Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

56. La decisión es de él.

Canción en multimedia: Skylar Grey - Coming Home Pt. II

Le indiqué a Sabrina donde estaban todas mis pertenencias. Le pedí que las empacara en mi maleta y que luego las trajera al hospital. Ella se negó. Dijo que dejaría mis cosas en su antiguo apartamento arrendado, que había hablado con su amiga y que podía quedarme ahí por un par de días. Quisiera marcharme hoy mismo. Quisiera marcharme y olvidarme de todo.

¿Por qué? ¿Por qué Alex me lastimó de esta manera? ¿Por qué jugó conmigo? Debo ser un juguete muy divertido. Todo este tiempo, todo fue mentira.

—Blair—Diana entra por la puerta—. Traje tu celular.

Solo hay un lugar al que podría ir.

Tomo el celular con debilidad. No tengo ánimos para nada, pero necesito ser fuerte por unos instantes más. No quiero que Robert note mi debilidad. Con dificultad, busco el número de Robert en la agenda. Diana solo me mira con preocupación, sentada en la silla al lado de mi cama.

El tono de llamada suena un par de veces, hasta que se descuelga la llamada, y lo primero que oigo es una carcajada que termina de hundirme en mi tristeza.

— ¡Déjame Cynthia! —se ríe con ganas —¡N-No! —suelta una nueva carcajada —. ¡E-E-Espera... tengo una llamada! —habla entre risas hasta que logra soltar un dificultoso: — ¿Hola?

Trago grueso y cierro los ojos. Necesito fuerzas. Necesito fuerzas para hablar.

—Hey... —murmuro.

«Muy bien hecho, Blair.»

— ¡Hola hermanita! Hace tiempo que no hablábamos —dice, bastante animado. Me odio a mí misma por tener que arruinarle la felicidad de esta manera — ¿A qué se debe tu llamada?

Oigo el sonido de las olas a lo lejos.

—Robert... ¿En dónde estás? —pregunto con temor.

De vacaciones con Cynthia. Por fin el doctor le dio el permiso a Cynthia para poder viajar, así que estamos disfrutando de unas vacaciones en la playa.

Oh.

—Eso se oye muy bien... ¿Y cuánto tiempo estarán de vacaciones?

—Pues hasta cerca de las fechas de navidad. Pero no te preocupes, iremos a casa para la cena de navidad. Tienes que ir también. Por ahora solo quiero disfrutar el tiempo con Cynthia lo mayor posible. —No quiero esto. No quiero arruinarle sus vacaciones a Robert. No cuando su tiempo con Cynthia puede estar contado — ¿Blair? ¿Qué pasa? ¿Estás bien?

Cuelgo.

Diana me mira con confusión y preocupación. El celular suena en mi mano. Robert está devolviendo la llamada.

— ¿Blair? —pregunta Diana, cautelosa.

—Deja que suene—murmuro.

Pasan largos minutos en los que mi teléfono suena una y otra vez, hasta que finalmente, Robert se rinde. Diana me mira con tristeza, como si estuviera apenada. Ella me trató mal una y otra vez, y ahora que he podido curar a Alex si cree en mí. Pero si no fuera por eso, ella no estaría aquí sentada.

Alice entra en la habitación. La miro de reojo, pero rápidamente quito mi mirada de ella. No quiero sus palabras. No quiero su compasión. No quiero que se apiade de mí. Escucho a Diana y a Alice intercambiar un par de palabras, pero no soy muy consciente de lo que dicen. Seguidamente, Diana abandona la habitación y Alice se sienta a mi lado.

— ¿Cómo estás? —pregunta con una voz dulce.

Parpadeo un par de veces. No quiero llorar otra vez.

Alice desvía la mirada, incómoda.

—Sé lo que hizo Alex. Estoy muy apenada contigo, Blair. Te prometí que haría que tu libro se publicara, pero a cambio de eso... —agacha la mirada, apenada—. Espero que puedas perdonarme.

Alice no tiene la culpa de lo que sucedió. Ella le confió todo a Harmony, quien le aseguró que convertiría mi libro en un éxito. Que pondría mi nombre en la boca de todos. Ahora mi nombre estará en la boca de todos, pero por una razón diferente.

—No es culpa suya—logro decir.

Sus ojos me miran, llenos de angustia.

—Pero... ¡Pero esto no era lo que yo quería! ¡Curaste a mi hijo! ¡Y te estoy increíblemente agradecida! ¡Pero...! ¡No se suponía que tú terminaras destruida al final!

—Usted me lo advirtió. Dijo que podría salir lastimada por esto... y no la escuché.

Una lágrima se me escapa, pero la limpio con rapidez. Un nudo crece en mi garganta, pero me aguanto. No quiero llorar frente a Alice. No quiero.

—Blair. —Me quita el celular de la mano y lo deja en la mesita de al lado. Luego toma mi mano, pero el contacto se siente extraño—. Si algún día necesitas algo de mí, cualquier cosa... no dudes en pedírmelo. Estoy en deuda contigo. No dudes en pedirme ayuda si lo necesitas.

Lo medito por un momento. No creo que vaya a pedirle ayuda alguna vez, pero decido aprovechar la oportunidad.

—De hecho... quisiera pedirle un solo favor.

Dos días después salí del hospital. Sabrina no permitió que Alex se acercara a mí, y a pesar de sus intentos desesperados por hablarme, no quise mirarlo a la cara. Por otro lado, Alice me dio una gran cantidad de dinero. No porque se lo pedí, sino porque según ella, era mi paga por haber ayudado tanto a Alex y haber restaurado un poco la unión en su familia. El cheque se sintió extraño en mi mano. Después de todo, solo un pedazo inútil de papel.

Mi maleta está en un rincón de la habitación. Ya estoy vestida con unos jeans, unos zapatos tenis y un abrigo azul de invierno. Me recogí el cabello en una cola de caballo baja. Robert volvió a llamar unas cuantas veces, pero no le contesté en ninguna oportunidad. Solo le mandé un mensaje diciéndole que estaba bien, esperando que con eso se calmara su preocupación.

Ahora estoy sentada en el suelo, esperando a que Sabrina y Diana lleguen por mí. Solo estoy pasando el tiempo, entreteniéndome con los corazones de papel que hice la última vez que estuve aquí. Los acomodo en una especie de curva. Termino rasgando algunos y dejo los trozos tirados en el piso. Poco a poco los voy rasgando, hasta que solo queda uno. Finalmente lo dejo en el suelo, resignada, y sujeto mis rodillas, acercándolas a mi cuerpo. No tiene sentido.

— ¡Blair!

Me levanto del suelo con resignación, y tomo mi maleta. ¿Quién diría que me marcharía de Los Ángeles en estas circunstancias? Arrastro mi maleta hasta la sala, en donde Sabrina y Diana parecían estar hablando de algo, pero al verme se callan.

Sabrina me sonríe casi con ternura.

— ¿Estás lista?

Agacho el rostro y asiento.

Camino detrás de ambas, llevando mi maleta con lentitud y bajamos las escaleras. Salimos del edificio, y a la salida se encuentra un Lexus negro, con un chofer aguardando al pie del vehículo. El chofer se acerca a mí y me quita la maleta, para luego meterla en el maletero del vehículo.

— ¿Entonces aquí nos despedimos? —pregunta Sabrina con tristeza. Yo asiento. Ella se abalanza a abrazarme—. Ruego porque nuestros caminos se vuelvan a encontrar. Siempre tendrás una amiga aquí en Los Ángeles. Siempre.

Asiento, y le devuelvo el abrazo a medias. Se siente incómodo. Se siente extraño. No es el abrazo que necesito. Y la persona que necesito que me abrace, fue quien me destruyó. Cierro los ojos y suspiro. No quiero despedirme de Sabrina. Por fin había conseguido una amiga. ¿Por qué el mundo me la arrebata?

Cuando Sabrina se separa de mí con los ojos llorosos, Diana se acerca y repite el proceso.

—Lamento haberte tratado como te traté al principio. Lo siento de verdad. Estaba equivocada acerca de ti—murmura con tristeza—. Personas como tú no se encuentran en todos lados. Te deseo la mejor de las suertes, Blair.

— ¡Llegué a tiempo! —una voz interrumpe.

Diana se separa de mí, y logro a ver a Reed, mirándome con tristeza.

—No pensabas irte sin despedirte de mí, ¿verdad?

Retrocedo un paso. Ver a Reed es un recordatorio de Alex por todas partes. Sin embargo me abraza a pesar de que resulta incómodo para mí.

—Lamento mucho lo que te hizo ese desgraciado... pero me encargaré de que se arrepienta por ello. Sé que no quieres verlo... pero espero que algún día lo puedas perdonar. —No creo que pueda hacer eso. Se separa de mí y limpia las lágrimas que caen por mis mejillas—. Recupérate, ¿está bien? Y espero que vuelvas algún día.

Me despido de todos. Mis ojos buscan a Alex inútilmente, esperando a que aparezca por algún lado para intentar detenerme. Para que me estreche en sus brazos y me susurre cosas bonitas al oído. Para que se disculpe. Para que no me permita marchar. Pero es inútil.

Subo al Lexus con resignación, y el chofer pone el coche en marcha. Reed, Sabrina y Diana desaparecen en la distancia, hasta que ya no son visibles. Me recuesto en la ventanilla, y las lágrimas comienzan a salir por si solas.

Todo ha terminado.

El viaje fue largo y exhausto. A pesar de que permanecí casi dieciocho horas en un automóvil sin hacer nada, me siento exhausta. Claro, hubo que hacer algunas paradas para comer. Por ahora solo quiero llegar a mi cama y acurrucarme en las cobijas. Esconderme del mundo. Ser invisible por un instante y curar aunque sea unas cuantas heridas. Por fin estoy en Seattle, pero no puedo ir a casa de Robert porque está de vacaciones.

Me encojo en mi asiento. No quiero volver a ese lugar. No quiero darle la razón a esa mujer. Pero no tengo a donde más ir.

Le doy la dirección al chofer, e instantes después vehículo se detiene frente a mi casa.

—Hemos llegado—dice, como si yo no lo supiera.

Me bajo del vehículo antes de que el chofer tenga la oportunidad de abrirme la puerta. El chofer baja mi maleta, y me la entrega. Me da una sonrisa ligera, como de comprensión, y después de eso se monta en el coche y desaparece.

Está nevando. La nieve me cae en la cabeza y en los hombros, y las aceras están llenas de nieve. Es tan diferente al clima de Los Ángeles. Me doy media vuelta, y miro la casa frente a mí. No pensé que volvería a este lugar. Pensé que podría volverme independiente en Los Ángeles, que podría defenderme por mi cuenta. Que podría demostrarle a mi madre que estaba equivocada. Que podría demostrarle que soy más fuerte de lo que ella cree. Pero ahora mismo me pregunto si realmente lo soy.

Camino hasta la puerta, y con resignación toco el timbre un par de veces. Unos pasos se acercan, hasta que la puerta finalmente se abre. Mi madre se recuesta en un lado de la puerta, mirándome con arrogancia.

—Vaya, vaya. ¿Entonces reconoces tu derrota?

Agacho la mirada. No quiero hablar con ella.

Mi madre se hace un lado al ver que no respondo.

—Pasa—dice, casi de mala gana. Seguidamente grita: — ¡Ethan! ¡Adivina quien llegó!

No me recibe con un abrazo. No me recibe con un beso en la mejilla. Solo sonríe con satisfacción, burlándose de mí. Feliz por haber ganado.

Mi padre baja por las escaleras con un semblante oscuro. Pensé que al menos él me recibiría con un abrazo, pero en vez de eso, llega frente a mí y tira un periódico a mis pies. Una fotografía mía aparece en primera plana.

— ¿Ese es el tipo de escritora que quieres ser? —pregunta, colérico.

Las lágrimas comienzan a salir una vez más. No me molesto en explicárselo ahora mismo. No me creerá.

—Puedes quedarte en la habitación de invitados—dice.

Abro los ojos a más no poder, y lo miro directo a los ojos. ¿Habitación de invitados? ¿Desde cuándo hay una habitación de invitados?

—Te echamos de casa la primera vez esperando a que pudieras defenderte por tu cuenta, pero poco después nos dimos cuenta de que fue un error—dice con voz fría—. Decidimos esperar unos meses, y después de eso intentamos contactarte para que volvieras y admitieras que la vida no es tan fácil como parece. Pero fuiste terca, y esperaste hasta ahora, cuando ya lo arruinaste todo.

— ¿Desde cuándo hay una habitación de invitados? —pregunto, casi sin aire.

—Desde que te fuiste.

No puede ser. Mi habitación.

Salgo corriendo hacia el piso de arriba, llevando mi maleta conmigo. Corro hasta donde quedaba mi habitación, y al llegar, suelto la manija de la maleta. Observo el cuarto frente a mí con una suma decepción, y vuelvo a llorar. Las pocas cosas que dejé no están. Las paredes están pintadas de blanco, sin un solo póster en ellas. Los pequeños muebles están vacíos, y la cama está tendida con una manta de color azul. Como una habitación de invitados. Como la habitación en la que Alex permaneció inicialmente. Como si nadie nunca hubiera estado en ella.

Entonces me acuerdo de Alex, y me vuelvo a derrumbar por dentro.

Mi habitación ya no existe.

Es de noche. Robert ya sabe que estoy aquí. Escuché a mi madre cuando hablaba con él. Ni ella ni mi padre subieron en todo el día a preguntarme si estaba bien. No he tenido ánimos para desempacar mis cosas, pero decido hacerlo de una vez por todas. Abro mi maleta y comienzo a desempacar mi ropa. La doblo y la acomodo en el clóset vacío. Otra vez en la misma jaula. Otra vez en la misma prisión. Este lugar se siente extraño, como si estuviera en la casa de un desconocido. No se siente como mi casa.

Cuando termino de acomodar la ropa, me encuentro con un sobre blanco en el fondo de la maleta. Lo tomo entre mis manos y lo miro, extrañada. Busco por los lados en busca de un remitente, pero no hay nada. Me cuestiono por un momento si abrirlo o no. ¿Y si es de Alex? ¿Y si es de él? Sacudo la cabeza con tristeza. Él nunca me escribiría una carta. Tal vez sea de Alice o algo.

Abro el sobre con manos temblorosas. Una parte de mí ansía que sea de Alex. Ansía saber algo de él. Ansía una explicación de su parte. Pero otra parte quiere mandarlo lejos, y nunca volverlo a ver.

Extrañada, miro aquella letra. Nunca la he visto. Es una letra bonita, pero antes de permitirme profundizar más en mis estúpidos pensamientos, mis ojos ya han comenzado a leer.

Blair.

Seguramente no esperabas esto aquí. Le pedí a Sabrina que me permitiera meter esta carta en tu equipaje. Y antes de que rompas esta carta o la lances lejos, quiero decirte algunas cosas. Algunas cosas que llevo dentro del pecho, y que me duelen, porque el día de hoy descubrí que no me gusta verte sufrir. Lo odio. Odio ver cómo te derrumbas frente a mí, y odio aquella impotencia que siento al no poder hacer nada para evitarlo. Porque soy un cobarde. Porque no pude dejar mi maldito miedo de lado e intentar explicarte las cosas. Porque no puedo tomarte en mis brazos así como tú lo hiciste conmigo tantas veces. Y no quiero que pienses que no eres importante para mí, porque la verdad es que me importas más de lo que yo creí. Hoy descubrí algunas cosas. No me di cuenta de cuánto me importabas hasta que te hice daño. Y por favor créeme cuando te digo que incluso yo solté un par de lágrimas. Porque tu dolor me duele. Me quema. Y me odio a mí mismo en este momento.

Sé que regresarás a Seattle. Te rendiste, y odio pensar que yo lo causé. No me volveré a encerrar. Intentaré seguir con mi vida como tú me enseñaste, porque sé que no querrías verme aislado otra vez. Recuperaré mi vida. Volveré a mi trabajo, y me haré responsable de mis acciones. Maduraré de una vez por todas, porque no puedo seguir actuando como un niño. También pienso irme de la casa de mi madre en un mes o tal vez dos. Quiero permanecer en esa habitación un poco más. En la habitación que compartimos tantos recuerdos. Quiero pensar que sigues allí conmigo, aunque sea una mentira.

Respetaré tu decisión. Te dejaré vivir, pero te ruego que seas feliz, y que puedas recuperar lo que yo te robé. Debes odiarme ahora, y tienes todo el derecho de hacerlo. No interferiré en tu vida, porque sé que solo si me alejo, podrás ser feliz.

Espero que puedas perdonarme algún día. Te mereces el mundo entero, Blair. Te quiero con mi corazón entero. Con mi corazón, que ha dejado de ser frágil como el papel, porque tú lo hiciste fuerte. Porque yo trabajé en hacerlo fuerte. Porque me enseñaste que no tiene nada de malo ser frágil, siempre y cuando luches por volver a levantarte. Espero que puedas volver a levantarte, y deseo con mi alma que puedas ser feliz.

Te lo ruego, sé feliz.

Atte.

Alexander Russell.

Agarro el papel con fuerza entre mis manos, pero poco a poco el agarre se afloja y el papel comienza a humedecerse por mis lágrimas. La carta se escapa de mi agarre y cae al suelo, y comienzo a llorar una vez más, sintiéndome como idiota.

Alex no va a luchar por arreglar lo que hizo. Es igual que los demás. Solo va a seguir con su vida.

Él no va a luchar por tenerme de vuelta en su mundo.

.

........................

¡Hola gente!

*la asesinan*


¡Ya se! ¡Ya se! Es un final horrible, ¡los finales siempre son lo más difícil! Pero bueno, me temo que por aquí termina esto por ahora. Esto sin duda me dolió. Ver a un personaje que creé, tan destrozado, mueve cosas en el kokoro. 

Sé que muchos querrán matarme ahora mismo, pero aun no esta todo dicho. Aun tengo que publicar el epílogo y dar un par de anuncios que seguro les interesará a los inconformes con el final 7u7... y bueno, el epílogo será en tercera persona. Seguro dirán "¿Pero como es eso? Si Blair ha estado contando toda la historia", y bueno... ha contado todo menos el prólogo. Con el epílogo veremos a Alex, y le echaremos un vistazo a como ha quedado después de todo esto.

Aun no eliminen esta historia de sus bibliotecas, que aun tengo un az bajo la manga que estoy segura que les interesará. Puede que en el transcurso de esta semana suba el epílogo junto a lo que deben saber, o a inicios de las otra. ¿Cuando? Oie, io no ce. Pero es más probable que sea esta semana.

¡Muchas gracias a todos los que me acompañaron en esta aventura! Esta fue mi primera novela larga (porque antes solo había escrito historias cortas), y debo decir que fue toda una osadía. Gracias por todos sus comentarios, sus votos, sus sugerencias, sus ánimos... incluso las risas y lágrimas que compartieron conmigo. Muchas gracias a todos por su apoyo, de verdad. Y estoy ansiosa por volver a empezar muy pronto ^^

¡Muchas gracias a todos, y nos leemos en unos pocos días!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro