpa de Sasha contaba con un espacio abierto al  cielo nocturno. El atardecer se había ido totalmente y ahora la bóveda celeste le daba paso a las brillantes y reconfortantes estrellas.
A los pocos segundos la luz de la luna se empezaba a colar entre aquel espacio.

Degel dio algunos pasos adelante pero en ese momento Kardia saltó a la parte donde la luz de la luna iluminaba, dando paso nuevamente a su forma humana.

Sasha quien despertaba lentamente y apenas podía levantarse, alzo la mirada para encontrarse nada menos que con el joven rey de Caristeas, ahí de pie frente a ella...

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