01
"No todo lo que es de oro reluce, ni toda la gente errante anda perdida"
J. R. R. TOLKIEN, El señor de los añillos.
... 17 años después ...
―Buen día doctora Allen ―saludo la mujer adulta que se encargaba de la limpieza en las salas comunes de rehabilitación infantil.
La joven veinteañera que acababa de salir del ascensor, le devolvió el saludo con su habitual sonrisa genuina y cálida a la vez. Esa que ella repartía por doquier, levantando el ánimo hasta del alma más alicaída.
― ¿Ya están despiertos los pequeñuelos, Sra. Dobson? ―preguntó con picardía sabiendo que así era.
― ¡Oh! Sí, sí ... Me parece que amanecieron más ansiosos que de costumbre ―contesto la mujer soltando una pequeña risa que le hizo arrugar las comisuras de sus ojos―. Estaban turnándose en la puerta para vigilar tu llegada, hablaban de su supuesto trauma de ayer ―dijo en forma graciosa agitando sus manos al aire, tratando de imitar la expresión de alguno de los chiquillos que alcanzo a ver por las rendijas de la puerta.
Asintiendo y sonriendo por la información, la doctora se despidió y sin más retraso siguió su camino por el largo pasillo. Ya podía imaginar a sus pacientes más vivaces armar todo un revuelo por no verla cuando despertaron.
Tal cual, en el momento que corrió la puerta de la habitación grupal. Un montón de cabecitas entre rubias, castañas o algunas cubiertas con gorritos de multicolor se irguieron dejando de lado cualquier actividad previa y pusieron toda su atención en la entrada.
Un sonoro gritito en coro aclamando su nombre se oyó en todo el espacio. Y la mayoría, por no decir todos, saltaron de sus camas y corrieron hacia ella.
Los pequeños hablaban sin parar, querían contarle cada cosa que les había pasado el día anterior por la tarde. Demandaban con desesperación por su atención. Algunos tiraban de su mano, el dobladillo de la bata o cualquier otra parte que estuviera a su alcance con la intención de llevársela hasta su respectiva cama.
―Calma, calma ―los interrumpió en tono juguetón ante la algarabía y energía arrolladora con la que habían despertado―. Tenemos toda la mañana para charlar, así que no se me alboroten. Los escuchare a todos ¿ok?
Todos movieron sus cabecitas en afirmativo, y en una mini maratón asaltaron el estante. Cogieron tapetes y pequeñas mantillas, colocándose en forma semicircular al frente del juego de muebles de la habitación. Esa era una rutina habitual que se daba cada vez que tenían mucho que contarle a su médico favorita.
Para la doctora, que se dejó a la merced de ellos, esos cortos y significativos momentos eran los que la hacían feliz. Saber que podía ayudar a sus pacientes en más de un sentido, le era gratificante. Después de todo, esas pobres criaturas no la pasan tan bien, cuando les tocaba tomar sus terapias contra cualquier tipo de cáncer u otra afección inoportuna en sus vidas.
Así, su mañana y parte de la tarde transcurrió velozmente entre los pabellones de pediatría y geriatría.
En la habitación de sus pequeños valientes guerreros, los niños que ya habían pasado más tiempo en el pabellón, le dieron la buena nueva de ir mejorando a un excelente ritmo; atribuyendo que quizá pronto pondrían irse a casa y continuar de forma controlada con el tratamiento que les daban los especialistas.
Por otra parte, los nuevos, a quienes parecía costarles un poco estar en un ambiente hospitalario, pese a tener muchas comodidades; la sorprendieron contándole acerca de algunas nuevas travesurillas que efectuaron antes de tomar su terapia. Siendo víctimas las enfermeras de turno, sobre todo las jóvenes e inexpertas. Seguramente las quejas de las perjudicadas no se harían esperar, teniendo como emisaria a la jefa de estas, la señora Smith, una dama muy mayor y bastante estricta.
Luego, sus pacientes más longevos, que no eran muy diferentes a los infantes en cuanto a sus muestras de cariño; la tuvieron entretenida con historias suyas y noticias frescas que les traían sus familiares durante la visita.
Y sus picaras ancianas que se reunían en el área verde, siempre solicitando su breve compañía, no perdieron la oportunidad para atolondrarla con propuestas descaradas sobre presentarla a alguno de sus nietos buen mozos.
La muchacha solo reía con timidez, y a los minutos tenía que apaciguar las aguas cuando presagiaba una lucha verbal entre quien era mejor candidato.
Definitivamente era un trajín diario, que encontraba sublime.
Aunque la labor oficial de la doctora Loren Allen en el Ronald Reagan UCLA Medical Center*, era de residente de primer año; también se desempeñaba como una novel investigadora. Sin embargo, cada que tenía oportunidad le encantaba pasar su tiempo como una especie de voluntaria en los distintos pabellones del centro médico; cubriendo turnos, ayudando a sus colegas o simplemente haciendo compañía a los pacientes en cualquier lugar que prefirieran del enorme campus.
Y justamente por esa forma tan altruista de ser es que no había persona que no la quisiese y valorase, ... casi ninguna ...
― ¿Hola?, ¿Papá? ―respondió Loren dudosa. Apenas ayer habían platicado.
― ¡Hija! ―exclamó el hombre con la misma inflexión feliz en su voz cada vez que la oía―. Adam me ha llamado, dice que no aceptaste su invitación, puedo saber ¿por qué? ―pregunto sin muchos rodeos, manteniendo su tono afectuoso.
―Vaya, era eso, ... ya lo veía venir ―contesto resignada en un tono bajo, mientras masajeaba su cien antes de poder explicarse―. Bueno papá, de ante mano te digo que decline su propuesta con gentileza, y si no acepte fue porque tenía que trabajar; recuerda que es media semana y ...
Loren calló. Por un momento se quedó pensando en lo que estaba a punto de revelarle a su padre cada vez que su prometido la lucia en público, o tenían un encuentro de cualquier índole.
No era intención suya preocuparlo, ya bastante tenía con el pesar de estar alejado de ella, su dulce compañía como decía. Quizá también estaban de por medio asuntos referentes a sus negocios, al fin y al cabo, todo apuntaba a que estos fueron lo que la ataron a aquel compromiso no deseado.
― ¿Y? ..., ¿Loren? ¿hija? ―la llamo con preocupación al notar que el silencio en la línea se prolongaba.
―Y ... y tampoco se con exactitud el lugar o la ocasión de esta salida; por eso no accedí ―termino diciendo una verdad a medias, manteniendo su sosiego.
―Entiendo, pero ... sobre el lugar no tienes por qué inquietarte, tengo entendido que se trata de una premier a la cual están invitados. Es algo tranquilo y hasta quizá divertido, ¿no lo crees? ―
«No» quiso responder Loren al instante, porque con su dichoso prometido nada era tranquilo o inadvertido, nunca lo había sido.
Tenía tantas palabras atoradas en su garganta que necesitaban ser exclamadas desesperadamente, desde lo más profundo de su ser. Pero una vez más se guardó para sí el suplicio que era su vida desde que ese desalmado hombre apareció para formar parte de sus días.
―El inconveniente es que mañana trabajo papá, ... media semana ¿recuerdas?. Y este tipo de eventos no terminan temprano ―volvió a excusarse en un intento por hallar una salida.
―Entiendo tu posición hija, solo te pido que lo acompañes un par de horas y listo... Yo hablare con él para que te deje temprano en casa ―suplico su padre como cada vez que ella se negaba a salir en eventos públicos con el joven por causa de su ocupación.
Entre una larga pausa en la que Loren se debatía en seguir sus principios como hija o ser fiel a sí misma, en poner un alto, acabó accediendo no muy convencida.
Su padre agradeció el gesto y luego se despidió con un cuídate que ella devolvió.
«Solo espero que no pase lo de siempre» susurró Loren para sí, en tanto miraba el móvil y cogía las llaves de su auto para realizar sus diligencias.
Una vez más tendría que reducir sus horarios y estar en un correteo, o en su defecto posponer lo menos importante para otro día.
☼☼☼☼☼☼☼
Tras largos meses de promociones, finalmente la premier mundial de la tan esperada segunda entrega de la saga "Caballeros Oscuros", estaba a solo un par de horas de lanzar su primera proyección en el Dolby Theatre*.
Reporteros elegantemente vestidos estaban ubicados estratégicamente en distintos puntos a través de todo lo que era la alfombra roja, y junto a ellos sus compañeros camarógrafos enfocaban con movimientos hábiles a las estrellas Hollywoodenses protagonistas del estreno. Procurando realizar acercamientos de encuadre perfecto si es que estaban siendo entrevistados.
Los fanáticos que lograron ser parte de aquella noche de ensueño, no perdieron oportunidad alguna, pidiendo así cuanta foto y autógrafo quisieron con sus actores favoritos. Y como las figuras públicas que eran, estos se mostraron solícitos en cada momento durante su paso hasta el interior del recinto, el cual estaba hermosa y detalladamente decorado con la temática del film; Japón en la era Edo.
Y por supuesto, no podían faltar los personajes importantes de la ciudad de Los Ángeles y del medio cinematográfico en sí.
―Acaba de llegar el encantador joven CEO de Claire ―exclamó casi eufórica una entrevistadora, mientras su compañero enfocaba al mencionado en la entrada del alfombrado camino.
Un impecable traje azul noche hecho a manos de un famoso diseñador, abrazaba sutilmente el cuerpo masculino de Adam Hayden.
El hombre era guapísimo a todas luces, bastante alto, y que con esos largos cabellos negros peinados de lado sumando su cautivadora mirada verde olivo; parecía más un modelo que la cabeza de una importante compañía filmográfica.
Luciendo su imponente imagen, Adam se abrió paso entre las codiciosas miradas femeninas que ya estaban acostumbradas a verlo como invitado imprescindible en este tipo de eventos. Particularmente por ser un íntimo amigo de Evan Carter, uno de los más cotizados actores del medio cinematográfico y ahora protagonistas de la cinta a estrenar.
Cuando Adam culmino su paso ante todas las cámaras, dedicando sonrisas ligeras y serenas con quienes llegaba a intercambiar miradas, fue recibido al final por su chofer particular quien escoltaba a su bella prometida.
―Por un momento pensé que me dejarías plantado, linda ―susurro Adam cuando estuvo muy cerca del oído de Loren. Con ese su tono ni muy grave, ni muy agudo, ese que parecía emplear maliciosamente para confundirla. Y más confundida la dejó cuando depositó un tenue beso en su mejilla derecha como saludo.
«Está siendo demasiado afectuoso y atento ¿O sobreactúa más que de costumbre?» pensó Loren. Eso la asustó, porque nunca sabía a qué atenerse con él. Que tendría que pagar.
―Ahora espero puedas hacerme compañía como es debido. Tu belleza por si sola ya hace bastante, pero procura compensarme por tu retraso, ¿quieres? ―dijo modificando su voz a un tono más coqueto mientras acariciaba sus cabellos y hacia toda clase de gestos dulces dignos de un novio amoroso. Y posicionando una de sus manos en su hombro la hizo girar delicadamente en sus talones para que pudieran ser fotografiados.
Loren entendió entonces la atmósfera creada por su actitud. Toda su fingida galantería era por la sola presencia de cámaras a su alrededor.
Quiso resoplar y echarle una mala mirada, en cambio dejó que le tomara la mano para entrelazarla en su brazo y avanzar en medio de los invitados y celebridades. Otra vez se dejaría llevar como a una muñeca.
Sin duda iba a ser una velada bastante larga. La farsa que siempre montaban en lugares abiertos había iniciado.
Durante la reproducción del film, Loren pudo tener un poco de paz en lo referente a las actitudes de Adam. Extrañamente él no la molesto. Sus insinuaciones fuera de contexto que solía manifestar para descolocarla se mantuvieron sepultadas por su silencio y una postura sosegada que le vio solo un par de veces, cuando algo realmente le interesaba.
Sin querer, su mente evocó unos viejos y primeros recuerdos de él.
«Así lucias la primera vez que te vi ...
Recordó, perdiéndose en ese su estado de quietud. Observándolo secretamente en la lobreguez de la gran sala principal del teatro.
...Tras el cristal de la cafetería, estabas sentado con la mirada perdida en algún punto del decorado o que se yo. Tu apariencia y semblante sereno creo grandes expectativas en mí. Tuve la vana ilusión de verle lo positivo al futuro que mi padre me ofrecía sin consulta alguna. Por el contrario, desde que tu osca manera de expresarte me golpeo, pude columbrar una realidad que en un principio negué ...»
Mayo de 2017
Un año atrás
-Hola ―, esa simple y corta palabra cargada de la acostumbrada amabilidad de Loren Allen, dio inicio a la conversación con quien sería su futuro esposo. Una mañana veraniega en el interior de algún sofisticado café del centro de Los Ángeles.
Las pupilas verdosas, que hasta hace unos minutos le habían parecido las más hermosas jamás vistas, se posaron en su persona para darle una rápida escaneada.
―No eres para nada insípida, eso es favorable -, una mueca de satisfacción combinada con un dejo socarrón se dibujó en sus facies masculinas y esto fue suficiente para producirle un nerviosismo que la sacudió toda como si una descarga eléctrica la recorriese.
Y antes siquiera de poder tomar asiento, el susodicho se puso en pie. Avanzó un poco hasta colocarse a su par, tomo su delgada mano izquierda y coloco una argolla de oro blanco en su dedo anular con una delicadeza que a Loren le pareció sofística.
―Ahora me perteneces ―había dicho mientras depositaba un falso beso en el dorso de su mano―, esto es una prueba ―sentenció con una voz frígida que no supo en qué momento cambió, solo sintió aumentar su nerviosismo conforme le acariciaba la piel expuesta hasta su muñeca.
Sin ninguna otra añadidura, él dejó su mano sin ninguna sutileza como si fuera un objeto inerte, y desocupo el lugar.
―Ni una presentación ... solo así. ―soltó Loren tras largos minutos de estar inmersa en su asombro. Su voz fue tan suave y queda que apenas se escuchó a sí misma.
La primera impresión sumado al buen juicio que poseía para juzgar a las personas, le dio un premonitorio de alarma. Ese hombre no despedía una esencia tan macanuda como reflejaba su exterior. Desentonaban terriblemente.
Pese a lo acontecido en su primera cita concertada, Loren no perdió las esperanzas de poder algún día ganar su corazón. Tal vez era una especie de rico amargado por la soledad, de esos que su nana Solé veía en telenovelas mexicanas o películas romanticonas. O los que ella solía leer en algunos libros juveniles. Quizá solo había crecido en un hogar frío y falto de cariño, a la espera de alguien que ablandara las fibras de su corazón.
«Yo puedo ser esa, si soy paciente haré un hoyito para mí, el cual iré agrandando de a poco» pensó alentadoramente en principio, recordando la trama que habitualmente seguían esas producciones basadas en el cuento de la bella y la bestia.
Después de todo Loren siempre se ganaba a la gente con facilidad, su encantadora personalidad la ayudaría en su propósito. Tenía la certeza de poder conseguirlo.
Sin embargo, el tiempo pasó y su plan no dio frutos. Parecía que, con cada nuevo intento suyo por agradarle a su prometido, lo único que conseguía era ser repudiada sin razón. Así que a fin de no hacerse daño dejó de lado sus ilusiones de su primer amor, y el martirio en si empezó sin darse cuenta. Sus escasos sentimientos de atracción por él murieron y ahora eran solo una pareja que se exhibía en eventos o con amigos del entorno de Adam.
―Deja de mirarme ―espeto secamente el multimillonario―. La película también merece un poco de tú contemplación.
Loren se removió en su asiento, y de pura impresión por ser descubierta hizo caso sumisamente. Lo despojo de su atención para fijarla en la pantalla, y en lo que restaba del tiempo de proyección se enfrasco en la trama. No recordaba exactamente el desarrollo de la primera entrega, pero eso no le dificultó mucho para entender lo principal de esta continuación.
Una vez que salieron de la sala, la cándida joven se vio en la obligación de entrar en su papel de la novia perfecta. Sonriente y atenta a su pareja frente a los conocidos de este. Como si se amaran sin tregua.
Contrariamente, cuando observo como una figura masculina ya familiar se acercaba, y ella del brazo de su prometido iban a su encuentro, su tensa postura se relajó un poco.
― ¡Adam! ―exclamo Evan en tono animoso, saludándose con un abrazo y una palmada amistosa en el hombro.
Evan Carter, tan buen mozo como su amigo, era un año menor que él, y, sin embargo, a ojos de Loren eran la personificación humana del Ying y el Yang en lo que respectaba a su temple.
El primero era amable, respetuoso, atento, un caballero en toda la extensión de la palabra, seguramente con pequeños defectos que resultaban compensables con sus demás cualidades. Por otra parte, su prometido, era un prepotente, arrogante y desconsiderado con ella hasta la médula. Podría redactar una lista sin fin de adjetivos negativos para calificarlo y no sabía si bastaría.
Como era posible una amistad entre ellos, surgida desde una época desconocida. Sencillamente eran como agua y aceite, que contradictoriamente se mezclaban tan bien, de modo que desafiaban las leyes de la química.
― ¡Loren!, luces radiante ―, en una especie de bienvenida y cumplido a la vez, Carter soltó aquella afirmación al darse cuenta de su presencia.
«Siempre tiene una sutil frase halagadora» pensó con una sonrisa interna que termino siendo una exterior y dirigida a su anfitrión, «sin rastro de sorna» continuó. «Si solo Adam fuese la mitad de lo que es Evan, me habría enamorado sin dudarlo».
Y siguiendo el hilo de sus pensamientos, termino por compararlos una vez más.
― ¿Hayden?, creí verte llegar solo ―dijo Evan casi acusador y aguzando su enfoque en él―. Tú y tus modales ―regaño amigablemente, no queriendo estropear la atmósfera o poner histérico el orgullo varonil de su amigo.
Conociendo lo suficiente sobre la verdad cotidiana de esa pareja, Evan guardó el resto de sus reproches, más por consideración a Loren que otra cosa. Le dedicó una disculpa muda a ella, la cual fue imperceptible a los ojos de Adam.
Así que, recordando su propósito inicial, los invitó a la celebración por el lanzamiento de la nueva película. Fiesta que se llevaría a cabo en su recién adquirida casa playera de Venice*, en compañía del elenco y unos pocos allegados de estos.
―Estaremos allí sin falta, ¿Verdad linda? ―respondió Adam en tanto le lanzaba una mirada circunspecta a su prometida.
―Gracias Evan, claro que iremos ―contesto Loren con una sonrisa afable casi al instante en que capto la sugestión.
El actor se mostró contento por la aceptación, pero tuvo que retirarse sin querer porque estaba siendo requerido para el protocolo correspondiente: entrevistas, fotos y entre otros. Se disculpó con la pareja por no poderlos llevar personalmente a la celebración, en cambio les proporciono la dirección del lugar y con una despedida al aire se fue.
―Espero que cumplas con lo dicho, cariño ... hasta el final.
En el momento en que la frase jactanciosa salió de los labios de Adam, Loren pudo atisbar al final de esta una mueca que resaltaba su diversión al siempre someterla a sus petitorios. Con esto, el presentimiento de una mala noche hizo sombra en sus pensamientos con más intensidad.
☼☼☼☼☼☼☼
TRIVIAL, ese era el término correcto que Loren le había otorgado al festejo que se suscitaba. Música, licor, baile y el departir de voces se mezclaban en el interior del salón más grande.
Debido al poco conocimiento que Loren tenía sobre las estrellas del cine, su entorno, manías y temas de interés, no sabía cómo relacionarse con ellos. Y bueno, tampoco era que su prometido fuera a dejarla sola.
Adam Hayden podía ser un tempano de hielo para tratarla, pero si había algo que ella podía despertarle, ese era el sentimiento de pertenencia. Por tanto, no se atrevería a dejarla suelta en plaza con tanto actor al asecho. Siendo así, se dio el lujo de apearla, paseándola y confraternizando con el joven elenco masculino; como queriendo ser envidiado. Para luego ser el centro de atención de un círculo de directores con sus esposas o acompañantes en el caso de los menos veteranos, y por increíble que le pareciese a Loren, Adam la presento como su prometida.
Evidentemente esa noche su posesividad estaba yendo más allá de lo que él mismo se permitía habitualmente.
Al saber el tipo de relación tan formal que los unía, el grupo no tardó en dar sus felicitaciones, que, al criterio de Loren, algunas sonaron poco sinceras. Para reafirmarlo, esas mismas personas añadieron comentarios insinuantemente ofensivos sobre su belleza femenina, aludiendo a su notoria ascendencia.
Por muy descolocada, ofendida y asqueada que se sintió, Loren solo atinó a sonreírles educadamente para guardar las apariencias. De nada serviría responderles de la misma forma a esos bohemios individuos que quizá nunca volviera a ver; tampoco eran tan osada.
Asimismo, decirle a Adam que se hallaba incomoda, seguramente solo terminaría por agriar el humor de este, y para ser francos prefería hacerse la de oídos sordos que sufrir alguna represaría futura. Otra reunión con gente superflua el fin de semana, ... probablemente.
Loren no tuvo que esperar mucho para librarse, porque el hombre que catalogó como el actual director de Evan la salvó de la charla de negocios que empezaba a tomar rienda un colega suyo. El menos lacónico con sus apreciaciones respecto a su apariencia.
Desde ese momento hasta ahora, Loren había podido darse un respiro y descansar de la pesada mascara de falsedad con la que cargo hasta el momento. Contemplando aquella celebración que no encajaba mucho con las costumbres del anfitrión, pero que tenía que dar al menos en un par de ocasiones por ser una celebridad.
―Loren, ¿qué haces aquí todavía? ―cuestiono Evan con desazón al encontrarla en el área de la alberca, sentada en una de las tumbonas.
Ella solo se sorprendió por su repentina presencia, pensando en el extraño hecho de casi siempre atraerlo al instante con solo pensarlo.
― ¿Y Adam? ―volvió a preguntar buscándolo con la mirada en el interior―. Son más de la una de la madrugada, casi las dos, ... creí que él ya te habría llevado a tu casa.
Dicho ello, Loren casi siempre perdida en apreciarlo, cogió con premura su cartera de mano y saco su móvil para verificar lo escuchado.
En efecto, faltaba solo un cuarto de hora para que fuese las dos de la mañana. Sabía que algo así pasaría, ahora tendría que regresarse sola. Adam aún debía estar ocupado con el grupo de directores interesados en producir alguna nueva filmografía bajo el sello de su empresa.
Regresar a ese círculo no era su elección favorita y menos lidiar con un Adam eventualmente pasado de copas.
―Loren ... ¿a dónde vas? ―interrogo el actor al verla ponerse de pie y tomar sus pertenencias.
―A casa Evan, es muy tarde. Solé se alarmará ―le contesto con la mayor parsimonia que pudo atribuirle a su tono de voz, tratando de algún modo el ocultar su angustia―. Gracias por la invitación.
―No debes estar en tu sano juicio. La carretera principal está a un par de kilómetros, es muy peligroso que te vayas sola. Dada la hora es mucho peor. Yo te llevare.
La intranquilidad que Evan mostró hizo que el corazón de Loren diera un vuelco en su interior. La consideración con que siempre la trataba no tenía límites. Ya había olvidado cuantas veces él tuvo un intercambio de palabras con su prometido por esa manía suya de ayudarla, ... de protegerla.
―No te preocupes, yo me las arreglare ―contesto con dulzura y una sonrisa de gratitud. Por mucho que quisiera aceptar su propuesta, no lo haría, por el bien de la amistad entre él y Adam.
Evan negó mudamente y buscó las llaves de su auto entre los bolsillos de su traje, conduciéndola hasta la zona de estacionamiento en el exterior.
―Carter ... ―lo llamó una mujer pelirroja aparecida de la nada, frenándolo en su acción―, el director solicita tu presencia ―le informo con actitud neutral―; es importante. ―concluyo al verle la mueca desganada que hizo.
Loren lo observo bufar por lo bajo y morderse el labio dudoso, mirando al piso como si este le fuera a dar la solución a su pequeño dilema.
―Evan ve adentro, puedo irme sola en un taxi. Estaré bien, te lo aseguro ―le prometió―. No puedes desatender a tus invitados ―añadió y explico tratando de facilitarle las cosas.
Él la miro no muy seguro, pero terminó aceptando.
―Llámame en cuanto estés en casa ―dijo y luego se retractó―. No, no, no ... mejor envíame un texto cuando subas al taxi, mándame su placa y al final haces lo primero que te pedí, ¿está claro?
Sincrónicamente, Loren asintió y rio encontrando lindo el trabalengua no intencionado. A veces se sentía como un hermano mayor.
Evan ajeno a sus pensamientos, se quitó su saco para colocarlo alrededor de sus hombros, augurando que podría enfermarse debido a la brisa helada del mar. Y sin saberlo hizo estremecerla, más por el gesto que por su cercanía.
La mujer que presencio toda aquella escena con una ceja arqueada que fue creciendo hasta fruncir el entrecejo, blanqueo los ojos ante el último acto de su colega y en un intento por hacerse notar carraspeo para apurarlo.
☼☼☼☼☼☼☼
Conjeturar como peligrosas a aquellas estrechas calles era una burla a lo que realmente representaban en esa hora punta.
Loren había estado marcando un buen rato a algunos números telefónicos de servicios de transporte que conocía, pero ninguno atendió sus llamadas, haciendo que finalmente la poca batería se le acabara.
Obligada por sus circunstancias, tuvo que comenzar a caminar hasta la autopista.
El ruido de la música que emanaba de la mansión se fue perdiendo cada vez más conforme avanzaba. Con ello sus miedos crecían, elevándose de apoco.
Como podía ser que un lugar fuera tan pacífico y calmo a plena luz del día, pero cuando la noche caía y las sombras la cubrían, se tornaba tenebrosa y hasta casi terrorífica.
El ambiente solo hacía que su temor a la noche tuviese más sentido, por lo que empezó a acelerar el paso.
Realmente había sido una pésima idea el enrumbarse sin compañía por aquel sitio, no conocía bien el área. Y ahora que echaba un vistazo a los lados, tal parecía que estaba en una zona deshabitada. Aparentemente la transición entre el sector de los ricos y la playa en general.
Todo ello le estaba provocando un escalofrío de muerte, porque a donde volteara a ver le daba la impresión que en cualquier momento algo horrible la asecharía.
Y pese a las oraciones que elevaba al cielo en su interior, no se equivocó en la predicción de sus miedos.
El chirrido de unas llantas sobre el asfalto se oyó tan repentinamente provocándole un sobre salto. El convertible que la había rebasado hace solo unos segundos se detuvo tan abruptamente y comenzó un retroceso tétrico hasta su encuentro.
Dentro de ella el corazón le palpitó con fuerza, y cuando el techo del automóvil se fue abriendo, sus latidos se aceleraron con vehemencia.
El desenlace de esta salida no sería como la última vez, se veía mil veces peor y ello la aterró.
Loren no solía maldecir, pero ahora mismo estaba maldiciendo a Adam y sobre todo a ella misma por tomar una decisión poco razonable al haber rechazado el ofrecimiento de Evan.
<<<NOTAS>>>
*Ronald Reagan UCLA Medical Center: Es uno de los hospitales principales de la instalación médica y quirúrgica general UCLA Medical Center. Localizado en el campus de la Universidad de California de Los Ángeles. Es el tercer mejor hospital de los Estados Unidos.
*Dolby Theatre: Antes conocido como Teatro Kodak. Se localiza en Hollywood Boulevard junto al Teatro Chino; con un estilo de construcción europeo. Mundialmente es conocido por ser donde se celebra la ceremonia de entrega de los Premios Óscar.
*Venice: Conocida como "la Venecia de EE. UU"; admirada por sus canales y playas, pero también por su área residencial algo bohemia.
|||||||||||||||||||||
Otro nuevo capítulo en donde ya vemos a dos de los protagonistas.
Ehh!!🙌🏻😄
Para alguna ARMY que esté leyendo la historia ... ¿hay alguna apuesta de quien es el integrante que ocupará el rol de uno de los protagonistas?.
Quisiera leer sus suposiciones.
Como siempre espero que lo disfruten y le den mucho amor a mi historia.
We read soon👋🏻
Atte: Giarine 💜
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro