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02

"Yo creo que nada sucede por casualidad. ¿Sabes qué? En el fondo las cosas tienen su plan secreto, aunque nosotros no lo entendamos"
CARLOS RUIZ ZAFÓN, La sombra del viento.

―Eres demasiado comedido con la novia de Hayden ―expreso con desdén Corín Legresley, la pelirroja que interrumpió el acto caballeroso de Evan minutos atrás.

―Corín, ... por favor, ahora no ... ¿quieres? ―suplico claramente frustrado sin molestarse en voltear a verla―. Ya bastante mal me siento por haberla dejado a la deriva en una zona como esta ―aclaró con voz calma sin intención de culparla.

Aquella afirmación no ayudo mucho, solo provoco que la burbuja de celos de la pelirroja terminase por explotar.

― ¡Puff!, por eso es que esa mujercita me exaspera. Siempre se hace la mártir, y tu como idiota pareces caer ―le reprochó Corín al instante sin reservarse ni un poco la imperiosa antipatía que sentía por Loren.

Evan detuvo el paso y se giró para quedar de frente con ella.

Entreabrio sus labios dando la impresión de soltar alguna regañina, pero al final quedó en nada. Solo estaba su habitual expresión serena. Nada molesto. Ya se había acostumbrado a los berrinches y quejas de su amiga siempre que Loren estaba de por medio.

Sus vacilantes pupilas chocolates bailaron en un vaivén sobre los femeninos ojos almendrados, pretendiendo expresar mucho y nada al tiempo.

Angustia, temor, duda, afecto y culpa fue lo que Corín vio pasar en fracción de segundos, pero pese a los años que llevaba de conocer a Evan no entendió ni un poco de toda aquella extraña mezcla.

― ¿Evan? ―musito su nombre casi sordamente con evidente preocupación, dejando de lado su orgullo y soberbia.

En cambio, el mencionado paso de la inexpresión a negar con la cabeza y dedicarle una de sus cariñosas sonrisas, esas que ella odiaba porque siempre buscaban calmarla restándole importancia a sus ambiguas actitudes. La hacía sentir como niña pequeña.

Y dejándole una caricia en su cabeza, Evan simplemente opto por alejarse con paso acelerado hasta llegar al círculo del director.

La soberbia de Corín no se hizo esperar y la invadió como un letal veneno, provocando que su lengua echara un par de maldiciones al nombre que se ganó su animadversión desde hace ya un año.

Si bien nunca había podido ocultar el rechazó y aborrecimiento que sentía cada vez que observaba a la joven médico junto a su compañero, o siendo destinataria de sus atenciones, el que Loren pudiera provocar esa clase de comportamiento raro en Evan la enfermaba en demasía.

Al margen de sus usuales celos, odiaba verlo de esa forma, preocupado, como si cargase con un gran peso en sus hombros.

Corín tan ensimismada en su monólogo, de repente oyó una risita cercana, y no hizo falta cerciorarse sobre la identidad del chismoso. Ese insoportable sonido era de su otro coprotagonista que seguramente había presenciado la escena de principio a fin, y eso incluía su pequeña rabieta.

Tomando un respiro, guardó la compostura y recomponiéndose en un santiamén se sumó a la charla que ella misma incito con el fin de hallar una excusa para separar a Evan de la "Madrecita Teresa de Calcuta".

Los muy perceptivos oídos del queridísimo compañero de la pelirroja, recabaron toda la información que sin querer viajaron a él. Bebió lo último que quedaba de whiskey en su vaso y lo dejo en la mesa más cercana, mofándose aún de la escenita espectada. Y con un "quizá este a tiempo" salió a toda prisa del lugar.

☼☼☼☼☼☼☼

―Pero miren nada más, que linda chica nos encontramos ―habló el conductor a sus dos amigos, una vez que el techo del vehículo desapareció por completo.

Con un cigarrillo que bailo ligeramente entre sus labios, el beodo hombre de quizá unos treinta años, bajo del auto tambaleante debido al exceso de licor en su sistema y se acercó hasta la joven echando humo cual chimenea.

― ¡Vaya!, y es asiática ―vociferó cuando la observo de cerca, como si quisiera que los habitantes de la casa más próxima se enterasen―; siempre fantaseé con una ―agregó con sorna mientras sus ojos la recorrían con lujuria, una que provocaba que Loren se sintiera ultrajada y sucia.

Era peor que tener a Adam en su lugar, con su falsía forma de coquetearle. Sin importar lo cruel que él fuera, en esos momentos lo preferiría mil veces.

―Vamos preciosa. No te hare daño, no te asustes y acompáñanos; la pasaremos muy bien ―sentencio el hombre alargando las dos últimas palabras.

Al instante unas estruendosas carcajadas se escucharon en coro desde el auto y el temor de Loren se incrementó a niveles descomunales.

El asqueroso sujeto que destilaba un olor hediondo por la mezcla de alcohol y tabaco, trato de cogerle el brazo, y al no conseguirlo gritó colérico dejando caer su cigarrillo al piso.

Para él, la mujer que halló deseable se estaba haciendo la difícil, así que con rudeza atrapó las delgadas muñecas y tiro de ellas sin importarle el dolor que podía provocarle a su dueña. Y con la única intención de olisquearla como si de un majar por degustar se tratara, la acerco a su pecho.

Con la mente nublada por el pánico lo único que Loren atino a hacer fue elevar una de sus rodillas y golpearlo con todas sus fuerzas por lo bajo.

El agarré se aflojo y en segundos el cuerpo masculino cayo de rodillas en el asfalto, cubriendo su zona lastimada y echando mil anatemas por el dolor que lo retorcía.

Loren retrocedió y a ojos cerrados dio la vuelta para correr lo más rápido que sus piernas y el vestido le permitían en dirección a un lugar seguro, la casa de Evan.

No falto mucho para que su acosador ordenara a sus amigos seguirla.

Una farola que alumbraba pobremente la calle, le mostró a Loren el incesante crecer de sus sombras tras la suya. Se aproximaban como bestias infernales.

Su garganta comenzaba a secarse, el aire no ingresaba con propiedad a sus pulmones, y aun con todo ello su mente a viva voz le gritaba el no detenerse.

De nuevo el sonido de neumáticos haciendo fricción con el pavimento retumbaron en sus oídos, y las luces de este la alumbraron en medio de la inhóspita calle.

» Estoy perdida «grito su inconsciente completamente alterado.

― ¡Sube! ― exclamo una voz masculina desde la ventanilla del timonel, en tanto este vislumbraba a los dos individuos que se avecinaban en su dirección.

Loren se quedó petrificada. Era toda una estatua que solo cubría sus oídos en signo de protección, sus nervios estaban hechos un revoltijo. Parecía estar excluida del mundo, de la realidad.

El conductor del vehículo que por poco la atropella, salió del interior y fue a su encuentro. La asió por los hombros y le volvió a ordenar que subiera a su auto con la mayor calma que podía transmitir dadas las aparentes circunstancias, pero Loren no se inmuto ni un poco y permaneció en su lugar.

― ¡Hermano!, que oportuno eres; gracias por detenerla ―hablaron los dos sujetos con respiraciones agitadas.

» Jen-jang* «maldijo mentalmente el hombre en su lengua natal. Y apretando los puños, dio la vuelta para encararlos.

― ¿Oportuno? ―se interrogo así mismo mirando al cielo, y asintió con una risilla nasal que los otros le siguieron―. Sí que lo soy, encontré a tiempo a mi novia. El agradeció debería ser yo ¿no lo creen? ―pregunto con avilantez fingida―. La estaba buscando y ustedes me facilitaron el trabajo; y pensar que alerte a la policía local, ... ¡rayos! Ya deben estar por llegar ―objeto con dramatismo en tanto se reservaba una sonrisa de superioridad.

Le encantaba lucirse con sus habilidades histriónicas.

Frente a él, los dos tipejos se miraron entre si cuando oyeron la palabra "policía", y como si la embriaguez se les hubiese esfumado, sus cerebros volvieron a la lucidez analizando el panorama y decidieron alimentar la suposición del elegante hombre.

―Si, si, por supuesto ―replicaron entre risas nerviosas y ademanes torpes―. Fue un placer poder ayudarlo ―y dicho aquello se marcharon veloces como correcaminos de la escena que pudo ser su pase a la comisaria.

―Ridículos ―soltó entre dientes, muy risueño y divertido, burlándose de la embromada que les dio a esos cobardes. Era tan notorio que se trataba de unos riquillos de la zona que venían de alguna fiesta loca para la continuación en casa de alguno.

Tan pronto como se giró para observar a la chica, su felicidad se esfumó y la preocupación lo embargo.

Se acerco lo más sigilosamente posible para no asustarla, y aun así produjo que se encogiera otro tanto cuando se detuvo en frente.

―Eh, ya se fueron, puedes estar tranquila ―dijo con voz jovial, tratando de ser mesurado en terreno desconocido.

Poso su mano sobre el hombro de ella para animarla a subir la mirada, haciendo referencia a que definitivamente el peligro había pasado.

Loren solo se removió bajo su toque y aun con los ojos cerrados le suplico que no le hiciera daño.

―No soy uno de esos tipos, solo quiero ayudarte.

Loren negó y retrocedió un par de pasos. Había un profundo miedo estribado en ella que no daba indicios de desaparecer solo porque él lo pidiera.

Comprendiendo que todo ese suceso debió causarle un tremendo shock, no le siguió insistiendo, más bien cuando noto el inconfundible diseño del saco de Evan Carter en el suelo, a los pies de la joven, se acercó para cogerlo y volverlo a colocar en ella. Entonces una idea germino de entre sus neuronas.

―No tema ―dijo con afabilidad, redundando en sus ruegos cuando la sintió estremecerse al contacto con la prenda―. Soy amigo de Evan Carter ―afirmo sin vacilación.

Echo y dicho, tal como había sospechado; ese nombre que parecía ser bendito a los oídos de la chica, fue lo que le dio el coraje de al fin abrir los ojos.

Con un leve parpadear Loren pudo ver el rostro de su amparador suplente. Un rostro ligeramente pálido, de facciones muy finas y delicadas, le dieron la bienvenida devolviéndole la seguridad que perdió en los traumáticos minutos que paso instantes atrás.

― ¿En verdad conoces a Evan? ―inquirió precipitadamente aferrándose a la prenda que su eterno salvador le diera.

No era intención suya tacharlo de mentiroso, ciertamente no parecía ser de la misma calaña que los otros tipos. Llevaba un traje de gala y eso era lo más cercano a una confirmación de lo ya dicho.

―Trabajamos juntos ―sentencio con la misma seguridad con la que dijera ser su amigo―. Si gustas puedo llevarte con él ―le ofreció cortésmente pese a no ser su idea original.

De inmediato Loren rechazó su oferta.

No preocuparía a Evan con aquello. Si ese hombre frente a ella era un conocido de él, confiaría y aceptaría su ayuda.

Después de todo no tenía la apariencia de un depravado o cosa por el estilo. Su inconsciente no decía peligro ni daba alarma alguna, más bien le dio el visto bueno.

―Si no es mucha molestia, me podría dar un aventón a Westwood* ―le pidió con gentileza y una media sonrisa a labios cerrados.

El hombre de pupilas marrón oscuro acepto con predisposición, pues de todas formas tendría que pasar por allí.

☼☼☼☼☼☼☼

El camino se tornó silencioso, no porque el joven hombre lo quisiese de ese modo, sino porque su acompañante se quedó dormida tan pronto empezaron el trayecto.

No se había mostrado nada reacia o desconfiada, y eso de cierto modo lo hizo sentir culpable. Sin mucho esfuerzo se había ganado por así decirlo, su confianza.

Con tan solo verla en la fiesta la ficho como una opción más en su búsqueda de años. Otra posibilidad de tantas. Y únicamente por esa razón no le quito el ojo de encima durante toda la velada.

―Con que la prometida de Adam Hayden, vaya idiota con suerte ―murmuró al aire, temiendo que ella pudiera oírlo y asustarse por ser conocedor de esa información que aparentemente era un secreto a voces, y que no era de interés para la gente ajena al privilegiado magnate.

Bajo los tímidos rayos de una media luna que se iba confundiendo en los promiscuos tonos azulados del firmamento, él la observo con detenimiento cuando un semáforo cambio a rojo y pudo apreciar de cerca cuan bella era.

Si bien desde lejos le pareció hermosa; ahora viendo en detalle su nívea piel que brillaba por la luz de luna; esos labios de un pálido tono coral, los cuales no atinaba a saber si eran naturales o producto de cosméticos; ... ¡oh! y su rostro que destilaba inocencia pura en pleno relajo de sus facciones.

Toda ella lo dejo embelesado.

―Una mujer con rostro de niña ―dijo para sí. Le sonrió como si pudiera verlo en tanto agregaba en su mente la palabra ninfa, pues según su juicio y como buen apreciador de la belleza, era la que mejor definía su apariencia.

Tenuemente un tono verde bañó el rostro de su acompañante, señal que indicaba el fin de su escrutinio y el reinicio de su atención a la autopista para continuar su marcha.

Llegando a Westwood Village*, cayó en cuenta que desconocía la dirección de la joven, así que contra su voluntad debía de despertarla.

Antes de siquiera tocar su hombro, el vibrar de un teléfono lo frenó y buscando la procedencia de este, noto que se trataba del móvil de ella.

Sin la menor preocupación tomo la llamada y antes de siquiera poder articular un diga, la persona que en la pantalla figuraba como "Nana", soltó un monólogo que superaba la velocidad de la luz.

La voz de la mujer se oía preocupada y quizá al borde del llanto o la histeria, era difícil saberlo.

―No habla Loren, soy un amigo ―contestó cuando la nana se dio un respiró.

― ¡¿Le paso algo a mi niña?!, ¡¿Dónde está ella?! ―preguntó la mujer con una angustia demandante.

―Ella se encuentra bien, estamos cerca al Fox Theatre*, pero no sé con exactitud la dirección de su casa ... Ahora mismo ella esta dormida ―dijo él en tanto echaba una mirada al sitio del copiloto―; si me facilitase esa información, llegaremos en breve.

La nana de Loren no hizo cuestionamientos, dedujo casi al instante lo que posiblemente ocurrió y sin perder tiempo le dio la dirección al aparecido. Lo único que deseaba en ese momento era tener a su niña a salvo con ella.

Tras unos minutos, el auto se detuvo despertando a Loren, y grande fue su sorpresa al hallarse frente al enrejado que surcaba su casa, con su nana Solé como decorado de la entrada.

El hombre que la salvó, le abrió la puerta y la invito a bajarse. Ella un poco atontada aún, descendió y se acercó a la mujer adulta con la duda pintando sus facciones.

―Oh, quita esa cara mi niña, yo le di la dirección a tu amigo ―dijo poniéndola al tanto, mientras cogía sus manos entre las suyas―. Sabes lo preocupada que me tenías, te llame, pero él me contestó —continuo, estudiando con perspicacia y disimulo al simpático joven que no lograba asociar con el rostro de ninguno de los allegados que Loren le presentase a lo largo de su vida.

Ya más calmada, Loren asintió y se dirigió al extraño pero buen hombre que la ayudo. Le dio las gracias, y aunque no conocía su nombre, no se lo dio a entender a su estrambótica nana. Sería capaz de armarle un alboroto sobre confiarle su seguridad a un desconocido.

Mejor era callar, ya averiguaría su identidad en adelante. Si era conocido de Evan le preguntaría a este y le retribuiría de la manera correcta por las atenciones dadas.

Solé aún recelosa vio partir al aparecido amigo, y en seguida se dirigió con su niña al interior de la casa. Quería bombardearla con muchas preguntas sobre Adam y el susodicho que la trajo, sin embargo, al verla extenuada se abstuvo de hacerlas y la llevó directo a su habitación.

☼☼☼☼☼☼☼

Durante la madrugada hasta casi rayar el alba, Evan estuvo con teléfono en mano esperando por un mensaje de la castaña.

Corín que había intentado por todos los medios sacarlo de su burbuja de abstraimiento, perdió la batalla al cabo de un poco más de una hora. No obstante, siguió con un ojo sobre él, por lo que en el instante que se percató de su escapada al exterior de la casa, lo siguió deduciendo sus intenciones y de no ser por la intercepción tan oportuna de Adam, en esos momentos él hubiese estado marchando en busca de la mujercita esa.

Hayden estaba considerablemente achispado por el licor cuando vio a su amigo, lo rodeo con un brazo tratando de llevárselo consigo para beber un poco más y quien sabe, quizá contarle sus confidencias como solía hacerlo usualmente.

Sin embargo, Evan se desapego de él y le echo una mirada torva, casi asesina, lo que hizo despertar un poco su juicio.

― ¿Qué sucede Evan? ―le cuestiono Adam rápidamente con una sonrisa de niño travieso, la que en su tiempo solía usar ante tal actitud poco habitual de su amigo.

―Loren ... se fue sola y no hay noticias de ella ―contesto con seriedad y frialdad, con una expresión dura que manifestaba lo enojado que estaba.

― ¿Y?, que hay con eso ―retrucó restándole importancia, aunque segundos después su ceño se frunció pareciendo pensativo, y luego imperceptiblemente volvió a su indiferencia

Evan no pudo apreciar esa reacción dual.

― ¿Es en serio Adam?, ¿tan poco te importa su bienestar?

Adam se alzó de hombros y esbozo una risita burlona, como si aceptase la afirmación.

―Conoce las condiciones si salé conmigo. Sabe a qué atenerse, no es algo nuevo ―contesto como si no sintiera culpa―. ¿No eres tú acaso, ... el mejor conocedor sobre nuestra relación?, que te sorprende ¿eh?

El actor meneo la cabeza en reproche y siguió su camino.

Desconcertado por no recibir una llamada de atención más larga, Adam le pregunto a donde se dirigía. Sin respuesta, lo siguió hasta su auto con la misma duda saliendo una y otra vez de su boca.

Pero antes que el actor pudiera contestar por la insistencia, Corín quien presencio la pequeña regañina a una distancia prudente, se le adelanto.

Al oír la versión, Adam que todavía seguía con su sonrisa traviesa en labios, pareció enfurecerse. Le reclamó casi al instante a su amigo sobre su impertinencia al siempre meter sus narices en los asuntos referentes a su prometida.

Con todo y amenazas, Evan hizo oídos sordos, y solo ante la formulación de Corín de si todo lo hacía porque tenía sentimientos por Loren, se detuvo antes de poder iniciar carrera.

Negó automáticamente.

Adam quien se quedó mudo por la muestra de celos tan abierta de Corín; más calmado y al parecer más lucido, retuvo a su amigo y le pidió que dejara el asunto en sus manos.

Evan acepto, dudoso en su interior, pero acepto. Pese a todo aún creía en su amigo de niñez, podía haber cambiado mucho en los últimos tiempos, pero era hombre de palabra.

Minutos después de la partida de Adam y la ofuscada retirada de Corín, Evan comenzó a despedir a sus invitados y seguidamente empezó a telefonear al número de Loren.

No hubo respuesta alguna y pensó en marcar al teléfono de su casa, pero luego se detuvo. Si algo le había pasado pondría histérica a Solé y vaya a saber Dios lo que esa mujer le haría a Adam. Se río de sí mismo con desgano por lo absurdo de su razonamiento, aún con las actitudes negativas de su amigo se preocupaba por él.

Cansado por su itinerario del día y los resientes acontecimientos, se recostó en uno de sus muebles de cuero negro tirando la cabeza para atrás.

La posibilidad que a Loren se le hubiera olvidado las indicaciones y más la promesa de Adam, fueron lo único que lo dejó medianamente tranquilo.

Observó el cielo por breves segundos y sin querer poco a poco el sueño se fue adueñando de sus parpados que lucharon por fracción de segundos, pero que al final cedieron.

☼☼☼☼☼☼☼

Aproximadamente una semana y media transcurrió desde el incidente. Loren volvió a sus labores cotidianas sin muchos cambios a su alrededor, excepto por la sensación de ser observada a cada momento del día.

Guardaespaldas intuyó, pero en esa ocasión estaba casi segura que no se trataban de empleados de su padre. Hacía años que pidió prescindir de ellos y aunque su progenitor se negó en principio, lo termino por aceptar.

Tenía la certeza que todo aquello se debía a una orden dada por su prometido. Quizá a raíz del fuerte intercambio de palabras que tuvieron.

Haberle cantado por una vez en su vida sus verdades, hacerle saber lo que estuvo a punto de ocurrirle luego de la fiesta y lo aterrada que estuvo en esos minutos; tal vez eso le hizo tomar un poco más de conciencia respecto a su seguridad.

Recordaba muy bien el rostro de Adam cuando le pinto el posible camino que hubiese tomado su vida ese día de no ser por el compañero de Evan, y aunque había esperado que le dijera exagerada o hasta paranoica, no fue el caso. Por vez primera el altanero CEO de Claire que conocía, no tuvo palabras o frases sarcásticas y mordaces como contrataque, solo un rostro lívido e ilegible.

Durante un año Loren había soportado tantas situaciones que a cualquier mujer en sus zapatos le hubieran bastado para ir corriendo a los brazos de su padre con el objeto de ser liberada de un compromiso así, pero ella no lo hizo.

Como un adicto que no sabe cuando parar y no es hasta que una situación verdaderamente temeraria le pasa, una que lo asusta a más no poder obligándolo a pedir ayuda o decir basta; de igual manera ella tuvo que ver peligrar su vida e integridad para recién ponerle un pare.

Ese día por la tarde tras verlo partir en completa mudez hasta su auto se sintió verdaderamente un cero a la izquierda. Estúpida, tonta, ingenua, no sabía cómo calificarse.

Solo entonces pudo ver al fin como en ocasiones las virtudes y cualidades positivas para con el prójimo podían llevar a la destrucción del poseedor, si estas no se manejaban y practicaban adecuadamente.

Si bien no había vuelto a ver a Adam, y tampoco él llamó con intención de invitarla a algún lugar o en última instancia para disculparse. A Loren la tuvo sin cuidado, por el contrario, se sintió aliviada que su vida se pareciese un poco más a la de antes.

Por otra parte, en un par de visitas express que Evan le hizo en su casa, y que claramente tenía contenta a su nana; logró averiguar el nombre de su rescatador de aquella madrugada sin levantar mucha sospecha. No obstante, sus intenciones de agradecimiento por la atinada intervención tendrían que esperar hasta nuevo aviso, pues al parecer el elenco había entrado en un periodo de cortas vacaciones hasta su siguiente agenda.

―Suponemos que hoy te la pasaste toda la mañana en el área de geriatría, ya que ayer estuviste con los peques ―tanteó una de sus colegas del pequeño grupo que almorzaba en una sala común del piso destinado a las investigaciones.

Loren se desconectó de sus pensamientos y asintió mientras se llevaba a la boca una cuchara de su sopa procesada. Era lo que tenían allí como una especie de reserva cuando era difícil prepararse algo que saciase sus paladares, o simplemente la pereza era tanta como para coger el teléfono y hacer un pedido de comida rápida.

Después de todo no estaría bien visto que los médicos tuvieran una nutrición tan poco saludable.

―Seguramente alguna de las ancianas te presentó a un nieto suyo, hoy tienen visita ―afirmo el médico más bromista del equipo, basándose en los relatos de su amiga.

―Oh, ¡vamos chicos! ―repuso otra médica, dejando su cubierto fuera del recipiente con un ruidito que sobresalto a los más concentrados―; Loren no cambiaría a su guapísimo prometido ¿cierto? ―cuestiono mientras le dirigía su mirada a la involucrada.

Loren pensó de nuevo en él y su actitud de los últimos días, pero aun así creyó que de tener la oportunidad lo haría. Aunque esa perspectiva a veces parecía tan lejana que solo se alzó de hombros con una sonrisa igual de humorística al resto.

―Hablando de ancianas ―tomo la batuta el socarrón de Alister―, cuando volverá Solé con su exquisita comida asiática; extraño los pirozhkis* ―término diciendo con un fingido llantito que provoco risas en todos, incluso en la abstraída Loren.

―Tonto ―regaño la fémina que lo rebatió antes―, eso es ruso no asiático. Y, por cierto, la nana de Loren no es ninguna anciana, tiene más vigor que tú, y como te oiga rebajarla a esa categoría te quedaras de piedra antes de volver a probar su comida.

Alister parpadeo unos segundos antes de poder reírse y espantar con la mano el discurso como a un insignificante mosquito.

Todos soltaron carcajadas.

Eran tan típicas las peleas de esos dos que no podían notar sus sentimientos de por medio, tal vez pronto abrieran los ojos.

Sus compañeros hicieron un par de bromas más sobre Loren y la alcahuetería de las más longevas pacientes, a las cuales la joven respondía con remilgo.

Volvieron al tema de la comida de Solé, mencionando el cangrejo de Shanghái como lo mejor y el favorito de Alister: "camarón ebrio". Luego las puyas fueron para otros y así sucesivamente hasta que todos terminaron su "muy delicioso almuerzo" y desecharon los envases para retomar sus actividades.

Durante el resto de la tarde hasta la culminación de la jornada, y todavía más en su guardia, Loren continúo ida en sus pensamientos. Se había estado planteando con ahínco la posibilidad de al fin poder ser libre de Adam.

La tranquilidad de la que había gozado los últimos días le daba motivación necesaria.

Estaba más decidida que nunca. Aprovecharía su licencia para poder viajar a ver a su padre el fin de semana y pasar tiempo con él.

De una vez por todas preguntaría como es que se dio su dichoso compromiso. Buscaría una solución y la plantearía.

... Era tiempo de ser libre y dejar de ser tan complaciente...

<<<NOTAS>>>

*Jen-jang: Romanización de maldita sea o mierda en coreano.

*Westwood: Distrito o barrio dentro de la ciudad de Los Ángeles en California (Estados Unidos). Se encuentra al lado de Hollywood y Beverly Hills.

*Westwood Village: Un importante distrito regional de compras, restaurantes, cines y otros entretenimientos.

*Fox Theatre: También conocido como Fox Village Theatre, es un cine histórico y emblemático ubicado en el corazón de Westwood. Actualmente es llamado Regency Village Theatre. Acogió a muchos estrenos cinematográficos en la historia del cine.

* Pirozhkis: Es una comida callejera popular, que se trata de panecillos rellenos de carne, verduras u otros ingredientes. Típicos de las gastronomías rusa, bielorrusia y ucraniana; pero originarios de Rusia. En Japón tiene su homólogo que es el Kare-pan (pan de curry).

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Más personajes se suman y yo solita me emocionó, espero que ustedes también.

¿Ya tienen sus teorías sobre la historia?, me encantaría saberlas.

En otras noticias, en el próximo capítulo les presentaré a los 5 personajes resaltantes que hasta ahora vimos.

We read soon!! 👋🏻

Atte: Giarine 💜

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