Capítulo 7.
Mi lectura no podía parar, leí un poco sobre la historia de los vampiros en el siglo 16, en países como Austria, París, Inglaterra, etc.
Pero lo que me llamó la atención fue en la sección de características.
"Un vampiro se caracteriza por sus grandes, blancos y afilados colmillos; también por su increíble belleza, ultilizada como principal arma de seducción y gran agilidad para realizar movimientos; es muy conocido en algunas culturas por sus penetrantes ojos rojos o colores claros, esto varía en los tipos de rasas de vampiros.
Generalmente son muy rápidos y poseen una fuerza sobrenatural; sus habilidades están más desarrolladas que las de los humanos. Son conocidos por no salir en plena luz del día, sin embargo, existen teorías que afirman que pueden hacerlo según la edad que tienen (pues mientras más años poseen , más fuertes son). Un vampiro es el depredador más peligroso y aún más para los humanos."
No podía seguir leyendo esas tonterias, eran absurdas. El creer que una mansión tan vieja como la mansión Crauly, está hechizada o algo así, era típico de lugares tan alejados.
-¿Te gustó la biblioteca?-preguntó Austin apareciendo en la habitación.
-Si, gracias.- le aseguré amigable.
-¿Y ya se siente bien?- preguntó curioso.
-Si, mucho mejor, gracias. - le sonreí.
-Me alegra- aseguró acercándose.-¿qué lee señorita, Portman?- preguntó.
-Tonterías.- aseguré cerrando la libreta.- puedes llamarme Mellany.-aseguré.
-¿Tiene hambre, Mellany? no cenó nada. - se quejó preocupado.
-Tal vez algo ligero.-comencé al darme cuanta de que si me daba algo de hambre.
-Vaya al comedor, ya pedí que le hicieran algo. -sonrió mirándome.
-Okey - dije levantándome de mi asiento.
Caminamos en silencio hasta que llegamos al comedor, había un plato servido en la silla donde me hizo sentarme y él se sentó a mi lado observándome.
-¿Tu no cenarás?- pregunté curiosa.
-Ya cené, gracias.-me sonrió Austin.
-Tendré que ponerle más veneno a la próxima. -se quejó Damon burlón mirandome al entrar.
-Ja Ja. - le seguí el juego mientras probaba de mi plato.
-No le prestes atención a su voz fastidiosa.-sonrió Austin para mi.
-¡Oye! -se quejó Damon sentándose en la silla frente a nosotros.- solo tienes envidia que mi voz es mas sexy que la tuya.-rio bajo.
Cuando terminé de cenar Austin me escoltó hasta mi habitación para después despedirse tímidamente.
Fui a la habitación de Tyler para comprobar que estuviera dormido y estaba muy animado con su laptop mientras leía en la habitación a oscuras.
-¿Qué haces?-pregunté regañadolo.
-Encontré más cosas. -aseguró sonriendo entusiasmado.
-Son tonterías, Tyler. -aseguré sarcástica.
-¿Y si no lo son?-se quejó- sólo mira a ese Damon, no sale de la mansión y tiene las ventanas cerradas.-aseguró molesto - ¡algo no está bien!
-Si no le gusta salir, ni la luz es porque es un borracho.-aseguré sonriéndole.
-No creo que sean tonterías, Mell. -aseguró preocupado.
-¡Lo son!-aseguré calmándolo- ahora a dormir.
-Okey.-dijo bostezando- te amo.
-Y yo a ti. - sonreí cobijandolo- descansa.
Me acomodé en mi cama después de ponerme mi pillama, que constaba de un pequeño short y una blusa de tirantes, y me recosté para seguir leyendo los diarios de mis padres.
"Para matar a un vampiro, existen diversos materiales para lograr traspasarlo con éxito, como la madera en estacas, plata, agua vendita, cruces y el arma más poderosa contra un vampiro según varias culturas, el sol".
Era absurdo pensar que Austin era un vampiro, que Damon lo era, que nuestra familia fuera una leyenda.
Escuché que tocaron a mi puerta, guardé rápido los diarios en un cajón y me acomodé casualmente sobre las almohadas- pasen.- dije fingiendo sueño.
Entró Damon a mi habitación recargandose en el marco de la puerta. Me miró examinándome, una sonrisa curvo sus labios y después soltó un pequeño suspiro.
-Solo quería recordarte nuestra cita para mañana.- sonrió.
-Claro, estaré alli.- le aseguré mirándolo.
- Okey.-comenzó sonriente- hasta mañana.
-Descansa.- le dije amablemente.
-Descance, señorita Portman.-dijo dándose la vuelta para irse cerrando la puerta suavemente detrás de él.
No pude dormir tan bien, no dejaba de pensar en animales mitológicos, pero pronto logré obtener la inconsciencia de mis sueños.
Desperté por los rayos del sol entrar por las cortinas claras de mi ventana. Me metí a la ducha, cepille mi cabello y me puse unos jeans color verdes con una blusa clara; me puse unas botas negras y me mire rápido al espejo.
Caminé al cuarto de Austin pero la cama estaba vacía y tendida, lo llamé pero no se encontraba. También fui a buscar a Damon pero no había rastros de él.
Cuando bajaba las escaleras logré percibir una melodía suave, que provenía del piano en la sala. Me dirijí a la fuente de dicha música y me topé en la habitación oscura, pero en las penumbras logré divisar a Damon.
-Buenos días, señorita.-sonrió pícaro estando un poco ebrio.
-Deberías abrir las cortinas. - sugerí abriéndolas de golpe.
Cuando me giré para encararlo se encontraba frente a mi mirándome fastidiado y cubriendo su rostro levemente con su mano.
-¿Qué rayos...?-comenzó bajando la mano para mirarme confuso.
Miré detenidamente como el sol caía en su rostro y le iluminaba su cabello, parecía que brillaba aún más. Sus ojos azules deslumbrabán, parecían un par de espejos donde mi expresión atónita se reflejaba.
-Lo siento. -susurré mientras él las cerraba de nuevo. -estoy lista para mis clases.
-Ah si, vayamos.-dijo algo confundido - sigame.
Me llevó por la puerta trasera, para dirigirnos a los establos. Caminamos hasta donde nos topamos con el capataz.
-¡Hey! -lo llamó Damon - ensillanos dos caballos, porfavor.-pidió Damon.
-Que sean tres.-gritó Austin con su suave y bella voz, mientas se acercaba.-¡Buenos días!-me sonrió tímido.
-Buenos días. - le sonreí.
En pocos minutos regresaron un par de sujetos con sombreros y botas enlodadas con tres hermosos caballos.
-Gracias. -les dijo Austin.
-¿Tienes miedo?-me miró Damon sonriente.
-No. -aseguré firme mirando los caballos.
-Ellas son Luz y Luna. -aseguró Austin señalando a las yeguas de color marrón y blanco.
-Este es Black. -sonrió Damon, el caballo parecía tenerle miedo a su dueño, pero Damon lo miró a los ojos, acarició su lomo para tranquilizarlo y después subir a su hermoso caballo color negro.
-Luna, es perfecta para ti!-sonrió Austin amablemente, mirando a la yegua de color blanco.-ella es muy dócil.
Me acercó a la yegua y puso sus manos en mi cintura para levantarme y colocarme sobre el lomo.
Una vez que me acomodé, me sujeté fuertemente. Vi como Austin subía de un pequeño salto al lomo de Luz, la yegua color marrón.
Damon le dio una leve nalgada a Luna para que caminara y ambos hermanos me escoltaron, justo detrás de mi, cabalgando y cuidándome, mientras disfrutaba de el paisaje.
Me sentí un poco aliviada cuando la teoría de Tyler resultó estar equivocada. Disfruté del clima cálido y nublado, pero entonces escuché un raro sonido delante del camino, como un cascabeleo.
Miré hacia abajo pero solo vi la cola de una serpiente.
La yegua salió corriendo a toda velocidad y tuve que sujetarme con más fuerza. Escuché la voz preocupada de Austin, pero los perdí de vista muy rápido, entramos al bosque donde tuve que cuidarme de no ser golpeada por las ramas de los árboles.
Escuché otro cabalgar a mi lado, pero tenía miedo de abrir los ojos.
-¡Dame tu mano!-gritó Damon a mi lado montado en Black.
-¡No puedo!-grité asustada.
-¡Con un demonio!-se quejó furioso - dame tu mano, ¡¡Ahora!!-me gritó acercándose más.
Estiré mi mano para alcanzar la suya, él me sujeto también de la cintura y me cargó para acomodarme en su caballo, dejándome frente a frente de él.
Me aferré a su pecho ocultándome en su camisa negra; sentí como Black se detenía.
-¿Está bien?-me preguntó Damon en susurro.
Solo asentí y me dediqué a regular mi respiración a su ritmo normal.
-¿Estas bien, Mellany? -preguntó Austin preocupado.
Sentí como Damon le decía que si y entonces el caballo comenzó a andar levemente de regreso.
Cuando llegamos de vuelta a la mansión, Damon tomó mis manos aferrándole y las separó con cuidado de su pecho.
-Es hora de bajar.-sonrió pícaro bajando de el caballo.
Entonces me preparé para saltar también pero él me sostuvo de las caderas firmemente y me bajó rápido con mucho cuidado.
No me soltó hasta que supo que no perdería el equilibrio y buscó mis ojos, le sonreí débilmente y él me la devolvió con una seducción cautivadora.
Él se alejo con el caballo mientras que Austin se acercaba a mi con ternura para preguntarme otra vez si estaba bien.
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