Capítulo 3
Una semana después, BaekHyun había llegado a la conclusión de que SeHun gruñía malditamente por todo. No obstante, no era porque todo lo molestara, simplemente era su forma de ser. Los gruñidos le salían tan naturalmente como respirar.
Tampoco es que BaekHyun lo estuviera defendiendo ni nada, porque al principio se le había hecho grosero, pero sí; SeHun gruñía hasta cuando estaba feliz.
BaekHyun había aprendido varias cosas sobre el guardabosques durante esa semana. Primero, que era un adicto a la miel, y que cuando se sentaba en la cocina a comer directamente del pote, se la pasaba soltando gruñidos por diez minutos seguidos mientras degustaba. El tipo tenía una extraña obsesión con aquel néctar. Y a él le encantaba escucharlo gruñir, porque joder, nacía de su pecho y era tan sexy que hacía todo su cuerpo vibrar con los decibeles de su profunda voz.
Añadido a eso, SeHun tenía un... serio problema con su desnudez. Y es que parecía nunca tener frío, al contrario, por lo que andaba en pantalones cortos y sin nada más que eso, paseando por la casa. El problema de eso, era que BaekHyun no quería mirar, pero nunca había sido demasiado bueno controlando sus impulsos, así que... podría decirse que BaekHyun había dejado de tener frío cada vez que SeHun se paseaba casi desnudo por la casa.
Quitando sus frustraciones sexuales, BaekHyun también había descubierto que el hombre era muy inteligente. Sabía tantas cosas del bosque como debía saber porque era su trabajo, pero también sobre muchas otras que implicaba haber estudiado con mucho detenimiento pilas y pilas de libros de botánica y veterinaria. Ellos habían llegado a tener charlas muy interesantes que le llenaban el pecho de calor. Su ex había sido muy cruel cuando cortó años atrás con él, pues le había dicho que nunca tendría a alguien que lo aguantara con sus "delirios de cerebrito". SeHun había aparecido para probarle todo lo contrario, al parecer.
En general, SeHun lo ayudaba con lo que podía para la investigación, salvo por un pequeño obstáculo que le había puesto. BaekHyun había ido al bosque era que había algo que estaba acabando con la población de osos. Aún no había podido averiguar qué era, y SeHun le había dicho que no podía examinar los cuerpos porque simplemente no estaban. Él dudaba mucho de eso, pero no podía hacer nada al respecto. Esa era la dificultad que tenía: SeHun decía que no habían cuerpos para analizar, y BaekHyun no sabía si creerle, aunque no podía hacer nada al respecto.
Por lo demás, SeHun realmente lo ayudaba en todo lo que podía. Ellos salían durante todo el día a caminar por el bosque durante las rondas diarias de SeHun, sin importar el clima. A BaekHyun tampoco le importaba si estaba lluvioso o soleado, aunque algunos días le costaban más que otros. Él disfrutaba mucho de la naturaleza, y solía conversar con SeHun al respecto. El guardabosques era muy pasional con lo que hacía y se veía reflejado en sus conversaciones, lo que hizo que BaekHyun tomase mucho interés en él.
Además, el hombre se veía terriblemente sexy mientras se abría paso entre la maleza; ¿quién iba a culpar a BaekHyun por sentirse atraído por él?
El otro pequeño problema, era que SeHun evitaba mirarlo a los ojos la mayoría de las veces que hablaban... cosa que era casi siempre. BaekHyun no entendía la razón, y no estaba seguro de si quería averiguar el porqué. Era la actitud más extraña que alguien adoptó hacia él jamás. Era extraño, pero también dejó espacio para la duda. Quizás SeHun era tímido o se sentía inferior a él de alguna forma. Aunque si lo ponía en términos de autoestima, debería ser él quien no mirase a SeHun a los ojos, porque el tipo era demasiado caliente y BaekHyun sentía que no tenía ni para empezar al lado de él.
Lo más raro, sin embargo, sucedió cuando ellos se habían tocado por mera equivocación. SeHun había comenzado a respirar irregularmente, sus fosas nasales se habían ensanchado y había parecido que estaba a punto de explotar o algo así. Desde ahí que BaekHyun evitaba tocar a SeHun o acercarse demasiado a él, no vaya a ser que desatara la furia del guardabosques después de que ellos habían aprendido a convivir juntos.
En esos momentos, el científico estaba agachado debajo de un enorme arbusto mientras tomaba unas muestras de raíces de una planta que le había llamado la atención. Como no había cuerpos, no estaba seguro de cómo poder averiguar qué era lo que estaba matando a los osos, así que debía suponer que estaba relacionado con la comida. Hasta el momento había tomado muestras de bayas, hojas de árboles, raíces de arbustos e incluso de agua de arroyos y charcos, pero no había encontrado nada fuera de lo normal que pudiera afectar a estos animales. Realmente no lo ayudaba no tener cuerpos de osos para examinar.
—Peque, debemos irnos —dijo SeHun interrumpiendo sus pensamientos. Su voz sonaba más seria de lo normal.
—Espera, SeHun.
Bueno, ellos habían progresado un poco; se llamaban por sus nombres —incluso SeHun le había apodado peque, cosa que lo hacía enojar por un lado, pero que por otro le resultaba tierno— y no se trataban de usted. Para BaekHyun había sido un paso enorme, porque entendía que de alguna forma le agradaba a SeHun, incluso aunque este evadiera el contacto visual a toda costa y cualquier tipo de contacto físico entre ellos. Le había quitado un poco la inseguridad que tenía, la cual giraba alrededor de eso, pues pensaba que no le gustaba a SeHun. Aunque, ¿desde cuándo era importante si le gustaba a SeHun o no? Si tan solo eran compañeros de trabajo. Se odió a sí mismo por pensar en eso. Con SeHun, le costaba pensar sobre él de forma profesional, más cuando el tipo se le hacía tan caliente... ¡y además, porque no había olvidado que la primera vez que se vieron SeHun tuvo una erección por él!
—BaekHyun, en serio debemos irnos.
—No... —se quejó—. Tengo que llevarme la muestra de esta raíz de...
—¡BaekHyun! —medio gritó, medio susurró el guardabosques, dando una zancada hasta donde él estaba.
El científico levantó la mirada sorprendido. Se topó con las piernas larguísimas de SeHun. Miró más arriba tratando de evitar detenerse en su entrepierna, y vio el rostro muy serio y casi asustado del guardabosques. Estaban haciendo contacto visual, lo que era un poco alarmante después de varios días de SeHun evitando eso a toda costa.
Tuvo que tragar saliva y asentir para comenzar a guardar las cosas en su mochila.
—Vamos —lo apuró SeHun entre dientes.
—¿Qué es lo que pasa? —cuestionó BaekHyun, impaciente.
—No es nada, peque —lo tranquilizó, alentándolo a guardar sus cosas. BaekHyun obedeció, pero notó un movimiento por el rabillo del ojo y se centró en SeHun, quien había girado para mirar hacia cierto lugar entre los árboles.
—¿Qué hay ahí? —preguntó BaekHyun, levantándose finalmente con su mochila. Dio un paso hacia ese lugar que el guardabosques había estado mirando entre los árboles, inquieto.
—No hay nada. Regresamos a la cabaña, ahora —ordenó SeHun.
—Quiero ver qué hay ahí —insistió BaekHyun.
—No.
BaekHyun rechinó los dientes y lo miró. Los ojos oscuros de SeHun, ahora más negros que el petróleo, le devolvieron la mirada desde varios centímetros más arriba.
—Iré hacia allí —soltó antes de dar la vuelta y caminar hacia los árboles.
—¿Eres idiota o qué? ¡BaekHyun! —gritó inmediatamente SeHun, siguiéndole el paso—. ¡Te dije que nos vamos!
BaekHyun decidió ignorarlo y siguió caminando. Sin embargo, no pudo dar ni dos zancadas que unos brazos fuertes tomaron su cuerpo como si no pesara nada. Lo próximo que supo fue que estaba colgando de uno de los hombros de SeHun como si fuera un saco de papas.
—¡Bájame ya! —exclamó indignado.
—En tus sueños.
BaekHyun iba a protestar, pero vio algo que lo dejó sin respiración.
Entre los árboles, había un oso pardo que lo estaba mirando fijo. Se encontraba a más de cien metros de distancia, y probablemente BaekHyun se lo hubiera encontrado de frente de haber continuado caminando hacia allí antes de que SeHun lo atrapara.
Entonces las preguntas regresaron a su cabeza con fuerza. ¿Por qué SeHun no quería que viera a los osos? Era primordial que lo hiciera. Debía averiguar qué era lo que los estaba matando. Y sin embargo, SeHun se había negado a llevarlo con ellos, incluso a que viera los cadáveres. Es más, eso era a lo que más se rehusaba de todo y por lo que habían discutido un par de veces, hasta que BaekHyun asumió que pelearse por eso con el hombre sería en vano.
La rabia comenzó a bullir en su pecho mientras se balanceaba de un lado a otro en la espalda de SeHun. No era justo que el hombre no lo dejara tratar con los osos. Él realmente necesitaba el cuerpo de al menos un oso para poder averiguar lo que estaba pasando. ¿Por qué diablos se empeñaba en no dejarlo ver al menos un ejemplar? No era mucho. Solo uno. Y sin embargo, siempre se negaba.
¿Por qué SeHun no quería mostrarle los cadáveres? ¿Por qué? ¿Acaso no quería que resolviera el caso y que los osos dejaran de morir?
Cuando finalmente SeHun lo bajó de su hombro, ya dentro de la cabaña, BaekHyun se cruzó de brazos intentando contener la furia dentro de sí.
—¿Por qué no quisiste que viera al oso? —preguntó enojado, parándose delante de él e intentando verse imponente.
SeHun, que se estaba desabrochando la camisa de su uniforme, se detuvo en el tercer botón y lo miró desde arriba. Tuvieron una guerra de miradas durante unos momentos, pero luego el más alto desvió sus ojos. BaekHyun sintió que volvía a respirar; realmente la enorme diferencia de altura entre ellos lo intimidaba —y lo calentaba—. Él era normal, tenía un metro setenta y cuatro, pero el guardabosques debía estar rozando los dos metros, con ese cuerpo todo formado e injustamente bonito.
—No había ningún oso —musitó SeHun.
BaekHyun quiso gritar, indignado de que el guardabosques le estuviera mintiendo en la cama.
—Sí que lo había, SeHun. Lo vi. No estaba alucinando.
El hombre suspiró y giró en el lugar, continuando su tarea de desabrocharse los botones uno a uno, pero dándole la espalda a BaekHyun.
—SeHun —insistió.
Este no respondió. Se quitó la camisa del uniforme y la colgó en el perchero, se rastrilló el cabello negro con los dedos y tironeó de su camiseta blanca hacia abajo para acomodarla bien sobre su tallado cuerpo. Luego, sin siquiera echarle una mirada, lo esquivó y se encaminó hacia su habitación.
—¡Oye! ¡Te estoy hablando! —se quejó BaekHyun, ahora sí completamente enfurecido.
Le daba rabia y mucha tristeza que el hombre no le dejara ver a los osos. No podía explicar por qué, pero sabía que había una buena razón detrás de eso, algo que lastimaba a SeHun y que por eso mismo no se lo podía enseñar. Y eso era lo que más le dolía de todo, que SeHun no pudiera tener la confianza suficiente para explicarle por qué. Lo peor de eso, era que... ¿por qué BaekHyun quería tener confianza? Si después de todo, cuando resolviera el problema, él se iría y nunca más volvería a ver a SeHun.
En realidad, él no necesitaba que SeHun confiara en él y tampoco necesitaba conocerlo, no en realidad. Solo precisaba de un ejemplar de oso para investigar y cerrar el caso. Una posible solución al problema se presentaría más fácil si SeHun no fuera tan testarudo y mantuviera los cuerpos de los osos como un secreto de estado. No debería importarle si ese secreto lo lastimaba o si SeHun no confiaba en él para compartirlo, solo tenía que saberlo y punto.
No obstante, su corazón no hacía caso a su mente... y ahí estaba él, tratando de negociar.
—SeHun... por favor —susurró, agarrando el brazo del mencionado sin mucha fuerza. Este se quedó de piedra a medio camino hacia la cocina—. Habla conmigo. ¿Es porque te da miedo que me lastime un oso? Puedo conseguir tranquilizantes de buena calidad. Te prometo que ninguno saldrá herido, si es lo que temes.
—Es más complicado que eso —gruñó SeHun, aunque su voz no sonaba molesta—. No puedo, BaekHyun. ¿No puedes aceptar eso y buscar otra forma de solucionarlo?
—No, no puedo aceptarlo —replicó BaekHyun, soltando finalmente la piel caliente del hombre.
Este tomó una gran respiración, BaekHyun vio sus hombros ensancharse y luego volver a achicarse en un intento de tranquilizarse. Se giró para verlo con una expresión demasiado seria y dijo:
—No te llevaré. Acéptalo o no, es lo que pasará.
BaekHyun comenzó a temblar de rabia. Eso sí que no se lo esperaba. ¿Ni siquiera iba a intentar razonar? ¿No iba a explicarle por qué? ¿Lo iba a dejar así como así, incluso cuando había tratado de ser lo más razonable posible?
Lo próximo que escuchó, fue la puerta de la habitación de SeHun cerrándose con fuerza.
No obstante, esta vez BaekHyun no iba a dar su brazo a torcer tan fácilmente.
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