Capítulo 5
Dos de la mañana y BaekHyun estaba intentando vestirse lo más rápido posible. Había escuchado a SeHun salir de la cabaña, luego de que hubiera pasado a ponerle la manta como hacía todas las noches. Sin embargo, esta vez BaekHyun no iba a dejar que su enojo se esfumara solo por ese gesto, para nada.
Él sin duda iba a seguir enojado. Y ahora planeaba escaparse en medio de la noche en busca de un oso. No tenía idea de qué haría cuando lo hallara, ya se las iba a ingeniar cuando estuviese en frente de uno.
Un plan brillante, sin duda.
Tomó una potente linterna que encontró encima de la chimenea, se abrigó bien y salió antes de que a SeHun se le ocurriera regresar de su caminata nocturna desnudo. Afuera hacía frío, pero no era nada terrible. Era un clima agradable para recorrer el bosque, o los alrededores de la cabaña al menos, pues no quería perderse.
Comenzó a caminar bosque adentro, tratando de recordar los pasos que daba para no olvidarse hacia dónde quedaba la cabaña. A medida que se adentraba entre los árboles y todo a su alrededor se volvía más oscuro y húmedo, se dio cuenta de que su abrigo no ayudaba demasiado, y también que era un poco cobarde porque cualquier ruido a su alrededor lo hacía saltar del susto.
El trabajo de campo siempre había sido una de las cosas que más le entusiasmaba a BaekHyun sobre su profesión, pero ahora comenzaba a dudar de por qué había puesto aquello en su top de actividades favoritas. No era lo mismo ir por el bosque con un guía que realmente conocía el lugar y de día, que estar él solo por su cuenta y de noche, muriéndose casi de frío.
Quizá después de una media hora de caminata en lo que él creyó que era en círculos alrededor de la cabaña, se dio cuenta que su sentido de la orientación era malditamente nulo. No tenía idea de dónde diablos estaba, por lo que no pasó mucho tiempo para que él no pudiera reconocer ni un árbol a su alrededor y se declarara realmente perdido; su plan sal-en-la-madrugada-al-bosque-en-busca-de-un-osito... puede que no hubiera sido tan brillante.
Poco a poco, el miedo comenzó a comerle las entrañas. No había nadie que pudiera sacarlo de allí. Había cientos de casos de personas que se perdieron en el bosque y nunca regresaron, justo como en las películas de terror. Aunque quizás si se quedaba quieto y encima de un árbol durante toda la noche no le pasaría nada y se mantendría alejado de los depredadores. Tal vez SeHun lo encontraría al otro día. La verdad, no estaba seguro, pero tenía miedo, eso sí.
¿Quién diablos lo había mandado a perderse en la naturaleza sin un caliente guardabosques que viniera a rescatarlo?
Miró a su alrededor con ojos atentos y asustados. Eso no estaba bien. Por culpa del pánico estaba comenzando a desesperarse, y a cada segundo BaekHyun miraba a su alrededor como si de cualquier rincón un animal fuera a salir con las fauces abiertas para comérselo vivo. El halo de luz de su linterna serpenteaba entre las copas de los árboles en busca de algún depredador o posible amenaza, hasta que llegó a un claro iluminado por la luz de la luna donde creyó tontamente que estaría a salvo.
Bajar la guardia fue un muy grave error.
BaekHyun estaba totalmente horrorizado, y se lo dejó saber al bosque entero con un grito para nada masculino, cuando su linterna se topó con un par de ojos espejados que le devolvieron la mirada entre los árboles que rodeaban el claro.
Cuando se calmó del susto, reconoció que era un oso.
Estaba en muchos problemas.
Muchísimos.
Tomó su linterna con fuerza, como si lo pudiera ayudar a defenderse, y retrocedió lentamente. Él no sobreviviría esa noche. Quizá SeHun nunca encontraría su cuerpo, porque el oso lo llevaría a su cueva y lo utilizaría como su alfombra personal, claro, después de arrancarle todos los huesos y comerse toda su carne.
Bueno, probablemente estaba exagerando, pero de cualquier modo aquel no era un escenario favorable para él.
BaekHyun había estudiado a los osos en libros de biología y veterinaria, pero no es como si en verdad supiera qué hacer al encontrarse frente a frente con uno. Él simplemente había escapado de la cabaña por capricho, rompiendo una de las cuantas reglas de SeHun. No había esperado realmente tener tanta suerte como para toparse con uno en carne y hueso, y mucho menos convertirse en su próxima presa.
Tragó saliva cuando el oso se acercó lentamente a él, olfateando el aire con cautela. BaekHyun estaba paralizado y no creía que fuera una muy buena idea huir despavorido, porque haría que el oso corriera detrás suyo como en una película de terror. No. Mejor se quedaba quieto... y esperaba no ser comido.
El oso comenzó a gruñir cuando se encontró a unos metros de BaekHyun. Era un gruñido amenazante. Enseñaba los dientes. Y era enorme, le llegaba casi al cuello sobre sus cuatro patas. BaekHyun estaba ahora mucho más asustado que antes, si eso era posible. Su corazón latía como el de un conejito asustado en sus orejas, y tenía ganas de llorar. No sabía cómo salir de aquella situación. Le hubiera gustado hacer muchas cosas antes de morir, como... como decirle a SeHun que le gustaba mucho y que lamentaba que él lo odiara. Mierda. ¡¿Por qué solo podía pensar en ese hombre ahora mismo?!
Justo cuando el oso estaba a un metro y medio suyo y BaekHyun ya estaba creyendo que aquel iba a ser su final, apareció otro oso por el linde del claro. Él no tenía idea por qué, o si se iban a complotar para comérselo, pero aprovechó la distracción para retroceder lentamente algunos pasos lejos del oso que se le había acercado primero. El recién llegado se acercó por detrás al que lo había estado por atacar y el primer oso le dio la espalda a BaekHyun. Ambos osos comenzaron a gruñir ferozmente, pero no le estaban prestando atención ahora. Si ellos comenzaban a pelear, BaekHyun aprovecharía para huir a toda velocidad.
Sin embargo, la oportunidad no se presentó.
El oso que acababa de llegar se paró sobre las dos patas y rugió tan fuerte que, al igual que el grito de BaekHyun, todo el bosque pudo escucharlo. Después de ello, el oso que antes le había gruñido a BaekHyun, huyó despavorido bosque adentro, como si reconociera que el otro oso era más poderoso.
Y él iba a darle la razón al que huyó, porque este oso era mucho más grande que el anterior. Y parado sobre sus dos patas, era gigante. BaekHyun nunca había visto un oso tan grande; lucía como una torre inmensa. Y se estaba acercando hacia él sin volver a colocarse en cuatro patas, por lo que BaekHyun estaba comenzando a entrar en pánico otra vez. Quizás esa solo había sido una batalla entre los osos para ver quién se lo comería.
Con impotencia, BaekHyun se sentó en el suelo y se cubrió la cabeza y el cuello, esperando lo peor. Hundió el rostro entre sus rodillas y se hizo un bollito sobre el césped, completamente intimidado y asustado. Si protegía las partes vitales de su cuerpo, tal vez sobreviviría. Aunque las lágrimas caían por sus mejillas sin cesar.
El hocico húmedo del oso rozó la piel de su mano, luego una lengua áspera también saboreó el mismo lugar. BaekHyun pensó que el oso lo estaba probando antes de tragarlo.
—Diosito —susurró—, ni soy creyente, y por eso nunca te pido nada, pero por favor, haz una excepción conmigo para que este oso no me coma... le prometí a mi mamá que no dejaría que me comiera uno...
Como si hubiera oído su rezo desesperado, el oso se quedó allí, sin hacer nada, solo olfateando su cuerpo. Al notar su falta de agresividad BaekHyun abrió los ojos y halló la mirada del oso, tan negra como el petróleo, y tan inteligente que lo dejó muy aturdido.
Sin embargo, cuando extendió la mano para acariciar la piel cerca del hocico del oso y este cerró los ojos para refregarse contra él, BaekHyun lo sintió extrañamente familiar. Realmente podría haberse asustado de aquella sensación, pero algo en su mente le decía que de alguna manera aquella situación absurda tenía sentido, porque el oso lo había protegido. No estaba seguro de cómo, pero simplemente sabía que ese no era un simple animal.
Las cosas comenzaron a cerrar abruptamente en su mente, justo cuando el oso gruñó, muy profundo y mirándolo fijamente a los ojos, que brillaban de forma sobrenatural. BaekHyun podía jurarlo por todo lo que tenía que ese no era un simple oso, sino mucho más que eso, solo que aún no conseguía darle una explicación racional. Él era un científico, después de todo.
Quizá no tenía sentido lo que estaba pensando. Lo cierto era que el hombre siempre se desvive constantemente por hallar la razón de ser de cada cosa, su origen, su sentido, una forma lógica que pueda encajar con todo lo que sabe. Sin embargo, no siempre hay modo de hallar una explicación que tenga coherencia, simplemente debemos aceptar las cosas sin más porque van más allá de nuestra comprensión.
Y eso fue exactamente lo que él hizo cuando el oso volvió a arremeter con el hocico contra su mano en busca de más caricias.
—¿SeHun? —susurró.
El oso se detuvo en seco y lo miró a los ojos, separándose abruptamente de él. Gruñó, casi de forma amenazante, así que BaekHyun se cubrió otra vez el cuello y la cabeza con las manos, haciéndose un bollito y esperando lo peor. Quizás se había equivocado.
No obstante, no sucedió nada más que el oso alejándose de él. Incluso cubierto por su escudo de brazos, BaekHyun escuchó el ruido de los pasos sobre la hierba alejándose del claro hasta que se perdió en el murmullo de los grillos y el silencio del bosque.
Una vez más, estaba solo.
Cuando la adrenalina pasó, sintió que se ahogaba. Pequeñas lágrimas dejaron sus ojos y no sabía de alivio o de susto una vez más. Estaba perdido. No sabía dónde rayos se encontraba la cabaña. Y había estado a punto de ser comido por no solo uno, sino dos osos, y además con este último había vivido la experiencia más extraña de su vida. Puede que estar perdido lo hubiera hecho perder finalmente la razón.
Esa definitivamente era una situación de mierda, y él lo sabía. Por eso apretó los puños de frustración, porque no tenía ni idea de qué hacer ahora, o cómo iba a pasar la noche perdido en el bosque.
SeHun tenía razón, él solo era un ñoño a fin de cuentas, aunque uno que quería ayudar. No obstante, todos sus esfuerzos eran inútiles, y oh, vaya: había salido en busca de un oso, se topó con dos, pero ninguno aportó nada para su investigación. Era un constante fracaso, literalmente.
Después de varios minutos descargando su frustración a través de lágrimas que quemaban, unas manos le acariciaron el cabello y un cuerpo enorme y calentito lo rodeó como si fuese la cosa más valiosa que existía sobre la faz de la tierra.
—Ya pasó, peque —susurró SeHun contra su oído, tomándolo de los brazos para que dejara de protegerse—. Estás bien. Estoy aquí.
Con lágrimas en los ojos, BaekHyun levantó la mirada para encontrarse con la del guardabosques, oscura como la noche. Su cabello negro brillaba gracias a luz de la luna llena, y bañaba su cuerpo desnudo con un resplandor sobrenatural.
Era igual al oso, se dio cuenta. Y a BaekHyun no le asustó la similitud.
—SeHun —susurró, solo para deleitarse por la forma en que el nombre sonaba en sus labios, y porque eso mismo lo hacía sentir a salvo... como si fuese su hogar. Volvió a llorar—. Lo siento, yo... me escapé —hipó—, y me perdí, lo lamento, soy un idiota, no debí haberme ido.
—Eres un idiota, y sí, no deberías haberte ido. —El ceño fruncido del hombre se pronunció, y la ira surgió en sus ojos—. No digas nada. Lo discutiremos cuando estemos en casa.
—¿Casa?
Antes de que BaekHyun consiguiera procesar sus palabras, el hombre gigante se puso de pie y lo tomó con sus fuertes brazos hasta subirlo sobre sus hombros, cargándolo como si fuera un costal de papas. Sus pisadas se oían claramente furiosas mientras se encaminaba de vuelta hacia la cabaña, por lo que BaekHyun prefirió no hacer enojar más al gigante que lo estaba llevando e intentó relajarse sin manosear demasiado su espalda fibrosa y desnuda.
Se dio cuenta de que SeHun estaba desnudo, pero no quiso hacer ningún comentario, sintiendo que había puesto al guardabosques en un gran apuro viniendo a rescatarlo y no era el ambiente adecuado para hacer una broma.
En menos de diez minutos, BaekHyun pudo escuchar el ruido que hacían las maderas del porche al ser pisadas, así que abrió los ojos para encontrarse con que ya estaban dentro del pequeño bungaló. No había ido tan lejos, al final.
SeHun lo bajó y se dio vuelta para ponerse sus pantalones que colgaban en el perchero, y luego volvió a enfrentarlo. Un escalofrío recorrió la espalda de BaekHyun cuando SeHun lo miró, y este, al notarlo tan asustado, suavizó su expresión, haciendo sentir apenas un poco mejor al ecólogo... pero no por mucho.
—¿En qué rayos estabas pensando, BaekHyun? —cuestionó finalmente SeHun, apretando los puños a ambos lados de su cuerpo.
—¿Cómo me encontraste tan rápido? —preguntó BaekHyun en cambio, evadiendo su pregunta. Todavía tenía la sensación que había experimentado junto al oso a flor de piel.
—No fue muy difícil. Gritaste tan alto que te oyeron hasta en Incheon —lo reprendió, dando un paso más cerca suyo y marcando la enorme diferencia de alturas entre ellos—. Y deja de ignorar mis preguntas. ¿Por qué te escapaste de esa forma? Pensaba que eras más inteligente. ¡Ya conoces las reglas!
—Me escapé porque ya descubrí tu secreto —lo acusó BaekHyun, cruzándose de brazos con total seguridad.
—¿Ah, sí? ¿Cuál? —El rostro de SeHun enseñaba una clara sonrisa divertida, pero había un poco de miedo oculto en sus ojos.
BaekHyun sabía que tenía un secreto grande, pero aún no estaba muy seguro de si revelar el sentimiento que lo invadió cuando estuvo con el oso. Quizás solo era parte de su locura, así que decidió ir por un camino más lógico.
—Estás retrasando mi investigación porque no quieres que me vaya. Te sientes solo y yo he sido tu única compañía en mucho tiempo —soltó, tanteando terreno.
—¿Qué dices? Estás equivocado. Yo te estoy ayudando en todo lo posible —dijo SeHun, pero claramente los dos sabían que estaba mintiendo después de lo que sucedió la tarde del día anterior, cuando lo llevó en dirección contraria al oso del bosque.
—¿No te da vergüenza mentir de esa forma? —BaekHyun ahogó un grito de frustración—. ¿Qué tanto te cuesta confiar en mí y decirme la verdad?
—No puedo hacerlo, BaekHyun. No lo entenderías.
BaekHyun parpadeó, dándose cuenta de que finalmente SeHun había admitido que había algo que no podía hablar con él. Decidió aferrarse a ello.
—Lo intentaré, te lo prometo —rogó, dando otro paso hasta que quedó extremadamente cerca del hombre y tuvo que levantar el rostro para verlo—. Haré mi mejor esfuerzo por entender. Por favor, confía en mí.
—No... no puedo —murmuró SeHun, llevando una mano temblorosa para acariciar la mejilla de BaekHyun—. Lo que menos quiero es que me veas como un monstruo.
—Yo nunca me asustaría de ti, SeHun, ni te vería como un monstruo —susurró, sabiendo que estaba cerca de obtener la verdad. Cerró los ojos, apoyándose en el toque de SeHun—. Dime la verdad, por favor... En el bosque, ¿eras tú ese o-...?
Los labios de SeHun impactaron con los suyos, callando cualquier cosa que él hubiera alcanzado a decir. Eran rudos y completamente hambrientos, como si necesitaran demasiado... como lo necesitaran a él.
A BaekHyun le costó seguirle el beso al principio, pero pronto su necesidad de SeHun también surgió desde el interior de sus entrañas y ellos se encontraron devorándose entre besos el uno al otro. No pasó mucho tiempo para que cayeran sobre el sofá, sin importar dónde estaban ni qué los había llevado ahí. En ese momento, solo existían ellos dos, con sus manos explorando sitios que solo sus ojos habían alcanzado a recorrer, sus labios voraces buscando todo del otro, y sus pieles anhelando rozarse con más piel.
El calor comenzó a subir por el cuerpo de BaekHyun al mismo tiempo que los besos de SeHun descendían por su mandíbula y cuello, besando y mordisqueando, succionando y dejando deliciosas marcas de amor. BaekHyun solo pudo responder a ello con un gemido y arrastró sus manos por la hermosa cintura desnuda de SeHun, arañando cuanta piel podía y ganando gruñidos de parte del guardabosques.
—Sabes tan dulce como imaginé —susurró SeHun contra la piel de sus clavículas, su abrigo había sido desabrochado en algún momento entre besos, pero BaekHyun ya casi no tenía frío—. Quiero hacerte mío hasta que no puedas pensar en nadie más.
BaekHyun no se lo dijo, pero ya lo hacía. Desde que lo había visto por primera vez, no se imaginaba pensando en alguien más, no de la forma en que estaba ahora con él.
Sus neuronas habían dejado de funcionar desde que la dominante lengua de SeHun había invadido su boca, así que solo pudo tomar el tallado y atractivo rostro del pelinegro para acercarlo a sus labios por otro beso voraz que fue correspondido con gusto. Las manos de SeHun, ansiosas y exploradoras, se sumergieron por debajo de su camiseta y acariciaron su abdomen suavemente, levantando la tela para un mejor acceso.
No obstante, cuando SeHun estuvo a punto de besar su abdomen, se detuvo en seco, como si hubiera notado algo. BaekHyun se levantó sobre sus codos para mirar al hombre encajado entre sus piernas con nerviosismo, ¿quizá se estaba arrepintiendo?
—¿Qué pasa?
—No es nada. Solo vayamos a la cama, estás perdiendo calor corporal —dijo con un tono preocupado.
BaekHyun parpadeó un par de veces sin comprender, demasiado ido en su excitación. Fue por eso que, para no perder el tiempo, SeHun lo levantó en brazos y lo obligó a enredar las piernas alrededor de su cintura y los brazos en su cuello. Comprendiendo los deseos del hombre, BaekHyun se acomodó contra su cuerpo desnudo y caliente y se dejó llevar.
El velador de la habitación estaba encendido cuando SeHun lo dejó sobre su cama con muchísima suavidad y comenzó a quitarle la ropa. Antes de darse cuenta, BaekHyun ya se encontraba desnudo y sonrojado bajo la mirada del guardabosques, que se detuvo a observarlo con tanta pasión y amor oculto en sus oscuras orbes, que BaekHyun se estremeció. SeHun era demasiado intenso en todos y cada uno de los aspectos de su vida, todo él era intenso e intimidante; pero, en ese momento, le estaba mostrando a BaekHyun un lado más vulnerable y tierno que él pocas veces había visto desde que se conocieron, y la realización de aquello lo emocionó.
—¿Por qué te sonrojas? —susurró SeHun en su oído, inclinándose para besarlo justo debajo de la oreja.
—Me miras como si fuera especial —admitió BaekHyun, abrazándolo fuerte.
SeHun le besó el hombro y frotó su rostro contra él.
—Lo eres, BaekHyun. Eres muy, muy especial, y quien diga lo contrario es porque realmente no te valora.
Se miraron a los ojos un largo momento, antes de que BaekHyun lo tomara del rostro y le diera un beso lleno de todas las palabras que se encontró incapaz de decir.
A BaekHyun le gustaba mucho ese lado dulce de SeHun, ese que ahora sonreía mientras lo besaba con suavidad, enredando sus lenguas, sus cuerpos y sus pensamientos. SeHun parecía tener algún poder, porque estaba haciéndolo retorcerse del placer y dejar escapar de su boca obscenos sonidos que evidenciaban el goce que experimentaba cada vez que sus besos le devoraban la piel, o cuando su extensión se hundía en él.
Sus movimientos se consumieron a fuego lento, al ritmo de las estrellas y la luna. SeHun le hizo el amor hasta que BaekHyun incluso olvidó su propio nombre y cualquier resentimiento que podría haber llegado a albergar en su corazón por la pelea que habían tenido esa misma noche.
—Tienes razón... yo soy ese oso —susurró SeHun en su oído cuando creyó que BaekHyun ya dormía, pero este simplemente giró en la cama y le sonrió.
—Lo sé. —Él lo había entendido justo cuando SeHun lo besó por primera vez—. Y sí, me gustas así, SeHun.
Fue ahí, justo en ese instante, cuando SeHun se sumergió completamente en los ojos miel de BaekHyun y danzaron hasta el amanecer una melodía erótica con sus nombres en cada una de las notas.
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