Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

52. La condena del recluso.


—Yo tuve que ver cinco revistas porno... ¿Y tú me das un pequeño chocolate? — Rio, incrédula—. No puedo creer que seas tan injusto.

—Creí que te gustaba el chocolate—murmura.

Lo miro de reojo, y cuando menos se lo espera, le arranco el chocolate de las manos. Él ríe. Abro la envoltura, y efectivamente está derretido. Me como el pequeño chocolate, y lamo la envoltura. Después de eso, dejo el papelito a un lado y me chupo los dedos untados de chocolate, uno por uno. Alex solo me observa, embelesado.

¡Dios! ¿No hay más de este chocolate?

Entonces Alex frunce el ceño hacia mí. Lo observo, sin entender.

— ¿Qué? —pregunto.

—Se supone que tenías que darme—dice, con la mirada seria. ¿Está hablando en serio?

— ¡Pero si era mi chocolate!

—Pero yo lo agarré.

—Pero tú me lo diste.

—Pero pensé que me ibas a dar un poco.

—Ah... —Su rostro está completamente serio, pero no puedo distinguir si se está burlando de mí de nuevo o no—. Lo siento. Pero... pero tú me obligaste a ver revistas porno, y lo mínimo que podías hacer era eso.

Desvío la mirada hacia un lado mientras termino de saborear lo que me queda de chocolate entre la boca. Entonces me doy cuenta de la posición en la que estamos. ¿A qué hora me senté en sus piernas? Esto es vergonzoso.

—Oye—me llama.

Lo miro, y se queda en silencio mirándome. Pasamos un rato mirándonos en silencio, y creo que me voy a derretir. Él alterna la mirada entre mis ojos y mis labios, y de repente me pierdo en su mirada. En su profunda mirada. En su mirada que quiere transmitir tantas cosas pero solo puede decir unas pocas. La tensión comienza a aparecer. Trago grueso y miro sus labios. No puedo querer besarlo. Esto está mal. Pero mi estúpido cuerpo tembloroso como gelatina ya me advierte que estoy entrando en terreno peligroso.

— ¿Entonces... no te gustó ninguna revista? —murmura con voz suave cerca de mis labios, y tengo que agarrarme fuerte para no reducir la distancia. Logro negar con la cabeza a duras penas — ¿Por qué no?

Podría pegarle en la cabeza para reducir la tensión. Si, podría hacer eso. Si tan solo pudiera moverme...

—Alex...—trago grueso, y me aferro a sus bíceps—. ¿Q-Qué...? ¿Qué estás...?

Su frente se junta con la mía, y su respiración se vuelve pesada contra mis labios. Cierro los ojos con fuerza, porque no puedo mantenerlos abiertos un segundo más. Me aferro a sus brazos con más fuerza, temiendo cometer una estupidez. Todo ha sido demasiado confuso. Estamos demasiado bien... y esto podría arruinarlo todo. No lo soportaría. No soportaría estar alejada de él otra vez.

—Blair...—suspira, y su nombre en mis labios me hace enloquecer por dentro.

La desesperación crece en mí y me hace claudicar. Solo quiero que me bese. Lo deseo. No soporto este espacio entre nosotros un segundo más, y no me importan las consecuencias ahora mismo.

—N-No hagas... algo estúpido....

Me pregunto si me escuchó. Al parecer no.

En mi interior, algo se libera, y por dentro me lleno de una dulce sensación. Los labios de Alex sonríen contra los míos, y me aferro con más fuerza a él. No soportaba la ausencia de sus besos un segundo más. Cuando su lengua toca la mía, un millón de chispas estallan en mi interior. Su lengua se enreda lentamente con la mía, y un suspiro sale de lo más profundo de mi pecho. Me besa con algo de desesperación, como si hubiera estado esperando para besarme durante todo este tiempo. Él no era el único que estaba esperando.

Cuando se separa, lo siento sonreír. Sin embargo, yo mantengo los ojos cerrados. Exhalo con pesadez.

—Se-Se-Se su-supone qu-que no harías algo e-e-estupido...—logro balbucear. Genial, y ahora se me da por tartamudear. ¡Viva yo!

—Y no lo hice—canturrea.

—Pe-Pe-Pero...

Él sonríe, y roza mis labios con lentitud.

—Solo no hables.

Suspiro cuando me besa nuevamente. Ojalá esto no acabe pronto.

Durante los días siguientes, las cosas transcurren bastante bien entre nosotros. Alex y yo nos hicimos más unidos que nunca. En el gimnasio, obligatoriamente teníamos que separarnos, ya que nuestros ejercicios por lo general quedaban en esquinas diferentes del gimnasio y no podíamos vernos muy seguido. Nick ayudó a Alex durante un tiempo extra, y luego lo dejó por su cuenta cuando vio que estaba adquiriendo su propio ritmo, sin embargo eso no significó que dejaron de hablar. Y pronto a Alex comenzaron a salirle músculos, cosa que ha aprovechado para recalcármelo. Es todo un engreído, pero aun así no me molesta en lo absoluto.

Para mí todo resulta un sueño realidad, pero aún tengo ese gusanito comiéndome la cabeza que me dice que esto no será real por mucho tiempo. Que en algún momento me estrellaré con fuerza contra el piso porque, por lo general, no soy el tipo de persona a la que le pasan estas cosas. Por lo general a mí me ignoran. Me aplastan. Juegan con mis sentimientos, y siempre busco la manera de levantarme por mi cuenta. A mí no... no me pasan estas cosas. No es a mí a quien un hombre besaría. No es conmigo con quien un hombre se reiría. No soy yo la causa de la sonrisa de alguien. Sigue pareciendo un sueño.

Después de las pequeñas vacaciones en la cabaña, Alex y yo hicimos como nuestra la tradición de salir a la terraza de la enorme mansión Russell cada noche, para ver las estrellas y hablar entre nosotros, o simplemente disfrutar de la compañía del otro. Es acogedor. Por lo general, nos acurrucamos en los brazos del otro y nos acostamos sobre una manta que colocamos en el piso mientras miramos las estrellas. Claro que Alice, Diana y Sabrina han notado esta extraña tradición, al igual que muchos otros empleados, pero a Alex por fin ha dejado de importarle la manera en la que los demás lo miren. Él es único, y solo eso tiene que saber para que nada le afecte.

Todos estos días han sido un sueño hecho realidad.

Sin embargo también existen esos días en los que Alex se pone depresivo. Aun no puede perdonarse a sí mismo por lo que ha hecho. Y lo entiendo. No es fácil asimilar que fuiste el responsable de quitarle la vida a alguien. Sobre todo cuando esas personas eran tu padre y tu novia. No soy capaz de sentir el dolor que él siente al mismo nivel, solo puedo imaginarme lo horrible que debe ser.

Cierro los ojos y me recuesto en su pecho. Una de sus manos rápidamente viaja a mi cabeza y enreda sus dedos en mi cabello. Luego acaricia mi cabeza con suavidad y suspiro, por lo cálido de la sensación.

—Tienes que admitir que estás un poco loca—murmura con pesar.

Abro los ojos con lentitud.

— ¿Por qué lo dices?

—Porque... porque... ¿Cómo puedes aceptarme a pesar de lo que hice? —intenta explicarse con tono frustrado—. Soy un asesino. Yo... maté a-

—Alex.

— ¡Es la verdad! Soy un jodido asesino... y necesito ser castigado.

Cierro los ojos con pesar. Sé que no importa lo que yo diga, no hay forma de que pueda quitarle ese pensamiento de la mente. Se siente mal por lo que pasó, y con toda razón. Me frustra saber que no hay nada que yo pueda decir para hacerlo sentir mejor.

—Cuéntame el resto de la historia—le pido.

Se tensa.

—No saldré corriendo. Te lo prometo. Tampoco hablaré si eso es lo que quieres. Pero por favor, cuéntame el resto de la historia.

El silencio predomina por unos instantes. Espero a que diga algo, pero entonces concluyo que no quiere hablar de ello. Suspiro. Su mano me acaricia la espalda de arriba abajo, y cierro los ojos para disfrutar sus caricias.

—Tú deberías odiarme—murmura con tristeza—. Me gustaría saber por qué no me odias. No te he tratado exactamente bien. Te he lastimado muchas veces. Fuera de eso, te enteraste de que soy un asesino y sigues aquí. ¿Por... por qué? ¿Por qué no me odias?

No lo sé. Puede que debiera odiarlo desde hace mucho. Ha hecho tantas cosas que no podría contarlas, pero aun así sigo a su lado. Supongo que, después de haber estado vagando por meses en la ciudad de Los Ángeles sin tener a nadie a mi lado, convertirme en niñera de Alex fue como una bendición. Estaba completamente sola en una ciudad desconocida, pero de repente pasé de estar sola a pasar mi tiempo con un hombre que no conocía en lo absoluto, pero a pesar de eso me sentí acompañada. Alex era mi único soporte a pesar de que en ese entonces ninguno de los dos conocía bien al otro.

Al menos había alguien más en la habitación.

—No lo sé.

—Deberías odiarme...

— ¿Quieres que te odie?

Mi pregunta lo deja estático por un momento, pero luego sus músculos se relajan.

—No—susurra—. No quiero que me odies.

—Entonces estás de suerte.

El silencio se hace una vez más. Ninguno dice nada, y supongo que está bien. Puede que no quiera contar nada, y si es así, tengo que respetar eso. No puedo obligarlo a hablar.

—Estuve en la cárcel.

Abro los ojos, y de inmediato con su declaración mi mente empieza a fabricar millones de teorías. ¿Por qué estaría en la cárcel? Digo, ¿alguna vez alguien se enteró de lo que hizo? Y si Alex pagó una condena, ¿por qué sigue torturándose tanto a sí mismo?

—Me entregué y pedí que me enjuiciaran—traga grueso—. Yo... no podía con la culpabilidad... estuve en prisión un año.

A mi mente viene la imagen de Alex encerrado en una celda las veinticuatro horas del día, compartiendo espacio con algún recluso. Apreto los dientes. No. Alex no es como ellos. Él es diferente. Pero a decir verdad, es igual a ellos en cierto modo, aunque mi alma enamorada lo quiera negar. Cometió un crimen, pero a pesar de todo, tuvo el valor de reconocer su error y entregarse. Sin embargo, eso no elimina el hecho de que sea culpable

Pero entonces, ¿qué sucedió después? ¿Por qué está libre?

— ¿Estuviste... en prisión? —susurro, anonadada.

—Sí. Mi madre... no soportó verme encerrado. A pesar de que le rogué que no pagara la fianza y que me dejara en la cárcel, ella me liberó cuando solo llevaba un año allí. Esa es una de las razones por las que... yo...

Por las que odia a su madre. Pero eso no es justo. Alice solo quería lo mejor para él. Ya había perdido a su esposo. No podía perder a su hijo también.

—No pude regresar a la cárcel, pero yo quería seguir allí. No me consideraba digno de la libertad, no después de lo que había hecho... entonces...

Se me atasca la respiración al comprenderlo todo. Todo este tiempo estuvo encerrado por algo más allá de su depresión.

—Te encerraste en una habitación para así cumplir tu encierro.

Por eso no se suicidó en todo este tiempo. Porque sentía que aún tenía una condena de pagar. Pero aun así, yo lo vi intentando hacerse daño a sí mismo en varias ocasiones... ¿Era más fuerte su deseo de morir, o su obligación de cumplir con su condena mental? Todo el tiempo fue una lucha mental entre ambas cosas... y por eso nunca llegó a completar su suicidio.

—Pasé un año en la cárcel... y los otros dos años he permanecido encerrado en mi habitación.

—Alex...

—Mi madre... sigue venerando a mi padre a pesar de lo que hizo. Sigue insistiendo en mí a pesar de que sabe que fui yo, su propio hijo, quien mató a su marido. Me liberó a pesar de lo que hice. Por eso la odio—farfulla con rencor—. Porque no es capaz de hacer lo que cualquier persona haría en su lugar. Porque no es capaz de hacerse valer. Porque simplemente permite que mi padre y yo la pisoteemos como queramos. Porque no es capaz de defenderse a sí misma de una vez por todas.

Es cierto que Alice ha sido algo cobarde al enfrentar esta situación, pero Alex no necesitaba añadirle más peso a su carga emocional. De lo que él no se da cuenta, es que su madre ha estado aprisionada durante tanto tiempo como él. No es fácil ver como tu hijo sufre día a día, y llegar a tal punto que obtener el pequeño atisbo de una sonrisa de su hijo la sumerge en un mar de lágrimas.

— ¿La odias porque no es capaz de odiarlos a ti y a tu padre?

Las manos de Alex se tensan en su agarre. Pienso en algo que decirle, algo que pueda hacerlo cambiar de opinión, pero nada se me ocurre. ¿Quién soy yo para juzgar la relación que tiene con su madre si la relación que tengo con la mía es pésima? La diferencia es que mi madre suele ser una persona cruel y déspota, al menos conmigo. No como Alice. Ella es una madre de verdad, por el simple hecho de hacer todas las cosas que ha hecho por su hijo hasta ahora. Ella daría la vida por él.

—La odio porque no tiene el valor de actuar como una madre.

Respiro profundo, y me reincorporo sobre mis brazos para mirarlo al rostro. Su ceño está fruncido y sus facciones son duras. Mi cabello cae a los lados de mi cara, y uno de ellos cae en la comisura de su boca.

—Entonces... ¿Qué te habría gustado que hiciera tu madre?

—Que me dejara en la cárcel—contesta escueto.

— ¿Te gustaría estar en la cárcel ahora mismo?

Alex escupe un poco para quitarse mi cabello de su boca. Vuelve a mirarme, y con ojos serios y profundos contesta:

—Sí.

Está mintiendo. Estoy segura. Hay algo en su mirada que me indica que no está diciendo la verdad.

—La verdad.

—Sí—insiste.

— ¿En serio? ¿Por qué no te creo?

—Porque siempre te gusta verle lo bueno a todo, y prefieres tener un pensamiento optimista antes de enfrentar la cruel realidad—contesta, y desvía la mirada—. Sólo eres una ilusa.

—No soy ilusa—frunzo el ceño—. Alex, yo he visto tus sonrisas. Tus sonrisas reales—él abre la boca para hablar, pero lo interrumpo—y puedes excusarte diciendo que esas sonrisas no eran reales. Que solo estabas fingiendo.

—Es porque así es.

—No, no es así. La mayoría de gente no lo nota, pero yo sí puedo diferenciar una sonrisa falsa de una real. Y tú has sonreído de verdad. No puedes negarlo. ¿Qué no lo ves? Tu madre intenta salvar tu vida aunque tú no tengas esperanzas en ello. Pero ahora estás aquí, conmigo. No puedes negar lo obvio. Ha sido obvio desde hace un tiempo ya.

—No entiendo de lo que hablas—refunfuña, mirando hacia otro lado.

—Hablo de que tu condena ha terminado. —Sus ojos conectan con los míos, muy abiertos—. Ya... ya eres libre.

Comienza a negar con lentitud, una y otra vez. ¿Por qué? ¿Por qué no se siente merecedor de su libertad?

—Melanie y tu padre no habrían querido esto... incluso si te odiaran, no estarían satisfechos con que te encerraras. Si te odiaran, ellos tal vez habrían deseado tu muerte, o habrían deseado ver tú caída con sus propios ojos, pero tu encierro no los habría dejado felices—sujeto su cabeza para que deje de negar—. Pero ese no es el caso. Tú eras importante para ellos. Tuviste hermosos recuerdos con tu padre, y Melanie te enseñó a amar y a caer, para que un día pudieras levantarte más fuerte que antes.

Sus lágrimas salen a flote poco a poco, pero él está mudo. Sabe que estoy diciendo la verdad. Todo esto le duele, y está bien, porque en la vida es necesario sufrir para encontrar la verdadera felicidad.

Antes de llegar a la cima, primero hay que escalar la montaña.

—Tú sabes que es inútil que te sigas encerrando—murmuro con voz suave mientras limpio sus lágrimas—. Eres libre. Quien sea que haya decidido castigarte, tal vez un ente mágico o algo así, sea Dios o cualquier fuerza de la vida, como lo quieras llamar... esa persona, ha decidido que es suficiente. Se acabó, Alex. Se acabó.

—No puede ser así...—susurra.

—Cuando los presos cumplen su condena, ganan su libertad.

—No sabes lo que dices...

—Lo sé. Y si te sientes mal por lo que hiciste, deja que tu madre te ayude. Deja que los demás se acerquen a ti. Eso es todo lo que puedes hacer—murmuro—. Seguir encerrado en tu habitación no te hará sentir mejor, y tampoco los traerá de vuelta.

Alex entrecierra la mirada. Me duele. Me duele verlo sufriendo tanto. Si pudiera, pasaría su dolor a mi cuerpo para que así pueda descansar. Me metería en su interior y destruiría todo el dolor con un gran martillo. Inventaría la cura para el dolor del corazón. Si tan solo pudiera... pero no puedo. Este intento inútil por hablarle y hacerlo entrar en razón es lo único que puedo hacer para intentar calmar su dolor.

Su mano se estira con lentitud hasta tocar mi mejilla. Cierro los ojos y suspiro. Su mano es tan grande y cálida. Me produce millones de sensaciones con tan solo un toque. Él tiene algo especial. Él causa algo especial en mí.

—Tú me odiarás un día... y ese será mi castigo—susurra.

Abro los ojos y lo miro, confundida. Si ese será su castigo, puede esperar eternamente porque yo no lo odiaré nunca. Porque tendría que lastimarme demasiado fuerte para que un día lo termine odiando, pero a pesar de eso, no creo poder odiarlo con todas mis fuerzas. Pero él no quiere lastimarme. Solo piensa que terminará haciéndolo por simplemente ser él. Pues puede esperar sentado. Odiarlo no está en mis planes.

—Tú no quieres que te odie—le recuerdo.

—No... no quiero... pero sé que pasará. Sé que me odiarás. Sé que te alejarás de mí, como todos lo han hecho desde que Melanie me traicionó. —Frunzo el ceño. Eso no es del todo cierto—. Al final, voy a terminarte lastimando a ti también.

—No digas esas cosas. Incluso... incluso si me lastimaras demasiado fuerte... no podría odiarte. Al menos, lo dudo mucho.

Suspira, y se limpia las lágrimas con el brazo.

—Todo sería más fácil si me odiaras—murmura, afligido.

Niego con la cabeza y cierro los ojos. Acaricio sus cabellos. Si yo lo odiara, no se solucionarían sus problemas. El odio nunca será la solución a nada.

— ¿Hay algo más que no me hayas contado? —pregunto con suavidad.

Su silencio me lo dice todo. Supongo que por esta noche no es capaz de hablar más, y está bien. Demasiada confrontación emocional por hoy. Lo abrazo y decido no hablar más. Creo que por esta noche ya es suficiente.

.................

Ehm... ola ke ase :v

¡Hola a todos! ¡Llegó por quien lloraban! ¿Cómo han estado en estos ultimos días? ¿Me extrañaron? Yo sé... ¡yo sé que no! *se va a llorar a un rincón*

Sí, sí, después de una semana, ¡por fin llegué con el capítulo! Tardé, ¡no tengo perdón! Pero bueno, la buena noticia es que me aparecí :) 

Ahora se sabe que el encierro de Alex no era solamente por la depresión. La verdad es que la culpabilidad puede hacer cosas enormes, ahora que lo pienso. ¿Qué piensan ustedes? ¿Puede la culpa llegar a cambiar por completo la vida de una persona?

Y bueno, quiero compartirles este hermoso dibujo que @anielha hizo de Blair. ¡Gracias por hacerme el favor! ¡Te quedó hermoso! Aunque debo decir que se ve muy inocente, pero aún así me encantó ^^ ¡Muchisimas gracias por hacerlo! ¡Y sigue dibujando! Se nota que tienes una manera muy particular de dibujar :)

Y bueno, por ahora solo queda esperar a ver que tormentas se avecinan. Se viene lo divertido... para mi, porque ustedes van a sufrir :v Ah, ser escritora es taaaaaaann divertido.

¿Qué les pareció el capítulo? ¡Me encantaría oír sus opiniones! Así que no olviden comentar y votar, ¡y nos leemos la próxima semana!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro