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20. Rojo.

Sin duda, meterlo a la casa no suena como una buena idea. ¿Pero a donde puedo llevarlo? ¿Qué tal que lo saque a la calle y se ponga a perseguir gatos? ¿O qué tal que se pelee con algún perro? No, no debo ser tan pesimista. Estará bajo mi cuidado, y yo misma me encargaré de que nada malo pase.

—No será mucho tiempo, ¿de acuerdo? —le indico de una vez. Rocky se incorpora en sus cuatro patas mientras sostiene el hueso de juguete entre los dientes—. Tengo que darle de comer al estirado de tu dueño.

Suelta el hueso y comienza a jalar. ¡Dios, que fuerza tiene! ¡Está ansioso por salir! Jalo fuertemente y le impido avanzar más allá de unos pasos. Tenemos que llevar esto con calma, pero el perro parece tener otros planes. Solo jala y jala, ansioso por irse y sin importarle que la cadena en el cuello le corte la respiración debido al jaleo. Suspiro. Ni loca voy a meterlo a la casa. Reviso la hora en mi celular, y decido que una hora estará bien. Rodeo la casa y paso por los jardines, pero Rocky se echa su primera necesidad encima de las petunias. Solo espero que Alice no lo note.

No quiero arrepentirme de esto, y siento que ya no puedo. Todo lo que pase será un pequeño precio a pagar por la felicidad del perro. Tranquila, tengo que manejar esto. Alzo la cabeza, saco pecho y sonrío. ¡Bien! Nada mejor que una buena actitud.

Buena actitud que se desinfla cuando un par de hombres de negro me detienen en la entrada.

— ¿A dónde piensa que va con el animal? —pregunta uno de ellos acomodándose las gafas negras.

Trago grueso. No quiero entrar en pánico, pero la idea suena tentadora. ¿Qué hago?

«Técnicamente también soy la niñera del perro. Ellos no me pueden detener... ¿Verdad?»

—Va-Vamos a pa-pa-pasear...— ¡Me odio!

El otro hombre de negro alza una ceja, y se miran el uno al otro. Son los hombres de negro. ¿Acaso planean borrarme la memoria?

— ¿Tiene autorización para hacer eso? Es un animal salvaje.

Abro la boca, impactada. ¡No, no lo es! ¡Nadie lo entiende!

—No es un animal salvaje. Es un perro, y como verá, si fuera salvaje no habría podido acercarme siquiera a él.

Ambos hombres se vuelven a mirar. Quisiera entrar en la conversación de miradas para evitar este silencio incómodo.

Finalmente uno de ellos dice:

—Bien. Adelante.

¡Hurra! Estoy feliz por mi victoria y por hacerme valer, pero no lo demuestro, y pasando por su lado me despido:

—Señores.

¡Viva yo!

Bien, estoy afuera, y Rocky no hace nada más que tirar y tirar. Será estresante andar así todo el camino, pero ya qué. Sin saber a dónde ir exactamente, comienzo a caminar por la calle, dejando que la tranquilidad me inunde. O al menos eso intento. Primero voy con él al parque: todo se vuelve un caos. Comienza a ladrarle a todo perro o gato que ve por delante. Cuando camino por la acera, él no hace más que jalar y jalar, y prácticamente tengo que implementar buena parte de mi fuerza para no terminar soltando la cadena. Eso sería un desastre aún mayor. En otra parte, casi se pelea con otro perro. ¡Dios!

El perro jala sin importarle estar quedándose sin aire, y yo me angustio. ¿Tendrá sed? Me detengo. Claro que debe tener sed, además hace calor. Hace mucho que no salía a pasear y debe estar fuera de forma. Me detengo frente a un mini mercado. Compraré una botella de agua. Luego nos sentaremos en algún banco y le abriré la boca para que beba. Sí, eso suena como un buen plan.

Entro con Rocky al interior sin importarme la mirada desdeñosa que me dirige la gente en el interior.

Cuando un dependiente se acerca a mí con cara de malos amigos, me doy cuenta de mi grandísimo error.

—Disculpe, pero está prohibido el ingreso de animales—sentencia con una mirada amenazadora, mientras señala un aviso en la entrada. ¿Cómo no vi eso?

Observo a Rocky, que jadea ruidosamente y deja su rastro de babas por donde se eleva su lengua. Creo que un pequeño charco se empieza a formar debajo de él. La mirada del dependiente hacia mí es intimidante, y eso me hace retroceder.

—Oh, sí... claro—consigo decir con torpeza.

El hombre cierra los ojos y se los estruja con los pulgares, probablemente buscando algo de paciencia en su interior.

—Si quiere, puede amarrarlo en las barras para estacionar bicicletas que se encuentran afuera del establecimiento.

El corazón se me hunde más. Odio que las demás personas me afecten de esta manera. Me doy la vuelta sin decir nada, y a la salida ato la cadena de Rocky a una de las varas metálicas. Claro, tan bien como se puede atar una cadena.

—Quédate aquí y no des más problemas—suspiro y acaricio su cabeza en son de despedida. Vuelvo a entrar en el mini mercado y compro dos botellas de agua –una para el perro y otra para mí- bajo la mirada desdeñosa del dependiente, que ahora sale con un trapeador del cuarto de aseo. ¡Ja! Pobrecito.

Pago las bebidas, intentando ignorar la mirada extraña que me dirige la cajera de uñas postizas. Le entrego el dinero y me recuesto en el mostrador mientras espero mis compras y mi cambio.

—Uhm... disculpe—miro a la mujer que hace fila detrás de mí, y tras alzar una ceja, señala hacia afuera.

— ¿S-Sí...? —logro decir a duras penas.

—Se están llevando a su perro.

«¡¿Qué?!»

Doy la vuelta, alarmada. Un chico como de mi edad, de cabello rojo y en punta, y de ojos oscuros me mira mientras mantiene la cadena de Rocky entre las manos. Me quedo petrificada observándolo, y de repente sale a correr.

¡¿Qué mierda?!

Salgo a correr detrás de él.

— ¡Señorita, su compra!

Le veo la espalda al muy desgraciado. Corre y corre, y Rocky corre a la par de él. No lo entiendo. ¿Por qué no lo muerde? Aumento la velocidad, asustada y colérica. ¿Y si se lo roba? ¿Qué le voy a decir a Alice, o a Alex en caso dado? ¡No puede llevárselo! ¡Al fin habíamos hecho una alianza!

— ¡Detente! —grito.

El pelirrojo sigue corriendo, y al ver que no lo alcanzo, mi desespero crece. ¡¿Qué voy a hacer?! ¡Tengo que alcanzarlo! Obligo a mis piernas a correr a toda potencia, y emocionada veo como la distancia se reduce. Corro sin importar que mis piernas duelan, sin importar haber tirado a dos personas al piso y sin importar que no vaya a aguantar mucho más. Rocky ya es como mi amigo. ¡No dejaré que se lo roben!

— ¡Maldito!

Me le abalanzo encima al extraño, y ambos caemos al piso. Él hace un quejido de dolor, y yo no me puedo levantar de su espalda debido al cansancio que siento. Me habría venido bien en este momento una botella de agua.

Maldición.

Jadeo exhausta, y observo que la cadena de Rocky sigue atada a la mano del extraño. Gracias a Dios.

Algunas personas que pasan por nuestro lado nos miran, extrañadas. Sin querer seguir prolongando el contacto, ruedo sobre el extraño y caigo boca arriba sobre la acera. Jadeo, intentando recuperar el aire perdido. El extraño hace lo mismo, y para mi suerte me recupero antes que él. Me levanto y le arrebato la cadena de las manos en un descuido mientras él se reincorpora.

— ¡Oye! —reclama.

— ¡¿Qué crees que hacías?! —estoy furiosa.

— ¡Suelta a Rocky! —me arrebata la cadena, y yo lo miro con los niveles de ira al cien —¡¿Quién te crees?! ¡¿Por qué rayos lo tienes?!

Toda mi ira se esfuma y es reemplazada por confusión.

—Un momento. ¿Lo conoces?

El extraño, iracundo, me fulmina con la mirada.

— ¡Pues claro que lo conozco! Es el perro de Alex. No vuelvas a tocarlo jamás.

Me quedo en blanco por un momento. Conoce a Alex. ¿Puede ser mi suerte más grande?

Quiero saltar en una pata. No, ¡Quiero saltar en el dedo gordo del pie! ¡No! ¡Quiero ser una bailarina de ballet y bailar y bailar! ¡Alguien que conoce a Alex! Y está entre la edad de él y la mía así que debe ser su amigo.

— ¿Conoces a Alex? —pregunto, alucinada y emocionada.

Bufa, pero me mira con curiosidad.

—Pues claro que lo conozco. ¿Y tú quién eres? ¿Por qué tienes a Rocky? —pregunta toscamente. ¡Uy pero que agresivo!

Alivio es lo que me recorre por todos lados.

—Soy Blair Johnson.

Su gesto tosco no desaparece.

—No te conozco, Blair Johnson. ¿Qué relación tienes con Alex? ¿Eres su novia o algo así? No... claro que no eres su novia, él ya tiene novia—no puede ser. ¿Se refiere a Melanie? ¿Hace cuánto que este hombre no tiene contacto con Alex? — ¿Quién eres?

Toda mi defensa desaparece.

—Soy su niñera.

Toda su agresividad se esfuma y me mira, incrédulo. Creo que tiene ganas de reír.

— ¿Su niñera? No me jodas. Alex ya está mayorcito —está a punto de reír. Puedo sentirlo— ¿Estás segura de que estamos hablando del mismo Alex? ¿O acaso te golpeaste la cabeza muy fuerte? —su gesto se vuelve incrédulo —Claro que no te golpeaste. ¡Te tiraste sobre mí como una loca! ¡Prácticamente fui tu colchoneta!

Ignoro su protesta, y continúo.

—Claro que estamos hablando del mismo. ¡Tiene veinticuatro años! Por otro lado, ¿Quién eres tú?

Estoy tremendamente receptiva, pero no es para más. He encontrado a un posible amigo de Alex, algo que nunca pensé ver. Ahora mismo es el señor ermitaño, y no se me pasó por la cabeza que tuviera algún amigo.

Se cruza de brazos.

—Soy Reed Russell.

Abro la boca, anonadada, y miles de teorías pasan por mi mente. ¿Su primo? ¿Su hermano perdido? ¿Su gemelo malvado? No, no es su gemelo, no se parecen en nada.

Él sonríe ante mi incredulidad.

—No somos familia. Solo que, por coincidencias del destino, mis padres se apellidan igual que los suyos.

Exhalo, decepcionada. Esperaba haber encontrado una luz entre tanta oscuridad. Observo a Reed, y entonces me pongo a pensar. Su cabello es rojo, su nombre significaría rojo si le quitaras una letra e. Me pregunto si se pintó el cabello para que combinara con su nombre. Resulta gracioso.

Bato la cabeza en un intento de quitarme mis estúpidos pensamientos de la cabeza.

— ¿Y...Y qué relación tienes con Alex? —pregunto, intentando encontrar algún parecido entre Alex y él. Me rindo. Físicamente, no se parecen en nada.

—Soy su mejor amigo —sonríe orgulloso—. Hace cuatro años tuve que irme a vivir con mis padres a Inglaterra, pero estoy feliz de regresar. Iba de camino a visitar a Alex, pero me encontré con su amado perro atado a un espacio para bicicletas—su ceño se frunce—. Ahora quiero que me expliques quién eres tú, y quiero la verdad.

Hace cuatro años. Entonces él no está enterado de nada... ¿Su mejor amigo? ¿Y acaba de regresar después de cuatro años? Eso quiere decir que no podré sacarle información. Si es tan unido a Alex como afirma, no quiero imaginarme la expresión de su rostro cuando le cuente las novedades. Ya siento lástima por él. Su mejor amigo está pasando por un momento verdaderamente crítico.

—Yo...—murmuro, dudosa. Debo contárselo, pero no sé por dónde comenzar.

— ¿Qué? ¿Quién eres? ¡Habla!

Su tono hostil no me intimida para nada. Mi mente solo está pensando en la mejor manera de contarle la situación. Merece saberlo.

—Ahora mismo, Alex necesita una niñera. Y yo soy su niñera—su gesto de enojo se descompone—. Él no está bien.

— ¿Por qué? ¿Qué le sucedió? —pregunta, la preocupación filtrándose a través de sus palabras.

Niego con la cabeza.

—Necesito que me digas todo lo que sabes acerca de Melanie—le pido.

Así le explico toda la situación con respecto a Alex, y al ver el gesto de preocupación que se forma en su rostro me convenzo de que esta persona realmente se preocupa por él. Alex tiene un verdadero amigo. Ambos tuvieron una conexión muy fuerte antes de que Reed se marchara, eso es seguro.

—Como verás, Alex no es el mismo —le digo mientras la preocupación sigue evidente en su mirada—. Pero por lo poco que he logrado investigar, sé que la responsable de su estado es una tal «Melanie»—recuerdo el gesto abatido de Alex y me desespero—. Por favor ayúdame. ¿Quién es Melanie? Quiero ayudarlo, pero no tengo suficiente información.

—No puede ser—cavila en voz alta, llevándose la mano a la sien—. Yo ya sabía que el día en el que mi amigo terminara con Melanie, todo saldría muy mal. Pero lo que tú me estás contando... ¿Qué fue lo que sucedió?

—No lo sé. Nadie me cuenta nada.

—Tengo que verlo—dice, y comienza a caminar. Me quedo estática en mi sitio. ¿Va a ir a verlo? — ¡Vamos! —grita al ver que no me muevo. Despabilo y lo sigo. Tal vez sea una mala idea que lo vea.

—No creo que sea buena idea—le digo cuando llega a su lado. Reed camina mirando fijamente al frente, con los puños apretados —Él es-

— ¿Qué? ¿Él es el monstruo temible? ¿La bestia enjaulada de la familia Russell? ¡Por favor! Tengo que hablar con él. Tal vez si me ve, si habla conmigo... él pueda regresar a la normalidad.

Me cuesta creer eso. Alex lleva en ese estado durante tres años, y no creo que por ver a Reed, su estado de ánimo y su visión de la vida cambien de un momento para otro. Incluso si el lazo entre ellos es demasiado fuerte, algo me dice que eso no será suficiente.

El rostro de Reed es una mezcla de indignación, incredulidad y miedo. No entiendo por qué.

—Dime acerca de Melanie.

—Ahora no. Primero tengo que ver a Alex.

—No es buena idea.

—No puedes impedírmelo, así que ni lo intentes—espeta, ofuscado.

— ¡No! Si no pienso impedirlo. Solo te estoy advirtiendo—ruedo los ojos mientras me aseguro que Rocky camine al mismo paso que nosotros.

Cuando finalmente llegamos a la residencia Russell, los hombres de negro parecen reconocer a Reed. No hacen preguntas y nos dejan pasar. Me dirijo a dejar a Rocky en su sitio con la mayor rapidez posible mientras Reed entra a la gran vivienda como si fuera su casa.

—Lo lamento muchacho. Lamento que haya terminado así —le digo al perro cuando ya está atado al árbol de nuevo.

No me doy tiempo a mí misma para sentir compasión, porque ahora mismo siento algo mucho más inquietante y alarmante. ¿Y si Alex ataca a su amigo del alma? ¿Y si las cosas se salen de control? ¿Y si se pelean a los golpes? ¿Y si comienzan a discutir como locos? Cualquier cosa mala podrá pasar, más aun sabiendo que se trata de Alex. No quiere que nadie se entrometa en su vida, y Reed no hará más que hacerle preguntas sobre lo sucedido con Melanie.

Cuando llego a la sala, me encuentro con una asombrosa escena. Alice se encuentra en medio del salón, abrazando a Reed como si fuera su hijo. ¿Qué hace Alice aquí? ¿No debería estar en el trabajo? De inmediato por mi mente pasa la idea de que haya pasado algo con Alex. Me angustio. Quiero ir a verlo.

— ¡Es increíble que hayas vuelto! ¡Qué feliz estoy! —exclama Alice, pletórica. Aparta al pelirrojo de sus brazos, y sujetándolo de los hombros lo mira— ¡¿Pero cuando volviste?!

Pero lo más probable es que no pueda moverme de aquí. Además si voy a molestar a Alex, él comenzará a preguntar por el escándalo de aquí abajo.

—Hace dos días—sonríe el engreído que intentó llevarse a Rocky—. Quise pasar a visitarlos. ¿Y Vincent?

—Oh... él... —Alice parece nerviosa— Muchas cosas pasaron, Reed... Vincent ya no...

El rostro de Reed se llena de culpabilidad.

—Oh, lo siento. ¿Se separaron?

A pesar de que presiente que es un tema delicado para Alice, el idiota sigue echándole leña al fuego.

—No, Reed—sonríe, aunque el dolor es evidente en su mirada y su voz—. Vincent murió.

— ¡Eso es terrible! —dramatiza el otro— ¿Pero cómo? ¿Hace cuánto?

—Tuvo cierto accidente después de que partieras a Inglaterra.

Un silencio incómodo llena la habitación. ¿Cierto accidente? ¿A qué tipo de accidente se refiere?

— ¡Oh! Pero qué descortés de mi parte, no te he ofrecido nada de beber —Alice mira a los lados, buscando a alguna criada. Su búsqueda termina cuando posa sus ojos en mí. Oh no, no lo haría... —Blair, ¿Podrías traer algo de limonada y galletitas?

—Oh, por supuesto señora —asiento con una brillante sonrisa. Reed me sonríe malicioso, con cara de «Mírame, me he salido con la mía». Oh sí, yo le traeré sus galletitas y se las haré tragar por el-

— ¡Excelente! Vamos Reed, tenemos muchas cosas de las qué hablar.

......................................

¡Hola, hola, gente! 

¿Adivinen quien apareció? ¡Si! El personaje misterioso del reparto, o como a mi me gusta llamarlo, el señor rojo. He ahí el nombre de este capítulo. No sé, leí el nombre "Reed" en una novela alguna vez, y desde entonces se me quedó grabado en la cabeza.

¿Qué creen que pase ahora con la llegada de Reed? ¿Cómo reaccionará Alex cuando lo vea? ¿Perseguirán los hombres de negro a Blair para borrarle la memoria? ¡Hagan sus apuestas! Y lamento si llegaron a creer que Reed era familiar de Alex, pero quería torturar a quien viera el reparto, jejeje.

¡No se olviden votar y comentar! ¡Muchas gracias por leer, y nos leemos pronto!

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