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Capítulo 2

BaekHyun nunca pensó que su vida iba a llegar a tal grado de desgracia. Cinco de la mañana y el maldito guardabosques estaba tocando la batería con los trastos de la cocina para despertarlo de la peor manera.

El castaño gruñó —según quién escuchase aquel gruñido, podría pensar que era hasta adorable— y se colocó sus gafas, las cuales había olvidado ponerse para leer el día anterior de la bronca que tenía, por lo que a la noche no había podido dormir mucho por el dolor de cabeza que su descuido le había provocado. Lo único positivo del día anterior fue que había ido a acostarse con el estómago lleno, porque a pesar de todo el guardabosques gruñón lo obligó a sentarse en la mesa a comer. Fue un silencio incómodo y tenso, pero al menos había comido una comida deliciosa. El guardabosques era un buen cocinero, de eso no había duda, aunque no iba a darle la razón por el momento. No después de la discusión que tuvieron cuando recién se conocieron.

Se levantó del sofá. Hacía un frío de cagarse, y tuvo que contener un escalofrío. Ni siquiera sabía cuándo esas mantas habían aparecido encima de su cuerpo, y no quería pensar mucho sobre ello tampoco. Un gesto amable del guardabosques no iba a cambiar la relación de perro y gato que tenían. Estaba muy lejos de eso.

Se envolvió con esa manta demasiado abrigada que el hombre le había colocado encima en medio de la noche, y caminó hasta la cocina mientras bostezaba. Al entrar a la pequeña cocina, se encontró con el guardabosques preparando el desayuno, sin nada más que unos pantaloncillos cortos que apenas llegaban a la mitad de sus muslos. ¿No tenía frío? BaekHyun se preguntó si el tipo no tenía algún tipo de fetiche con el nudismo.

—No sabía que tocar la batería formaba parte del itinerario para preparar un desayuno —se quejó BaekHyun, acercándose a una de las dos sillas que habían junto a una pequeña mesa.

—Oh, el científico irónico, lo que me faltaba.

—A su servicio.

El hombre gruñó.

—Siéntese —ordenó sin mirarlo.

BaekHyun entornó los ojos crispado y le clavó la mirada en la espalda después de sentarse, deseando poder ahorcarlo. No obstante, se olvidó de todo eso cuando la visión de unos anchos hombros, cintura estrecha, y un culo de infarto se mostró ante él.

El hombre era muy caliente, y él iba a tener que morderse la lengua. ¿Cómo podía echarle la bronca a semejante especimen humano? Estaba para lamerlo por todos lados.

Cuando el guardabosques volteó con dos platos en la mano, a BaekHyun se le hizo agua en la boca, y no específicamente por la comida. Demonios, ¿era legal tener ese cuerpo? Porque Dios, ahora que lo veía de cerca —muy, muy de cerca— podía notar lo duros que eran todos sus músculos y... ¡era tan injusto! ¿Por qué los más calientes eran también los más imbéciles?

—Aquí tiene —gruñó el guardabosques.

BaekHyun se encogió de hombros y recibió el plato que este le tendía. ¿Acaso estaba malhumorado todo el tiempo?

Comieron en silencio, mientras BaekHyun intentaba no clavar la mirada en el cuerpo semidesnudo del guardabosques. Eso era una tortura. Lo único que podía pensar en ese momento era que la vida privilegiaba a quienes pocas veces lo merecían. Y el guardabosques no era un merecedor de tal cuerpo. No después de la discusión que habían tenido el día anterior, que lo había hecho llegar a la conclusión de que era un imbé-...

—¿Podría usted dejar de poner esa cara de amargado todo el tiempo? —le ladró el guardabosques—. Entiendo que a los dos nos moleste la presencia ajena, pero vamos, también puede disimular su desagrado un poco. Hasta le preparé el desayuno.

—¿Entonces estos son huevos de disculpas? —cuestionó BaekHyun, señalando los huevos revueltos del plato.

El guardabosques se atragantó con la comida y sus orejas enrojecieron.

—¿Pero qué está diciendo? —dijo con escepticismo, soltando un gruñido que lo hizo sobresaltar. Sus ojos oscuros escanearon a BaekHyun, pero este no pudo descifrar los sentimientos detrás de ellos—. Yo solo le hice el desayuno porque no quiero que se muera de hambre durante su estadía. No tiene cara de saber cocinar.

—Sé preparar sopa instantánea —se defendió BaekHyun.

El hombre dejó salir una carcajada profunda desde lo más hondo de sus pulmones. Era una risa cálida, y por un momento, BaekHyun sintió que en realidad ellos podrían llevarse bien. Era, tal vez, su momento para intentar que las cosas no estuviesen tan mal entre ellos, porque podría ser un gran obstáculo para resolver el problema por el que había venido. Aunque todavía tenía un poco de bronca de la discusión que habían tenido el día anterior, BaekHyun no era de aferrarse a su orgullo, y podía perdonar rápido si eso significaba que las cosas podían ir mejor con la otra persona.

—¿Señor guardabosques? —preguntó con timidez, aprovechando que finalmente veía un sentimiento en él que no era furia o molestia.

—Me llamo SeHun —ofreció inmediatamente el hombre, dejando de reír para mirarlo seriamente.

—SeHun —repitió BaekHyun, sonaba extrañamente bien en su boca cuando lo decía. Intentó ponerse serio también, acomodándose mejor dentro de su manta pues se sentía extrañamente intimidado por la penetrante mirada del contrario—. Yo sé que no le agrada mi presencia, pero créame usted o no, lo estoy haciendo de buena fe. Yo realmente quiero que dejen de morir más animales.

—Está bien, en eso le creo... nadie sería tan cruel para querer por alguna razón que los animales mueran.

BaekHyun asintió.

—Exacto. Independientemente de quién me haya enviado, soy un ecólogo y mi deber es resolver este problema. Y necesito que me ayude, porque usted es quien conoce el bosque, no yo. Voy a necesitar toda la ayuda posible para poder solucionarlo, y eso implica que debe colaborar conmigo. Cuando todo esté resuelto, puede volver a odiarme o al gobierno, me da igual... pero no puedo recibir solo gruñidos cuando le haga preguntas durante nuestro recorrido. Si tan solo dificulta mi investigación, más osos morirán, y tardaré más en irme —concluyó—. Así que, si me ayuda, todo se resolverá pronto, yo me iré rápido y estaremos los dos felices. Usted podrá volver a ir por ahí a gruñir a las plantas o hacer sus recorridos desnudo por el bosque sin que yo esté alrededor.

SeHun se mantuvo en silencio, con la boca formando un rictus y los brazos enormes y fornidos cruzados sobre sus pectorales. BaekHyun tuvo que tragar saliva y evitar que sus ojos se deslizaran por el cuerpo de SeHun.

—Está bien —murmuró después de unos momentos—. Trato. Lo ayudaré en todo lo que pueda. Cuanto más rápido se largue, mejor.

BaekHyun se sintió extrañamente herido, pero lo disimuló con una sonrisa que deseaba que se viera falsa.

—Perfecto, entonces. —Se levantó sosteniendo la manta alrededor de su cuerpo, repentinamente sentía mucho frío—. ¿Puedo ducharme?

SeHun asintió y se levantó también, haciéndole una seña para que lo siguiera. Cuando pasó junto a él, BaekHyun notó, además de su altura inmensa, que olía fuertemente a madera y bosque húmedo. El aroma tan natural y varonil hizo que sus piernas se sintieran débiles por un momento. Sus sentidos se nublaron; no ayudaba que el hombre también estuviera casi desnudo.

Estaba seguro de que aquella iba a ser una larga y agónica estadía.

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