El tocador de la habitación del hotel está lleno de mi maquillaje y de productos para mi rebelde pelo rizado. Cuando abandone la estancia dentro de cinco días se me hará fácil recoger cada rincón de la habitación gracias a mi don para ser ordenada con cada equipaje que llevo encima.

Lo que no se hará fácil es abandonar la estancia por culpa de unos ojos casi negros que se encontraron conmigo en la calle del alojamiento. Su mirada seria y la inclinación de cabeza cuando me saludó sutilmente.

Esa misma noche salí al balcón de mi habitación para observar la decoración navideña. Luces encendidas, pero ninguna me llamó la atención tanto como la que cobraba vida al otro lado de la calle. La respiración se me entrecortó cuando lo vi en el balcón de una de las habitaciones del hotel que se encuentra enfrente.

Sus manos ocultando un cigarro, encendiéndolo peleando con el aire frío de la noche. El humo saliendo de su boca con los ojos cerrados sin ni siquiera importarle estar solo con unos pantalones de cuadros oscuros. Sin rastro de una mísera camiseta.

Debo confesar que esa escena fue la mejor que viví en el corto tiempo que estuve allí, aunque no sabía lo que se me venía encima cuando esa mirada difuminada por el humo me vio de nuevo.

No le importó. Solo quería jugar. Y le di el juego que deseaba sin ni siquiera conocer su nombre.

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¡Hola!

Después de tanto tiempo sin publicar nada por aquí, vuelvo para regalarles esta historia corta que escribí en la noche del 8 de enero y no me dormí hasta las cuatro de la madrugada. Hacía muchísimo tiempo que no me dormía tan tarde.

Extrañaba mucho escribir. No me salía nada que me gustase ni he tenido mucho tiempo para dedicarme a ello. La vida adulta me persigue todos los días y no tengo tanto tiempo para dedicarme a lo que realmente me apasiona.

Volvemos por aquí con el poderoso Zayn.

Esta historia se creó con su canción Dreamin on repeat.

Disfruten mucho de la historia. Estoy súper contenta de estar por aquí de vuelta.

¡Nos vemos!