Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

PRÓLOGO

TOKIO, AGOSTO DE 2001

Como animal enjaulado, Ryojin "El dragón dócil", caminaba en círculos por una pequeña sección del fastuoso lobby en el edificio de sus jefes. Listo para que lo llevarán hasta el lugar donde debía realizar el trabajito.

Pero si era sincero, aún con la semana y algo que le dieron para que se decidiera o declinara, no estaba seguro de poder hacerlo. Más específicamente, no sabía si podría vivir el resto de sus días sin remordimientos. Sin sentir asco de sí mismo.

Sin duda era alto el precio que se le estaba exigiendo por salir del negro y podrido túnel en el que solo se había metido.

No, no era humano, ... no era propio de él.

El repiqueteo proveniente desde los ascensores, al fondo y a la izquierda, le hicieron dirigir su atención y dejar su frenético andar.

Una cuadrilla de hombres que acababan de salir se le acercaron. Los conocía perfectamente bien, eran sus compañeros de trabajo y amigos, vistiendo sus habituales e impecables trajes negros de sastre.

Caminando en medio de sus cuatro amigos, de manera inconsciente Ryojin inhalaba y exhalaba fuertemente, produciendo un ruido que delataba su conmoción interna.

―Tranquilo ―susurró Shoji a su lado, con ese su típico tono neutro, recibiendo como respuesta un leve asentimiento nervioso―. Mayormente la gente de nuestro mundo no merece vivir, no te atormentes por lo que harás esta noche ―se explicó mientras empujaba las puertas y lo conducía al auto negro de lunas polarizadas.

A unos pocos kilómetros, el copiloto le entrego a Ryojin un pequeño maletín que en su interior contenía un revolver 500 S&W Magnum más unos guantes negros.

En tanto, los demás desviaron miradas, sintiendo en su conciencia un hondó pesar. Pues para un hombre de justos y razonables principios como los del "dragón dócil", suponían cuán difícil debía ser el completar la misión que representaba su pase de salida.

Por otro lado, Ryojin observaba con cierta aprensión los objetos. En sus casi treinta años de vida, jamás había alzado un arma para tirar del gatillo contra otro ser humano. Contaba con el entrenamiento que recibió en el servicio militar, pero eso era todo. Esperaba que aquello fuera suficiente para no cometer error alguno esa noche, pues las consecuencias podrían ser fatales.

El silencio absoluto reinante en todo el camino, se vio interrumpido en el momento que un vibrante sonido proveniente del móvil del conductor crispo a todos de su inmutes.

En la iluminada pantalla se leía "Ishikawa", era un Shateigashira* de su clan, y conocedores de su impaciencia decidieron contestar inmediatamente.

―Takeshi ... de camino ¿cierto? ―dijo con simpleza una voz ronca, y el mencionado respondió con un automático y firme ―. Las reglas del juego suben de nivel para el estimado Ryojin ―continuó con misticismo―. ¿Le han hecho conocer ya las identidades de la desafortunada pareja? ―preguntó con fingida preocupación.

Los cinco hombres arrugaron el rostro sin entender la importancia de dar tan tempranamente dicha información.

―No, aún no señor ―respondió Takeshi con voz remota.

―En tal caso díganselo ya, me temó que será de importancia ― advirtió, recalcando lo último con un dramatismo lastimero, para luego soltar una sofocada carcajada.

Las facciones de los hombres se desencajaron en muecas de desagrado y duda combinadas. Mientras que a Ryojin más que la actitud de su superior, lo estaba comenzando a preocupar el verdadero trasfondo de todo el asunto.

―¡Ah!, y si por casualidad nuestro sabiondo "Dragón dócil" está escuchando, recuérdenle que no debe haber margen de error...Porque no le gustara saber cómo lo pagaría ―y dada su amenaza, corto la comunicación.

Por la incertidumbre de tan extraña llamada, decidieron orillar el auto cerca a un callejón para que Ryojin pudiera de una vez salir de las dudas acerca de la identidad de sus futuras víctimas.

A pesar que esa era una noche tropical, el cuerpo, corazón y alma de Ryojin no pudieron estar más fríos, casi helados. Porque si antes aún se sentía indeciso sobre poder realizar el trabajo, ahora estaba seguro de no hacerlo.

Ryojin abandonó el auto como un alma en pena.

―¡¿Por qué maldita sea no puedes?! ―gritó Takeshi, dejando caer sus brazos en signo de frustración por los repetitivos no puedo barbotados por su amigo.

Ryojin llevaba un buen rato prensando sus manos a la altura de sus labios, no daba ninguna explicación coherente, solo emitía algunas frases susurradas.

Parecía querer atar cabos en su mente.

Y luego, en automático camino a la boca del callejón con una mirada perdida para comenzar a golpear con sus puños la pared. Maldijo su suerte, su vida y el pésimo resultado de sus siempre absurdas decisiones precipitadas.

Los demás que lo habían seguido en su accionar, pero sin molestarlo, tuvieron que intervenir antes que se hiciera daño.

Kazuki, su compañero que le permitió bajar del auto, lo tomó por los hombros y lo asió obligándolo a recobrar la cordura.

Todavía estaban en Shinyuku*, el tiempo se les acortaba y ellos querían entender que es lo que lo detenía para alcanzar su tan ansiada libertad.

―¡Dinos!, ... ¡explica!, ¿qué puede ser tan o más importante que tu familia? ―preguntó Yoshio, el copiloto, después de un silencio que parecía que se prolongaría hasta que alcanzaran a ver el otro día.

―No puedo, ... porque ... porque simple y llanamente ellos son mis amigos, ... de los que alguna vez les hable. Mis viejos amigos ―;y al decir aquello, un par de lágrimas solitarias escaparon de la comisura de sus ojos.

Eso fue todo lo que los cuatro hombres necesitaron saber para entender que Ryo tenía suficientes razones para sentirse atado de manos y pies. Entonces el silencio se volvió a colar, ... como un minuto de silencio por la situación que evidentemente no tenía una puerta o ventana de emergencia.

―La hora se acerca ―hablo Shoji repentinamente, tras observar cómo ausente todo el cuadro dramático, como si viera cosas que simples ojos mortales no podían―. Te ayudaremos Ryojin, buscaremos una solución en el camino. Pero si nos retrasamos, los hombres del jefe adjunto sabrán que estas vacilando y no podremos hacer creíble lo que sea que vayamos a planear.

Y aún con ese su aire tranquilo ante cualquier cosa, Shoji salió del callejón con el resto tras él.

Por primera vez de aquella tormentosa semana, Ryojin estaba optimista en que al menos por esa ocasión, una de sus malas decisiones emocionales resultase positivamente.

Después de todo, lo último que se perdía era la esperanza ...

☼☼☼☼☼☼☼

Esa misma noche, en casa de los viejos amigos de Ryojin, se celebraba el cumpleaños del miembro menor.

La pareja, quienes a consecuencia de su ocupación se mantenían siempre con un oído dentro de su casa y el otro en las afueras o alrededores, no pudieron oír como algún intruso saltaba la cerca desde alguna dirección.

―Guarden silencio, ¡imbéciles! ―musitó un hombre de estatura media y complexión muy delgada. Iba a la cabeza, adentrándose y moviéndose con marcado sigilo entre la espesura de la vegetación de la propiedad.

Aprovechando la oscuridad, los dos últimos hicieron muecas burlonas que copiaban lo gesticulado por el tirano al que servían. En tanto los subordinados enfrente le seguían pisándole los talones y copiando cada acción suya.

Por detrás de los arbustos que proporcionaban vista al patio delantero, todos se apresuraron a camuflarse de tal manera que estuviesen listos para el asecho.

Ya en posición, el jefe comenzó a alzar la mirada de su reloj al portón, entre intervalos que rozaban lo maníaco. Una actitud muy bien aprendida o copiada de su superior.

―Ese lame pelotas ... ya debería estar aquí ―dijo para sí, refiriéndose al "Dragón dócil"―. El maestro tenía razón, es un gilipollas ―agregó, ahora dejándose oír por sus hombres.

Al instante, como si lo hubiera invocado, apareció Ryojin con sus amigos; poniendo en alerta a los habitantes de la casa.

Casi al instante, un ruido igual de estruendoso al que hiciera el quinteto, vino del interior. Era el Wakagashira* más importante y problemático del clan enemigo, y también era al que Ryojin debía despachar.

―Maldito grano en el culo, sucio mestizo ―rumio con desprecio―. Veremos si tu amiguito tiene los pantalones para volarte los sesos ―dijo, percibiendo lo mejor posible cada detalle de lo que acontecía.

Para el tipo y el restó de los suyos, era evidente que, aunque el mestizo apuntara con su arma a Ryojin y el cuarteto apuntasen contra él; una conversación se estaba dando entre los que alguna vez fueron amigos de años.

La situación parecía ir por el camino esperado.

Ante ello el tipejo contactó su arma contra su palma, y señaló a los otros hombres en el patio. Dando a entender que debían estar atentos y preparados a su señal.

Segundos después salió la mujer del Mestizo, igualmente armada y mirando en todas direcciones para posicionarse a la par de su marido. Para sorpresa de esta, casi al instante este avanzó en dirección de los supuestos intrusos y con soltura se abrazó con uno de ellos de forma fraterna.

Naturalmente ella miró extrañada aquel comportamiento, y aunque los cuatro hombres de negro bajaron sus armas por la escena, ella prefirió mantener su revolver en posición. Solamente cuando el abrazó se hubo terminado, ... pudo respirar y bajar la guardia al ver el rostro del quinto hombre.

En sencillas y cortas palabras, la pareja se puso a corriente de lo que sucedía y los motivos que traían a su viejo amigo. La mujer se contagio de la emoción de su marido y al igual que él le dio un abrazo a Ryojin.

―Debemos irnos ¡ya!, si queremos que todo resulte según lo planeado ―dijo Takeshi acercándose a Ryo por detrás, lamentando la interrupción por el reencuentro.

Un disparo al aire resonó poniendo en alerta al quinteto y a la pareja que se disponía a volver a su casa. E instantáneamente todos ellos volvieron a tomar sus armas y se pusieron en guardia a la espera de sus atacantes.

Del lado norte salió un régimen de hombres con sus armas en brazos alzados, avanzando a paso firme y ágil. Entretanto, por el portón entraron una cantidad similar que se desplegaba diestramente por todo el extrarradio faltante.

De ese modo los siete quedaron formados en un pequeño círculo que se vio completamente rodeado por el triple de ellos.

―Ishikawa-sama* estaba en lo correcto ... ―habló el jefe abriéndose paso entre sus hombres― ... lame pelotas ―escupió despectivamente al finalmente quedar frente a Ryojin.

―¡¿Retsu?! ―exclamo perplejo Ryo―. ¿Por qué estás aquí? Y ... ¿qué es todo esto? ―dijo con un movimiento de cabeza señalando a todos los hombres que reconoció como shatei* fieles a Ishikawa.

―Primero ... ―dijo Retsu, y de un mamporro hizo volar su arma― ... para que se cumpla la promesa hecha a nuestro Oyabun*

Ryojin quiso tragar saliva al oirlo. El nerviosismo se apoderaba de él por lo que habría de pasar ante el fracaso de su plan. Más como acostumbraba ante aquellos que no lo congraciaban, mantuvo su expresión de ojos fijos y labios firmemente cerrados. Debía controlarse.

Con pasos lentos, Retsu se aproximó más mientras alzaba notablemente una de las comisuras de su sonrisilla. Limpio un polvo imaginario de los hombros de Ryo y sin aviso lo tomo de las solapas del saco con rudeza innecesaria.

―Segundo ... ―y con un potente rodillazo, Retsu golpeó una de sus rodillas, lo que le hizo trastabillar. Terminó de cuclillas, postrado ante él, tal y como seguramente quiso desde el principio.

Kazuki y Shoji que estaban a los costados se giraron instintivamente para lidiar con Retsu, sin embargo, aquello fue un error.

Retumbaron dos disparos, que fueron directos a contactar con un cuerpo.

Como un costal, el cuerpo de Kazuki cayó en seco por el impacto, al pie de las escaleras, tendido en el césped. Aún con el costado izquierdo y la pierna derecha malherida, se arrastró un poco más cerca de Ryo, tomando sus manos.

―Lo ... lo si ... en ... to Ryo ―dijo entre espasmos. La bala había dañado su pulmón, y el golpe seco por la caída solo agravió su estado.

Ryojin quería llorar y decirle que no había nada que disculparle, pero solo pudo decirle eso en un lenguaje mudo y con sus expresivos ojos que luchaban por no cristalizarse de la rabia.

―Tan cursis como siempre ustedes, malditos gilipollas ―escupió Retsu con desprecio, y sacando su pistola terminó por darle el tiró definitivo en el corazón.

Ryojin apretó los puños y se mordió los labios cuando los ojos de su amigo se quedaron congelados en una expresión de eterno asombro, con un río de líquido rojo saliendo de su boca entre abierta.

El mestizo que estaba al otro lado de Kazuki, y observo todo con indignación, se quiso soltar del agarre de su mujer para poder enfrentarse a ese hijo del infierno. Sin embargo, la reacción violenta del siempre tranquilo Shoji le robo la atención de Retsu.

―Tú también ... ―estaba diciendo Retsu con desgano cuando sintió el impacto del puño de Shoji.

La pelea no duro mucho, y en un instante una nueva bala salió disparada, ahora contra el muslo de Shoji.

―¡¿Quién carajos le disparó?!- preguntó exaltado Retsu cuando vio quejarse y maldecir a Shoji, ―¿acaso quieren problemas con alguno de los jefes?―

Hartó de todo el circo y de estar saliéndose de lo ordenado por Ishikawa, Retsu mandó a que se llevarán a Ryojin y Shoji sin lastimarlos. Yoshio y Takeshi también fueron enviados, pero ellos si podían ser asesinados como Kazuki si es que se querían pasar de listillos.

A solas con el mestizo y su mujer, Retsu estaba predispuesto a seguir con sus órdenes. Pero al ver esas caras de prepotencia y sin pizca de temor, el asuntó no le pareció para nada divertido. Sería carente de emoción matarlos así, quedarían convertirlos en alguna especie de héroes, y eso, eso dolía en su orgullo.

―No van suplicar por sus vidas como a su amiguito "Ryo" ―los trató de puyar, pero no funcionó―. Ese gazmoñero, que les dio la espalda cuando decidieron entrar de buena gana a este mundo, y ¿miren? terminó por volverse uno más —; ahora sus palabras parecieron tener cierto efecto y eso le encantó tanto, que su sonrisilla siempre presente en su flácido rostro comenzó a crecer.

―Qué puede entender de amistad un bastardo como tú, que mata a diestra y siniestra a alguien de su propio clan, sin siquiera respetar el código jerárquico ―espetó el mestizo con calma y en tono acusatorio, lo cual hizo que la mueca jocosa que se estaba formando en el rostro de Retsu se borrara de sopetón.

Retsu sabía que tenía razón, seguramente se le amonestaría por permitir y contribuir en la muerte de Kazuki, además de la herida provocada en Shoji. Aún así no se dejaría intimidar y flaquear por el impuro ese.

―Bien, bien, ese es asuntó mío, al menos viviré para seguir disfrutando de los placeres de esta vida. En cambio, ustedes ... ―dijo señalándolos― ... se irán directito al infierno, mis disque nobles amigos.

Con todo y eso, la pareja no se inmutó y mantuvo su expresión inicial. Entonces Retsu supuso por qué estaban confiados.

―¿Esperan sus refuerzos? ... no llegarán ... nuestra gente se encargó de ellos para que todo saliera a pedir de boca ―afirmó jactancioso.

Rápidamente las expresiones de ambos cambiaron. No temían por sus vidas, sabían que algún día tendrían que morir, pero no en esas condiciones. En ese mismo instante les preocupaba la pequeña vida que habían procreado juntos y a la cuál tan arduamente protegían día con día.

Inconscientemente la mujer miró en dirección de la casa, acción que no pasó desapercibida por Retsu. Al instante envió a revisar la casa al par de hombres con los que se quedó, y a los minutos le reportaron que no había nadie en el interior.

A sí que al fin llegó la verdadera oportunidad que estaba buscando para torturarlos antes de su muerte.

―¿Dónde está el maldito crio que tienen? ―preguntó Retsu, vociferándoles en la cara.

―No sé de qué estás hablando, idiota. Y no grites, que no estamos sordos ―reconvino el Mestizo, mintiendo sin titubear y viéndolo a los ojos sin parpadear.

Retsu apretó la mandíbula y se mordió los labios, frustrado por lo obstinado que era ese tipo. Luego opto por dirigir su interrogatorio a la madre, pues por mucho que quisiera no podría mentir tan bien.

―Tú si me lo dirás, ¿Dónde enviaron al crio? ¿Dónde lo escondieron?.

―Mi esposo ya te dio la respuesta, ¿eres estúpido para preguntar dos veces por lo mismo? ―contesto con voz seca, pero apenas sosteniéndole la mirada.

―Bien. Entonces, si no tienen ninguna criatura, no les molestara que lo busque, y cuando lo encuentre lo haga esclavo mío, y cuando me aburra lo desmiembre como a un ternero ―; al final su sonrisa que se fue ensanchando maliciosamente con cada palabra, se fundió en una carcajada satírica que sus subordinados acompañaron.

Entre el barullo, Retsu pudo escuchar las palabras maldito loco salidas entre dientes por la mujer, acompañada de una pequeña lágrima que se escapo imperceptible y lenta.

Cuando las carcajadas hubieron cesado, Retsu tomo su pistola y levantando el mentón de la mujer le dijo.

―Mujer tonta, nadie llora por algo que no tiene ―. Con esas últimas palabras que eran una promesa de búsqueda, posiciono la boquilla del arma en su cien y sin atisbo alguno aló del gatillo.

Ante el sonido que anunciaba la despedida de su esposa de este mundo, el mestizo solo tenso la mandíbula para suprimir el grito que le rasgaba la garganta. Elevó la mirada a la negra noche, y suplico al Dios en el que dejo de creer hace años.

―¿Acaso rezas? ―lo interrumpió el bastardo a quien esperaba encontrar en otra vida para hacerle pagar por todo lo ocurrido esa noche.

No le devolvió respuesta por su provocación, en cambio continuó con el hilo de sus plegarias.

«Amigo mío, vive... vive por lo único verdadero, bueno y puro que dejan este par de amigos tuyos que no supieron escoger correctamente ... Preserva y provee por esa vida que ahora tendrá que pagar por los pecados de sus padres»

Y finalmente la última bala de Retsu se dejó ir en medio de la frente del mestizo.

Así mismo, en algún lugar de la siempre activa Tokio, otra sibilante bala se introducía en el cuerpo de una persona para quitarle la vida e irremediablemente cambiar el futuro de otro inocente.

<<<NOTA>>>

*Shateigashira: Son segundos tenientes, encargados de un área específica. Están bajo el mando de un wakagashira.

*Shinyuku (Shinjuku): Región especial de la metrópolis de Tokio. Es un importante centro comercial y administrativo. Área donde mayor movimiento tiene la mafia nipona.

*Wakagashira: Son primeros tenientes por debajo del Jefe supremo. Responsables de administrar varios grupos en una región. Comunican a los ejecutores las órdenes del jefe.

*-Sama: Versión más respetuosa de "-san" (señor/a).

*Shatei: Son los de menor rango, son miembros jóvenes recién iniciados.

*Oyabun: Jefe de la familia o clan, por lo que es considerado un padre adoptivo para todos sus miembros.

|||||||||||||||||||||
Hi!!
Bueno les comparto esta historia que desde hace ya unos años rondaba en mi cabeza. Y aunque hace un tiempo la publique, por problemas con la plataforma (la app en si) preferí eliminarla y esperarme un tiempito.

Como podrán apreciar la mafia japonesa (Yakuza) tendrá implicancia en mi historia,y jugará un gran rol, pero obviamente ficticio. Solo tomaré algunos referentes reales.

Quiero aclarar que, como fan de Bangtan desde ya tiempo, uno de los personajes masculinos principales fue inspirado en uno de sus integrantes; más que nada en su forma de ser (algunos aspectos) y bueno su apariencia.

Ya lo descubrirán. Esperenlo con ansias ¿si?

We read soon👋🏻

Atte: Giarine💜

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro