Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

16. Luz oscura.

El reloj de la pared indica que son las cuatro de la mañana.

No se escucha un zumbido alrededor. No se escucha nada, ni siquiera el pasar de las moscas. Lo único que escucho es el llanto de Sabrina, que se desploma una vez más sobre su propia realidad. Yo estoy más impactada que ella. Nunca me lo imaginé: que la fuerte y determinada Sabrina fuese en realidad una noble y frágil prostituta. Todo lo que he conocido acerca de ella durante el tiempo que la conozco, no ha sido nada más que una máscara.

— ¿Q-Qué...? —balbuceo, sin saber que más decir. Su llanto aumenta, y comienzo a preocuparme de que alguien se despierte debido al ruido—Shh, no llores tan fuerte, despertarás a Alice.

Intenta ponerse bajo control, pero eso solo la hace ver como una niña indefensa. Sacudo la cabeza de un lado a otro. Es contradictorio. Ver así de rota a una persona de la que tenías una imagen fuerte y determinada me produce una extraña sensación de contradicción. Y por supuesto, su revelación solo hace que mi mente colapse más.

—Déjame ver si entiendo— digo, con un tono más demandante de lo común—. Todas las noches, tú haces... eso... ¿Por dinero?

Ahora entiendo por qué todos en la academia la miraban de esa forma. Lo más seguro es que se haya descubierto su secreto. ¿Dónde estaba yo cuando pasó todo eso?

Ah sí, con el señor suicida.

Me parece aberrante que las personas entreguen algo tan valioso como lo es una parte de su ser solo por dinero, pero a pesar de eso sé que muchas prostitutas no escogieron estar donde están. Fueron obligadas a ello, o simplemente no tenían más opción. Por eso, me intrigan las razones que pudieron llevar a Sabrina a ese extremo, y a la misma vez me estoy preguntando cómo voy a ayudarla. Porque algo es claro, no puedo dejarla así. Pero, ¿Qué poder tengo yo?

— ¿Po-Por qué...? —pregunto, algo aturdida. No la juzgo. Solo quiero saber el por qué.

Entre lágrimas abre la boca para explicar, pero su llanto gana. Será mejor que se vaya a dormir. Como no sé dónde queda su casa y existe la posibilidad de que quede en la otra punta de la ciudad, lo mejor será que se quede a dormir aquí. ¿Pero en dónde? No estoy segura de en donde quedan las habitaciones de invitados.

La única habitación en la que podría quedarse es en la habitación de Alex. Podría quedarse ahí, pero tendría que ir a mi habitación por la llave. Sabrina se encuentra en un completo shock emocional, y no es necesario ser un genio para saber que por esta noche no dirá más. La tomo de la mano y la levanto de la silla.

—Vamos. Esta noche te quedarás aquí.

Consciente de mi posición como niñera, ella me mira con ojos bien abiertos y dice:

— ¡N-No! ¡De-De ninguna manera! No quiero traerte problemas con tu jefa... —solloza con lentitud, calmándose un poco.

Le doy una sonrisa.

—Me encargaré de Alice después. No te preocupes por eso. Pero mañana quiero saberlo todo, ¿de acuerdo? Y no quiero que huyas de mí.

Asiente con los ojos rojos e irritados. Me remuevo en mi sitio. No me gusta verla así.

—Vamos—le indico, y ella se levanta de la silla con el aura por los suelos. No la sostengo, la dejo caminar sola mientras nuestros pasos resuenan por la silenciosa casa. Caminamos por los oscuros pasillos, siendo guiadas por la linterna de mi teléfono.

Tomo aire al llegar frente a la puerta de mi cuarto.

—Espérame aquí un momento.

Sin esperar su respuesta, abro la puerta sigilosamente y me adentro en la habitación. Alex no produce ninguna clase de sonido, solo logro ver su cuerpo tendido sobre la cama. Enciendo la linterna con cuidado de no darle a Alex en la cara, y me dirijo hacia la mesita de noche. Tengo que guardar la llave en otro sitio, está muy cerca de Alex y conociéndolo, si se entera que es la llave de esa habitación, la tirará y se encerrará. O tal vez no lo haga, sigo teniendo la tiara, pero prefiero no correr riesgos.

Rebusco lo más sigilosamente posible en el cajón, y el bello durmiente se remueve. Mi cuerpo se tensa, pero Alex se da la vuelta y sigue durmiendo. Dejo salir el aire retenido en mis pulmones, y cuando encuentro la llave, casi quiero gritar de felicidad. Me contengo. Suficiente tengo con Sabrina justo ahora.

Antes de salir de la habitación, busco una de mis pijamas. Sabrina no puede dormir con esa ropa. Espero que le quede mi talla. Con el botín en la mano, me retiro lentamente de la habitación, para encontrarme a una joven perdida en el difícil mundo que es este.

—Sígueme—le susurro, y me dirijo a la puerta de al lado. Esta habitación es mucho más pequeña que las otras, pero de seguro que le servirá. Solo espero no tener muchos problemas con Alice. Pienso en la posibilidad de que se enoje y me despida, pero por otro lado he logrado muchos «avances» con su hijo, y ella no querría perder a la única persona que ha logrado avanzar algo con él. Aunque Alice me dé tanto crédito, yo no me siento acreedora de él.

A tientas, introduzco la llave en la cerradura. La puerta se abre, y enciendo la luz. Sabrina entrecierra los ojos por el contacto con la luz. Aún pueden verse las lágrimas frescas en sus mejillas. Me siento incómoda. No conozco la manera correcta de consolar a alguien, a pesar de que en el callejón lo hice bastante bien.

Es como si mi valor hubiese desaparecido. Odio cuando eso pasa.

—Uhm... toma. Pu-Puedes usar esto...—ella toma la pijama que le ofrezco—. Puedes dormir aquí. Vendré a verte en la mañana, y por seguridad le pondré seguro a la puerta. En la mañana pensaremos en qué hacer.

—Blair...—murmura con voz aturdida.

—No salgas hasta que yo venga, ¿bien? Y...um... recupérate.

¿Recupérate? ¡¿Acaso no podía decir algo mejor?!

Ella asiente. Busco las cobijas con las que dormía Alex cuando estaba en esta habitación, y las extiendo sobre la cama mientras mis manos tiemblan. Ella no se inmuta. Solo me mira organizar la cama mientras sus ojos se pierden en el vacío. Su mirada baja hacia el pijama en sus manos, y sus ojos se aguan por un momento. Bate la cabeza de un lado a otro, y se dirige al baño a cambiarse.

¿Qué haré si Sabrina no tiene un lugar a donde ir? ¿Qué pasa si su familia la rechaza y por eso ella me llamó a mí en vez de a ellos? Y una pregunta tan vaga como si iremos mañana a la academia corre por mi mente.

Suspiro. Realmente estoy hecha con todo esto. Por ahora no puedo sacarle información, no es conveniente y no quiero que colapse en frente de mí otra vez. Lo mejor será que se vaya a dormir. Si su vida es tan mala y sigue empeorando, podría llegar al mismo extremo en el que está Alex. Estoy dispuesta a impedir eso.

Ella sale del baño lista para dormir y con el rostro hinchado. Y sin saber qué más decir o de qué otra forma ayudarla, le deseo buenas noches y salgo de la habitación.

Regreso a mi habitación y sintiéndome agotada, me quito los zapatos y me acuesto en el sofá sin siquiera cambiarme la ropa. Con las cobijas me arropo, intentando recuperar el calor perdido. Suspiro. Ha sido demasiado por una noche, pero cuando Alex comienza a quejarse entre sueños y a llamar a Melanie, intuyo que no ha terminado. Miro la hora en el celular. Pronto el sol saldrá, y he pasado casi la mitad de la noche en medio del drama. Pero por Sabrina y por Alex, supongo que vale la pena.

Me pongo de nuevo sobre mis pies y me encamino hacia Alex. Me siento al borde de la cama, mientras se queja entre sueños. Aprieta las sábanas fuertemente bajo su agarre. Debe estarla pasando bastante mal. Pobrecito. Como quisiera encontrar la forma de ayudarlo. Como quisiera saber cómo ayudarlos a todos. Si tuviera ese poder, sería realmente maravilloso. Pero solo soy una simple chica inexperta, y el mundo se empeña en ponerme pruebas para las que no estoy lista. Simplemente no puedo salvarlos a todos. No tengo ese poder.

— ¿Por qué... me... dejaste...? —se queja entrecortadamente. El corazón se me ablanda, y mi pecho duele por enésima vez en la noche.

Me pregunto si nunca se despierta durante sus pesadillas. Debe hacerlo, ¿no? Solo que tal vez no me he llegado a dar cuenta.

Sabiendo lo que lo tranquiliza, paso mis dedos suavemente por su castaño y algo enmarañado cabello. Tarareo una nana, y poco a poco se calma. Deja de quejarse, y el sube y baja de su pecho se ralentiza. Su rostro adquiere un gesto más pacífico y las sábanas bajo su agarre son liberadas con lentitud.

Comienzo a entender esto, y se siente bien brindarle apoyo a alguien de esta manera. ¿A esto se le llama apoyo humano? Se siente bien brindarlo, aunque sea pésima en ello. Si tan solo él me permitiera estar ahí de formas más abiertas, todo sería mejor. Solo puedo hacer lo que hago ahora, y hasta eso es «arriesgado». Si Alex me descubriera haciendo esto, estaría de todo menos contento.

Me gustaría estar ahí para él de más maneras. Cuando está despierto, es una constante lucha entre su orgullo y el mío. Pocas veces lo he visto ablandarse frente a mí, y como me gustaría que se abriera más. Pero pedírselo es imposible, él tendría que hacerlo por voluntad y eso suena aún más imposible.

De una u otra forma, sólo quiero estar ahí para él.

Unos fuertes golpes en el hombro me sacan de mi agradable sueño. Alguien me empuja. Mis ojos son obligados a abrirse, aunque se sienten pesados y somnolientos. Frente a mí, Diana se encuentra con una cara sumamente enojada. Me sorprende que haya entrado a la habitación sabiendo que Alex está aquí. Intento recordar algo de lo que sucedió el día anterior, pero nada llega a mi mente. Finalmente logro que los recuerdos vengan a mí. Y finalmente, el atisbo de un recuerdo llega a mi mente.

Al recordarlo todo, me siento de golpe. Gran error. La cabeza me da vueltas. Siento como si alguien hubiera arrasado conmigo.

—Estás en problemas—sisea Diana con una expresión sumamente colérica, y trago grueso. ¿Habrá descubierto a Sabrina? — ¿Sabes la hora que es?

Miro hacia la cama. Alex está dando la espalda, así que no sabría decir si está despierto o dormido. Lo más probable es que siga contando corderitos.

Me estiro a tomar el teléfono mientras la cabeza me da vueltas. ¿No habrá descubierto a Sabrina, o si? Si la hubiera descubierto, estaría mucho más enojada, y probablemente habría sido Alice quien hubiera venido a jalarme de las greñas. Tal vez.

Son las ocho de la mañana. ¿He dormido tan pocas horas?

—No le trajiste el desayuno, y estabas más dormida que un camionero. ¡Me hiciste entrar aquí, maldita sea! ¡Se supone que es parte de tu trabajo! —entre-grita y susurra, mirando hacia la cama con temor. Por su mirada sé que está desesperada por salir de la habitación cuanto antes.

Entonces no ha descubierto a Sabrina. Uf. Tengo que ir con ella cuanto antes.

— ¿El desayuno? —murmuro entre un bostezo.

—Ya qué. Ya lo traje yo. Pero Alice se va a enterar de esto, ¿me oíste? ¡Se va a enterar!

Se da la vuelta agitando sus caderas hacia la puerta y sale de la habitación. Cierra la puerta tras de ella. Suspiro. Por ahora estoy a salvo. Me llevo las manos al rostro. ¿En qué me he metido? En algún momento tendré que darles la cara a todos. Diana verá a Sabrina inevitablemente.

No tengo miedo de lo que pueda decirle Diana a la jefa, al final todo saldrá a la luz. De todas maneras ya estoy en problemas, ¿no? Lo único que necesito saber ahora es lo que sucedió anoche.

Me levanto, y antes de salir de la habitación verifico que Alex esté bien. Uhm, él parece estar durmiendo bastante. Maldito bastardo. Él puede dormir y yo no.

Tengo que concentrarme. Me obligo a mí misma a salir de la habitación, y corro hacia la de al lado. Mierda, olvidé la llave. Me regreso por la llave, y vuelvo a intentarlo. La puerta se abre y Sabrina está profundamente dormida mientras me da la espalda. Ella también puede dormir y yo no. ¿Acaso solo las personas con problemas emocionales tienen derecho a dormir? ¡Pues quiero morir entonces!

Cierro la puerta tras de mí antes de que alguien se acerque, y echo el seguro. Me acerco a ella y rodeo la cama, solo para ver su rostro pacífico e impasible. Sin embargo puedo detectar que estuvo llorando. No sé si es por los ligeros rastros de gotas de lágrimas sobre la almohada, o por sus ojos irritados.

Me pregunto qué piensa hacer ahora. No creo que quiera seguir siendo prostituta después de lo que pasó anoche, sea lo que sea que haya sido. El que haya estado llorando es clara señal de que no era feliz. Ella no quiere ser una prostituta, pero hubo algo o alguien que la impulsó a ello.

Le costará hablar de ello, pero tendrá que decírmelo si quiere mi ayuda. Si no, pasará como con Alex, que la única manera que encuentro para ayudarlo es cuando está dormido.

Me cuestiono entre dejarla dormir o despertarla, pero decido despertarla. Sea lo que sea que esté pasando, es necesario saber que es. Ahora. A pesar de que sé que no quiere estar despierta para tener que sobrellevar lo que sea por lo que esté pasando, no puedo dejarla dormir por más tiempo.

La agito del brazo, y ella se queja entre sueños.

—Despierta. Ya es de día—le susurro, y tras agitarla un par de veces más, abre los ojos perezosamente. Al verme, su cara es de desconcierto total.

— ¿Blair? ¿Qu-Qué haces aquí...?

Me quedo descolocada.

— ¿Recuerdas...Recuerdas lo que pasó anoche? —pregunto algo insegura.

Me mira sin entender, pero poco después su rostro se llena de entendimiento. Se sienta y mira alrededor. Cada vez su rostro está más sorprendido. Se tapa el rostro con las manos y gime.

—Por favor... dime que no me viste así.

—Me temo que sí.

Ahoga un sollozo en su garganta. Oh no, por favor que no empiece a llorar otra vez.

— ¡Va-Vamos! No-No pasa nada—tartamudeo, en un desespero para calmarla— ¿Por qué no me cuentas lo que pasó?

Me mira de reojo con los ojos ligeramente aguados.

—Me siento sucia—susurra.

Dios.

La animo a contarme lo que sucede, a que me cuente su historia. ¿Cómo fue que terminó siendo prostituta? Entre millones de opciones en el mundo, ¿Por qué una prostituta?

—Tuve que hacerlo—susurra—. En ese momento parecía la salida más fácil. Pagaban bien, y solo tendría que prestar mi cuerpo... mamá necesita cuidado constante en el hospital, y sus medicamentos son caros. Esta parecía la mejor solución. Cuando mi... mejor amiga—pronuncia estas últimas palabras con algo de desprecio—me dijo que había encontrado la solución a todos mis problemas, le creí... me dejé engatusar.

Niego con la cabeza, negándome a creer. ¿Por qué caer en un extremo tan bajo? ¿Acaso...?

— ¿Acaso no habían otras opciones? Hay millones de cosas en las que podrías haber trabajado—sí, lo digo yo, la que casi no consigue trabajo en Los Ángeles—. Se supone que ésta es la ciudad de las oportunidades, ¿no? Entonces...

Me mira ceñuda y con los ojos llenos de lágrimas, sin embargo ninguna se derrama.

—Blair... la influencia de las personas es algo muy poderoso...—sisea—. No tienes idea de cuánto... puedes terminar convirtiéndote en algo que no deseas ser.

¿Obligarse a ser alguien que no quieres ser? ¿A cambio de qué?

—Para ellos no era prostitución... era... uhm, como decirlo... un trabajo de dinero fácil—murmura con tristeza.

— ¿Ellos?

—Mis ex-amigos—susurra—. Pero... pero cuando me di cuenta en lo que me había metido y quise escapar... ya no podía.

— ¿Por qué no?

—Gary... mi jefe... decía que era la mejor de sus chicas. Todos querían conmigo. Cuando intenté huir... el usó mi situación para chantajearme. Lo que dijo fue... «¿Cómo pagarás el tratamiento de tu madre? ¿Acaso crees que una pobretona como tú podrá conseguir otro trabajo? ¿Qué crees que harás mientras tanto? Tu madre se pudrirá en ese hospital mientras su hijita busca la manera de flotar».

Las lágrimas se deslizan por sus mejillas, pero no me siento petrificada por ello. Más bien me siento indignada porque ese hombre usara la situación de Sabrina para su beneficio. ¿Cómo puede existir gente tan basura en el mundo? ¿Cómo pueden destruir a las personas sólo por obtener un beneficio? ¿Acaso no les importa marcar un alma con tal de ganar dinero?

— ¿Y le creíste?

—Yo... le creí. Tiene razón—solloza desconsolada—. ¿De qué más podría vivir? No fui a la universidad, no tengo habilidades... tuve que dejar el instituto cuando estaba a la mitad porque mi madre ya no podía cuidarse por sí misma y éramos demasiado pobres...

Me siento mal por ella. A comparación con mi vida, ella ha pasado por cosas mucho más críticas. Cuando la conocí, se veía como una joven fuerte y determinada, que no tenía miedo de nada y parecía siempre darle la cara a cada nuevo día con una enorme sonrisa y una actitud positiva. Siempre se veía tan optimista. Por eso, verla así, saber su situación, todo eso... es algo difícil de creer. Impactante. Y por momentos me pregunto si es Sabrina la que está frente a mí. Parece ser cierto que incluso las personas fuertes y determinadas se quiebran.

Entonces comienzo a pensar en la posibilidad de que tal vez todo lo que he sabido de ella hasta ahora, solo era una fachada. En realidad es una persona quebrada y desconsolada que no sabe qué camino debe tomar.

— No sé qué voy a hacer ahora... — llora — ¿Qué voy a hacer...?

Pienso y pienso. No tengo poder, pero tal vez podría pensar en una buena idea. ¿Cómo podría ayudarla a solucionar su problema? «Piensa Blair, piensa. Tu cerebro es una mina de ideas.»

Lo tengo. ¿Estoy loca? Sí, esa idea puede funcionar. Pero reitero, ¿estoy loca?

— ¿En dónde vives? — pregunto dudosa, para asegurarme.

A ella le cuesta calmarse, y le extiendo un pañuelo para que se desahogue. Si sigue llorando como magdalena, alguien la escuchará. Y no quiero tener que enfrentarme a Diana y a los otros empleados tan pronto. Me siento a su lado, y froto su espalda cariñosamente sin saber que más hacer. Parece que funciona porque poco a poco se calma.

— Vivo en un pequeño apartamento arrendado — musita, y niega con la cabeza —. Voy a estar bien.

— Lo dudo — cuestiono. La gente prefiere muchas veces pensar que las cosas están bien a hacer algo para cambiarlas. Es parte de la negación del ser humano.

— En serio Blair — intenta sonreír, pero le sale más como una mueca —. Estaré bien. Gracias por dejarme quedar aquí esta noche. Tengo... tengo que volver.

Hace un ademán de levantarse, pero la tomo del brazo para retenerla. Si yo fuera ella, no querría regresar a esa realidad. Entonces, ¿Por qué hacerlo cuando tengo cierta idea en la mente? Una que podría solucionar todos sus problemas, pero como dije, es una simple idea.

— Tengo una idea — susurro, golpeándome mentalmente por darle esperanzas sin saber si se cumplirá.

No estoy segura de sí Alice necesite una nueva muchacha de servicio.





Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro