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5. Universo Metalero

https://youtu.be/U_ljTVRnby0

"Somos magia en la noche.
Somos sombras, somos luz.
Somos por siempre, tú y yo.
Somos estrellas"

80's Metal Stars – Hear N' Aid 

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Hablar de pasión por la música es algo que casi cualquier persona puede entender. Desde los estudiantes más pretenciosos de las academias y conservatorios de música, hasta los músicos más callejeros de esos barrios olvidados por toda autoridad; lo que oímos forma parte de quienes somos, de nuestra identidad, de nuestra propia alma. La música juega un rol determinante al sentido que le damos a la existencia, a fin de mantenernos cuerdos. Al menos para un volumen muy importante de la población mundial de tiempos presentes pues quienes no generan recuerdos y significados por medio de melodías son una excepcionalidad, y la excepción hace la regla.

Dentro del multiverso que conforma toda la música que existe, subyace un universo muy amplio y complejo: el del metal. Allí, diversas tribus han construido un galimatías de dogmas partiendo por los diversos subgéneros del metal, complejizando de tal forma al género que casi parece el Sacro Imperio Romano Germánico. Es decir, un caos de proporciones, metafóricamente, bíblicas. Existen tantos subgéneros en el metal como identidades sexuales, y cada subgénero es radicalizado por sus miembros, so pretexto de detalles absurdos. Como resultado, las tribus metaleras viven en una tensa paz que suele terminar cuando los alcoholes rotan en los unders metaleros. Sí, así es como un metalero les llama a sus fiestas: under —bajo, en inglés, en referencia de la ultratumba—. Una vez los teloneros de la noche son humillados a satisfacción del público, los metaleros, ebrios, les dan la bienvenida a las bandas principales de la noche. Dependiendo de lo heterogéneo que sea el público asistente, el under puede acabar en cánticos etílicos y camaradería, o en sangre y masacre. Un universo notablemente barbárico, como es evidente.

Antes de continuar, es necesario aclarar que el cliché de rockero universal promedio que existe en las personas que miran el metal desde afuera, es falso. Rock no es sinónimo de metal, son dos cosas diferentes. El metal es un género que deriva del rock pero, en esencia, ambos tienen diferencias sustanciales; por lo mismo, una cosa es ser rockero y otra ser metalero.

El metal surgió a finales de los años 60 y principios de los 70 como una evolución del hard rock, con bandas pioneras como Black Sabbath, Led Zeppelin y Deep Purple, que crearon un sonido más pesado y oscuro. Las grandes óperas wagnerianas y la música clásica en general han jugado un rol clave en su desarrollo, lo cual ya lo diferencia de géneros como el grunge, el punk, el indie, el alternativo o el propio hard rock; no es lo mismo Rata Blanca que aquel Soda Stereo de Cerati, ¿no es cierto? Establecida esa convención, hablemos de la fauna.

El ecosistema del metal mundial es un enredo bestial, muy variado y colorido en cada lugar del globo terráqueo desde los años ochenta del siglo pasado hasta el día de hoy. Pero centrándonos en el nicho de Arturo, hay que mirar a la movida metalera paceña. Básicamente la misma diversidad que en el Amazonas, pero con algunos patrones diferenciables en su composición que permiten distinguir entre los metaleros bolivianos de la región andina, de los de otras regiones del país. La ciudad de La Paz y El Alto son las que aportan más especímenes a esta fauna local, con determinadas contribuciones de ciudades aledañas más pequeñas u otras capitales de departamento. El shock civilizatorio dio como resultado una mezcla conformada por miembros heterogéneos en todos los espectros del metal, pero que en sus versiones más radicales se aglutinan en tres tribus visibles e identificables, cada una compuesta por variedad de grupos según regiones de la ciudad, y cada grupo con su propia heráldica mafiosa y actividades ilegales en un juego de ascenso y descenso del estatus metalero; es como una liga de mafias, siendo cada individuo un símbolo auto representado y el torneo, la escalada continua dentro del estatus social metalero. El estatus da poder, dinero, sexo, drogas, alcohol, armas, motos y honor; el asunto del honor metalero es un tema complejo como ambiguo, pero muy importante en su sociedad.

Tribu Power-Metal
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https://youtu.be/666dM-yunYg

Primero, los "niños bonitos", por decirlo de algún modo. Los amantes del power-metal, un subgénero musicalmente de prodigio que en La Paz también absorbe al speed-metal, symphonic-metal, pogressive-metal, love-metal y hasta al folk-metal.

El espécimen clásico de esta tribu es un sujeto, en primeras, blanco; y aquí no hay que aplicar eufemismos para tapar verdades, pues el racismo sí existe. Suelen ser el típico metalero caucásico de greña y barba largas, pero con una tendencia metrosexual; su homólogo femenino es la "darketa" victoriana promedio, fanática de Nightwish, Epica y Tarja Turunen.

Tal como la música que escuchan, cuyas líricas hablan de leyendas de caballeros y dragones, los powers tienen una filosofía de vida muy dedicada a la aventura, lujo que pueden permitirse pues en Bolivia, como es de suponer, la gente caucásica aún muestra una tendencia a ser tenedor de fortunas. Por esa razón, la mayoría de bandas de tributo en La Paz, las que están bien equipadas y con excelentes instrumentos, suelen ser de power-metal.

Desde luego, en términos ero-románticos esta suele ser la tribu con más anécdotas que contar. No importa si eres hombre o mujer, un power tiene que estar bien bañado, arreglado y producido. "La metalidad no es pretexto ser un rock'alla hediondo"; sí, así es como los powers se refieren despectivamente de los demás metaleros. Además, los powers suelen tener una jugosa participación de mercado en el negocio de las motos, las armas de gama alta, las drogas ilegales más exclusivas y la prostitución de lujo. Que su aspecto de niños mimados no te engañe, esta gente puede ser más depravada de lo que imaginas. Su narcicismo los lleva a ser poco empáticos, aunque eso es un eufemismo. Son especialmente desdeñados por otras tribus por su costumbre de contratar mercenarios y sicarios para realizar sus trabajos sucios, además de que muchos de ellos tienen algún acceso al poder político gracias a sus conexiones familiares o sus actividades económicas ilegales.

Tribu Heavy-Metal
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https://youtu.be/C-W0H2n3W2I

Luego está la "orden mayor", el espécimen de metalero más fundamentalista del género; el amante del hard rock y heavy metal puro, el original, y sus derivados tales como el glam metal y trash metal. Ese que vive congelado entre los años 70' y 90' del siglo pasado y que continúa escuchando las mismas canciones de Judas Priest, Dio, Manowar, Black Sabbat, Twisted Sister, AC/DC, Metallica y Iron Maiden de toda la vida. Son auténticos fósiles vivientes que fueron testigos de la lenta "decadencia del metal", como suelen decirle. Sin embargo, no estamos hablando de abuelos boomers y veteranos de la generación X en concreto. Aquí también han caído todos aquellos que, impulsados por un ego increíblemente pretencioso, un purismo fundamentalista ridículo, o por infinidad de motivos, no pudieron encajar en las esferas más adineradas dentro del estatus del metal.

Mucha gente joven, incluso millenials y adolescentes de generación Z y alpha, se volvieron "heavy" gracias a que tuvieron un padrino que les ayudó a subsistir en el under metalero. Los padrinos son viejos, sí, degenerados, no cabe duda, pero con dinero; a menudo las chicas heavy que quieren ir a conciertos o estar en bandas, rinden tributo sexual a cambio de financiamiento. Es una forma bastante usual de escala social dentro de este universo, siendo recurrente ver que las chicas bonitas prosperen pronto. Con el tiempo, eso les permite acceso a algún chico power al que repescar y salir, por fin, del hueco; la vida de casada con alguien de dinero es beneficiosa en el divorcio. Pero a sus homólogos masculinos no les va tan bien, pues un heavy sin dinero siempre se verá forzado a llevar una vida más peligrosa dentro del metal, la de un soldado haciendo trabajos de alto riesgo, aunque buena paga, que a menudo acaban con el cofrade metalero envenenado de alcohol y plomo en la calle; aquí también se vive el dolor de los marginados. Después de todo, cada tribu es una caterva violenta, hasta podría decirse que un ejército armado en sí mismo. El caso de los heavy es especial pues son los más numerosos, los que suelen ser la carne de cañón, los que ponen el pecho a las balas. Pero también son violentos y fáciles de provocar. Suelen ser hostiles con todo aquel no-metalero, es común verlos pelear totalmente borrachos con parroquianos igual de ebrios que desdeñan a las pandillas metaleras y, por extensión, a los metaleros en general.

Tribu Black-Metal
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https://youtu.be/XGoak4ISCPU

Finalmente, la peligrosa tribu negra, la más radical; donde mercenarios, sicarios y gladiadores coexisten. Aquí se pueden encontrar a los fanáticos de dogma más extremistas imaginables. Desde esa anarco-feminista de cuarta ola que raya en lo punk y vive en su propia espiral lovecraftiana de gore-metal mientras se regodea en los penes que cortó, hasta aquel sirviente de Satanás que está dispuesto a comer el aborto de la última mujer que violaron como sacrificio al Señor de las Tinieblas. Aquí es donde las atrocidades realmente pueden ocurrir si se transita descuidado. En Noruega, los "blackeros" radicales fueron acusados de quemar iglesias. Se dice que la banda mexicana de black, "Brujería", exhibe una cabeza humana decapitada real como portada de su álbum "Matando Güeros". Como es evidente, con esta gente no se jode.

Los "blackeros" bolivianos, y más aún los paceños y alteños, son gente misteriosa que no le revela a ningún extraño su verdadera naturaleza e identidad. No se sabe si son ricos, pobres, marginales o asesinos. Pero algo sí es seguro: quizá no sean nada de eso. En efecto, el aspecto que tienen puede ser tan macabro como todo lo anteriormente descrito; pero a menudo, también, su espeluznante excentricidad es solo una coraza exterior que cubre un abandono existencial difícil de imaginar. A veces, el blackero está tan roto y destruido por dentro, que la sombra de su miedo y tormento es el monstruo que todos ven representado en él.

Sus negocios giran alrededor de los circuitos de peleas clandestinas. También son los principales distribuidores de una droga ritual de gran demanda llamada ayahuasca negra, un psicodélico tan único que incluso gobiernos de potencias mundiales han puesto sus ojos en él; ello ocasionó una guerra abierta entre las tribus blackeras y los narcotraficantes del Chapare afines a Evo Morales; la tensiones empezaron en los años 90 del siglo pasado y han permanecido hasta el siglo XXI.

La mayoría de pandillas de blackeros viven en la ciudad de El Alto, reivindicando una forma de vida que homenajea en anarquía al animismo andino y sus dioses paganos. También son excelentes cobradores de deudas y eficientes guerrilleros. Durante los conflictos del Chapare tras el último proceso electoral, los blackeros alteños estallaron varias bombas en las plantas de refinación de cocaína de las mafias reguetoneras del trópico de Cochabamba como una forma de venganza.

Como se puede intuir, estas tres tribus no siempre coexisten en paz pues además de ser grupos sectarios, también son pandillas y mafias muy poderosas e influyentes que compiten por los recursos en una urbe caótica; pero existen en una cohesión universal entre todos los miembros del ecosistema; y es que se sienten de alguna manera superiores a los demás debido a sus hábitos de consumo musical y/o situación existencial. No es una norma general, pero la mayoría de metaleros siente cierto rechazo por la música bailable y las situaciones sociales fuera de su universo. Algunos incluso desprecian a todo aquel que no es metalero, teniendo como principal antagonista a las pandillas de reguetoneros y raperos de la ciudad, a menudo patrocinados por las mafias colombianas y brasileras del narcotráfico; en efecto, la guerra entre reguetoneros y metaleros es, a su vez, la lucha de mafias y pandillas compitiendo por el comercio de las drogas. A veces, masas de fanáticos radicales de ambos universos suelen protagonizar hechos extremadamente violentos que ya han llegado a auténticas balaceras en las zonas más populosas y peligrosas de la ciudad de El Alto y el trópico cochabambino.

Dentro de este complejo universo, festival de pathos y pasiones, la posición de Arturo es bastante ambigua. No es un metalero "power" estrictamente hablando debido al autoexilio que él mismo se impuso de esa tribu. Hubo un tiempo en que era muy bienvenido entre los powers, pero problemas con chicas ebrias y novios celosos terminó por decidir a Arturo a mantener una diplomática distancia de ese colectivo. Entre los heavys es respetado y admirado por su talento con la guitarra, los jóvenes lo adoran, pero los veteranos desconfían de él; lo ven como una competencia en la cacería de amoríos fugaces. Por su parte, los blackeros lo ven como a un ser inofensivo, indefinido; ellos suelen decir: "a los tibios, dios los escupe y el diablo se los come", y para los blackers Arturo es eso, un "huevo tibio"; por lo que su relación con él es una fría diplomacia, no pagarían por verlo tocar. Aun así, como músico con talento y guitarrista estrella, Arturo tiene también su propia legión de fanáticos, algunos de los cuales le prestarían incluso a su mujer si Arturo lo pidiera. Claro, él jamás haría tal solicitud, es agradecido y respetuoso con su público.

Para una banda de tributo dentro del ambiente del metal, ascender es un auténtico calvario. Se empieza desde lo más bajo de lo bajo: banda de prueba de sonido. Luego, cuando se nota que los "probadores" son buenos, se les permite ascender a teloneros: el bautizo de fuego. Usualmente, los teloneros suelen recibir toda la mierda de un público impaciente por la banda principal, pero aquellas bandas iniciantes que logran ganarse el respeto de la audiencia, tocando como teloneros, desbloquean la ruta para convertirse un día en banda principal. Una vez que te conviertes en la atracción de la noche, tú y tu banda empiezan a ver el dinero. Los metaleros ya pagan cover por ir a verte, lo que es un paso más hacia la música de producción y la composición; pocas bandas bolivianas de metal han llegado hasta el mainstream de la música dentro del país, pero algunas sí existen, tales como Armadura, Alcoholika o Track. La mayoría existen de forma subterránea.

La banda de Arturo tiene ya varios años tocando, por lo que hicieron suficiente carrera para ser la banda principal. Conocidos por su respeto de todos los géneros del metal, incluso pidiendo sugerencias a su público de temas que quisieran oír, la agrupación "RainHell" ha sembrado una audiencia leal de hombres y mujeres que los siguen por la calidad de sus covers y música original, formando así una cofradía pagana similar a una logia con buqué a pandilla. Y no es para menos, cada uno de los miembros de la banda tiene formación musical seria, incluso profesional. Sus seguidores valoran eso.

Jorge, mejor conocido como Joe, es el bajista de la banda; talentoso en todas las técnicas del bajo. Es capaz de hacerte un slaping súper funk y también un barrido de escala sin demasiado esfuerzo. Mecánico, motoquero, músico de Conservatorio, es uno de los fundadores de la banda junto a Arturo. Enrique, Speedy para los amigos y metaleros, es el batería de la banda; un músico con una precisión impresionante en la percusión. Domina todos los compases de cada subgénero de metal existente, podría decirse que es un prodigio sin academia pues es empírico al cien por ciento. Jugó a su favor el venir de una familia adinerada de la Ceja de El Alto, le compraron los mejores equipos y baterías desde que era un niño, permitiéndole desarrollar su talento. Rick, el vocalista de la banda, con un registro de voz que va de barítono a contralto con una facilidad pasmosa; cuando la canción lo demanda, incluso es capaz de hacer de segunda guitarra. Es un músico de instituto técnico que se supo ganar la vida con su voz no solo cantando metal con Arturo y los demás, sino también salsa y cumbia con una agrupación tropical -aunque ese es un secreto que solo Arturo conoce-.

Esa noche de sábado, RainHell iba dar su show en el "Boca y sapo", un pub con música en vivo bastante conocido en la ciudad de La Paz por presentar bandas de tributo metalero. El lugar es tomado como terreno neutral por todas las tribus del ecosistema, siendo incluso prohibido derramar sangre en instalaciones del pub bajo pena de exilio. Es por esa neutralidad que el "Boca y sapo" es el lugar preferido de reunión para todos los metaleros menos radicales. Allí coexisten blackeros, powers y heavys en relativa armonía. Era el pub preferido por Arturo y su banda para organizar unders, y vaya que su set necesitaba de esa paz para poder ejecutarse correctamente; son veinte temas distribuidos en una hora y media de espectáculo, mismos que abarcan música de bandas power como Rhapsody y Kamelot, bandas heavy como Manowar y Rata Blanca, e incluso bandas gothic como Tiamat o Moonspell. Tocar un set tan variado en bares puristas podría costarles una larga estancia en el hospital, así que debían ser cuidadosos en elegir los temas según su público y lugar de show.

—Súbele un poco a los medios y bájale los agudos —Arturo daba instrucciones al sonidista del local, quien iba ecualizando su guitarra en la consola.
—Cómo le fue a este animal en su nuevo trabajo —consultó Joe a Rick, en referencia a la semana que Arturo había tenido en la editorial.
—Es un lento de mierda —respondió Rick.
—Recién es mi primera semana —dijo Arturo, dirigiéndose a Joe—, además, por qué carajos le preguntas a esta golfa —señalando a Rick— de mi trabajo; preguntáme a mí, mierda.
—Seguro mentirías.
—Y qué sí es así.
—Ya, mierditas. En lugar de huevear, afinen —los interrumpió Speedy, entre risas canábicas—, ¿ya han calibrado sus instrumentos? Nos están esperando.

Bajo y guitarra se miraron y echaron una breve carcajada antes de ponerse a afinar sus cuerdas. Frente a ellos, un público ansioso esperaba el inicio del show.

Los últimos retoques de sonido los dio Arturo, seteando el efecto de guitarra para lograr el sonido más limpio en la resonancia del local. La explosión empezó en la audiencia cuando Rick agradeció la asistencia y anunció el inicio del concierto, abriendo con Rata Blanca.

Canción tras canción, el público brindaba, se embriagaba, agitaba la melena al ritmo del headbanging, y saltaba, empujándose unos a otros en el violento "mosh", o "pogo". Como siempre, Arturo estuvo a la altura de las expectativas. Sus solos de guitarra y riffs bien ejecutados le habían ganado el apodo de "Rey Arturo", o simplemente "King". Metaleros de todos los rincones de la ciudad acudían a verlo tocar cuando RainHell anunciaba su presencia en algún under. Después de todo, el talento no es un recurso abundante y un buen guitarrista metalero surge cada cien guitarristas mediocres. Las delicias técnicas de Arturo eran dignas de admirarse, además que su manejo del escenario era excelente. Al final del concierto, el público incluso pidió una, hasta dos canciones más. Terminado el espectáculo en vivo, la hora de recibir la adulación y los tragos de los fans había llegado. Los metaleros estaban satisfechos, fue una sonata brutal.

La tropa de los Hellion, heavys por antonomasia, fueron los primeros en presentar respetos tras invitar la primera ronda. Los fans y acólitos de la banda ofrecieron los tragos más caros. Los Kurenai, tropa de fans de J-metal, J-rock y toda la movida visual kei japonesa, fueron los siguientes en invitar alcoholes. No podían faltar los Hijos de Cadia, una de las muchas tropas power de la ciudad, quienes gastaron en wiskis y tequila. Arturo y sus amigos ya estaban bastante entonados cuando Joe notó que alguien los miraba.

—Hay un power mirándonos en aquella mesa —dijo con disimulo.

—Debe ser alguien que espera que salgamos para buscar pelea —dijo Arturo—. Desde la última joda contra los power de Miraflores, no han dejado de molestar.

—¿Hablas de la vez que te agarraron en el baño del Rockodrilos besuqueándote con la novia del jefe de los Ancelot? —cuestionó Rick.

—Estaba ebrio, ella también —se excusó Arturo antes de beberse un vaso de singani que un fan le invitó. Se tragó el líquido rápidamente y agregó—:yo no la busqué, fue ella quien entró al baño de hombres buscando atenciones. No es mi culpa que el Akron —jefe de los Ancelot— no sepa satisfacer a su mujer.

—Vos también, bien hecho al putas estabas esa noche; era que le digas que no — intervino Speedy.

—¿Tú la habrías rechazado? —cuestionó Joe a Speedy.

—Con tal de no tener líos con el Akron —respondió.

—No jodas, marica —interrumpió Rick—, si vos nomás andas fantaseando con el día que te puedas culear a una power, pero no te levantas ni a la mañana; por lo menos al Arty las mujeres le joden.

Amistades rudas, hermandades de metal. Las bromas pesadas y las burlas son muestras de camaradería, pero Arturo sabía que, tras el trolleo, algo de verdad había en el asunto de su propia impertinencia. Llevaba tiempo siendo vigilado en todos los unders por observadores de Akron. Sabía que no podía pasarse demasiado de copas fuera de su cueva, el costo de hacerlo podía ser alto y hasta mortal. Sin embargo, estar en un under conteniéndose de beber a gusto le resultaba frustrante. Por su propia seguridad era mejor estar alerta. Algunas chicas heavys también los observaban, aguardando su oportunidad para acercarse a los RainHell en busca de tragos de cortesía caballeresca, algo que forma parte de los modales y etiqueta de un músico de banda principal. Speedy no demoró en invitarlas a su mesa y ponerse generoso con las atenciones etílicas. Compró una botella de Ron Abuelo sin hacer aspavientos. Rick invitó la marihuana.

Los amigos de Arturo se hallaban en pleno relajeo con las heavys que invitaron, una de ellas le hablaba y coqueteaba, pero él mantenía una diplomática distancia. Ese no era el momento ni el lugar para el franeleo. Cuando volteó a ver al power que los vigilaba, había desaparecido. Finalmente necesitó salir del local para comprar algo de comer, pero lo hizo solo. Mientras se hallaba aguardando su comida frente a un puesto de hamburguesas callejero, el power que los vigilaba apareció de forma repentina, se acercó a Arturo y le dejó un mensaje:

—Akron advierte: "Te cortaré la cara y violaré a tu mujer".

A Arturo no le inmutó la amenaza, no solo porque no hubiera muchos hombres que fueran capaces de someterlo, sino también porque no tenía una mujer a la que Akron pudiera violar. Pensó en la chica heavy que le coqueteaba antes de ir por comida, pero Arturo sabía a la perfección que la regla de oro no se rompe: "Jamás enamores con una chica metalera". Enamorarse, una palabra exótica para un solitario, casi desesperado, Arturo.

Entonces vio a una chica a su lado, bastante normal en términos generales o, dicho de otro modo, una no metalera. La muchacha miraba su celular mientras esperaba su hamburguesa. A Arturo le pareció atractiva, hasta pensó en saludarla, y fue en ese momento que sus ojos miraron accidentalmente el celular de la muchacha y notó que la chica navegaba en una aplicación para conocer gente. De repente, Arturo tuvo una idea: "Si uso internet para conocer chicas que no sean metaleras, quizá pueda encontrar a alguien interesante". Desde luego, debería hacerlo sin decírselo a nadie. Si las tribus se enteraran que anda buscando novia por internet, seguro perdería todo el prestigio ganado en el universo del metal. Además, él no sería el primer ni único metalero con una doble vida secreta. Su amigo y vocalista de RainHell, Rick, también tiene una vida secreta fuera del metal. Sí, solo esa podía ser la respuesta. Necesita una novia, una que no sea del rudo universo al que pertenece, y quizá internet podía darle una oportunidad. 

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El mundo del metal es como:

https://youtu.be/38cCv1SEG_8

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