A veces me pregunto qué habría pasado si no le hubiera respondido a esa historia. Estoy segura de que no seríamos ni la mitad de cercanos de lo que somos ahora. El chico de ojos tristes se convirtió en alguien muy importante para mí en muy poco tiempo. Con él logré ver otra perspectiva de las cosas. Entendí que está bien no estar bien, siempre que eso no te derrote. Entendí que está bien pedir ayuda.

Él no era mi amigo. No, nunca lo sería. Era mi mejor amigo. Ese que, junto a la chica de rizos, hizo mi vida mejor simplemente estando ahí.

He de reconocer que me he preguntado en varias ocasiones qué sería de mi vida sin él. Y he de reconocer que no me encanta el resultado. Me he dado cuenta de que perderlo sería perder una parte de mí.

Y es que, cuando todo se volvía a caer a pedazos, la chica de rizos, mi hermana a miles de kilómetros y el chico de ojos tristes me rescataron de la oscuridad.

Y no hay mejor regalo para un corazón roto, que el de volver a sentirse vivo de nuevo.