Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

4. Falta de aire.


«Déjame amarte»

Escrito por Blair Johnson

.

Observo el manuscrito en mis manos mientras espero que la conexión en Skype se establezca. ¿Cuánto tardé para escribir este libro? ¿Cuánto sudé, me esforcé, corregí? Ya ni puedo recordarlo. Desde que comencé a escribirlo, había dejado en claro una cosa y solo una cosa: este libro se publicaría. Se distribuiría por todas partes, y muchas personas lo leerían. Pensé en auto publicar. Pero cuando buscas en internet acerca de ello, las páginas que salen son decepcionantes. Unas, son editoriales disfrazadas de negocios, en las que uno tiene que pagar todos los gastos de la fabricación y distribución de los ejemplares. Otras, son opiniones acerca de la auto publicación. Leí mil y una páginas acerca de ello. Lo único que se me quedó grabado en la mente fue «No hay publicidad». El libro solo estará en internet, esperando a ser comprado a menos que yo haga publicidad propia.

El libro no se distribuirá en las librerías. Y lo que más deseo, es ver mi libro siendo leído por las personas. Deseo pasar por una librería y ver mi libro en un estante. Deseo que la gente me reconozca en la calle como la ingeniosa autora que escribió aquella obra.

Toco mi collar de atrapa sueños que tanto valor me da en los momentos difíciles, y respiro profundo. El camino es largo y tormentoso, pero por lograr mi sueño, vale la pena el esfuerzo. No importa por cuanto sufrimiento tenga que pasar ni cuánto tiempo me tarde. El sueño de ver un libro escrito por mí en una estantería junto a otras grandes obras, se hará realidad sin importar lo que me cueste.

Una voz me saca de mis pensamientos.

¿Hai? (¿Si?)

¡Ha establecido conexión!

— ¡Kohana! —exclamo, entusiasmada de ver a mi amiga al otro lado de la pantalla. Analizo su imagen. Su cabello sigue tinturado de blanco tal como el día que la conocí, y sus ojos rasgados de color castaño me miran fijamente. Su rostro es delicado y sus facciones son bien definidas. Hace un año terminamos la universidad, pero siento como si hubiera pasado una eternidad.

Al verme, el rostro de Kohana se ilumina.

— ¡Blair! ¡Al fin te contacto!

— ¡Kohana! ¡Estoy muy feliz de verte! —exclamo con una alegría inmensa. Tanto que llega casi al nivel de la euforia. Algunas lágrimas se desbordan de mis ojos, llenas de emoción.

— ¡A-Ah! ¡Blair, tranquilízate! —exclama ella al verme llorar.

Después de graduarse de la universidad, Kohana volvió a Japón. Estuvo aquí mientras terminaba la carrera junto conmigo, pero en cuanto nos graduamos, su tío le informó que debían volver a su país. Y ella no tuvo más remedio que aceptar. Por más que hubiera pasado algunos años en este país, su hogar es y siempre sería Japón.

—Lo siento—digo, apenada. Saco una toallita húmeda de un paquete que se encuentra sobre la mesa de noche, y retiro las lágrimas de mis ojos. Luego me llevo la toallita a la nariz, y me limpio sonoramente.

— ¡Agh! ¡Qué asco!

Río sonoramente. Ella odia que me suene la nariz de manera tan ruidosa.

—Lo siento... es que estoy muy feliz de verte—me excuso.

Kohana sonríe, y por su mirada puedo saber lo que pasa por su cabeza. Ella sabe perfectamente como es mi habilidad para relacionarme con las personas, y ya sospecha que no he hecho amigos nuevos desde ella. En la universidad, Kohana y yo andábamos juntas a todas partes, y aunque tuvo la oportunidad de irse con otras personas, se quedó a mi lado. Eso es algo que nunca podré pagarle.

— ¿Amigos? —pregunta, alzando una ceja. Niego con la cabeza.

—Ya sabes que soy una completa troglodita con respecto a ese tema. Primero conseguiría un dinosaurio de mascota.

Kohana ríe, y yo río junto a ella. Debo contarle acerca de mi nueva aventura en Los Ángeles. Pero antes de que logre abrir la boca, ella mira detrás de mí y se queda patidifusa.

—E-Eso...

— ¿Qué? —pregunto.

—E-E-Ese cuadro... —dice, apuntando con su dedo tembloroso tras de mí.

Doy media vuelta sobre la cama, y logro divisar en la pared un cuadro con la imagen de un burro amarrado a una carreta en medio de un bosque de bambú.

—Es Tokyo 12 Dai Komatogashi [1]... —dice, impactada.

— ¿Qué? —pregunto patidifusa.

—Blair, ¡¿En dónde estás?!

¿Por qué de repente está tan alterada?

— ¡Dime ahora o iré yo misma a sacarte de las mechas! —amenaza.

— ¡Me encantaría que vinieras! —exclamo sonriente.

— ¡Blair! —regaña. Suspiro. ¿Por qué le importa tanto el estúpido cuadro? Pero entonces un recuerdo pasa por mi mente, un recuerdo que se encontraba empolvado y escondido. Kohana ama coleccionar pinturas. Es una completa obsesionada con respecto a eso. Le gusta todo lo que tenga que ver con el arte.

Suspiro, intentando poner en mi mente todos los hechos ocurridos de forma secuencial.

—Esa no es tu habitación—sigue reclamando por respuestas— ¡Y esa cama!

—Entiendo, no te emociones —digo finalmente.

—Blair, ¡Tienes que regalarme ese cuadro! A ti no te interesa el arte, ¿Verdad? ¡Envíamelo a Japón! —dice, demasiado entusiasmada.

—No es mío.

Su rostro se apaga de repente, y luego me mira con enojo. Se cruza de brazos.

—Blair, ¿En dónde estás ahora?

—En una habitación.

Ella sonríe de medio lado.

—Muy graciosa. Puedo notarlo. Lo que también noto es que esa no es tu habitación—dice, frunciendo el ceño.

Suspiro. Bien, ya es hora.

—Estoy en Los Ángeles.

— ¡¿Qué?! —exclama, completamente sorprendida. Inmediatamente sonríe — ¡Increíble! Que gran oportunidad Blair.

—No es una oportunidad—murmuro —Papá y mamá me echaron de la casa.

Así, le cuento a Kohana todas y cada una de las cosas por las que he pasado, y la razón por la que estoy en una habitación tan refinadita como esta. A medida que va escuchando, las expresiones de su rostro cambian constantemente. Sobre todo cuando le cuento acerca de Alex y su madre. Se queda perpleja.

— ¿Monstruo?

Asiento con la cabeza. De repente se echa a reír, y la fulmino con la mirada. Ella no es la que está en esta situación.

—No es gracioso.

Sigue riendo mientras yo me hundo en mi desgracia. Podrían estarme comiendo los zombis y ella aun así seguiría riéndose.

— ¡Ya está bueno! —exclamo, molesta, y sus risas poco a poco disminuyen.

—Ay Blair, justo te tenía que tocar eso a ti. Eres pésimo apoyo emocional.

—Muchas gracias —murmuro sarcástica.

—Eres horrible consolando a la gente. ¿Y pretendes sanar a alguien? ¡Estás loca, mujer!

—Lo sé, sé que será difícil... si lo logro...— podré sentirme orgullosa de mí misma y salvar a Alice, y de paso a aquel hombre.

—Te recomiendo que comiences a buscar la forma de comunicarte con él—dice, mientras se estira a un lado y toma un pocky entre sus dedos. Se lo pone entre los labios y me mira — Si es tan intimidante como dices, comienza por hacer que te tenga confianza.

Hacer que aquel hombre me tenga confianza va a ser difícil. Sé que hoy intentaba hacerse el duro, pero tal vez no sea tanto como lo parece. Aun así, aún hay muchas cosas sin resolver. Está el enigma de si Alex en realidad da miedo o no. Las empleadas lo tachan de monstruo, y Alice le tiene miedo. Nadie se atreve a acercarse a él. ¿Qué debería hacer yo?

Por un momento me recuerda a mí. Mientras estudiaba, nunca llamé mucho la atención. La gente no se me acercaba, y recuerdo la soledad tan desoladora que sentí. ¿Y si aquel hombre se siente igual? ¿Y si se siente solo? ¿Y si tal vez soy la persona adecuada para entender a Alex? Sé lo que es la soledad. Desde que era una niña siempre tuve que resignarme a quedarme detrás de los demás. Simplemente, a veces pienso que Dios no nos da el número de personas que merecemos. A unos les da muchas personas, y a otros les da pocas. Y puede que nuestra manera de sentir la soledad sea de maneras distintas, pero al fin y al cabo pasamos por lo mismo.

Escucho a Kohana al otro lado de la pantalla, cambiando de tema y parloteando acerca de su nuevo novio llamado Shun. Pero no tengo cabeza. Ahora solo puedo pensar en el hombre que se encuentra al otro lado de la pared. Puede que se sienta solo.

Y si es así, un hoyo se ha formado en su corazón.

Esa noche, no logro pegar ojo hasta tardías horas de la noche, cuando mi mente termina de procesar todo por lo que acabo de pasar.

Es el día. No tardé, y me volví eficiente. Me levanté rápidamente, y preparé el desayuno para aquel desconocido. En la cocina conocí a la cocinera llamada Sam, la cual me ayudó a preparar el desayuno. Sin embargo no pude entablar una conversación con ella. Simplemente me dio indicaciones mientras yo asentía a todo como una tonta.

—Odia las cosas dulces —espeta, mientras fríe un huevo — Prefiere el chocolate amargo, al igual que el café.

¿Café amargo? ¡Dios! ¡Qué horror!

—Prefiere lo picante, y lo salado. No le gusta la leche —dice mientras me acerco a un lado y comienzo a cocinar. Decido prepararle unos hotcakes. No les echaré miel, les echaré mantequilla y el resto que sea a palo seco. Parece que a ese hombre le gusta todo lo que sepa mal.

Observo a Sam, y frunzo el ceño.

«No le gusta nada que sepa bien. ¿Por casualidad no le gustará también el popó de perro?»

Por otro lado, ¿Cómo sabe la cocinera lo que le gusta y lo que no? Según Alice, la mayor parte del tiempo vive recluso en su habitación. Y parece que a veces suele escaparse en las noches. O al menos así lo describió Alice, como un «a veces».

Me pregunto si sus gustos culinarios siempre han sido los mismos.

Tras un rato, he terminado de preparar el desayuno. Sirvo y pongo todo en una bandeja, debidamente acomodado. Pongo cubiertos a un lado, y sonrío al ver mi obra maestra. ¡Pero qué bonito ha quedado!

—Al señor no le gustará eso —dice Sam mirando los hotcakes en el plato con gesto hosco—. Si no quieres meterte en problemas, bótalo.

«¿Señor? ¡Pero si tiene solo un par de años más que yo! Deberían llamarlo señorito o joven amo. O tal vez yo tengo la mente demasiado retorcida».

Observo los hotcakes con el cuadrito de mantequilla derritiéndose en la cima. A un lado, la taza caliente de chocolate humea provocativamente. Lo he hecho tal como le gusta y no tiene una sola pizca de azúcar.

— ¿Q-Qué... Qué tiene de malo? —pregunto, mirando a la mujer de medio lado.

Ella me mira con gesto enojado, y en milésimas de segundo pierdo toda mi seguridad. ¿Y si tal vez hice mal?

—Mira—empieza. Se limpia las manos en el delantal y me señala con su dedo índice. Ese gesto me provoca incomodidad, y no puedo evitar retroceder un par de pasos—. Si prefieres llevarla en paz con el señor, haz lo que te digo. Por tu bien.

Contemplo el desayuno que he preparado. Es toda una obra de Dios. Simplemente no puedo botarlo a la basura. Botar comida es pecado. Entonces pongo todo en una balanza, pensando en qué hacer. No estoy dispuesta a echar a perder lo que hice con tanto esmero. De ninguna manera tiraré esta comida a la basura. La única manera de medir la reacción de Alex, es dándole a probar el desayuno. Si se enoja, podré analizar mejor sus expresiones y aprender más acerca de él. No sé nada acerca de él además de cómo se veía su espalda. Por la figura que vi en aquella cama, debe medir cerca de un metro ochenta y dos, o un poco más. Es considerablemente más alto que yo. Pero además de eso, no sé nada más. Ni siquiera he visto su rostro fuera de aquella fotografía.

Todos le tienen miedo menos yo. ¿Y qué puedo hacer contra eso? Nada. Es simplemente como me siento, y por un momento me siento como la persona más valerosa de esta casa.

Y como siempre soy una aventada que no piensa, pues ¡Que se joda! Tendrá que comerse esto.

Así que tomo la bandeja y salgo precipitadamente, mientras que las advertencias de aquella mujer se alejan cada vez más y más de mí.

Bitácora de la capitana: Me encuentro frente a la puerta del monstruo. El ambiente se encuentra calmado. No parece haber señales del objetivo.

Me obligo a mí misma a respirar profundo. Dice la leyenda que detrás de esta puerta habita un verdadero monstruo. ¿Pero qué clase de cosas harían que llamásemos a una persona «monstruo»? Es un término demasiado cruel. Y aunque ahora mismo debería estar muerta de miedo, no siento nada. Esta soy yo: sintiendo las cosas más equivocadas en los momentos menos indicados. Pero supongo que en este momento, eso resulta un beneficio.

Dejo la bandeja a un lado, y tomo la perilla de la puerta. ¡Está cerrado! ¿Pero cuál es el problema de este hombre de dejar siempre la puerta con seguro? Busco en el fondo del bolsillo de mis pantalones y ¡Ajá! Aquí está. La misteriosa llave que abre la puerta a un mundo desconocido. No le agrego más suspenso al momento y abro la puerta. Antes de mirar al interior, devuelvo la llave a mi bolsillo y tomo la bandeja. Todo está tan oscuro como siempre. Veo a Alex de espaldas a mí, acostado sobre la cama.

¿No le duele estar siempre en la misma posición?

«Bello durmiente. Despierta. Te he traído el desayuno.»

Espero que esté despierto. No quiero tener que despertarlo. No, esa sería la gota que derramaría el vaso. La cereza del pastel de la vergüenza. No había sentido miedo hasta ahora. A nadie le gusta ser despertado. Y si él resulta ser tan brusco como dicen, no sé cómo reaccione si lo despierto. Incluso si lo hago con sutileza, eso no aminorará el efecto.

Dejo el desayuno en la mesita que se encuentra a un lado de la cama, y observo la espalda de aquel enigmático hombre. Puedo hacer esto. Todo sea por alcanzar mi sueño. Sí. Todo sea porque la historia de John y Mina sea leída por todos y se vuelva parte del repertorio de lectura de muchas personas. Todo sea por publicar. Todo sea por publicar.

Finalmente reúno el valor suficiente, pero mientras me acerco mi celular suena en el fondo de mi bolsillo. ¡Mierda! ¡No, no ahora! Saco el infernal aparato de mi bolsillo, y veo que Robert me llama. ¡Ahora no, maldita sea! Intento arrastrar el botoncito en la pantalla táctil hacia el botón rojo para colgar, pero esta estúpida cosa no se mueve. ¡Recepta mi dedo, maldición! ¡Como odio la tecnología!

Alex se remueve en la cama, y de repente se sienta de espaldas a mí. ¡Mierda, lo he despertado! ¡Y eso no fue para nada sutil! ¡Noooo! ¡Rayos! ¡Mierda! ¡Chanfles! ¡¿Por qué a mí?! ¡Estúpido celular! ¡Estúpido Robert! ¡Estúpida yo! ¡¿Por qué no puedo quitarme esa manía de cargar mi celular a todos lados?!

Alex se queda de espaldas a mí y no habla. Esta tensión me mata. Finalmente mi celular deja de sonar, y lo pongo en vibrador antes de que al genio de Robert se le dé por llamar otra vez. Deslizo mi celular por el bolsillo de mi pantalón, y diviso al frente la figura de Alex. La intimidante y seria figura de Alex. El hombre oscuro. El vasallo de la oscuridad. El solitario. El monstruo. Ahora que lo pienso, hay muchas formas de las que se le podría llamar. ¿Pero qué tan grande es la oscuridad que habita dentro de él? Tendré que averiguarlo.

Rodeo la cama, y me acerco por un lado. Mis pasos son lentos, como si en el fondo quisiera retrasar el momento. Estoy avergonzada por haberlo despertado. ¿Qué debería decir? ¿Debería disculparme con él por haberlo despertado?

Cuando llego a su lado, veo su rostro de perfil. Al ver su rostro en persona, todo se vuelve más real. Hay cosas que una foto simplemente no puede transmitir. La soledad y desolación en sus ojos me desconcierta. No existe luz alguna en su mirada. Su semblante es oscuro y muerto. Se ve algo desnutrido, está ojeroso y su cabello está alborotado. Su semblante es frío y distante. También puedo ver por su mirada que la oscuridad lo ha invadido por completo. Y no es porque el cuarto sea oscuro. Es su corazón. Está completamente sumido en la oscuridad. Una oscuridad tan grande que pareciera que lo ha absorbido por completo.

Me quedo callada por unos minutos, y al ver que él no dice nada, decido hablar. Abro la boca, pero no sale nada. No, no puedo ser tímida ahora. Necesito fuerza ahora más que nunca. Necesito dar el primer paso para poder dar los demás.

—T-Te...

«¡Ahh, como me odio! ¡¿Por qué me pasa esto?!»

Tomo aire, y como si estuviera tomando impulso para saltar, murmuro rápidamente:

—Te he traído el desayuno.

Él no me mira. Se queda mirando hacia el frente, con esa expresión muerta y vacía. ¡Mírame, maldición!

—O-Oye... —musito, intentando encontrar la forma de acercarme a él. Pero es como si hubiera erigido una barrera invisible a su alrededor que me impidiera tocarlo. Necesito llamar su atención de alguna forma, y tal vez la mejor forma sea moverlo por el hombro. Sin embargo, no puedo tocarlo. El aura que emana es tan fuerte que me mantiene a raya.

—Largo—ordena con un tono frío de voz. Eso me despierta de mi trance, y recuerdo como antes le dio órdenes a Alice de que saliera de su habitación. La sangre me hierve. ¿Quién se cree para darme órdenes así como así? Yo trabajo para su madre, no para él.

—No —espeto con voz seria, y por primera vez me mira. El mero contacto de sus ojos con los míos envía escalofríos por todo mi cuerpo. Su mirada es taladrante, como si pudiera matar con ella. Todo mi cuerpo se tensa. ¿Qué me está pasando?

Se levanta lentamente, y mis pies retroceden. ¿Qué me pasa? Estoy temblando de miedo. ¿Acaso me va a hacer algo? No... no puedo dejar que me intimide pero... esa mirada... es como si pudiera aplastarme con tan solo desearlo.

No... no puedo... ceder...

— ¿Qué has dicho? —pregunta, y alza la cabeza, mirándome con aire de superioridad. Ahora que está de pie, noto que efectivamente es más alto que yo, y su pose de autoridad me hace sentir como una mísera hormiguita.

—Di-dije que... —murmuro, mientras mis latidos se aceleran. El aire comienza a faltarme. Su sola presencia me aturde por completo.

Poco a poco se acerca a mí, y no puedo evitar retroceder. Es como si ejerciera alguna clase de poder sobre mí. Como si tuviera letras grandes en su frente diciendo «Peligro. Alto voltaje». Y tal vez sea así. Si me acerco demasiado, saldré electrocutada.

—Tienes una oportunidad más para reconsiderar—dice fríamente, mientras se acerca tanto que me arrincona contra la pared—. No me importa lo que te haya dicho esa mujer. Vete de aquí... o te destrozaré.

Trago grueso. No puede estar hablando en serio, ¿O sí? Comienzo a temer. ¿Qué es lo que me piensa hacer exactamente? Mi cuerpo está temblando ligeramente, producto del miedo que comienza a infundirse en mi interior. Por un momento, considero la posibilidad de escapar... pero no puedo permitirme hacerlo. No puedo huir. Mis piernas comienzan a fallarme, y no sé qué hacer con mis sudorosas manos. ¿Qué debería hacer? ¿Qué debería...?

—S-Solo te he traído... e-e-el desayu-no... —de mi boca salen aquellas palabras sin que pueda detenerlas. La expresión fría y seria de Alex no cambia, y entonces mueve su mano hacia mí. ¡¿Qué rayos me va a hacer?!

De repente me falta el aire.

Y siento una presión en el cuello.

No... no puede ser... ¿me está ahorcando...?

¡Necesito... aire!

—No me importa si eres mujer. No tendré ninguna clase de piedad contigo si no te alejas de mí.

Su presión en mi cuello aumenta, e intento quitármelo de encima. La falta de aire comienza a afectarme, y manoteo para intentar buscar alguna forma de respirar, así sea inútil. Lucho de alguna manera, con debilidad, para que el aire pueda fluir otra vez.

—A... Agh... —balbuceo.

Me presiona más contra la pared, y la necesidad de aire se vuelve desesperante. La cabeza me da vueltas. Duele. Me asfixio. La piel de mi cuello arde. Mi garganta se cierra con agonía. Forcejeo contra sus manos, intentando soltarme con afán. Cierro los ojos con fuerza, pero eso no quita el ardor que siento en ellos. Me asfixia poco a poco, y mis niveles de exasperación crecen.

«¡Suéltame!»

Me suelta de golpe y caigo desplomada al suelo. Tomo grandes bocanadas de aire, intentando recuperar el aire perdido. Mientras boqueo con fuerza, siento que los ojos me arden. Estuve a punto de morir. Ha intentado asfixiarme. Ha intentado matarme. Me llevo una mano al cuello y froto. Los ojos me arden por las lágrimas contenidas. ¿En qué me he metido? ¿Por qué estoy aquí? Estoy llena de miedo, y solo quiero correr a mi cama y permitirme llorar.

Escucho un sonido de sorpresa volar en el aire, pero lo ignoro. Estuvo a punto de matarme... todo... todo por lo que he pasado, por lo que he luchado en la vida, todos y cada uno de mis recuerdos, todo aquello que soy... estuvo a punto de desaparecer en un suspiro.

Sus pies retroceden un par de pasos de manera cautelosa, como si estuviera asustado. Con un gran esfuerzo logro subir mi mirada para que mis ojos conecten con los suyos. Mis manos tiemblan violentamente contra el suelo. A través de mi mirada borrosa por las lágrimas, logro ver un gesto aterrorizado en su rostro, como si acabara de darse cuenta de lo que acaba de hacer.

Sin esperar un segundo más, salgo corriendo de allí como puedo, aunque corro torcido. Mis piernas no me responden correctamente. Desesperada, busco el camino hacia la seguridad de mi habitación. Llego rápidamente, y cierro la puerta de un portazo. Me recuesto en ella, intentando calmar los acelerados latidos de mi corazón. ¡Manada de locos! ¡Todos aquí están locos!

Me deslizo por la puerta lentamente, y las lágrimas salen de mis ojos sin que pueda si quiera predecirlo. Mis manos tiemblan violentamente. Estuve a punto de morir, tuve tanto miedo... nunca había sentido tanto miedo en mi vida .Casi... casi muero... estuve a punto de ser asesinada.

«Asesinada...»

El celular vibra en mi bolsillo, y con manos temblorosas lo cojo. Robert otra vez... no... no puedo hablar con él así.

Tengo que calmarme. Respirar profundo. Planear un perfecto plan y salir de esta casa cuanto antes. No puedo quedarme aquí.

Cuando logro poner a mi cuerpo bajo control, Robert ya ha dejado dos llamadas perdidas. El celular vibra una vez más, y antes de contestar, respiro profundamente y me esfuerzo porque mi voz salga de lo más normal. Finalmente contesto:

— ¿Hola? —digo con mi voz lo más calmada posible.

— ¿Blair? ¡¿Qué pasa?! —exclama, alarmado.

Sonrío mientras las lágrimas caen por mis mejillas otra vez. Es imposible escapar al instinto de mi hermano.

  ------------------------------------------------------------------------  

[1]. Pintura del artista japonés Hasui Kawase, pintada en el año 1919.

.

Por cierto, no se extrañen si la portada cambia seguido. Aun estoy en búsqueda de la portada perfecta.

#EnBusquedaDeLaPortadaPerfecta

¡Gracias por leer!


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro