https://youtu.be/C-YbwaPN9lM

"En estos ojos míos, coloreados de escarlata,
hay pájaros, el cielo y tú, como una hoja seca y roja en otoño, tú...
Dolorosamente, el palpitar del tiempo
se va desvaneciendo,
transformándose en misericordiosa paz".

L'Arc-en-Ciel - Hitomi Ni Utsuru Mono

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Y porque ya no aguanto más, me pregunto por qué nos hacemos esto. Qué clase de azar misterioso y sádico le da todo a unos y nada a otros. Miro mi cuerpo maltrecho y solo quiero llorar. Miro a mi dulce hermanita sufriendo hasta para respirar y no encuentro respuesta a su dolor, qué clase de dios permite que esto ocurra. No puede existir un dios y si lo hay, es realmente perverso. No existe nada parecido a la justicia, no existe esperanza alguna. La vida solo castiga, insulta, golpea, humilla, usa a las otras personas para amenazarte, herirte, dañarte. Nadie nos pregunta si queremos nacer, yo no quería hacerlo. Vine solo a sufrir y la vida solo sabe castigar, es lo único posible en un mundo donde hasta el amor parece una quimera.

Cómo llegamos a hacernos tanto daño, que por más que veo un mundo lleno de personas, todos parecen sombras de un algo indefinido; gente odiándose, golpeándose, matándose, es el infierno, un azar malévolo que expande el caos de lo absurdo. Y no puedo hacer más que llorar ante este dolor incesante, entonces me abalanzo sobre mi dulce niña, para usar mi cuerpo como escudo del suyo, para protegerla, y la vida nos castiga a ambas.

Antes creía que la tortura duraría solo mientras fuera niña, pero aún adulta, la masacre no termina, y sigue, y sigue. Me aferro a mi hermanita y ella a mí, y soportamos la vida pasar mientras la arena nos lleva a las dos, en una tempestad de odio infinito. En mi mente, los colores de un mundo hermoso y brillante se ven en un horizonte lejano, allá donde el sueño de la muerte deja paz sobre los corazones. Es un lugar tan bello que todo cuanto puedo hacer, es aferrarme a ese sueño con todas mis fuerzas, para no olvidarlo.

Y la vida me castiga, y me duele el cuerpo y el alma. Pienso en la muerte, en algo más allá de la muerte y las ansias por verme lejos de aquí, llenando mi mente. Nadie me salvará, parece que no merezco nada de nadie, y por eso escribo, porque quiero merecer algo, y dejar constancia de estas lágrimas de dolor. Escribo para ser fuerte, tomo mis lágrimas y escribo con ellas, todas las penas que mi alma compone sobre el papel. Quiero ver en mi prosa, un solo gesto de dignidad, de resistencia, de valor para no perderme a mí misma, en un mundo confuso e indiferente. Dejo esta ventana a mi corazón líquido, para dejar un sentimiento en ese lector que, de lejos, vive su propia ecuación. Dejo este testimonio escrito, de que he existido, de que aún existo, aunque no lo quiera.

Ahora cerraré mis ojos y trataré de seguir soñando con el fin de la vida, mientras sobre mí pasan el dolor, la ira y la violencia. Cerraré mis ojos para no ver el odio y creer, tener fe, en la existencia del amor. Quiero creer, que mi corazón será abrigado y protegido un día, lejos de esta vida. Quiero ser amada y ahora, mientras lloro sin final, deseo que tú también lo seas. Que el amor te toque en vida, para no llevarte a la tumba todas las lágrimas de soledad, que tu corazón lloró mientras existía.