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Capítulo 23

Albafica trataba de darle ánimos a Degel, en el fondo sabía que Kardia se pondría en una actitud negativa con él, pero ese joven hechicero no era malo, sino todo lo contrario.

Rápidamente salieron del lugar donde se habían metido, para buscar como ayudar a despertar a todos los invitados.

- Degel ¿Alguna idea? - Cuestionó Albafica mirando su entorno.
Sin embargo a lo lejos venían corriendo Aspros y Manigoldo quien no dudo en saludar en un tono de coquetería a Albafica.

- Hola belleza, tu hermosura es tan reluciente como las rosas - Halagó Manigoldo tomando su mano y depositando un beso en el dorso de esta.

- Que tal Manigoldo - Respondió Albafica intentando zafarse del agarre de ese hombre.

- Degel... ¿Mi hermano donde está? - Cuestionó Aspros con mucha preocupación - Aquí todos han perdido el conocimiento y yo sinceramente quiero saber donde está Deuteros.

- Tu hermano está bien... Lo mejor será salir de aquí lo más pronto posible, no podemos dejar que se lleven a Kardia - Susurró Degel con preocupación.

- ¿Deuteros está con Kardia? - Preguntó Aspros con asombro.

- Shhh, nos pueden oír los guardias y Kardia corre peligro - Pidió el joven hechicero mirando a su alrededor.

- ¿Entonces que hacemos Degel? - Preguntó Albafica preocupado por la situación en la que se encontraban.

- ¡Albafica... Degel! - Gritó Asmita corriendo hasta donde estaban ellos - ¡Kardia no está en el castillo!

Degel se giró para hablar con Asmita y decirle la verdad pero se miraba tan preocupado que lo dejó seguir hablando.

- ¿Que pasa Asmita? Te noto alterado, no es normal en ti - Cuestionó Albafica tomándolo de los hombros esperando una respuesta.

- ¡Radamanthys piensa que quizá alguien se aprovechó de la situación y ya mandó varias tropas a los alrededores para encontrarlo! - Exclamó muy sobresaltado.

En ese momento Degel se quedó sin palabras, a las afueras del reino se encontraba Deuteros llevándose a Kardia lo más lejos posible de ese lugar... Pero si los llegaban a encontrar... - ¡Hay no! - Se llevó ambas manos al rostro.

- ¿Que pasa Degel? - Preguntó Aspros mirándolo con suma preocupación.

El joven hechicero comenzó a retroceder lentamente, tenía que pensar en algo. Esta ocasión no hizo caso a la razón y salió corriendo de ese lugar... Tiene que alcanzar a Deuteros para mantenerlo al tanto y sobre todo también se trataba del bienestar de Kardia.

- ¡Degel a donde vas! - Gritó Albafica sin entender los motivos de ese joven aprendiz.



No muy lejos de ellos Radamanthys le había prestado atención a ese pequeño detalle, no por nada el joven aprendiz del castillo saldría de la nada corriendo como si su vida dependiera de ello.
Le dio un trago a su whisky y después con rudeza dejó el vaso sobre la mesa de madera.
Estaba dispuesto a seguirle los pasos, algo le decía que ese joven de cabellos verdes lo llevaría a su meta.


Degel corrió con todas sus fuerzas hasta la entrada del castillo, agradecía que la fiesta haya terminado en un caos, así nadie se daría cuenta que tomaría un caballo sin permiso.
Rápidamente comenzó a desatar a uno de pelaje negro, ese le sería de ayuda a esas horas de la noche camuflajear con la inmensa obscuridad del bosque.

- Espero recordar como cabalgar uno - Se dijo para si mismo, estaba nervioso porqué pocas veces era la oportunidad en la que sus padres le dejaban subirse a uno, sobre todo porqué al ser hechiceros constantemente cambiaban de lugar repentinamente.

Dio un gran respiro y se subió esperando que el animal no fuera a reaccionar de manera violenta con él.
Cuando estuvo montado tomó las riendas y se lo llevó a paso veloz perdiéndose en la inmensa obscuridad de la noche.

Radamanthys hizo lo mismo tomó un caballo y se fué de manera sigilosa, así no llamaría la atención de Degel, pero algo muy en el fondo le decía que ese joven tiene algo que ver con la desaparición de Kardia.

A los pocos minutos Aspros y Asmita salieron del castillo tratando de buscar a Degel.

- ¡No lo veo por ninguna parte! - Exclamó el gemelo mayor buscando con desesperación a Degel. A todos se les había hecho extraño esa manera repentina de salir huyendo.

- Insisto en separarnos y buscarlo, no pudo avanzar mucho de aquí - Sugirió Albafica acercándose a ellos, estaba preocupado por él, además de ser su guía como experto en herbolaria, también sabía su realidad y eso lo deja en una desventaja total ante los demás.

- ¡Tienes razón, hay que hacerlo! Ustedes vayan por allá - Contestó Manigoldo acercándose a ellos.

Los demás asintieron y corrieron en distintas direcciones, nadie sabía porqué Degel se había salido así sin decir palabra alguna y eso... Era muy preocupante.




A lo lejos de ahí, Deuteros tiraba de ese carruaje, el único lugar donde se le ocurrió llevarlo fué a su casa.
En medio de la obscuridad de la noche no tenía otro lugar a donde ir.
Trataba de ser precavido, estaba consciente  que en cualquier momento los guardias del castillo fueran tras de él por salir de manera repentina sin avisar.

A lo lejos se escuchaba el galope de un caballo, el gemelo menor comenzó a sentirse nervioso y tiró una vez más para que los caballos apresuren su andar.

- Deuteros - Se escuchó a lo lejos.

Esa voz la conocía a la perfección, detuvo de manera repentina el carruaje, a los pocos segundos el joven hechicero le había alcanzado el paso.

- Degel... Eres tú ¿Qué pasó? ¿Todo bien? - Preguntó el gemelo menor observando como ese joven  bajaba del caballo y después acercarse a él.

- Tuve que venir personalmente... Al parecer hay guardias merodeando en el bosque, fué una orden de Radamanthys, no puedo dejar que los atrapen - Respondió Degel con una mirada sumamente preocupada.

- Si están detrás de nosotros  no tenemos escapatoria... Tarde o temprano nos alcanzarán - Contestó el gemelo menor con preocupación.

- No tengo alternativa Deuteros...

- Degel lamento interrumpirte pero... A lo lejos se oye ruido - Exclamó con preocupación Deuteros.

- ¡Son ellos, vámonos Deuteros! - Gritó Degel subiendo al carruaje también, cada vez se escuchaban más cerca.
El gemelo menor nuevamente tiró de los caballos para que se movieran de ese lugar, cada vez se acercaban más a ellos.

El carruaje se movía de manera repentina, al pasar sobre una piedra grande, Kardia se levantó por el movimiento brusco.
Se llevó ambas manos a la cabeza.

- Pero qué me pasó - Susurró con los ojos cerrados, sin embargo lo primero que miró fué a esa persona que ama y ahora resultaba ser un hechicero.

- ¡Degel! - Gritó con molestia levantándose para poder arreglar cuentas de una vez por todas con él.

El joven hechicero se giró para verlo de frente - Kardia, despertaste - Al decir esto intentó acercarse pero el contrario se alejaba.

- ¿A donde rayos me llevas Degel? Seguramente con los tuyos ¿Verdad? - Preguntaba con molestia, su mirada se posaba en esa varita que sostenía en su mano.

- Kardia, déjame explicarte... - Degel intentaba hablar con él pero el movimiento repentino del carruaje no lo dejaba hablar.

- ¡Olvídalo... Desde que Deuteros y tú aparecieron todo se ha complicado en mi vida! Usaste mi confianza Degel - Respondió Kardia con desdén.

Degel estaba por decir algo pero fué Deuteros quien interrumpió esa plática incómoda.

- ¡Deja de ser tan arrogante idiota! - Gritó Deuteros tratando de mantener el control del carruaje - ¡Tu querido guardia quiere acabar contigo y te estamos salvando!

Kardia se quedó perplejo unos momentos, después se echó a reír - Ja, ja, ja, por favor... Ellos me cuidan las espaldas.

De pronto sintieron como el carruaje comenzaba a moverse de manera más fuerte, las ruedas se le habían salido de su lugar.

- ¡Degel ya no podemos avanzar más! - Gritó Deuteros parando el carruaje debido a ese incidente - Nos alcanzan.

Degel se quedó pensando unos momentos, después tomó su varita y apuntó a Kardia.

- Lo siento Kardia - Susurró justo en el momento que lanzó un hechizo, fué lo único que pudo hacer para evitar que se lo llevaran.

A los pocos segundos llegó Radamanthys junto con varios guardias del castillo.

- Con que aquí estás Degel - Sonrió ladino mientras detenía su caballo y bajaba para acercarse a ellos dos. Con pasos firmes llegó hasta la puerta del carruaje que estaba en mal estado - Este es el carruaje de la señorita Pandora, se molestará mucho cuando se entere que lo robaron - Después de decir esto esbozó una sonrisa con malicia.

Lentamente abrió la puerta del carruaje...

Estar en esta situación hacía que Degel y Deuteros se miraran el uno al otro con preocupación, ambos cerraron los ojos esperando el momento.

Radamanthys se quedó perplejo al darse cuenta que dentro del carruaje no había nadie más.

- ¿Donde está? - Se preguntó en un susurro, después se acercó con malicia a ellos dos - ¡Donde está Kardia!

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